ANTOLOGIA DE DECALOGOS LITERARIOS

"Los Diez Mandamientos, considerados útiles reglas morales para vivir en sociedad, tienen un excelente uso literario. El escritor, al contar sus historias, debería hacer que sus personajes violen constantemente estos mandamientos, en conjunto o por partes. Mientras alguien robe, mate, mienta, fornique, blasfeme o desee a la mujer del prójimo tendremos un conflicto y en consecuencia una historia que contar. Por el contrario, si sus personajes se portan bien, no sucederá nada: todo será aburridísimo."
Fernando Ampuero


Uno de los más interesantes y que recoge más sabiduría, tiene un solo postulado. Se lo leí a Alejandro Quintana y dice:

"Porque en realidad ya se ha contado todo; lo novedoso es contarlo de forma interesante".

Es muy común que los escritores, cuando gozan de cierto reconocimiento, decidan organizar sus ideas en forma de recomendaciones que suelen enumerar en listas, generalmente en forma de decálogos, muy a manera de configurar una suerte de "Tablas de la Ley"o de "Diez Mandamientos" , en los que pontifican,-con razón o sin ella, en concordancia con su prestigio y sabiduría o apenas haciendo gala de una vana pretensión un tanto ególatra- sobre sus verdades decantadas acerca del oficio de escribir.

Unos condensan verdaderas sentencias, otras son apenas esbozos que naufragan en su propia babosería; unos son un compendio de ingenio, otros verdaderos destellos de humor, mientras algunos apenas sí resbalan como peligroso chascarrillo en el reino del lugar común.

De todas maneras, en esta página recopilamos algunos de ellos, como elemento para el análisis y estudio de los interesados en el ejercicio de escribir. Muy recomendado para aprendices y aficionados, para lectores desprevenidos, para alumnos de talleres literarios y para todos los que se deleitan del bello arte de la Literatura.

Al final citamos los más ingeniosos, clásicos, reconocidos o polémicos.

Lo que comenzó como un divertimento, pasó a ser una disciplina que permite enriquecer la teoría de la creación literaria, en la voz de los maestros. La idea original parte de la página www.emiliorestrepo.blogspot.com
Comentarios y aportes, favor remitirlos a emiliorestrepo@gmail.com

miércoles, 20 de diciembre de 2017

EL DECÁLOGO DEL BUEN ESCRITOR FANTASMA

EL DECÁLOGO DEL BUEN GHOSTWRITER


A la hora de trabajar como ghostwriter solemos pensar que lo más importante, prácticamente lo único, es cuando llega el momento de ponerse ante el teclado y empezar a escribir. En realidad no lo es, es una parte más del proceso.

Son varias las cuestiones que hay que tener en cuenta y cuidar, tanto antes como después de escribir y que difieren mucho de cuando trabajas en una publicación propia. De aplicarlas correctamente depende que llegues a ser un buen escritor fantasma.

Y para que esto ocurra te he preparado el decálogo del ghostwriter, porque esto va de mucho más que darle a la tecla.



No es tu libro. Es algo que tiene que quedarte claro, especialmente cuando empiezas a trabajar como escritor fantasma. Tienes que adaptarte a lo que te pide quienes te hayan contratado y aunque puedes hacer sugerencias nunca has de incluir aportaciones propias sin antes haberlas consensuado. Recuerda que no es tu libro, durante todo el proceso.

Es un trabajo. Puede sonar redundante, incluso ridículo, pero muchas veces nos olvidamos de que es así. Organízate, crea un planning y sigue las directrices que te han marcado. Nada de improvisar ni dejarlo para última hora.

Sé un escritor diferente en cada nuevo proyecto. Ya comentamos antes que no es tu libro, así que no has de escribirlo como si lo fuera. Has de meterte en la piel del autor que quieren que seas y adaptarte a un estilo y vocabulario propio. Es fundamental en el trabajo de un buen ghostwriter y normalmente requiere un trabajo de investigación previo a la escritura.

Cumple los plazos. Si tú escribes una novela porque te apetece lo más probable es que lo hagas en tu tiempo libre, sin plazos marcados y sin prisas. En este caso no es así, es un trabajo que debes entregar a tiempo y siguiendo las directrices que te hayan marcado.

No trabajes en dos libros diferentes al mismo tiempo. En cada proyecto has de convertirte en un escritor diferente, incluso adaptar la forma de escribir de otros, así que si trabajas en dos proyectos al mismo tiempo puedes ‘contagiarte’. Separa el tiempo que dedicas a cada uno para evitarlo.

Ten claro qué quiere el cliente. Nos centramos siempre en la parte de la escritura, pero esta no tendría sentido si antes no se habla y concreta qué es lo que quiere el cliente. Tenlo claro antes de empezar a teclear porque te ahorrará perder el tiempo y reescribir.

Concreta las condiciones. No dejes ningún detalle al azar para evitar sorpresas de última hora. Antes de asumir el encargo has de saber de cuánto tiempo dispones para hacerlo, qué extensión quieren, en qué formato se va a publicar e indicaciones sobre estilo, vocabulario y orientaciones.

Contrato de confidencialidad. Es habitual que cuando se contrata a un escritor fantasma se firme un contrato de confidencialidad a fin de preservar la identidad del verdadero autor de la obra. Es una garantía que no debes saltarte.

Seguimiento del proyecto. Aunque te hayan pedido escribir un libro y no te hayan exigido ningún tipo de supervisión es importante mantener el contacto con quien te ha contratado. Así puedes saber si ha habido algún tipo de cambio en las previsiones iniciales en cuanto a estilo, publicación o extensión de la publicación.

Tu vinculación tiene fecha de caducidad. El último punto del decálogo es muy parecido al primero. Debes recordar que el libro que has escrito no es tuyo legalmente, así que tu vinculación con él acaba una vez lo has entregado y han hecho las correcciones o consideraciones oportunas.




EL DECÁLOGO LITERARIO DE ETGAR KERET

EL DECÁLOGO LITERARIO DE ETGAR KERET, EN SUS PROPIAS PALABRAS


Enlace Judío México – El pasado martes 2 de mayo de 2017 en el auditorio de la librería Gandi de Miguel Ángel de Quevedo, se presentó el libro titulado “Tuberías” del escritor israelí Etkar Keret.
El escritor Etkar Keret nació en Israel en 1967, en la ciudad de Ramat Gan. Entre su obra se encuentran colecciones de cuentos cortos, guiones para televisión y cine; además, está considerado como uno de los máximos exponentes de la narrativa moderna israelí por su amplio empleo del lenguaje coloquial con el que teje historias donde la vida cotidiana, el humor negro y el surrealismo conviven con lo grotesco e incluso lo pueril.
Como escritor goza de inmensa popularidad, especialmente entre el público adolescente, ávido lector de sus obras.
Para Keret la literatura es una herramienta más para comprender al mundo. Durante la concurrida presentación de su libro, el prolífico escritor ennumeró un “décalogo” para todo aquel que quiera navegar en el mar de las letras.

1. Asegúrate de que te lo estás pasando bien
A los escritores les encanta presumir de lo duro que es el proceso creativo. Están mintiendo. No quieren admitir que se ganan la vida pasándolo bien. Escribir es una manera de vivir otra vida. Muchas vidas. Las de incontables personas que nunca serás pero que son completamente tú. Cada vez que te sientes y te enfrentes a una página en blanco, da las gracias. Es divertido. Elegante. Chulo. Y no dejes que nadie te diga lo contrario.

2. Ama a tus personajes
Para que un personaje sea real, tiene que existir al menos una persona en este mundo que sea capaz de entenderlo, les guste o no lo que haga y diga el personaje. Eres el padre y la madre de los personajes que creas. Si tú no los quieres, nadie lo hará.

3. No le debas nada a nadie
En la vida real, si no te comportas puedes acabar en la cárcel o en un psiquiátrico, pero en la literatura, todo vale. Si hay un personaje en tu historia que te atrae, bésalo. Si hay una alfombra que odias, métele fuego. Cuando se trata de escribir, puedes destruir planetas enteros y erradicar civilizaciones a golpe de teclado. Aún así tu vecina mayor no te va a retirar el saludo.

4. Empieza siempre desde la mitad
El principio es como el  borde chamuscado que se ha quedado en el molde de una tarta. Quizá lo necesitas pero no es realmente comestible.

5. Intenta no saber el final
La curiosidad es una fuerza poderosa. No te dejes arrastrar por ella. Cuando vayas a escribir un relato o un capítulo, toma el control de la situación y de las motivaciones de los personajes, pero déjate sorprender siempre por los giros de la trama.


6. No hagas algo porque «siempre ha sido así»
Párrafos, comillas, personajes que siempre estarán incluso cuando pases de página. Todo eso son convenciones que están a tu servicio. Si no te sirven, olvídate de eso. El hecho de que cada libro tenga unas reglas no quiere decir que tengan que servir para tu libro.

7. Escribe con tu estilo
Si intentas escribir como Nabokov, siempre habrá por lo menos una persona —cuyo nombre es Vladimir y apellido es Nabokov— que lo hará mejor que tú. Pero cuándo se trata de escribir como tú sabes, siempre serás el campeón del mundo.

8. Asegúrate de que estás solo en la habitación cuando escribes
Aunque escribir en cafeterías suene romántico, tener a gente a tu alrededor te distraerá, aunque no te des cuenta. Cuando no hay nadie a tu alrededor, puedes hablar contigo mismo y tocarte la nariz. Y meterse el dedo en la nariz es una misión menos natural cuando hay gente mirando.

9. Deja que te animen las personas a las que le gusta lo que escribes
E intenta ignorar a los demás. Simplemente, cualquier cosa que escribas no es para ellos. No importa. Hay un montón de escritores en el mundo. Si buscan lo suficiente, encontrarán a uno que cumpla con sus expectativas.

