UMBERTO ECO:
UNA RECOPILACIÓN DE SUS MEJORES FRASES
A lo largo
de su vida, Eco se caracterizó, además de por su éxito profesional, por dictar
sentencia sobre muy diversos temas.
Escritor,
semiólogo y filósofo italiano Umberto Eco, fallecido a los 84 años de edad, fue
-además de uno de los 17 intelectuales del Foro de Sabios de la UNESCO y Premio
Príncipe de Asturias de Comunicación en 2000-, un autor de éxitos literarios
como El nombre de la rosa.
Como dijo Diego Aristizabal en El Colombiano del 25/02/16: "Eco hizo bien las dos cosas: fue un gran profesor y un gran novelista, publicó 43 libros, el último “Número cero”, su séptima novela, y siempre, como escribió Juan Cruz, fue “un sabio que sabía todas las cosas simulando que las ignoraba para seguir estudiando”.
Como dijo Diego Aristizabal en El Colombiano del 25/02/16: "Eco hizo bien las dos cosas: fue un gran profesor y un gran novelista, publicó 43 libros, el último “Número cero”, su séptima novela, y siempre, como escribió Juan Cruz, fue “un sabio que sabía todas las cosas simulando que las ignoraba para seguir estudiando”.
A lo largo
de su vida, Eco se caracterizó, además de por su éxito profesional, por dictar
sentencia sobre muy diversos temas. Estas son algunas de sus frases más
célebres:
Los libros
"El
mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee".
La
filosofía"
¿Qué es la
filosofía? Lo siento por mi conservadurismo trivial, pero no puedo encontrar
una mejor respuesta que la definición que da Aristóteles de la Metafísica: una
respuesta a un acto de asombro".
La sabiduría
"Sabiduría
no es destruir ídolos, sino no crearlos nunca".
La relación
con el lector
"El
narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría
escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones?"
El
periodismo
"No
estoy seguro de que internet haya mejorado el periodismo, porque es más fácil
encontrar mentiras en internet que en una agencia como Reuters".
Las redes
sociales"
Las redes
sociales han generado una invasión de imbéciles que le dan el derecho de hablar
a legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de
vino, sin dañar a la comunidad y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un
premio Nobel. Es la invasión de los necios"
La
creatividad
"Nada
es más nocivo para la creatividad que el furor de la inspiración".
La
televisión
"Hoy no
salir en televisión es un signo de elegancia."
La
honestidad
"El
verdadero héroe es héroe por error. Sueña con ser un cobarde honesto como todo
el mundo".
La religión
"Cuando
los hombres dejan de creer en Dios, no quiere decir que creen en nada: creen en
todo".
Otras
frases:
“Los libros
se respetan usándolos, no dejándolos en paz”.
“Hacer una
tesis significa divertirse y la tesis es como el cerdo, en ella todo tiene
provecho”.
“Los objetos
están semánticamente desgastados antes que su materialidad”.
“Hay libros
que son para el público, y libros que hacen su propio público”.
“Adoro a los
gatos. Son de las pocas criaturas que no se dejan explotar por sus dueños”.
“Los libros
son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser
mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la
cuchara o la tijera”.
“Nada
consuela más al novelista que descubrir lecturas que no se le habían ocurrido y
que los lectores le sugieren”.
“Nada es más
nocivo para la creatividad que el furor de la inspiración”.
“El narrador
no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito
una novela, que es una máquina de generar interpretaciones?”.
UMBERTO ECO,
EL HOMBRE QUE SABÍA TODO. UNA LISTA.
A Umberto
Eco le encantaban las listas. Es más, les dedicó un libro: El vértigo de las
listas. Este post tiene forma de lista,
un inventario muy personal que rinde homenaje a uno de los intelectuales que
más me marcó en los últimos treinta años.
La idea de
totalidad (“l’uomo che sapeva tutto” de La Repubblica, el “humanista total” de El País, el hombre
“que parecía saberlo todo” en Página 12) atraviesa la obra de Umberto Eco de
punta a punta. Quizá ese espíritu transversal le haya llegado vía la semiología
francesa de los años sesenta, ese momento de explosión del estructuralismo
cuando todo, absolutamente todo -desde la publicidad de pasta Panzani hasta el
Pato Donald, el mito del cerebro de
Albert Einstein o las estructuras narrativas de E.A. Poe– fue analizado bajo el
potente microscopio Made in Paris. Eco parecía uno de esos filósofos previos a
la explosión de conocimientos de la modernidad, cuando ya se volvió imposible
para un único individuo dominar todo el saber humano. O sea, Eco era un
filósofo pre-Newtoniano.
