Materia
de decálogo
Anderson
Benavides
Uno.
Prohíbase ser el sostén de una mujer sin habérselo quitado antes.
Dos.
Adelante tunante: cumple el sagrado deber de hacerle cada año un
hijo a tu mujer.
Tres.
Es preferible mirar con malos ojos que tener una venda en ellos.
Cuatro.
Ignora lo que es dormir en una mala cama quien no ha dado con sus
huesos sobre el pavimento.
Cinco.
Ayúdese primero a los que no tienen ni con qué comprar una soga
para ahorcarse.
Seis.
Jamás hubo alguien más digno de la cruz que el ladrón del medio.
Siete.
Sonreírle a la vida no garantiza que ésta devuelva gentilezas.
Ocho.
Ojalá arremetiéramos contra los problemas con la misma decisión
con que arremetemos unos contra otros.
Nueve.
Es imperioso que el político haga al menos una vez algo digno de las
esperanzas puestas en él.
Diez.
La corrupción es el negocio con más franquicias en el mundo.
Once.
Ojalá las operaciones mentales actuaran con igual rapidez que las
diligencias de embargo.
Doce.
¿Cuándo notarás, señor avariento, que eres la primera mercancía
que tienes para ofrecer, y la última que un comprador quisiera
obtener?
Trece.
Lo adquirido a las malas no se conserva a las buenas.
Catorce.
Es imposible que exista justicia donde hay fuerzas más poderosas que
las leyes.
Quince.
Si se quiere el cargo, al menos quiérase también el desempeño de
la función.
Dieciséis.
Todo inútil cree ser un incomprendido.
Diecisiete.
La verdad no necesita ser disfrazada: ya trae el disfraz puesto.
Dieciocho.
El aborto no supone un acto de negación de la vida, sino una
afirmación del sentido común.
Diecinueve.
Por más ganas que tengamos de creernos materia eterna, a duras penas
lo somos de breviario.
Aparte tomado de:
No hay comentarios:
Publicar un comentario