10. Oye a todos pero no escuches a nadie (excepto a mí)

Escribir es uno de los territorios más privados del mundo. De la misma forma que nadie puede enseñarte a hacer café, tampoco nadie te puede enseñar a escribir. Si alguien te da un consejo que suene bien y funcione mejor, úsalo. Si te dan un consejo que suene bien pero que no funciona, no pierdas ni un segundo. A lo mejor le sirve a otro.

jueves, 5 de octubre de 2017

12 lecciones para el ensayista contemporáneo. Andrés Malamud

12 lecciones para el ensayista contemporáneo. Andrés Malamud

Una buena idea puede malograrse en un texto pantanoso, poco claro. Y una idea simple puede brillar si el texto está bien resuelto. El politólogo Andrés Malamud se ha convertido en un experto en el arte del ensayo breve y polémico. Hace poco le pidieron el secreto de su método y lo sistematizó en un decálogo que, como todo buen decálogo, contiene más de diez lecciones.
“¿Cómo escribís una nota?” – me preguntó Juan Pablo Varsky al aire. Varias veces le había dado vueltas al tema, pero la respuesta salió medio improvisada. Decidí que tenía que pensarlo mejor.

La ocasión surgió en el Congreso Nacional de Ciencia Política, a principios de agosto de 2017. En un panel sobre periodismo y ciencia política, el mismo Juan Pablo, María O’Donnell, Esperanza Casullo y yo reflexionamos en voz alta y con el público. María tiene la virtud de ser periodista con título de politóloga; Esperanza, el talento para ser politóloga con título de comunicóloga. Para satisfacción de los cuatro, el auditorio estaba lleno, intrigado y entusiasta. Transcribo acá lo que dije entonces, una suerte de decálogo que resume mi experiencia como politólogo que procrastina en los medios. Espero que sea de utilidad para quienes, además del trabajo académico, deciden dedicar su tiempo a la divulgación científica o el análisis político.



1. Prioridad. Los médicos tienen un lema: primum non nocere – lo primero es no dañar. Si pueden, curan; si no, al menos no empeoran. Salvando las distancias, la comunicación de ideas debería parafrasearlos: primum non abhorrere, lo primero es no aburrir. El mejor argumento es estéril si la audiencia cambia de canal.


2. Tema. Para elegir el contenido no hay reglas: puede responder a un pedido del editor, a un tema candente, a una antigua obsesión. Pero el supremo estimulante son las ganas de ganar una discusión, de demostrar que el otro está equivocado. Los argumentos mejoran cuando tienen rivales.

3. Objetivo. Aunque la motivación sea ganar una discusión, la finalidad es ayudar a entender al que la mira de afuera. Un artículo cumple su función no cuando el público aclama sino cuando exclama: “ahhh…”.

4. Foco. Pensar, decía Borges, es olvidar diferencias. No sirve de nada el mapa cuando tiene el mismo tamaño que el territorio. Hay que identificar lo esencial y relegar lo accesorio. Los matices son importantes, pero el detallismo y los firuletes juegan para el rival.

5. Secuencia. Los mejores artículos de opinión o difusión siguen la fórmula de The Economist: entender, simplificar, exagerar.

6. Estilo. La clave de la buena escritura es KISS: Keep It Short and Simple. Frases cortas y sin miedo al punto y aparte. Ni cero ni dos: una idea fuerte por párrafo. Limitar las enumeraciones y los adjetivos. Minimizar las oraciones subordinadas. Riqueza de vocabulario sí, jerga no.

7. Conceptualización. Hace falta definir los conceptos, sobre todo cuando el uso cotidiano es ambiguo o disputado. Pero puede hacérselo mediante metáforas, que denotan menos pero connotan más. El truco es convertir al lector en cómplice, y no en víctima, del texto.

8. Datos. Las opiniones son como las narices: todos tenemos una, y sólo nos sirve a nosotros. Los argumentos se defienden con evidencia, no con impresiones. No pretendamos que el lector crea en nuestra palabra sólo porque es nuestra: a la brigada de los sin datos se la combate mostrando aquello que más detestan.

9. Fuentes. Una nota periodística no es un paper: hay que evitar el tono y la forma del académico. Pero tampoco hay que robar. Cuando una idea tiene autor, es cortés recordarlo. Y también es útil: el lector curioso (o desconfiado) puede así chequear nuestras afirmaciones y, si lo desea, ir más allá y ampliar sus lecturas. La presentación conjunta de datos y fuentes contribuye a tornar una columna de análisis política en una de divulgación científica.

10. Encuadramiento. ¿Nuestro tema es un caso de qué? ¿A qué reino, familia, género y especie pertenece? Es crucial distinguir si tratamos de una regularidad histórica o una coyuntura crítica, de tiempos normales o excepcionales, de un estado, un gobierno o un régimen. Si hay dudas, las respuestas están en El Príncipe, El 18 Brumario, El político y el científico o cualquier trabajo de Giovanni Sartori.

11. Comparación. A partir de un caso es imposible generalizar, ¡pero también es imposible individualizar! ¿Cómo saber que algo es único si no miramos otra cosa? Quien solo conoce su país no conoce ningún país. Y así con todo.


12. Humor. Un chiste contribuye a no aburrir, pero además cumple otra función: enfriar. El humor obliga a tomar distancia y da perspectiva. Porque un ciudadano indignado es un buen ciudadano, pero un analista indignado es un mal analista.

sábado, 30 de septiembre de 2017

“¿Qué es una buena novela?”, Virginia Woolf

“¿Qué es una buena novela?”, Virginia Woolf

1.       Una buena novela es cualquier novela que le hace a uno pensar o sentir.

2.       Tiene que meter el cuchillo entre junturas del cuero con el que la mayoría de nosotros estamos recubiertos.

3.       Tiene que ponernos quizás incómodos y ciertamente alerta.

4.       El sentimiento que nos produce no tiene que ser puramente dramático y por tanto propenso a desaparecer en cuanto sabemos cómo termina la historia.

5.       Tiene que ser un sentimiento duradero, sobre asuntos que nos importan de una forma u otra.

6.       Una buena novela no necesita tener trama; no necesita tener final feliz; no necesita tratar sobre gente simpática o respetable; no necesita ser lo más mínimo como la vida tal como la conocemos. Pero tiene que representar alguna convicción por parte del escritor.

7.       Tiene que estar escrita de modo que transmita la idea del escritor, ya sea simple o compleja, tan fielmente como sea posible. No tiene que repetir aquello que es falso o trillado simplemente porque al público le resulta fácil mascullar una y otra vez sobre lo falso y lo trillado.

8.       Todo esto se refiere a las novelas escritas en el pasado. Es imposible estar seguro de cuáles serán las características de una buena novela en el futuro. Las novelas contemporáneas nos sorprenden a menudo por ser muy distintas de aquello que hemos aprendido a admirar y crean una belleza que, al ser tan distinta de la antigua, resulta mucho más difícil de apreciar. Pero lo contrario también es cierto; algunas de las mejores novelas también se han hecho inmediatamente populares y del todo fáciles de entender.

9.       El único método seguro de decidir si una novela es buena o mala es simplemente observar nuestras propias sensaciones al llegar a la última página. Si nos sentimos vivos, frescos y llenos de ideas, entonces es buena; si quedamos hartos, indiferentes y con poca vitalidad, entonces es mala. Pero estar seguro de lo buena que es una novela y el tipo de virtud que tiene resulta extremadamente difícil.


10.   El mejor método es leer lo antiguo y lo nuevo uno al lado del otro, compararlos y así desarrollar poco a poco un criterio propio.

lunes, 4 de septiembre de 2017

EL OFICIO DE ESCRIBIR (APUNTES DE MEMO ANJEL SOBRE EL CUENTO)


EL OFICIO DE ESCRIBIR (APUNTES DE MEMO ANJEL SOBRE EL CUENTO)

José Guillermo Ánjel Rendo, “Memo Ánjel”

Extractos de una conferencia dictada en UNAULA. Tomado de : http://publicaciones.unaula.edu.co/index.php/ratiojuris/article/view/239/219

1. En esto del oficio de escribir es como todo, un oficio. A mí me gustan mucho las frases de las señoras antioqueñas cuando le dicen a alguien: coja oficio, usted no tiene oficio, fulano no tiene oficio. El oficio es aquella tarea que hago permanentemente y en la cual, de tanto estarlo haciendo, necesariamente mejoro y desarrollo lo que nunca antes se me había ocurrido. Entonces, cuando hablamos del oficio de escribir o del oficio de pintar o del oficio de tomar fotos, por ejemplo, hablamos de oficios que se mejoran en la medida en que vamos haciendo más. Si el día de mañana alguno de ustedes quisiera escribir, tiene que empezar por escribir todos los días, o si quiere pintar tiene que pintar todos los días. Es como aprender un idioma, asunto que resulta muy fácil cuando uno repite todos los días las palabras que va aprendiendo, porque las palabras son una costumbre. En el momento en el que a usted se le vuelve una costumbre hacer algo, en ese momento usted mejora necesariamente. Se discute mucho sobre las rutinas. Una rutina es rutina cuando no tengo conciencia sobre ella, pero si logro racionalizar una rutina, eso que es rutina de todos los días se convierte en un nuevo descubrimiento. Esto, más o menos, es lo que pasa cuando empezamos a escribir.

2. ¿De qué escribimos? ¿Cuál es el territorio de la escritura? El territorio más cercano de la escritura es mi propia gente. O sea, cuando soy capaz de contar historias sobre los míos.