“La
maquinaria que permite producir un texto infinito con un número finito de
elementos existe desde hace milenios: es el alfabeto.”
“La objeción
más común dirigida al semiólogo ‘imperialista’ es: ‘si para ti hasta una
manzana es un signo, no hay duda de que lasemiótica se ocupa también de la
compota… pero en ese caso el juego deja de ser válido’. Lo que este libro
desearía demostrar es que desde el punto de vista semiótico no hay diferencia
alguna entre una manzana y una compota de manzana, por un lado, y las
expresiones lingüísticas /manzana/ y /compota de manzana/, por otro. La
semiótica se ocupa de cualquier cosa que pueda considerarse como signo. Signo
es cualquier cosa que puede considerarse como substituto significante de
cualquier otra cosa. Esa cualquier otra cosa no debe necesariamente existir ni
debe sustituir de hecho en el momento en que el signo la represente. En ese
sentido, la semiótica es, en principio, la disciplina que estudia todo lo que
puede usarse para mentir. Si una cosa no puede usarse para mentir, en ese caso
tampoco puede usarse para decir la verdad: en realidad, no puede usarse para
decir nada. La definición de ‘teoría de la mentira’ podría representar un
programa satisfactorio para una semiótica general” (Umberto Eco, Trattato di
Semiotica Generale, 1975).
“Los libros
se respetan usándolos, no dejándolos en paz.”
Cuando
estudiaba Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario a mediados
de los años ochenta Umberto Eco era “el” intelectual de referencia. Después de
haber estado censurado durante la dictadura –¿qué podían pensar los
neandermilithares argentinos de un intelectual barbudo que proponía la
“guerrilla semiótica”?– Eco era “uno de los prohibidos” que se podía volver a
leer. Por entonces se pusieron de moda los graffitis en Rosario. Uno de los
grupos más activos durante la visita del Papa a la ciudad en 1987 era Los Ecos
de Umberto. Recuerdo una de las consignas más difundidas (“Viene el Papa. Viene
Cristo”) y la intervención de Los Ecos de Umberto: “Viene el Papa ¿Viene
Cristo?”. Y a los pocos metros: “Cristo no viene. Es otro de los
desaparecidos”. Puro juego semiótico.
“En la segunda mitad de la década de 1960, Eco
estuvo de visita en Buenos Aires para dictar unos cursos en el Centro de Altos
Estudios Musicales del Instituto Di Tella, que dirigía en esos años Alberto
Ginastera. El tema era la obra abierta, pero Eco, que decía tocar la flauta
traversa, no se conformó con su papel profesoral: muy en línea con las formas
abiertas de las que tanto escribió, quiso participar también en los grupos de
improvisación musical del centro de vanguardia. Según le gustaba recordar al
compositor Gerardo Gandini, que coordinaba esos grupos, Eco se esforzaba, pero
la verdad era que no tenía ningún dominio de su instrumento. Con todo, la
anécdota tiene algo bastante serio: el filósofo y semiólogo no tenía miedo de
implicarse resueltamente en aquello sobre lo que hacía teoría” (Pablo Gianera
en La Nación).
“De
cualquier cosa que se estén ocupando hoy los medios masivos, la universidad ya
se ocupó hace veinte años. Y aquello de lo que hoy se ocupa la universidad,
será tratado por los medios masivos dentro de veinte años. Cursar bien la universidad
quiere decir llevar veinte años de ventaja.”
En octubre
de 1990 me fui vivir a Italia y lo primero que hice fue recorrer el país con un
pasaje abierto de tren. Torino. Milano. Venezia. Bologna. Bajé del tren un
viernes por la tarde. Me puse a caminar por los pórticos -Bologna tiene más de
cuarenta kilómetros de veredas cubiertas- hasta llegar a las dos torres. Doblé
a la izquierda sin saber dónde me metía (faltaban 15 años para el lanzamiento
de Google Maps). Me detuve frente a uno de los edificios de la Università degli
Studi di Bologna. Entré. Vi un cartel con los horarios de clases. Ese viernes
era la clase de Umberto Eco. Me metí en aula.
