Mis
diez mandamientos
Antonio
García Ángel
Uno.
Procura pertenecer a quienes suelen estar despiertos durante las
madrugadas, bien sea porque trasnocharon voluntariamente, tienen
insomnio o se levantaron muy temprano. Es un rasgo propio de las
personas interesantes.
Dos.
Ten, alguna vez, un amor apacible y un amor imposible. Si acaso ambos
ocurren con una misma persona, mejor.
Tres.
Escoge un motivo por el cual, sin dudarlo, darías tu vida. Si alguna
vez éste se presenta e incumples, que a tus restos ni siquiera
acudan los gusanos por su tardía merienda.
Cuatro.
Trata a tu enemigo como tal, pero jamás olvides que apenas un espejo
los separa.
Cinco.
Si vas actuar en desacuerdo con tus años, procura que tu caso sea el
de alguien que se comporta como si fuera mayor de lo que es. Eso
restringe bastante tus momentos de cursilería.
Seis.
Recuerda siempre esta máxima atribuida a Paracelso: “Todo es
veneno, la diferencia está en la dosis”.
Siete.
Busca poesía en las tapas de gaseosa, el color vinotinto, la música
de organeta y los parásitos intestinales. Solo así podrás
conquistarla en ocasos sobre el mar y fruslerías similares.
Ocho.
Evita la cárcel y el hospital.
Nueve.
Tarde o temprano tendrás tu gran derrota, tu peligrosa ira, tu terca
envidia y tu imperdonable traición. De lo que hayas hecho con todas
ellas depende cuanto valió vivir tu vida.
Diez.
Cultiva el sentido del humor. Aléjate de quienes no lo tienen.
Aparte tomado de:
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