Personajes: Y cuando estoy hablando de mi gente, hablo de mis tíos, mis primos, mis hermanos y demás parentela, que es la gente más cercana. Ahí lograríamos una primera idea de producir literatura. Estas personas que nos son cercanas son muy fáciles de imaginar para nosotros. En todas las casas antioqueñas hay uno que siempre ha vivido no sabemos cómo. A ese lo sostiene la familia y si algo hace, no sabemos cómo lo logró. Pero ese señor sobrevive a lo largo de la historia y se muere de viejo y más sano que todo el resto. Aparece, entonces, este territorio cercano, que es el primer ejercicio y espacio propicio de escritura.

Entorno: Eso es lo más importante de todo, situarse. Por eso Borges decía: “lo primero que hice fue poetizar mi barrio”. Y escribe un libro bellísimo sobre su propio barrio, Adrogué, que se llama Fervor de Buenos Aires, donde define la ciudad a partir de su propio espacio: por ahí caminaba, por ahí lo conocían, por ahí sabían quién era quién, quién era el uno, quién era el otro. Así, toda esa cercanía nos permite dar un testimonio de si estoy en el mundo, ¿dónde estoy?

Influencias: Lo mismo pasa con la escritura. En la medida en que uno lee buenos escritores, en esa medida uno se motiva a escribir. O sea, los que escribimos somos el fruto de otros escritores. No sería capaz de decir que  a mí no me ha influenciado nadie. Sí, he tenido el influjo de mucha gente, incluso tengo un maestro y ese fue el que seguí. Un escritor que me gustó, un escritor muy completo, al que me puse a estudiarlo para saber cómo escribía, de qué hablaba, cómo desarrollaba su mundo. Ese maestro fue Isaac Bashevis Singer. Si uno no tiene un maestro es muy difícil acertar. Lo mismo pasa en las profesiones, uno siempre tiene un referente teórico grande.. Lo mismo sucede con la literatura, uno tiene que ser un gran lector y, aclaro, un gran lector no implica leer muchos libros, sino leer bien un libro. Cuando me gusta un libro, lo fotocopio y digo que me dejen libre la hoja de atrás porque ese libro lo leeré haciéndole anotaciones en la hoja que está limpia. De esa manera me puedo gastar dos meses, lo que sea, y logro sacarle al libro lo mejor que contiene. Ya, el libro que compré, lo tengo en la biblioteca para llevármelo a leer. Un libro se debe aprender a trabajar. Ya, cuando uno logra hacer carrera literaria, es porque domina a ese maestro que lo influyó. Y ese dominio es contar lo que él no pudo contar.

Inmersión en el tema: Hay un tercer elemento que a mí me gusta mucho cuando estamos hablando de estos temas y es que un escritor tiene que caminarse la ciudad. Y caminársela es a pie, es meterse a todas partes, es comer lo que la gente come, es no privarse de nada de lo que me da la ciudad, la ciudad me da de todo. Ahora que venía para la Autónoma, había un montón de negocios en donde venden madera, telas, de todo, ahí hay cantidad de historias para contar, que las lograré contar si tengo muy claro el espacio que yo camino, si soy curioso con mi propia ciudad. Medellín a mí, por ejemplo, todos los días me asombra. Cada vez que estoy aburrido (o estoy, como les pasa a todos, desmoralizado) me voy a caminar la ciudad. Y ahí vuelvo y me reconcilio con la vida porque encuentro gente que está haciendo algo maravilloso por simple que sea. Vuelvo y repito, no podemos caer en la trampa en la que se está cayendo ahora en Colombia de producir sólo novela de violencia, como si un panadero no pudiera ser un gran personaje de novela, como si un estudiante universitario no pudiera contener en sí una historia maravillosa. Hay historias más especiales y trascendentes que esa, que es noticia rutinaria en los periódicos. Este tercer elemento, y es muy bueno que hagamos de esto un conversatorio, es mi ciudad. Montar en buses, dominar el metro. Eso es lo que uno tiene que saber narrar, porque yo no puedo narrar sólo lo que veo, tengo que narrar lo que siento.

Dominio del tema: Hay un cuarto espacio importante y es que yo no puedo narrar nada que no conozca a pesar de que la literatura es una ficción y se define como algo que pudo haber pasado. El sitio donde se da la historia tiene que ser completamente real, el momento histórico en el que se da la ficción tiene que ajustarse a lo que realmente pasó. Lo anterior implica que, para uno narrar, tiene que conocer sobre eso que narra. A mí me gusta narrar esas historias de los inventores que fallan, pero para eso tiene uno que estudiar física y geometría a fin de saber de qué máquina está hablando. De inmediato se nota que un escritor sabe de qué está hablando, no está inventando nada, lo único que no es cierto es la historia que cuenta, el resto existe, es cierto.

Y viene un quinto elemento: es la pasión, uno sin pasión no hace nada. La pasión es lo que lo lleva a uno a hacer posible las cosas. Soy profesor en la universidad y cuando uno pone un trabajo, los alumnos lo miran a uno y se preguntan: “¿este señor cree que yo tengo tiempo, que a mí me sobra el tiempo, será que cree que yo me puedo partir en dos?” Uno a los estudiantes les pide lo imposible para que hagan cosas que ellos mismos no creían que eran capaces de hacer. Así que la exigencia es para que desarrollen pasión. Cuando uno crea pasión por algo, llega a donde no se imagina. Y llegar donde no se imagina es el primer marco de la escritura. Pero no basta la pasión. El escritor se fundamenta, toda literatura y toda forma de escritura se fundamenta en algo.

3. Tipos de escrituras. Cada vez que usted está escribiendo, está escribiendo historia, o sea, usted está produciendo un documento que en las manos de un historiador, dentro de 100 ó 200 años será tremendamente valioso si está bien escrito. Nosotros sabemos qué ha pasado, cómo estudiaba la gente, qué cosas estudiaba, precisamente porque hubo gente que escribió bien sus trabajos y quedaron tan claros que después los tomó un historiador, como Georges Duby, por ejemplo, que investigó la vida privada, y a partir de ellos recreó lo que la historia oficial no cuenta: la historia de las mentalidades. O sea, al escribir algo uno no está cumpliendo con una mera tarea. Uno, en la universidad se está imponiendo una tarea. Y es la de que a través de mí doy testimonio de lo que yo soy capaz de hacer, de lo que pienso, de la manera de resolverlo. Ese testimonio es lo que se convierte en historia el día de mañana. Diría que la primera forma de escritura es cualquier documento, cualquier trabajo que esté bien hecho, ¿para qué?, para no equivocarme, para que nos podamos reconocer en la historia y no nos condenemos a repetirla. Esto ya se ha discutido mucho.
Habría un segundo tipo de la escritura y es aquella escritura que discute conceptos. Los filósofos, los científicos, los teóricos sociales, discuten formas de pensar y actuar. Y si bien pueden estar equivocados, al menos hay un documento de partida. La verdad es una búsqueda que vamos construyendo y a partir de ahí mejoramos. Nadie tiene la verdad, la verdad es la exposición de unos códigos, porque el código tiene que partir como verdad para que las sociedades funcionen o sino no funcionarían nunca. De igual manera damos como ciertos los manuales tecnológicos, construyendo verdades normativas, verdades para que esa tecnología nos funcione. Ya el día de mañana, le agregarán cosas al código, le agregarán nuevas normas al manual, lo que sea, pero hoy estamos dando fe de cómo pensamos y de cómo, a través de nuestras normas, evitamos cometer el mayor error. La norma es clara, es escritura que plantea lo que ahora damos como lógico.
Con la escritura doy, dejo de estar solo, soy útil. Pero no se trata de escribir tonterías sino de dar un testimonio. La poesía, por ejemplo, se encarga de nombrar lo que no está nombrado, de encontrar posibilidades donde no han sido halladas. La poesía no es hacer versos que rimen, no. La poesía es como una fotografía. Una buena fotografía se convierte en una idea, y esa idea tiene palabras y a partir de ahí se descubren nuevas formas de ver y sentir.

4. La búsqueda. La búsqueda hace parte de cualquier profesional que se respete. Así, en lo que escribimos hay una búsqueda. El trabajo del escritor es el de buscar y en eso que busca (en las preguntas que se hace) está la literatura. En aquello que accionamos, inventamos todo el tiempo con base en dos inventos nuestros: las palabras y los números. Hay dos cosas que nunca existieron en la naturaleza, las palabras y los números. Esto lo inventamos nosotros para comparar las cosas, para medirlas, para darles un sentido, pero de palabras y números no existe en la naturaleza. El mundo es un problema de lenguaje, una construcción de nuestro lenguaje. La creación de nuestras palabras y números sirve sólo para nosotros. Escribimos para dar testimonio de nuestra época, para contar qué pasa, para contar cómo me siento, para contar lo que es capaz de hacer un ser humano.

5. La necesidad de hacerlo verosímil. La literatura ha terminado salvando la condición humana, porque, como los escritores contamos lo que no es mera realidad sino algo más, lo que no es sólo cierto sino posible, logramos trascender lo evidente. La literatura advierte sobre un asunto y lo representa como verosímil; presenta un valor, la moral verosímil, el desorden moral verosímil. Y con base en la verosimilitud, piensa el ser humano y se hace preguntas. Hay muchas maneras de llegar a las cosas. En mi caso, las novelas que leo, me marcan de alguna manera. Me marca la buena escritura. Esta es la tarea del escritor, marcar al lector, darle una idea del mundo. Los que escribimos literatura somos más libres para escribir y pensar, no tenemos compromisos, los personajes hacen lo que quieren, piensan como quieren, no se comprometen con nada que no sea su propia historia. El escritor, simplemente, está frente a una ventana mirando y si le gusta mucho la historia, se mete en ella y da sus razones sobre la vida y el mundo. Así, siguiendo una frase de Augusto Roa Bastos, el gran escritor paraguayo, uno escribe el libro que uno quisiera estar leyendo. Eso es lo que hace el escritor que, al igual que un buen lector, mientras escribe, se pregunta: esto para dónde va, qué es lo que hacen esos personajes, por qué ven de esa manera el mundo, cómo se aman y se pierden o encuentran, sobre qué discuten y reflexionan. La literatura termina siendo una visión de las cosas, una idea sobre algo. Una gran pregunta que se resuelve.

