Decálogo
para una nueva crítica literaria
Extraído
de La
luz nueva .
Vicente Luis Mora
1.
Lectura completa, no lineal, comprensiva y sistemática del libro.
2.
Información previa sobre asuntos literarios, conocimiento de otras
tradiciones, y estudio complementario sobre el autor cuya obra
puntualmente se analiza, para hacer la debida contextualización de
la obra, dentro de la trayectoria del autor y su entorno cultural. La
formación cultural del crítico deberá ser amplia, no limitada a la
literatura, y el crítico intentará informarse, en la medida de sus
posibilidades, de aquellas epistemes no literarias que parezcan
ineludibles para entender la obra.
3.
La crítica deberá ser capaz de ver el libro reseñado como un todo,
y extraer contradicciones, consecuencias no sospechadas y
correspondencias de la obra analizada.
4.
Tiempo: la tarea crítica necesitará un tiempo de reflexión, que
dependerá del crítico y de la situación personal del crítico.
5.
Oposición (más activa o radical cuanto más activo ideológicamente
sea el crítico) a un panorama literario regido por el mercado como
único criterio válido o criterio más importante. Esta oposición
puede hacerse ensalzando las propuestas basadas en criterios opuestos
al mercantil, o de modos más directos: desvelando operaciones
mediáticas, haciendo reseñas negativas, sosteniendo denuncias
puntuales, o buscando los poderes fácticos escondidos tras ciertas
inercias culturales.
6.
Conciencia de la crítica como literatura primaria, no secundaria:
debe intentarse la ejecución de una crítica que, siendo eficaz, no
descuide su valor como obra de arte, en cuanto ejercicio escrito de
pensamiento articulado.
7.
Valoración: el crítico debe valorar, ineludiblemente, el interés
de la obra analizada, evitando juicios puramente descriptivos.
8.
La crítica no debe constituirse con criterios antidemocráticos:
evitará su constitución en poder de facto permitiendo la
posibilidad de que el autor analizado o los lectores tengan la
posibilidad de contestar al análisis y de criticar al crítico.
9.
Toda crítica tiene una ineludible parte subjetiva (el gusto personal
del crítico), que debe ser la menor de la reseña y estar objetiva y
lógicamente articulada en el análisis general.
10.
Para la crítica que no ocupa el «centro» de influencia no repita,
periféricamente, los errores de la crítica institucional,
mediática u oficialista, no deberá repetir sus estructuras ni su
tentación de convertirse ella misma en poder antidemocrático. Si la
crítica no central no encuentra canales para regenerar la central
sin «contaminarse», deberá permanecer en la periferia, o crear
canales alternativos que amplíen el centro.
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