“Siempre he
sostenido que el proyecto Erasmus tiene valor no sólo intelectual, sino también
sexual, o si prefieren genético. Conocí muchos alumnos y alumnas que, después
de una estancia en el extranjero, se casaron con una alumna o alumno local. Si
se intensifica esta tendencia van a nacer niños bilingües y, en treinta años,
podríamos tener una clase dirigente europea al menos bilingüe. Y no sería poca
cosa.”
“Existe una
teoría singular de los orígenes del lenguaje en la obra de un pensador árabe
del siglo Xl, lbn Hazm. Los lenguas no pueden haber nacido por convención,
porque para establecer las reglas los seres humanos habrían tenido necesidad de
una lengua precedente. Existió por lo tonta al principio una lengua dada por
Dios, y tan rica de nombres y de sinónimos que a través de ella Adán ha podido
nombrar sin ambigüedad todas las cosas del universo. Pero entonces esa lengua
debe comprender todos las lenguas. Lo confusión que habría seguida no debería
entonces responder a la invención de nuevas lenguas, sino a la fragmentación de
aquella lengua única que existía ab initio, y en la que estaban contenidas todas
las lenguas por venir. El don recibido por Adán era el multilingüismo.
Precisamente por esto todos los seres humanos son capaces de comprender la
revelación, en cualquiera que sea la lengua en la que se expresen. En tal caso,
y una vez más, Babel no representaría la herida de la que se debe sanar, sino
el don primordial que debemos reconquistar” (Umberto Eco, La búsqueda de la
lengua perfecta, Lección inaugural en el Collége de France, 2 de octubre de
1992).
eco-cut
En esa época
-finales de 1990- Eco venía de publicar El Péndulo de Foucault y seguramente
estaba trabajando en su próximo libro, La búsqueda de la lengua perfecta. Su
clase en Bologna fue un maravilloso viaje por los orígenes de esa utopía
europea. Al final lo saludé y me volví a la estación de trenes -la mítica
estación de trenes de Bologna, donde se había producido uno de los atentados
más infames de la historia reciente italiana- para seguir viaje a
Firenze-Roma-Napoli con la sensación de que el viaje ya estaba amortizado.
“La más
grande revolución política realizada en Italia en el último siglo, la Marcha a
Roma, la hizo el capo con su organización en la cucheta de un tren.”
En 1979 Eco
publicó la que considero su mejor obra teórica, la más disruptiva (me refiero a
Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo, un texto
donde termina de dar forma a su teoría interpretativa), el mismo año en que
Italo Calvino saca de la imprenta Si una noche de invierno un viajero. Ambos
libros hablan de lo mismo: de la complejidad del trabajo interpretativo y del
texto como espacio donde se enfrentan dos estrategias: la del lector y la del
autor. Cuenta la leyenda que Calvino le envió un ejemplar a Eco dedicado con la
siguiente frase: “A Umberto, superior stabat lector, longeque inferior Italo
Calvino”. Dejemos que el mismo Eco nos explique su significado: “La cita
proviene obviamente de la fábula de Fedro, el lobo y el cordero (‘Superior
stabat lupus, longeque inferior agnus’, el lobo aguas arriba del arroyo y el
cordero aguas abajo), y Calvino se refería a mi libro Lector in Fabula.
‘Longeque inferior’ significa ‘más abajo’, ‘hacia el valle’, pero también
‘estado de inferioridad’, ‘menos importante’, una ambigüidad referencial. Si la
palabra ‘lector’ indica mi libro, Calvino elegía un rol irónicamente humilde o,
al contrario, se asignaba orgullosamente el rol positivo del cordero,
dejándome, en tanto teórico, el disfraz del Lobo Malo. Si, por el contrario, la
palabra ‘lector’ indica al Lector, entonces Calvino estaba realizando una afirmación
decisiva, rindiendo homenaje al rol del lector…”. Literatura y semiótica.
Filosofía del lenguaje y medievalismo. James Bond y James Joyce. Santo Tomás de
Aquino y el hipertexto. Todos los caminos conducen a Eco.