6. Ir más allá de la anécdota. La anécdota sin reflexión no es literatura, es periodismo o historia objetiva. Esto debe quedar claro. ¿Qué sucede con lo que ha pasado en la ciudad? Si a alguno de ustedes le gusta escribir, la ciudad plantea realidades múltiples. Nosotros, como los de cualquier parte, no tenemos una sola realidad. Esto sería terrible. La realidad es múltiple y diferenciada. Cuando se va a Buenos Aires, lo primero que hace uno es no mirar mucho las vitrinas de las librerías por la cantidad de libros que narran la ciudad. ¿Y por qué hay tantos libros sobre Buenos Aires? Porque todos cuentan situaciones diferentes: amor, delirio, sueños, absurdos, magia, humor, etc.. Nosotros, en Colombia, hemos caído en una trampa. Producimos una sola realidad: la violencia. Y si a esto le añadimos, como dice Javier Marías, el monoteísmo rabioso, sólo tenemos una sola persona para legitimar lo que se hace: un mejor jugador de fútbol, un mejor escritor, un mejor pintor, un mejor tal cosa. Y, claro está, una mejor realidad (la necro filia que las editoriales venden). Es un problema de monoteísmo mal entendido. Como decía Mel Books, un humorista norteamericano, los hebreos eran tan pobres que sólo tenían un solo Dios. Creo que somos muy pobres porque sólo tenemos de a uno. Y si no hay uno, tenemos uno y muchas crías de ese. Nos adelantamos en esto de la clonación. Hace un par de años estuve en una librería en Berlín y allí pedí que, por favor, me recomendaran un libro del mejor escritor alemán. El librero se quedó mirándome y me dijo: “señor, mejor en qué. Aquí hay muchos escritores, dígame qué quiere usted, novela policíaca, histórica, contemporánea, científica”. Fue una buena lección. A García Márquez lo leo como un clásico del Caribe, igual que leo a Homero y el Mediterráneo. Pero no estoy condenado a leerlo ni aceptarlo como escritor único. Pero no, en nuestro medio sólo hay uno y ese uno habrá de resolverlo todo. Como digo, es un monoteísmo mal entendido y una trampa que los medios y las editoriales ponen a los demás escritores, obligándolos a hacer copias o a desaparecer. Este problema, que nos impide leer novelas de amor, de situación de los homosexuales, de problemas financieros, de inmigrantes, etc., como si sólo hubiera un tema único (la tanatofilia) y estuviéramos obligados a rendirle culto, es lo que ha hecho que ya nadie se interese en traducir nuestra literatura. Realmente, no hay nada qué traducir. “Tráigame algo distinto”, me decía un editor en Zürich, algo que no sepamos”.

7. Las opciones. Claro que hay otro problema y es que los lectores no protestan contra esta literatura única, que niega las otras versiones de la realidad. No, hay muchas opciones de novela en la ciudad y los escritores deben buscar esas opciones: la historia de la empleada, la del obrero que estudia, la del cura que se niega a reconocer que no puede serlo, etc. No quiere decir esto que niegue que matan en las ciudades. Claro que sí matan, pero también hay gente que va al cine y enamora, que fracasa con un invento, que vive silenciosamente una tragedia con su mujer. La tarea de escribir, entonces, es hacerse una pregunta y darle rienda suelta a la imaginación, estableciendo lo que pudo haber pasado. Por esta razón, lo primero que se hace necesario para escribir es tener una historia que contar, no necesariamente cierta (para no caer en el anecdotismo). La literatura vuelve verosímil lo que se cuenta.

8. Los temas. No hay nada más libre que la literatura. La literatura reitera los temas: novelas del amor, novelas de la muerte, novelas del odio, novelas de la guerra, novelas de la locura, novelas del absurdo, pero siempre de manera diferente. Cada escritor es un mundo, un asteroide como los que conocía El Principito. Los temas literarios son muy pocos, pero se reescriben permanentemente porque cada uno es una reacción distinta. Así, uno comienza a escribir cuando ya se montó en la historia. Y entonces, comienza la película, con sus escenarios y personajes, con el lenguaje bien escrito, con sus sensaciones y preguntas. Y en esto soy claro, para escribir se necesita saber hacerlo bien. Alguien recomendaba aprender idiomas extranjeros para valorar la propia lengua, para encontrarle más posibilidades.

9. Las herramientas. He descubierto en el español muchas posibilidades después de conocer otras lenguas, porque uno tiene que escribir de manera gramatical. ¿Qué es la gramática? Es pensar en orden. Por eso los grandes profesionales son grandes gramáticos, piensan de manera ordenada. La misma gramática del lenguaje es la gramática de las matemáticas y de la ciencia. Es una manera clara de expresar algo. Y si no se tiene clara la estructura gramatical, pensamos de forma confusa. De aquí que quien está demostrando si piensa de manera ordenada o no, quien tiene una redacción (incluyendo la ortografía) impecable, tiene un orden mental impecable. La ortografía es la forma de escribir correctamente lo que estoy diciendo. La ortografía es la manera de no contradecirse con lo que se dice de manera oral, es llevar sonidos a la escritura, la forma de hablar, por eso las tildes y las letras correctas. La gramática, entonces, es lograr de lo que pienso el orden mayor, el mejor de los órdenes. Y si se pasa por encima de la gramática, lo que se muestra es un gran desorden. Sucede cuando se habla una lengua extranjera: si se habla bien, se obtiene un reconocimiento. Una buena pronunciación, una buena disposición de la frase, acerca a las personas, las hace más confiables. A quien le va mal en un país extranjero, se debe a que no habla bien. Todo inmigrante que comienza a hablar correctamente en el país donde está, sube inmediatamente. Con palabras y frases correctas, los demás saben que lo pueden oír, que ya sabe entender. Llevemos esto a la literatura: nos admite en la medida en que sabemos escribir y lo que se cuenta obedece a un orden. En la escritura todos somos inmigrantes.
El Premio Nobel de Literatura se da a la escritura, a quien cuenta sobre una cultura y da razón de sus espacios y encuentros, de la Filosofía y el Derecho, de lo cotidiano y la humanidad que allí se desenvuelve. Y en esa escritura se hace la demostración de saber argumentar lo que pudo ser, eso que es verosímil porque no va contra la razón.





Un cuento es una situación 
(Apuntes sobre el asunto de la fragmentación)

1.Los hombres —sean éstos mujeres u hombres o una mezcla de los dos— nos inventamos el lenguaje, algo tan enorme que únicamente podemos acceder a él a través del fragmento: la palabra. Y también las matemáticas, con las que medimos y pesamos, establecemos cantidades y un lugar en el espacio, preciso y pequeño para lograr ser entendido. O sea que habitamos el fragmento, un pedazo, nunca nada entero. Por esta razón, frente al cosmos evidenciamos apenas el microcosmos. Y en éste nos encontramos con nuestro yo, con unas circunstancias, con el otro o con lo otro. Somos en espacios reducidos.

2.La vida de una persona está compuesta por muchos cuentos, algunos bellos, otros atroces. La tarea de psicoanalista se centra en reescribir estos últimos. Y de esos cuentos con los que construimos nuestra educación sentimental (los bellos, los feos, los invisibles), nunca sabemos cuáles fueron ciertos o imaginarios. Nuestra vida es un acto de fe. La memoria no es ninguna certidumbre, es sólo la literatura que hemos hecho de nuestra vida. La historia, que trata de demostrar lo contrario, termina mintiendo para que los hechos narrados sean verosímiles. Y si miente, como bien sabemos, imagina. No estoy, entonces en contra de la historia sino de su presunción de convertir lo general en un hecho único, evadiendo los fragmentos que la hicieron posible como algo digno de saber. La historia, como descubrió Georges Duby, más que acontecimientos que se representan en estatuas o en catecismos (hoy los llamamos manuales), es fruto de las mentalidades, de los cuentos que nos creamos para ponernos de acuerdo en lo bueno y en lo malo, en que D’s existe o en que tenemos una geografía y, a partir de ella, un sitio leído para imaginar. Y siendo en el cuento, pues sólo estamos en lo que pensamos, como dice Rabí Israel Baal Shem Tov, nos enteramos de nuestra existencia, que puede ser real o fabularia. Lo importante no es el hecho sino la impresión del hecho, la marca que crea en nosotros, la palabra que tomamos o escupimos, ésa con la que nos untamos o nos limpiamos.

3.El cuento, la situación única posible, no niega el resto de la literatura. Una novela, como bien demostraron Plinio Apuleyo y Miguel de Cervantes, es un compuesto de cuentos que se dan en torno a un mismo personaje. De ahí que la tradición de la novela se centre en cuentos por capítulo. Igual pasa con la poesía, que es un cuento que narra la sensación de sentir. Y con una oración, que narra el cuento de someterse a la obediencia. Y con el ensayo, que narra el cuento de un hombre que reflexiona. Esto quiere decir que seguimos en el fragmento como única posibilidad de saber qué somos y hacemos en un momento determinado.

