Decálogo
de Lorenzo Silva para escribir una novela policíaca
1.
El primero se lo tomo prestado a Raymond Chandler: recuerda que
cuando empiezas un libro igual da todo lo que hayas podido hacer
antes; tu empeño te convierte en un principiante y sólo te salvará
afrontarlo con pasión y humildad.
2.
No intentes ser políticamente correcto ni incorrecto; pese a ser un
concepto de moda, ha quedado completamente vacío y es inútil a
efectos literarios. Ninguna obra vale por ofender o agradar, sino en
tanto que su autor escribe lo que cree que debe sin miedo a causar
uno u otro efecto, teniendo en cuenta que lo que irrita a unos
complacerá siempre a otros, y viceversa.
3.
Sé realista o fantasioso, como prefieras, porque eso no importa. Lo
que importa es que seas coherente a la hora de elegir tus materiales
narrativos (no mezcles al tuntún lo exacto con la patraña) e
imaginativo a la hora de disponerlos y ensamblarlos (no te limites a
levantar acta rutinaria de lo que es obvio).
4.
Aplica a los personajes el imperativo categórico de Kant: no los
trates como instrumentos, sino como fines en sí mismos. Cada uno de
ellos, por fugaz que sea su papel, merece tener su lugar, su visión
de las cosas, ser un pequeño mundo cuya historia pueda contarse. No
necesariamente loable, pero sí consistente.
5.
Las palabras son tu herramienta para contar: cuídalas como el
artesano cuida las suyas, sabiendo que si no están bien afiladas y
escogidas arruinarán la obra, y teniendo siempre en mente al
elegirlas lo que quieres contar y para qué quieres contarlo.
6.
El lector quiere descubrir algo que no conocía y llegar a algún
lugar donde nunca estuvo. No le invites a pasear si no tienes pensado
nada para asombrarle ni un destino al que conducirle.
7.
El lector no quiere aburrirse: si no estás persuadido de la
necesidad de algo (ya sea un adjetivo, un personaje, un pasaje o todo
un capítulo) suprímelo. Lo que no se siente como necesario conduce
al aburrimiento, a la distracción y a tu fracaso.
8.
El lector suele aspirar a pasar el rato, y nada hay de censurable en
ese afán ni en tu esfuerzo para satisfacerle, pero le gustará más
si dejas algo en su recuerdo. Siente el desafío de darle algo que
trascienda lo que cuentas y que le resulte memorable.
9.
El lector es, por definición, más inteligente que tú, salvo que
seas tan necio como para creerte más inteligente que nadie. No
intentes impresionarle con tu verbo, tu erudición o tu raciocinio,
sino con tu rigor, tu imaginación y tu capacidad de llamar a las
cosas por su nombre y poner en palabras lo que él ya sentía.
10.
Sólo tienes al lector de hoy, y nada logras sin su complicidad, pero
piensa en tu trabajo a largo plazo. Piensa en qué sumará o aportará
a tu vida y a tu obra el libro que escribes, cuando lo recuerdes al
final de tu camino. Ese horizonte te será más útil que pensar en
la posteridad, que queda fuera de tu jurisdicción.
*Lorenzo
Silva. Madrid, 1966. Autor de más de una veintena de novelas, entre
las que destaca la marca del meridiano (Premio Planeta, 2012), El
alquimista impaciente (Premio Nadal, 2000), Carta Blanca (Premio
Primavera, 2004). Además, es autor de la serie policíaca
protagonizada por los investigadores Bevilacqua y Chamorro, iniciada
con El lejano país de los estanques (Premio Ojo Crítico 1998).
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