“Leer alarga
la vida. Quien no lee solo tiene una vida y, se
los aseguro, es poquísimo. En cambio nosotros, cuando moriremos, nos
recordaremos de haber atravesado el Rubicón con César, combatido en Waterloo
con Napoleón, viajado con Gulliver y encontrado a enanos y gigantes. Una
pequeña compensación por la falta de inmortalidad.”
“Recuerdo
que tenía 22 o 23 años cuando se publicó por primera vez Ficciones. Se habían
hecho una 500 copias, prácticamente nadie se había dado cuenta. Entonces vino
un poeta italiano (¿Sergio Sogni?), que me dijo: ‘Lea este libro. Es de un
argentino que nadie conoce aquí’. Me enloqueció. Me pasaba noche y noches
leyéndoselo a mis amigos. Me reconocí de inmediato en Borges. Fue un amor a
primera vista.” (Entrevista con Jorge Halperín).
A mediados
de los noventa decidí hacer el doctorado. Me acerqué a los semióticos italianos
que trabajaban en Torino –Guido Ferraro, Paolo Bertetti– y publicaban la
revista Lexia. Durante el 25° Congreso de la Associazione Italiana di Studi
Semiotici (AISS, Torino, octubre de 1996) Gianpaolo Caprettini coordinó una
mítica mesa redonda titulada “Dalla Retrospettiva alle Prospettive Verso il
Futuro” donde participaron Umberto Eco, Gianfranco Bettetini (futuro director
de mi tesis doctoral), Cesare Segre, Maria Corti y Antonio Buttitta, los
fundadores de la semiótica italiana. En esa ocasión Eco definió a la semiótica
como “una capacidad de atención hacia un objeto que llamaremos semiosis, y que
no es sólo un signo sino aquello que está antes y después… La semiótica es como
la medicina. La medicina tiene ciertamente un objeto, el cuerpo humano y el
problema de hacerlo estar en buena forma. Después está la dietética, la
cirugía, la acupuntura, etc. Cada médico, si no estamos de frente a un Mad
Doctor, tiene la intención de hacer estar bien un cuerpo humano y de retardar
al máximo posible la muerte, pero los métodos, los enfoques y las ideas son
infinitos. En el fondo el objeto o la finalidad de la semiótica es tener en
buen ejercicio a la semiosis y ‘hacerla estar bien’… Alguien podría decir:
¡Para eso bastan los poetas! Pero, para mí, no bastan.” A Eco no le bastaba ser
semiótico. Fue filósofo del lenguaje, novelista, periodista, guionista y no me
extrañaría que algún día salgan de sus archivos sus poemas. De frente a la
hiperespecialización que propone el academicismo avanzado, Eco prefería
replegarse al enciclopedismo medieval.
“Nada
consuela más al novelista que descubrir lecturas que no se le habían ocurrido y
que los lectores le sugieren.”
Entre los
días 6-8 de octubre de 2000 se realizó el 28º congreso de la AISS en
Castiglioncello. Decidí enviar un paper titulado “Por un puñado de hiperlibros:
interactive fiction, narrativa y retórica hipertextual“, posteriormente
incluido en el libro Forme della testualità: teoria, modelli, storia e
prospettive (Bertetti y Manetti, 2001). El paper fue aceptado para una mesa
redonda sobre el hipertexto. Unos días antes del congreso Bertetti me avisó:
“Viene Eco. Quiere hablar sobre el hipertexto así que se sumará a la mesa
redonda”. Nueve años después de ese encuentro en la mesa redonda sobre el
hipertexto -donde Eco hasta hizo un chiste con mi nombre (“Scolari, otro
italiano con apellido argentino!”)- publiqué un artículo precisamente sobre las
contribuciones de Eco a la teoría del hipertexto y las nuevas formas de
comunicación digital interactiva: “Digital Eco_logy. Umberto Eco and a semiotic
approach to digital communication “
“El narrador
no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito
una novela, que es una máquina de generar interpretaciones?”
En las
Apostillas a El Nombre de la Rosa Eco explica por qué el bibliotecario ciego se
llama Jorge de Burgos (cito a memoria): “Porque la suma de biblioteca, ciego y
laberinto no puede dar otra cosa que Borges. Y porque las deudas se pagan”. De
la misma manera, la suma de hipertextualidad, enciclopedia, laberinto e
interpretación solo puede dar un único resultado: Umberto Eco. Digital
Eco_logies.
