Decálogo
personal
Guillermo
Martínez
Variando
apenas una ironía de Groussac, podríamos decir que el decálogo de
escritor, como todo género literario, tiene sus leyes inviolables y
propias; la primera es que no se debe intentar. Reúno aquí de todos
modos algunas frases que se convirtieron para mí en algo parecido a
mandamientos íntimos, que atendí en distintos momentos. Observo que
llegan a doce, pero no me decido a eliminar ninguna: me excuso en que
no tengo preferencias supersticiosas por el sistema decimal.
Uno.
Tres atributos perseguirás: la originalidad en las ideas, la
maestría en la ejecución y el elemento artístico en la escritura
(Julio G. Martínez).
Dos.
No creerás ni te dejarás convencer de que la literatura es una sola
y puede reducirse a tal o cual ismo. “No escuches ni a quienes te
encerrarían en rincones de ella, diciéndote que solo habita aquí o
allá, ni a quienes querrían persuadirte de que despliega sus alas
enteramente fuera de la vida, respirando un aire superfino y
apartando la cabeza de la verdad de las cosas” (Henry James).
Tres.
No creerás en las falsas dicotomías de lenguaje versus trama,
realismo versus ficción, novedad versus tradición. Experimentarás
en tu obra estas oposiciones hasta superarlas (Paul Bénichou).
Cuatro.
No creerás en los clichés románticos de personajes supuestamente
desobedientes. “Cuando mis personajes se rebelan, yo les recuerdo
quién es el jefe” (Patricia Highsmith). Tampoco creerás que hay
textos escritos con sangre o con vísceras (toda ficción es un
artificio), ni preferirás la combinatoria de la asociación libre o
las simulaciones del azar a la creación paciente y deliberada. Antes
de proclamarte vanguardista recordarás que el vanguardismo también
es una tradición, que acaba de cumplir cien años.
Cinco.
Escribirás sobre aquello en lo que no puedes dejar de pensar (Jerzy
Kosinski).
Seis.
Recordarás que la novela debe competir con la vida (Henry James).
Siete.
No irás por detrás de tu texto con explicaciones y coartadas, como
quien trata de empujar con soplidos la flecha ya disparada (Julio
Cortázar). Di tu palabra y rómpete (Nietzsche).
Ocho.
Tratarás al éxito y al fracaso como dos impostores (Rudyard
Kipling).
Nueve.
Serás sucesivamente el camello que se deja cargar, el león en el
desierto y el niño. “Absorberlo todo, combatirlo todo, olvidarlo
todo” (Nietzsche).
Diez.
A partir de cierta edad, las coincidencias con otros escritores o las
novedades te importarán menos que lo que creas verdadero (Borges).
Once.
Te opondrás al nihilismo sin dejar de ser ateo (Tzvetan Todorov).
Y
doce. Buscarás en tu literatura lo fundamental para que el arte
exista: la humanitas, el sentido apasionado de la condición humana
(Julio G. Martínez).
Aparte tomado de:
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