Uno.
El camino del ganado, que no se pregunta boberías y disfruta en el
potrero.
Dos.
El de los iluminados, o encandilados por un conocimiento que solo
ellos pueden ver.
Tres.
El de los exploradores, que le huyen a lo conocido.
Cuatro.
El camino de los creyentes, que confían en la existencia de un Dios
que guía sus pasos.
Cinco.
El de los contempladores, para quienes una misma cosa puede ser todos
los días otra.
Seis.
El de los navegantes de antaño, que viajaban con el viento.
Siete.
El de Penélope, que consistió en esperar.
Ocho.
El de los ejércitos, para quienes desviarse es cobardía.
Nueve.
El de los aplicados, que buscan nunca equivocarse.
Y
diez. El de los caminantes, para los que Roma es caminar.
Todos
estos caminos llegan a Roma, porque Roma es el final de todos los
caminos.
Aparte tomado de:
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