4.En nuestro medio, salvo algunas dignas resistencias —gracias a cualquiera de los dioses—, la literatura sobre la violencia es una constante (es el tema general) y se pasa de un sicario a otro, de un sapo al otro, de una prepago a la otra, como si el mundo se hubiera reducido a la tanato-porno-miseria. El resto del mundo no existe, sólo el dolor y la necesidad apremiante de dinero. El despecho cantado, la inflamación genital, las balas rezadas, se han apoderado del espacio narrativo. Sólo hay una memoria: la del dolor. Y con ella una expresión única: la guerra. Las demás puertas, esas otras realidades ajenas al religionerismo y a la morbosidad de asistir a la muerte atroz, permanecen cerradas. ¿Qué ha pasado con el amor y el erotismo del que sabe que la caricia existe? ¿Qué ha sucedido con el humor y el absurdo? ¿Ha desaparecido la inteligencia y la capacidad de reflexión? ¿Somos una gran máquina que escupe muertos? Creo que no tenemos cuento. ¿Y cómo tenerlo si únicamente vemos la generalidad y lo que es peor, la más delirante de las generalidades?

5.Los cuentos, eso que los norteamericanos llamaron a short story, son hoy, en primera instancia, la única posibilidad de leer las múltiples realidades humanas. Y si tenemos en cuenta que en cada espacio se da una historia diferente, ya que los hechos son distintos, no importa que se vean asediados por lo mismo (como en el caso del Decamerón de Giovanni Bocaccio), la posibilidad de salirse de la realidad única (la mediática y la que obedece a intereses extraños) es muy amplia. En este momento en una cuidad del tamaño de Medellín, pueden estar sucediendo muchas cosas. Y digo pueden, porque la literatura cuenta lo que pudo haber sucedido y no lo que sucede, para ello están los periódicos libres y autónomos —muy pocos, por cierto—. Digo entonces que pueden suceder hechos que tienen que ver con el amor de una muchacha que espera el bus, con la economía de un obrero, con el asombro de alguien que reza, con la muerte sin sumario de un hombre que debe dinero, con una señora que sube unas escaleras, con un niño que se masturba por primera vez, con una maestra a la que la mens­truación no le llega, con un profesor de química invadido por los celos, con una mujer madura a la que se le ha despertado de nuevo el deseo, etc. Estos hechos son dignos de ser narrados. En lo que puede pasar no sólo está el acontecimiento violento. Sin embargo, nuestro cuento sigue siendo general. Pasa igual con los negocios que se copian y a nadie se le ocurre más sino lo mismo. Ahora, si esto debe ser así, quiere decir que en Colombia no hay inteligencia y menos creación. Los animales se caracterizan por hacer lo mismo. Los hombres por no hacerlo.

6.Pues bien, siempre estamos al lado de algo que se puede narrar. ¿Cómo no hablar de Darío, de sus caminatas bajo el sol y la lluvia, de sus peleas con las palabras (las ciertas y las mentidas), de sus desencantos frente a una ciudad que se automatiza y convierte la acción entre dos (del mismo o de diferente sexo) en un mero acto de consumo? ¿Cómo no hablar de mi pasado, distinto en geografías y concepciones del mundo? ¿Cómo no hablar de mis viajes en bus, de las caricias negadas en un cine, de mis ascensos hasta un séptimo piso subiendo unas escaleras deformes? ¿Cómo no hablar de ustedes, aquí presentes, que oyen lo que decimos, que quizá nos odian o nos quieren? Un escritor siempre vive a la orilla de un cuento, está en vecindad con él, puede ser en él. Ya lo decía Horacio Quiroga en su decálogo: el autor es uno de los personajes.

7.Para hacer literatura hay que saber de qué se habla. Y con eso que se sabe, hacer una transformación. Uno de esos disfraces que tanto le gustaban a Gustave Flaubert. Y en esto soy claro: el cuento que está a nuestra orilla no es un hecho anecdótico sino un acontecimiento fenomenológico. Es decir, enfrento el hecho con lo que sé, los conceptos que tengo del mundo y mis posibilidades de relación con él. Y sumando lo que hay ahí con lo que quiero que sea, y con lo que tengo para que sea así y no de otra manera, lo transformo. El cuento, entonces, aparece como una segunda realidad, más necesaria que la primera para que haya algo nuevo sobre la tierra.

8.Un cuento es una situación inesperada pero posible. Y lo posible es aquello que está dentro de lo verosímil. No es entonces una verdad ni una mentira. Es lo que hay entre estos dos conceptos, la memoria que va entre lo vivido y lo imaginario. Es un acontecimiento fragmentado que permite dobles: Una realidad doble, una situación doble, una palabra doble, una orilla doble como ésa que usan los hombres y mujeres que caminan sobre las aguas.

9.Estar a la otra orilla del cuento es asistir a la vida. Y como dice Norman Mailer, dotarla de una pregunta. Porque la realidad es real (lo que los griegos llaman una apóstasis), cuando nos confronta y nos obliga a responder. Y esta respuesta es un cuento primero, algo inverosímil que se vuelve verosímil a medida que le agregamos o quitamos palabras. De los cuentos de Tennesse Williams nacieron sus obras de teatro. Los cuentos de William Faulkner produjeron novelas. Es que entraron al otro lado de la orilla, haciéndose preguntas, que es la mejor manera de escribir. El cuento, entonces, es una situación. Y entre más simple, más evidente. No es una vitrina llena de asuntos, como las que se ven en los almacenes de promoción. Es un cartel, un grito pegado a la pared. Y como en unas buenas vacaciones, quien pase por él debe salir transformado. O, en términos religiosos, una oración que si al ser rezada no cambia el mundo, sirvió para nada. Así, cada vez que entramos en un buen cuento (leyéndolo o escribiéndolo) pasamos de un paisaje a otro. Y ese paisaje ya no se va, así lo cubran de publicidad y propaganda. Y lo más excepcional: nadie me lo puede quitar, ni D’s ni un presidente loco.


10.Los hombres creamos las palabras para volvernos humanos. Y a más palabras, más humanidad.. De lo que se trata es de que en la orilla, en ese cuento que no habíamos tenido presente a pesar de estar ahí, hay palabras que no habíamos tenido en cuenta, insignificancias que cobran significado. Esto es quizá lo maravilloso de un cuento, que solo tiene más palabras. Y que la orilla no es una barrera sino una entrada. 


Otros artículos del autor del blog:


La serie de opinión, CONSEJOS A UN JOVEN COLEGA, en Youtube:

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CUENTOS LEÍDOS en Youtube:

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LIBROS publicados:

https://emiliorestrepo.blogspot.com/p/libros-de-emilio-alberto-restrepo.html


ENTREVISTAS y RESEÑAS:

http://emiliorestrepo.blogspot.com/search/label/entrevista

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miércoles, 30 de agosto de 2017

CÓMO ESCRIBIR UNA NOVELA NEGRA

CÓMO ESCRIBIR UNA NOVELA NEGRA 

(En 8 sencillos pasos, consejos de diversos autores)

Artículo original:

“How to write… crime fiction” es el título que usa Mark Sanderson (de quien no hay información)  quien escribió una novela llamada “Snow Hill” que es la primera de una trilogía que fue publicada en Enero por HarperCollins. El artículo es viejo, pero la novela policíaca no envejece así, que el textico tampoco. No sé qué tan erudita será, conozco poco de literatura de esas características y menos inglesa, que es el mayor número de referencias hechas por el autor, por lo que no me atrevo a dar un juicio directo de contenidos. Sin embargo, hay cosas que me gustaron y por eso la pongo.

CÓMO ESCRIBIR UNA NOVELA POLICÍACA

Las novelas policíacas y los thrillers cuentan con más del 30 por ciento del total del mercado de libros. Lo cual hace al crimen el delito favorito de la nación (Reino Unido). Esto significa que la competencia para ingresar a la lista de Best-sellers es feroz. El listado siguiente, basado en la experiencia de destacados profesionales, proporciona una guía esencial que mejorará sus oportunidades de pasar a impresión.

1. “Tenga algo que quiera decir…” dice Ian Rankin, el creador de John Rebus. “Puede ser un argumento ingenioso, o un asunto polémico. Debe tener una necesidad imperiosa de interactuar con los lectores. De lo contrario ¿por qué escribir?. Su nueva novela The Complaints, recién publicada, es un ejemplo de eso. En ella, utiliza una compleja conspiración, en la que retrata la crisis post-crédito de Edimburgo (?) , al tiempo que muestra el qué es ser bueno.

2. “Creo que una novela policíaca (como cualquier historia) tiene éxito o no dependiendo del personaje…” dice Michael Connelly, el creador del detective Harry Bosch “Crear y mantener un personaje con el que el lector sienta empatía, es la bola más importante con la que se debe hacer malabares cuando se escribe. También, es la tarea más difícil. El protagonista es el conductor del carro. El lector tiene que querer entrar a ese carro, confiar en ese conductor, sin saber siquiera a dónde se dirige. La última novela de Connelly es Nine Dragons, publicada en octubre de 2009.

3. Una trama enrevesada no es esencial . “Cada vez estoy más convencido de que el suspenso genuino no se crea con sorpresas y giros inesperados, sino con personajes por lo que se preocupe el lector” dice Mark Billingham, creador del detective inspector Thorne. “Un buen escritor de novela negra necesita un par de trucos, por supuesto, pero el personaje lo es todo”.

4. “Compromete al lector desde el principio, sorpréndelo al final…” dice Kathy Reichs, creadora de la antropóloga forense, Temperance Brennan, cuyo 12vo caso, acaba de ser publicado. “Siempre mantengo en mente el comentario de Mickey Spillane de que la gente no lee libros sólo para llegar a la mitad, sino para llegar hasta el final” dice Jeffrey Daver, cuya última novela Roadsides crosses, fue publicada el mes pasado.