“La lectura
de los periódicos, como decía Hegel, es la oración de la mañana del hombre
moderno. Y yo no consigo tomarme mi café de la mañana si no hojeo el diario;
pero es un ritual casi afectivo y religioso, porque lo hojeo mirando los
titulares, y por ellos me doy cuenta de que casi todo lo había sabido la noche
anterior. Como mucho, me leo un editorial o un artículo de opinión. Esta es la
crisis del periodismo contemporáneo. ¡Y de aquí no se sale!” (declaraciones de
Umberto Eco en 2015 con motivo de la publicación de su novela Número Cero).
“Los libros
son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser
mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la
cuchara o la tijera.”
En los
últimos Eco se atrincheró en la defensa del libro impreso -ver mi texto
“Mientras miro las nuevas hojas. Una lectura semiótica sobre la muerte del
libro” incluido en El Fin de los Medios Masivos (Carlón y Scolari, 2009/14)- y
arremetió contra algunas cosas que pasaban en la red. La última polémica
alrededor de Eco se generó por sus declaraciones sobre los “imbéciles” que
frecuentan las redes sociales. Obviamente a los periodistas sólo les quedó la
parte final de su intervención -donde arremetía contra las “legiones de imbéciles” que se expresan en
las redes- y se olvidaron de las premisas iniciales: “el fenómeno de las redes
sociales también es positivo, no solo porque permite a las personas estar en
contacto entre ellas. Pensemos a lo sucedido en China o Turquía, donde el gran
movimiento contra Erdogan nació gracias a las redes, gracias al tam-tam. Alguno
ha dicho que, si hubiera existido Internet en los tiempos de Hitler, los campos
de exterminio no hubieran sido posible porque la información se hubiera
difundido viralmente…”.
“La
computadora no es una máquina inteligente que ayuda a las personas estúpidas,
sino una máquina estúpida que sólo funciona en manos de personas inteligentes”.
“Los libros
no se han hecho para que creamos lo que dicen, sino para que los analicemos.
Cuando leemos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué quiere
decir.” (Guglielmo de Baskerville)
“El autor
debería morirse después de haber escrito su obra. Para allanarle el camino al
texto.” (Umberto Eco)
“Hace frío
en el scriptorium, me duele el pulgar. Dejo este texto, no sé para quién, este
texto, que ya no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda
tenemus.” (Adso de Melk)
ÑAPA:
1. Sobre los libros
"Los libros no están hechos para que uno crea en ellos,
sino para ser sometidos a investigación. Cuando consideramos un libro, no
debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa". El nombre de la rosa.
2. Sobre los padres
"Creo que aquello en lo que nos convertimos depende de
lo que nuestros padres nos enseñan en pequeños momentos, cuando no están
intentando enseñarnos. Estamos hechos de pequeños fragmentos de
sabiduría". El péndulo de Foucault.
3. Sobre
Dios
"Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no quiere
decir que creen en nada: creen en todo".
4. Sobre el amor
"El amor es más sabio que la sabiduría". El nombre
de la rosa.
5. Sobre los héroes
"El verdadero héroe es héroe por error. Sueña con ser
un cobarde honesto como todo el mundo".
6. Sobre los villanos
"Los monstruos existen porque son parte de un plan
divino y en las horribles características de esos mismos monstruos se revela el
poder del creador". El nombre de la rosa.
7. Sobre la poesía
"Todos los poetas escriben mala poesía. Los malos
poetas la publican, los buenos poetas la queman".
8. Sobre el periodismo
"No son las noticias las que hacen el periódico, sino
el periódico el que hace las noticias y saber juntar cuatro noticias distintas
significa proponerle al lector una quinta noticia". Número cero.
9. Sobre internet
"Las redes sociales le dan el derecho de hablar a
legiones de idiotas que antes hablaban sólo en el bar después de un vaso de
vino, sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente silenciados, pero
ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de
los imbéciles". Eco al diario La Stampa.
10. Sobre la corrupción
"Hoy, cuando afloran los nombres de corruptos o
defraudadores y se sabe más, a la gente no le importa nada y solo van a la
cárcel los ladrones de pollos albaneses". Eco a la Agencia Efe.