5. Trabajo duro. No hay sustituto para el talento, pero cuanto más se cultiva más se desarrolla. Anthony Burgess decía que los libros están escritos con “quemaduras en la silla y plumas sobre el papel” No es necesario pasar años investigando las últimas técnicas forenses o el período histórico en particular que se ha elegido, ni tampoco tener la última tecnología en computadores portátiles. Hasta el momento Colin Dexter no ha tenido ni usado una computadora. “Solía escribir en las noches, luego de escuchar The Archers y antes de ir por una cerveza”. Si escribes una página por noche son 365 páginas o un libro y medio al año. “El resultado fue The Last Bus to Woodstock, la primera novela protagonizada por el inspector Morse”

6. Habilidades supremas de organización. Una novela policíaca es como un castillo de naipes: haz una alteración en el último momento, mueve una cosa, y todo el edificio puede venirse abajo. PD James cuyo Talking About Detective Fiction se ha publicado recientemente, ha llegado a la siguiente conclusión “La novela policíaca, debe tener un argumento convincente y creíble, personajes que sean más que estereotipos, buena escritura y la integración creativa de ambiente, narrativa, caracterización y tema. Para ponerlo simple, una buena historia de detectives debe ser una buena novela”.

7. Previsión. Lee Child, creador del popular y mítico vagabundo Jack Reacher, dice: “No dé a sus lectores lo que los divertía el año pasado, déles lo que disfrutarán el próximo año”. Gone Tomorrow, publicada a principio de año, exploró el terrorífico fenómeno de los terroristas suicidas (Suicide Bombers) en New York.


8. Suerte. Incluso si sigues todas las sugerencias de esta lista, no hay garantía alguna de que te verás en la lista de los best-sellers. Sin embargo, si las ignoras, no tienes ninguna oportunidad. La Internet ha hecho de la auto publicación un juego de niños, pero el talento genuino necesita un editor. ¿por qué publicar tu trabajo en Internet –perderse en el montón de ciber-nieve-derretida– en lugar de intentar enviarlo a una agencia literaria establecida?  Cualquier agente respetable, sólo por su 15%, te hará saber si es bueno. Los editores rara vez aceptan manuscritos no solicitados, una agente puede ser la llave maestra para cruzar esa puerta. Dicho esto, algunas veces los consejos también se pueden ignorar.


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Esta entrada ha sido muy popular entre los visitantes del blog, quienes, nunca satisfechos, siempre piden más y más. Para darles gusto, hicimos una selección de varias páginas que tratan el tema, con su respectiva referencia. Puede haber repeticiones o frases irrelevantes, pero siempre algún consejo útil se puede rescatar. Les comparto:


Cómo escribir novela negra


Un cuerpo flotando, boca abajo, cabalgando la corriente de un río. El crimen  es algo tan oscuro como atractivo. Puedes ser sensual, maquiavélico, trepidante, cargado de emoción. Por algo, la novela negra se ha convertido en uno de los géneros más populares del mundo.

Esta popularidad lo ha convertido en uno de los más atractivos para nosotros los escritores. ¡Sobre todo para los noveles! Pero debemos ser conscientes del gran reto que supone publicar una novela negra con la gran cantidad de competencia con la que nos encontraremos.

“Escribe sobre lo que sepas” es uno de los consejos que más hemos oído. Y esta máxima, en este campo, puede ser un problema. Y es que la mayoría de nosotros ni ha participado en una investigación criminal ni, suponemos, ha participado de un crimen que merezca la pena ser contado (robar una lata en el supermercado, aparte de estar mal, no es interesante).

Pero lo cierto es que no siempre debemos escribir sobre lo que sabemos. A veces es suficiente poner palabras a aquello que nos emociona o excita.

 Las noticias, una fuente de inspiración

De acuerdo, nuestra vida no es una ola de crímenes de la que podamos sacar ideas, pero ahí fuera hay un mundo sucio, turbio y lleno de historias truculentas. Podría parecer que ese mundo está lejos y oculto, pero basta con coger el periódico y pasar unas páginas.

Es cuestión de tiempo que demos con una historia que nos llame la atención, que nos inspire y que nos empuje a escribir nuestra novela. Truman Capote se encontró con la historia de A sangre fría a través de la prensa.

Claro que no todos somos como el genio de Luisiana, pero tampoco hace falta que hagamos un relato quirúrgico del suceso. Podemos variar todos los elementos que nos convengan, y finalmente tal vez la novela no tenga nada que ver con el hecho que lo inspiró. Lo importante es ponerse en marcha.

 Trabajando hacia atrás

El crimen cometido será uno de los puntos álgidos de nuestra novela, y muy posiblemente sea el suceso a partir del cual se estructure toda la historia. Por eso es un buen ejercicio comenzar por él.

Imaginemos el crimen –el robo, asesinato, secuestro o lo que nos ocurra- y a partir de él desarrollemos qué tipo de persona podría haberlo realizado, sus razones y los hechos que le llevaron hasta ahí, y lo que pasaría después. Y ya tendremos un esbozo de la historia.

Tampoco compliquemos la trama con miles de giros. Raymond Chandler aseguraba que las historias de crímenes deben ser “lo suficientemente simples como para poder ser explicadas llegado el momento”.

El asesino siempre tiene una razón

Otra de las normas esenciales de Chandler para sus novelas negras era que “debía tratar de gente real en el mundo real”. En este mundo todos tenemos nuestras razones, todo cuanto hacemos tiene una justificación –correcta o incorrecta-. Lo mismo ocurre con nuestros personajes, incluso con el villano. Desde su perspectiva, ellos son los héroes de la historia.

De la misma manera, los protagonistas no deben ser perfectos ni agradables. Si un lector se interesa por la novela negra es para sumergirse en un mundo abyecto de gente mezquina y rastrera. Las personas buenas son aburridas.

¿Cómo hacemos entonces que el lector se vincule con un personaje? Por la empatía. Muestra a una persona en situaciones con las que el lector se pueda identificar: con un dilema o en una situación de víctima. En Dexter sufrimos por lo que le pueda pasar al asesino en serie. Pero es que Dexter sólo quiere encajar en la sociedad. ¿Y quién no?

 Entretengamos sin dar lecciones de criminología

Conocer los métodos que usan los criminales en sus tropelías y los protocolos que sigue la policía para investigar puede dar mucho color a nuestra historia. Si tenemos la posibilidad de hacerlo, no dudemos en hablar con investigadores o con antiguos criminales siempre que podamos.

Sin embargo, no podemos olvidar que nuestro principal objetivo es entretener y contar una buena historia, con unos personajes atractivos con los que explorar los rincones oscuros del alma humana. Si el lector hubiera querido una clase de criminología, se habría apuntado a un curso y no hubiera comprado nuestra novela.


ESCRIBIR NOVELA POLICIACA:
 ¿LA “FÓRMULA” PERFECTA?

El año pasado, con motivo del ciento veinticinco aniversario del nacimiento de Agatha Christie, el canal de televisión británico Drama se propuso descubrir la fórmula para escribir novela policiaca de éxito. Como si se tratase de un grupo de científicos dispuestos a descubrir una vacuna, varios expertos se reunieron para estudiar y analizar  los entresijos de las novelas policiacas escritas por la autora británica (bueno, no todas, solo veintisiete de las sesenta y seis) hasta que lograron extraer una serie de pautas o elementos comunes que se podían encontrar en la mayoría de sus obras, e incluso se atrevieron a diseñar una fórmula.

La investigación fue llevada a cabo por Dr. James Bernthal de la Universidad de Exeter; el Dr. Dominique Jeannerod, investigador en el Instituto para la investigación colaborativa en las humanidades en la Universidad de Queens, Belfast; y el analista Brett Jacob. Quién sabe si fumando cigarrillos rusos y bebiendo chocolate caliente para mimetizarse con Poirot, el caso es que, imagino que tras mucho leer y platicar, llegaron a la fórmula a partir de la cual podríamos obtener una novela policíaca como las de Agatha Christie. La fórmula es la siguiente:

k (r,δ, θ, c) = f {rk+ δ + θ {P,M },c (3≤4.5}

Siendo cada uno de los elementos que componen la ecuación:

K=la incógnita de la ecuación es la identidad del asesino

r= relación con la víctima

δ= medios de trasporte primarios asociados con la novela

θ= método del asesinato y caracterización del detective

P= hace referencia al detective Poirot

M= hace referencia a Miss Marple

c= capítulo en el que se introduce al asesino

f= ser refiere a mujer o femenino

Del este estudio, además, se puede extraer una serie de conclusiones, o elementos comunes en las novelas:

 El asesino se introduce dentro de la primera mitad del libro.
Esto es acorde con la técnica narrativa. El asesino no deja de ser un personaje que tiene cierta importancia en la novela, y ya sabemos que los personajes principales, salvo excepciones, deben aparecer en el planteamiento del libro.

 Si el asesino se involucra emocionalmente con la víctima, la mayoría de los asesinos son cónyuges o parientes de sangre de la víctima. Además, si la víctima del asesino es su pareja, el motivo más probable será amor, mientras que los asesinatos cometidos por las relaciones de sangre son más variadas en motivo.
Esto parece bastante lógico.

 Si hay una gran cantidad de vehículos terrestres en la historia, el asesino seguramente es una mujer.
¿Será porque somos buenas conductoras? ¿Y si los vehículos fueran un tractor y un camión de construcción?

Si hay un montón de vehículos náuticos o aeronaves en la historia, el asesino es más probable que sea un hombre.
Igual es una cuestión de estadística, ya que hay más pilotos hombres que mujeres, sobre todo en la época de la autora británica.

 Si la víctima es estrangulada, el asesino es probablemente macho (o varón con una mujer cómplice).
Esto tiene lógica, puesto que el estrangulamiento requiere que se trate de una persona fuerte.

 Si el ajuste es una casa de campo, el asesino es más probable que sea una mujer (con una probabilidad del 75%).
Debe ser una cuestión de estadística. Puede que a las mujeres, al menos a las mujeres inglesas, les guste la jardinería. Ya se sabe, regar las plantas, cultivar geranios y…, ya puestos, de repente una no sabe muy bien qué hacer con el rastrillo y le puede dar por clavárselo a alguien o golpear al vecino con la pala.

 El lenguaje utilizado en todo el libro para describir un asesino femenino es generalmente más negativo que al describir un asesino masculino.
Esto se obtuvo mediante un programa informático de análisis de sentimientos.

 Las asesinas se descubren normalmente debido a un elemento doméstico.
Lógico si pensamos que la mayoría de las mujeres de la época donde trascurren las novelas de Agatha Christie eran amas de casa.

 Los hombres asesinos se ponen al descubierto normalmente a través de información o lógica.
También tiene sentido. Si las mujeres de aquella época no estudiaban ni iban a  la universidad, no estaban tan acostumbradas a utilizar la lógica. Pero, ¿qué estoy diciendo? ¿Cuándo hemos utilizado las mujeres la lógica? Para desarrollar los argumentos y las tramas de una novela sí, pero para matar a alguien no la necesito.

 Si Poirot es detective y la causa de muerte es punzante, el asesino se menciona con más frecuencia al principio del libro.
Aquí me pierdo, lo reconozco.

Si Miss Marple es el detective y el motivo para el asesinato es asunto de dinero, el asesino se menciona más en las etapas posteriores de la novela que al principio.
Bueno, creo que hoy día ya sabemos que los asuntos de dinero son más difíciles de descubrir, sobre todo si uno lo tiene en un paraíso fiscal, con lo que el asesino aparece más tarde.

Esta fórmula para escribir una novela policiaca es válida solo para novelas policiacas basadas en la estructura de tipo Who do it? (whodunit), que es la que encontramos en la mayoría de las novelas policiacas clásicas y en las que se engloban las obras de Agatha Christie. El esquema básico que siguen estas novelas puedes resumirse de la siguiente manera:

Se encuentra el cuerpo (al principio de la novela).
Se presenta al lector un grupo de sospechosos. Un grupo cerrado y reducido, relacionado ente sí normalmente por pertenecer a un mismo grupo social o por su ubicación).
Se introduce y presenta el detective.
Salen a la luz una serie de pistas falsas (redharrings) o maniobras de distracción, importantes para que el desenlace no sea previsible.
El desenlace será rápido y eficiente, dejando al lector satisfecho.
6. La novela incluye además una “pista principal” que se revela a mediados de la novela y que se mencionará de manera destacada, de modo que el lector la recuerde, creando una sensación de fair play (juego limpio) evitando así que se sienta engañado o traicionado al llegar al desenlace.
Está claro que todo esto no puede considerarse en realidad una fórmula para escribir novela policiaca, tal y como se menciona en la noticia, sino que se trata solo de una serie de patrones comunes en las novelas de la autora británica. En cualquier caso, ¿toda la novela que se ajuste a estas premisas será un éxito? Evidentemente no. Como lectora de las novelas de Agatha Christie, sé que, una vez has leído tres o cuatro novelas, ya reconoces algunos estos patrones con facilidad. Pero, ¿qué es lo que hace que, pese a ello, muchos lectores sean adictos a sus novelas? En mi opinión, no es el estilo lo que hace destacar las novelas de esta autora del resto, sino la ambientación y, sobre todo, el trabajo con los personajes. Christie realiza una cuidada caracterización de sus detectives, les dota de singularidad, de virtudes y defectos; diseña el móvil del asesino con minucioso detalle (ya sea la venganza, un motivo económico o el deseo de proteger a alguien), un móvil fuerte que encaja además con la personalidad del criminal y, con frecuencia, todas las novelas tienen una historia oculta, que procede normalmente de su pasado y que es capaz de hacer florecer en el asesino el deseo de matar.

Aunque sus novelas se ajustan a la estructura del Who do it? (¿Quién lo hizo?), la autora británica despierta la curiosidad del lector más allá del descubrimiento del asesino. Lo que el lector quiere saber, en realidad, es por qué lo hizo, qué hay detrás de ese crimen, qué lleva a una persona en apariencia corriente a querer acabar con la vida de alguien.

Aprenda a matar en 300 páginas

Andreu Martín, maestro del género «negro», reúne en «Cómo escribo novela policíaca» consejos para quienes sueñen con convertirse en escritores y seguir sus pasos

«En la novela policíaca es imperioso ir al grano desde el principio de la narración sin entretenernos en rodeos que no tengan una utilidad precisa.» «También el suspense es imprescindible.» «Es muy importante saber gestionar bien la conservación y posterior revelación de los secretos.» «Antes de empezar a escribir, hemos de tener en cuenta que el final nunca puede ser menos original y sorprendente que el principio.» «El autor ha de meterse en la piel de cada uno de sus personajes para saber cómo sienten, cómo se mueven, cómo reaccionan, cómo justifican sus actos.» Son los consejos que un maestro de la novela negra, Andreu Martín (Prótesis, Barcelona Connection, Memento de difuntos), da a quienes quieran seguir sus pasos y convertirse en escritores del género.

A caballo entre las memorias, la guía práctica, la reflexión y en ensayo, Cómo escribo novela policíaca recopila no sólo la larga experiencia «criminal» de Andreu Martín, sino la de los cientos de autores que le han precedido. Anécdotas, ejemplos, recomendaciones: todo cabe en estas páginas, una auténtica coctelera en la que se agitan y mezclan la literatura (Hammett, Chandler, Highsmith, Chesterton, Poe, Ellroy, Markaris), el cine (Hitchcock, Truffaut) y las series de televisión (Starsky y Hutch, CSI).

Lo que dicen los clásicos
En la parte final de Cómo escribo novela policíaca, Andreu Martín cede la palabra a sus maestros. Que hacen mil y una recomendaciones, algunas bastante irónicas:

«No debe haber ninguna historia de amor, que es un sentimiento irrelevante que desbarata una experiencia puramente intelectual. Se trata de llevar al criminal ante el juez, y no a una pareja ante el altar» (S. S. Van Dine).

«Los personajes, el ambiente y la atmósfera deben ser realistas. Tenemos que tratar de gente real en un mundo real» (Raymond Chandler).

«El criminal debe ser alguien mencionado al principio de la historia» (Ronald Knox).

«Nunca empieces un libro hablando del clima. Hay algunas excepciones, claro. Si conoces más maneras de describir el hielo y la nieve que un esquimal, puedes hablar del clima tanto como te dé la gana» (Elmore Leonard).

Anécdotas, ejemplos, recomendaciones: todo cabe aquí
«Una vasta organización criminal es tan aburrida como una vasta recopilación de estadísticas: hace que incluso el crimen parezca leve y vulgar» (Chesterton).
«Los personajes deben ser auténticos seres humanos, cada uno de los cuales toma vida para el lector, no muñecos de pasta hechos para ser derribados en el último capítulo» (P. D. James).

10 consejos a los jóvenes escritores de novela negra


Anna M. Villalonga calificaba Andreu Martín como el “mejor negro en activo” del panorama literario catalán en un artículo publicado en Núvol el año pasado. Es imposible oír el nombre de Martín y no relacionarlo con la novela negra, aunque también ha escrito varias novelas para el público juvenil. Ha publicado más de un centenar de libros y ha recibido numerosos premios y reconocimientos por sus obras, como el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (1989), el Premio Hammet, el Memorial Jaume Fuster (2003), el Crims de Tinta (2012), el Ciutat d’Alzira de Novel·la (2013) i el Gaziel (2016).

Recientemente ha publicado Com escric novel·la policíaca, editada por Pagès Editors, obra en la que reflexiona sobre los secretos del género negro. Este ensayo se dirige tanto a aquellos autores novatos y experimentados que quieran convertirse en expertos del género, como a los críticos, periodistas o lectores que quieran entender las bases de la novela negra. A continuación, os dejamos diez consejos seleccionados a partir del contenido del primer capítulo, “Escribir género. ¿Qué le pide el lector a una novela policíaca?”. El libro cuenta con un apéndice en el que pueden leerse los consejos de clásicos como Jorge Luis Borges, Raymond Chandler, Ronald Knox, Elmore Leonard o P.D. James, el cual no advertía que para escribir una buena novela negra era imprescindible investigar: “Investiga, investiga, investiga”.

10 consejos para escribir novela negra

1. El elemento más importante de esta tarea, para mí, siempre será la historia que se tiene que contar, como dejaré bien claro a lo largo de este libro, aunque no puedo negar que la atención del lector solo se puede captar, en primera instancia, a partir de la forma.

2. El estilo, la manera de relatar una historia, la forma que le damos, tiene tanta importancia como la voz, como el timbre, la impostación, la pronunciación, la capacidad de seducción del orador o del rapsoda. Sin embargo, para mí, lo que realmente acaba capturando y apasionando al lector no es como se dice sino qué se dice.

3. La esencia de toda novela policíaca reside en el hecho de que alguien viola la ley, principalmente la más transcendental de las leyes, la que dice que no matarás.

4. En toda buena novela, hay acción. Jardiel Poncela aseguraba que tiene que haber acción trepidante hasta en el monólogo de un tetrapléjico y puntualizaba que no debemos confundir la acción con el ajetreo. Tal y como decía Highsmith, “en las novelas de suspenso la acción tenderá a ser más violenta”.

5. El ingenio es el elemento más seductor de la novela policíaca. Hay ingenio en las tramas, como mecanismos de relojería, donde todas las ruedas encajan a la perfección y hacen avanzar el engranaje de sorpresa en sorpresa.

6. En el proceso de escritura, un secreto es un tesoro. Es la solución del enigma, es la curiosidad del lector que sabe que lo sabemos y está deseando que se lo expliquemos y va devorando páginas, entregándonos toda su atención y devoción, el anhelo más ferviente de todo narrador. Como decía Raymond Chandler, “el relato es la aventura de este hombre en busca de una verdad oculta”.

7. El subtexto (es decir, el análisis o crítica social) está, tanto si el autor quiere dedicarle su atención como no. Siempre se puede entre líneas e ir más allá, en la obra más ambiciosa y en la que se pretende más trivial, y el lector que disfrute más de una lectura será aquel que sepa buscar y encontrar esos tesoros ocultos.

8. “Las novelas de misterio tienen que estar escritas con un aire de distanciamiento; si no, nadie, excepto un psicópata, las querría escribir o leer”, escribe Raymond Chandler. La novela negra tiene que buscar el distanciamiento a través del humor o el cinismo. Jugar a escandalizar, a materializar los temores en historias de ficción, a ponerse del lado de los transgresores.

9. “El Mac Guffin es una curva, un truco, una complicidad”, apuntaba Hitchcock. El Mac Guffin es la excusa para que nuestros personajes entren en acción. ¿Por qué persiguen al protagonista, por qué lo quieren matar, por qué se pelean o mienten los unos a los otros? Por el Mac Guffin: porque alguien quiere robar unos papeles, unos documentos, un secreto, porque alguien sabe algo que no tiene que saber, porque alguien hizo una foto indiscreta, nada, algo breve de contar, vacío, una minucia.


10. La escritura de una novela —¿hay que decirlo?— es un proceso inteligente al margen de la transcendencia que quiera otorgarle el autor.

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Y la profesora Amalia Sánchez siempre tiene unos buenos consejos qué aportar, llenos de sentido común, que en lo personal me parecen sensatos y prácticos. Miremos:

https://www.heraediciones.es/como-escribir-una-novela-negra-para-que-sea-un-exito-7-reglas-que-siempre-debes-tener-en-cuenta/


Cómo escribir una novela negra para que sea un éxito. 7 reglas que siempre debes tener en cuenta


¿Te has preguntado cuáles son las reglas de oro en una novela negra?
¿Cómo escribir una novela negra para que sea un éxito y venda?
La promoción (y la suerte) tiene un papel elemental para que todo libro esté en la lista de los más vendidos sea del género que sea. Pero en el caso de la novela negra hay una serie de pasos que puedes seguir.
Estos son indispensables para conseguir una novela “noir” que cumpla con las características esenciales que las editoriales y los lectores solicitan. Y después, que venda.

¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de escribir?

En el caso de la novela negra, no se trata de que busques tanto la originalidad en el tema como escribir una buena historia. Y si no, piensa en algunos de los súper ventas del género, como Dolores Redondo, por ejemplo, o como Jo Nesbo.
Ambos escritores destacan por la forma que tienen de escribir, de contar su historia. Redondo es cercana, clara, con un estilo sencillo y que engancha, como ha ocurrido con su trilogía sobre el Baztán.
Con el escritor noruego sucede algo parecido, aunque tiene ese halo de misterio que envuelve a todos los escritores de novela negra del norte. Un caso semejante sucede con Kenning Mankell, por ejemplo (muy, muy recomendable si aún no lo has leído).
Así, tienes que priorizar en la historia, en cómo la planteas, en cómo la cuentas. Más que en el tema principal o los temas secundarios sobre los que vas a escribir. Recuerda que una novela negra tiene como fin esclarecer un misterio, normalmente un asesinato (o varios). Así que toda la trama debe girar en torno a eso. Sin más complementos.

Pero ¿cómo escribir una novela negra para sea un éxito? ¿Qué elementos incluir?

No voy a andarme por las ramas. Lo que busco es que tengas 7 claves esenciales que puedas poner en marcha desde  ahora mismo en tu novela.
Para mí, los elementos indispensables que debe tener una buena novela negra son:
1. La historia que escribas siempre debe buscar la verdad.
Si hay un género donde la verdad tenga que salir a la luz, esa es la novela negra. Por eso toda la historia la debes enfocar en descubrir cuál es el misterio y qué es lo que ha sucedido.
Además, tus personajes han de tener un motivo para comportarse como lo hacen (y tienes que justificarlo), y debes escribir la novela para que el lector sea capaz de descubrir cuál es ese motivo.
2. Maneja la intriga y el misterio como elementos indispensables.
Toda la novela debe conducirse a desentrañar la conclusión final, normalmente quién ha asesinado y por qué.
No solo hablo de que descubras quién es el asesino, sino sobre cómo se llega a esa conclusión.

Lo elemental: la historia

3. Describe y ten clara cuál es la acción principal en la historia.
¿Sobre qué gira la trama esencialmente?
Como ya te he comentado en otro artículo en el que te hablaba de algunas características esenciales de la novela negra, en este género es importante la planificación.
El objetivo es que describas con detalle quiénes son los personajes. Y sobre todo una descripción de los ambientes y espacios donde transcurre la historia.
¿Por qué? Porque tú mismo irás escribiendo y dando forma a una trama cambiante que describirá ambientes y personajes variados. Mientras, el detective llevará a cabo su proceso de investigación.
La acción manda sobre la descripción en este género, porque lo que tienes que conseguir es una historia ágil y trepidante.

Solo lo importante

4. Olvídate de elementos accesorios que no aporten nada. Incluye solo aquello que dé información.
Todos los “ingredientes” que añadas a la narración deben estar en función de la historia que estás escribiendo.
Y es que en novela negra no existe lo accesorio. Ni las florituras. Ni elementos para hacer más bonita la trama. Nada de eso. Tienes que centrarte en qué ha sucedido. Cómo se planteará la investigación y quién ha cometido el delito.
Y todos los elementos que incluyas en la traman han de estar supeditados a conseguir que tu lector tenga esta información.
5. Describe con detalle la psicología de los personajes.
Antes de que comiences a crear siquiera el esquema de la novela, planifica cada uno de los personajes que van a formar parte de la histori,. Piensa sobre todo en ahondar en su psique: cómo son, por qué se comportan así, qué buscan, qué les motiva a ser cómo son…
Cuanto más conozcas a los personajes (al héroe, al villano, a los personajes secundarios, a la víctima), más sencillo te resultará escribir.
Cuanto más profundos sean esos personajes, más engancharás al lector con ellos y más le costará abandonar tu historia.

La trama ha de ser siempre realista

6. Escribe diálogos profundos, con peso.
Huye de los diálogos accesorios o vacios, que solo se incluyen por rellenar.
Estos elementos tienen que tener fuerza para que también aporten información a la historia.
¿Qué personajes emplearán una jerga para expresarse? Es vital que cada uno de ellos esté caracterizado una forma diferente, que tenga una identidad propia. Y por supuesto que se exprese tal como se espera de él.
Y no olvides que la novela negra se caracteriza por un lenguaje sencillo, con verbos de acción y frases breves.
7. Aporta realismo a la historia haciendo hincapie en el narrador, por ejemplo.
Así, lograrás una historia creíble a través de quien la cuenta.
O lo que es lo mismo, utiliza por ejemplo un narrador en primera persona, ya sea el investigador o el criminal quien hable. También puede funcionar el uso de la tercera persona que es muy cercana al protagonista.

Conclusiones

Por tanto, no se trata de que busques la originalidad a la hora de escribir tu novela negra. O de encontrar un tema que nadie haya tocado. O de dar vida a personajes que consideres nuevos. No.
Céntrate solo en crear una buena historia, con un buen proceso de investigación, que encaje por todos lados.
Utiliza el tipo de narrador que mejor se adecue a ella, ya sea una tercera persona del singular o una primera persona.
Los diálogos, siempre con peso. Nada de conversaciones que no aporten o que simplemente utilices para rellenar o para que el texto sea más ágil. Recuerda que mucha de la información sobre la historia o sobre los personajes la puedes dar a través de ellos, así que merece la pena que estén bien elaborados.
En la novela negra, incluye solo elementos que enriquezcan. Este tipo de novelas son como un buen guisado, si quieres darle sabor, tendrás que incluir solo ingredientes de calidad y que aporten un sabor excepcional. Así que huye de aditivos, colorantes o conservantes que no añaden nada.
Antes de comenzar a escribir, plantea cómo será la psique de cada uno de los personajes que formarán parte de la historia, y por supuesto piensan en cuál será la acción sobre la que se plantee toda la trama.
Y por último, busca siempre la verdad. Este es el objetivo de toda novela negra. Descubrir qué es lo que ha sucedido y por qué.

Plan de acción para escribir

Una vez que ya tenemos los elementos básicos de un texto negro, piensa:
1- ¿Cuáles de estos elementos sí incluyes en tu novela negra y además los desarrollas? ¿Y qué otros crees que están más flojos porque quizá no has incidido demasiado en ellos?
2- Haz un pequeño listado de las características esenciales que tienen los personajes de tu novela. ¿Hay algún modo de enriquecerlos, que tengan más fuerza o más presencia en la historia?
3- Revisa los diálogos que has incluido. Sopesa si todos ellos aportan información a la trama o describen a tus personajes. O si por el contrario hay alguno que puedas mejorar.
4- Examina con detalle si en la novela has incluido  elementos de calidad. También que aporten información útil a la historia. Si alguno puede modificarse, mira de qué forma puedes hacerlo para que la novela solamente disponga de datos que contribuyan a descubrir la verdad.
Y si quieres compartir conmigo cómo es tu novela negra, cuál de estas claves utilizas ya y qué otras vas a incluir por primera vez, encantada de que me escribas. E igualmente si tienes algún pequeño “problemilla” con tu novela negra que podamos solucionar.

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Amalia Sánchez