Tomado de:
http://hipermediaciones.com/2016/02/20/umberto-eco-el-hombre-que-sabia-todo-una-lista/
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/02/160219_cultura_umberto_eco_frases_ap
Cómo
escribir bien
Para
rematar, alguien se tomó el trabajo de recopilar los consejos de ECO para escribir
bien. A pesar de ser un tanto genéricos y que no falta quien dude de su
originalidad, de todas maneras los incluimos. -
Por Umberto
Eco
1.- Evita
las aliteraciones; solo gustan a los “estúpidos”.
2.- No
abuses del subjuntivo: utilízalo solo cuando sea necesario.
3.- Evita
las frases hechas: son como la “sopa recalentada”.
4.- Escribe
tal y como te expresas.
5.- No uses
siglas comerciales ni abreviaciones.
6.-
Acuérdate (siempre) de que el paréntesis (aun cuando parece indispensable)
interrumpe el hilo del discurso.
7.- No te
propases con los puntos suspensivos.
8.- Limita
el uso de las comillas. Las citas no son “elegantes”.
9.- No
generalices.
10.- Los
barbarismos no son de buen gusto.
11.-
Restringe las citas. Emerson dijo con razón “Odio las citas. Cuéntame solo lo
que sabes”.
12.- Las
comparaciones son equivalentes a las frases hechas.
13.- No seas
redundante y no repitas dos veces la misma cosa. Redundancia es explicar algo
que el lector ya ha entendido.
14.- Solo
los necios emplean palabrotas.
15.- Intenta
siempre concretar.
16.- La
hipérbole es una excelente técnica expresiva.
17.- No
construyas frases de una sola palabra.
18.- Cuidado
con las metáforas demasiado atrevidas: son “plumas sobre las escamas de una
serpiente”.
19.- Pon las
comas en el lugar adecuado.
20.- Aprende
a distinguir entre la función del “punto y coma” y la de los “dos puntos”: no
es tarea fácil.
21.- Si no
encuentras el vocablo idóneo, no recurras a la expresión coloquial: “el parche
es peor que el agujero”.
22.- No uses
metáforas incoherentes, aunque suenen bien.
Son “como cisnes degollados”.
23.- ¿Son de
verdad necesarias las preguntas retóricas?
24.- Sé
conciso y trata de condensar tus pensamientos empleando el mínimo número de
palabras y evitando las frases largas; así evitaras que tu discurso esté
contaminado (una de las tragedias de nuestro tiempo dominado por el poder de
los medios de comunicación).
25.- Los
acentos no son ni incorrectos ni inútiles, quien los omite se equivoca.
26.- No se
apostrofa un artículo indeterminado antes de un sustantivo masculino (el
apóstrofo [‘] es una coma que se coloca en la parte superior derecha de una
palabra. En castellano apenas se utiliza, solo por influencia del inglés con el
genitivo sajón).
27.- ¡No
enfatices demasiado! ¡Mide los signos de admiración!
28.- Ni
siquiera los amantes de los barbarismos pluralizan las palabras extranjeras.
29.- Escribe
correctamente los nombres extranjeros como Baudelaire, Roosevelt, Nietzsche y
parecidos.
30.- Cita
sin perífrasis los autores y los personajes a los que te refieres, tal y como
lo hizo el más grande escritor lombardo del siglo XIX, el autor de El 5 de
mayo.
31.- Al
principio del discurso utiliza la “captatio benevolentiae”, para congraciarte
con el lector (pero a lo mejor ustedes son tan estúpidos que no entienden lo
que estoy diciendo).
32.- Cuida
con detalle la ortografía.
33.- No hace
falta decir que las pretericiones (decir lo que no vas a contar) son
desesperantes.
34.- No
pongas punto y aparte muy a menudo; solo cuando sean necesarias.
35.- No uses
el plural “majestatis”. Causa una impresión pésima.
36.- No
confundas causa con efecto: podrías equivocarte y cometer un error.
37.- No
construyas frases en las cuales la conclusión precede a las premisas: si lo
haces, las premisas se podrían deducir de las conclusiones.
38.- No
utilices arcaísmos como “hápax legomena” u otros lexemas inusuales, así como
estructuras profundas de rizomas, que superen las habilidades cognitivas del
destinatario.
39.- No seas
prolijo, pero tampoco te quedes corto.
40.- Cada
frase ha de tener un significado, con independencia del contexto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario