Con énfasis en ciencia ficción, evidenciando los principales errores cometidos por principiantes
(Bruce Sterling es escritor, periodista, editor y crítico conocido por sus novelas de ciencia ficción.)
La gente a menudo me pregunta de dónde los escritores de ciencia ficción sacan las ideas. Rara vez preguntan de dónde saca la sociedad a sus escritores de ciencia ficción.
En muchos casos, la respuesta es: los talleres de ciencia ficción. Los talleres son muy variados -regionales y nacionales, aficionados y profesionales, formales y locos.
En el taller más famoso de ciencia ficción, el Clarion, los futuros escritores son sacados de sus hogares y agredidos sin misericordia durante seis semanas por escritores de CF profesionales, quienes hacen el papel de gurús creativos. (...) Pero la experiencia de un taller no requiere de expertos que nos lleven a pastar como a ovejas.
Al igual que una mala banda de rock, un taller de escritores de CF puede instalarse en cualquier garaje vacío, por cualquier grupo de entusiastas diversos, con nada mejor en que gastar el tiempo. Nadie tiene el copyright del talento, el deseo o el entusiasmo.
La línea de acción general que siguen los talleres CF modernos (conocido como el "sistema de Milford"; ) funciona así: Los integrantes traen manuscritos, con copias suficientes para todos los presentes. Nadie puede asistir o comentar nada, si no trae una historia. Los miembros leen y toman notas sobre todas las historias. Al concluir, se sientan en círculo, se elige una historia al azar, y la persona sentada a la derecha del autor empieza con la crítica. (Los grupos grandes pueden ajustar este esquema según su conveniencia). Siguiendo el círculo en orden, con un mínimo de comentarios o interrupciones, cada persona emite su opinión sobre lo bueno y lo malo en la historia. El autor está estrictamente obligado, por ley inexorable y tradición, a callarse la boca, sin importar que no sepa dónde meterse. Al terminar el círculo, cuando el último lector ha dado su opinión, el sufriente y silente autor podrá emitir una réplica extensa, de la que se espera no dure más de media hora, y evitará las réplicas personales innecesarias. Este proceso angustioso continúa, hasta terminar con todas las historias, tras lo cual todos intentarán enmendar las relaciones de amistad recién rotas en una orgía de bebida y chismes.
(...)
Términos críticos para la CF y la Fantasía: Un glosario y una guía para la erudición.
Pero no los encontrarás aquí. Éste lexicón no es una guía hacia la erudición. El Lexicón de Taller es una guía (o especie de tal) para rastreros, sucios y peludos escritores de CF, el tipo de granujas subeducados y ambiciosos que realmente escriben y venden material de género profesional. Es un Léxicon duro, divertido, genial para gritar mientras se golpea en la mesa.
PARTE 1: PALABRAS Y ORACIONES
"Dijismo": Se trata del uso de un verbo artificial para evitar la palabra "dijo". "Dijo" es una de las pocas palabras invisibles del idioma, y es casi imposible de ser usada en exceso. Es mucho menos notoria que "replicó él", "inquirió él" o "eyaculó él" y otras extrañezas.
"Tom Swifty". Una compulsión indecorosa de colocar un adverbio colorido tras la palabra "dijo", como en "Mejor nos apuramos", dijo prestamente."
Esto era un manierismo estándar de las viejas novelas de a diez centavos de aventuras de Tom Swift. Un buen diálogo puede sostenerse a sí mismo sin un revoltijo de adverbios de utilería.
"Diálogo Brenda Starr": Largos fragmentos de conversación sin fondo físico o descripción de los personajes. Un diálogo así, separado del entorno de la historia, tiende a lanzar ecos vacíos, como si estuviera flotando en el aire. Recibe su nombre de las tiras cómicas americanas, donde los globos de diálogo a menudo se ven emergiendo de los rascacielos de Manhattan.
"Síndrome del detective corpulento": Éste útil término proviene de la prima de género de la CF, la literatura barata de detectives. Los escritores de pacotilla de la serie de Mike Shayne mostraban un extraño rechazo a usar el nombre propio de Shayne, y preferían eufemismos como "el detective corpulento" o "el sabueso pelirrojo". Éste síndrome se basa en la errónea convicción de que la misma palabra no debe ser empleada dos veces muy seguidamente. Esto es sólo cierto si se trata de palabras fuertes y visibles, como "vertiginoso". Es mejor usar de nuevo una palabra o frase sencilla que ingeniar engorrosas maneras de evitarla.
Palabras de apriete el botón: Palabras usadas para causar una respuesta emocional barata sin recurrir al intelecto o las facultades críticas del lector. A menudo se ve en los títulos, donde se incluyen migajas de falso lirismo como "estrella", "danza", "sueño", "canción", "lágrimas" y "poeta", clichés calculados para seducir a los lectores de Cf de mirada mística y corazón tierno.
"Fiebre del nombre de marca": El uso excesivo de nombres de marcas comerciales para crear un falso sentido de descarnada verosimilitud. Es inútil rellenar el futuro con Hondas, Sonys y Brauns sin la compañía de los detalles visuales y físicos.
"Llama Funsi a un Conejo": Una técnica barata de falso exotismo, en la cual elementos comunes del mundo real son renombrados para lograr un entorno fantástico, sin alteración real en su naturaleza o comportamiento natural. Los "Funsis" con especialmente frecuentes en los mundos de fantasía, donde la gente a menudo cabalga exóticas monturas que se ven y actúan como simple caballos (atribuida a James Blish).
"Enfermedad de Roget": El uso excesivo y juguetón de adjetivos rebuscados, apilados en un montón sinonímico, leproso, purulento, troglodítico, tenebroso, nauseabundo y micótico. (Atribuida a John W. Campbell)
"Pan de jengibre": Ornamentos inútiles en la prosa, como palabras elegantes latinas y sesquipedálicas donde una palabra corta en nuestro idioma bastaría. Los autores novicios a menudo usan el "pan de jengibre" con la esperanza de disimular sus errores y dar aire de refinamiento. (Atribuido a Damon Knight)
"No simultáneo": El mal uso del gerundio es un error de estructura de oración común en los autores noveles. "Colocando la llave en la cerradura, subió las escaleras y sacó su revólver del buró." Ay, nuestro héroe no podría hacer esto ni aunque sus brazos midiesen cuarenta pies.
Este error se convierte a veces en la "Enfermedad -ando -endo", la tendencia a condimentar oraciones con palabras terminadas en "ando, endo", una construcción gramatical que tiende a confundir la secuencia adecuada de sucesos (Atribuida a Damon Knight)
PARTE 2: ESTRUCTURA DE LA PROSA Y LOS PÁRRAFOS
Bathos (paso repentino de lo sublime a lo prosaico y trivial): Un súbito y alarmante cambio en el nivel del discurso: "Se producirán revueltas sangrientas e insurrecciones salvajes, que conducirán a un levantamiento popular, a menos que el régimen empiece a coger menos lucha con las cosas".
Avellanar: Una especie de redundancia expositoria, donde la acción claramente implícita en el diálogo se hace explícita: "¡Salgamos de aquí! -gritó él, urgiéndola a salir."
Muestra y no digas: Un principio cardinal del buen escribir. Se le debe permitir al lector reaccionar de modo natural a la evidencia presentada en la historia, sin ser instruido por el autor en cómo reaccionar. Los incidentes específicos y los detalles cuidadosamente dispuestos harán que las conferencias sean innecesarias. Por ejemplo, en vez de decirle al lector "Ella tuvo una infancia desagradable e infeliz", se debe mostrar un incidente específico -digamos, un closet cerrado y dos pomos de miel. Pero cuidado, seguir rígidamente este método puede resultar absurdo. Los asuntos menores pueden exponerse de un modo rápido y directo.
Grabación de risa: Los personajes tiran de la manga del lector en un esfuerzo por provocar una reacción emocional específica. Se ríen como locos de sus propios chistes, lloran a todo volumen por su propio dolor, y le roban al lector cualquier oportunidad de lograr una emoción genuina.
Calamar en la boca: El fallo de un autor en no darse cuenta de que sus propios y extraños conceptos y bromas íntimas no son sencillamente compartidos por el resto del mundo. En vez de aplaudir el ingenio o la profundidad de los comentarios del autor, el resto del mundo lo mirará en un vago estado de shock y alarma, como si tuviera calamares en la boca. Como los escritores de CF son por lo general una camada bastante chiflada, y de hecho convierten esto en una especie de marca de fábrica, "calamar en la boca" funciona también como un elogio a regañadientes, que describe la locura esencial, irreducible, divina e impredecible del verdadero escritor de CF. (Atr. a James P. Blaylock)
Calamar en el mantel: Chéjov dijo que si había dos pistolas de duelo sobre el mantel en el primer acto, debían ser disparadas en el tercero. En otras palabras, un elemento de la trama debe ser llamado a escena en el momento adecuado y con el correspondiente énfasis dramático. No obstante, en las tramas de CF los objetos o sucesos que disparan la historia son a veces tan abrumadores que provocan el colapso de las estructuras de argumento convencionales. Es difícil dramatizar adecuadamente, digamos, los efectos domésticos de un detalle en la cuenta bancaria de papá, mientras un kraken gigante se ocupa de terraformar la ciudad con sus contorsiones. Este desequilibrio entre las normas dramáticas convencionales y las temáticas extremas, grotescas o visionarias de la CF, se conoce como "calamar en el mantel".
Agitar la mano: Un intento de distraer al lector empleando prosa deslumbrante u otros fuegos de artificio verbales, como para desviar la atención de un grave error lógico. (atr. a Steward Brand)
Me rindo, no puedes dispararme: Un intento de disolver la incredulidad del lector mediante un golpe preventivo -como si anticipando las objeciones del lector, el autor las replicase de antemano. "Nunca lo hubiera creído, de no haberlo visto por mi mismo" "Era una de esas sorprendentes coincidencias que sólo se dan en la vida real" "Es una oportunidad en un millón, pero es tan loca que a lo mejor funciona". Sorprendentemente común, sobre todo en la CF. (Atr. John Kessel)
Nebulosidad: un elemento de motivación que el autor omitió por perezoso.
La frase "de algún modo" es un truquito útil para nublar áreas de una historia. "De algún modo se había olvidado de traer la pistola."
Dischismo: La intrusión involuntaria de los entornos físicos del autor, o de su estado mental, en el texto de la historia. Los autores que fuman o beben mientras escriben a menudo ahogan o asfixian a sus personajes con un suministro infinito de bebida o cigarrillos. En las formas más sutiles del Dischismo, los personajes se quejan de su confusión o indecisión -cuando se trata realmente del estado del autor a la hora de escribir, y no el de ellos en la historia. El "Dischismo" se nombra por el crítico que diagnosticó tal síndrome, (atr. Thomas M. Disch).
Señal de Fred: Una forma graciosa del Dischismo, en la que el subconsciente del autor, alarmado por la pobre calidad del texto, hace comentarios críticos involuntarios: "Esto no tiene sentido", "Esto realmente aburre", "Esto parece una mala película". (Atr. Damon Knight)
Interiorización falsa: Una técnica barata de ahorro de trabajo en la que el autor, demasiado perezoso para describir el entorno, aqueja al personaje del punto de vista con una venda en los ojos, un ataque de agorafobia, la urgencia de jugar a los naipes estilo maratón en el salón de fumar, etc.
Falsa humanidad: Una dolencia endémica de la escritura de género, en la que elementos de telenovela de supuesto interés humano se empujan dentro de la historia de cualquier manera, contribuyan o no a la trama o al motivo de la historia. Las acciones de tales personajes provocan una sentimiento de picazón por su irrelevancia, ya que el autor ha inventado sus problemas de la nada, para así tener algún elemento emotivo.
Ficción de diagrama eléctrico: Una enfermedad relacionada con la Falsa humanidad. La ficción de diagrama eléctrico mezcla personajes quienes muestran reacciones emotivas nada convincentes, ya que están opacados por la fascinación del autor por los aparaticos y las conferencias didácticas.
Síndrome de la habitación blanca: Un signo claro y común de la falta de imaginación del autor, vista más a menudo al principio de una historia, antes de que se hallan cuajado los personajes, el entorno y el trasfondo. "Ella despertó en una habitación blanca". La "habitación blanca" es un set sin detalles que aún deben ser inventados -un fallo de invención del autor. El personaje "despierta" para iniciar un tren fresco de pensamiento -igual que el autor. Esta apertura de "habitación blanca" por lo general es seguida por una valoración voluntariosa de circunstancias y explicaciones inútiles; todo lo cual puede ser eliminado sin dolor alguno. Aún queda por ver si el cliché de la habitación blanca desaparecerá del uso, ahora que la mayoría de los autores se enfrentan a pantallas y no a hojas blancas de papel.
PARTE TRES: TIPOS COMUNES DE HISTORIAS DE TALLER
El pomo de Refresco Instantáneo: Una historia tan artificiosa que el autor puede soltar una sorpresa tonta sobre su entorno. Por ejemplo, la historia ocurre en un desierto de arena gruesa y naranja, rodeada por una barrera transparente impenetrable. ¡Sorpresa! Nuestros héroes son microbios en un pomo lleno de refresco en polvo. (Atr. Stephen P. Brown)
Cuando se hace con intenciones serias, y no como engaño, este tipo de historia se puede definir como "Entorno escondido" (Atr. Kate Wilhelm)
La historia del apartamento mugriento: Parecida a la historia de "pobre de mí", este esfuerzo autobiográfico muestra a un escritor miserablemente cuasi-bohemio, que vive en angustia urbana en un apartamento sucio. Los protagonistas son a menudo los amigos disfrazados del autor -amigos que pueden ser los camaradas de taller del autor, para su gran alarma.
La historia del dios greñudo: Una obra que automáticamente adopta un cuento bíblico o mitológico en general, y provee "explicaciones" planas de CF para los sucesos teológicos (Atr. Michael Moorcock)
Historia de Adán y Eva: Variante repugnantemente común de la historia del dios greñudo, en la que un Apocalipsis terrible, una nave espacial estrellada, etc, deja a dos sobrevivientes, hombre y mujer, que resultan ser Adan y Eva, padres de la raza humana!!!
Síndrome de Dennis Hopper: Historia basada en algún fragmento antiguo de ciencia o folklore, que se enrolla como un fideo causando un sentimiento de azarosa extrañeza. Entonces un actor-personaje del tipo lunático (mejor interpretado por Dennis Hopper) se mete en la historia y le cuenta malamente al protagonista lo que pasa, explicando el misterio oculto en una molesta perorata. (Atr. Howard Waldrop)
El tabloide de lo extraño: Historia creada a partir de una confusión de elementos de fantasía y de CF, o mejor aún, de una confusión de puntos de vista básicos entre universos. Por lo general, esta historia surge cuando el autor es incapaz de distinguir entre un universo racional, newtoniano-einsteniano, de causa y efecto, y un universo irracional, supernatural y fantástico. O se trata del FBI cazando a un mutante escapado del laboratorio genético, o de la punta de la perforadora que tropieza con el techo del infierno, pero no ambas cosas a la vez en la misma obra de ficción. Incluso los mundos de fantasía necesitan un consistencia interna, de modo que una historia de Pies Grandes y tratos con el demonio es también un tabloide de lo extraño. La criptozoología del Pies Grandes y la superstición folklórica cristiana no se mezclan bien, ni siquiera para efectos de historieta (Atr. Howard Waldrop)
Deus ex machina o "Dios en la caja": Historia en la que surge una solución milagrosa para el conflicto, que sale de la nada y convierte la trama en irrelevante. H. G. Wells advirtió contra el amor de la CF por el deus ex machina cuando acuñó la famosa frase "si todo es posible, entonces nada es interesante". La CF, que se especializa en hacer que lo imposible parezca plausible, siempre está muy intrigada con los poderes del tipo divino en tamaño bolsillo. Las IAs, realidades virtuales y nanotecnologías son tres elementos contemporáneos de disparo de la trama que constituyen fuentes portables y baratas de milagros infinitos.
Falacia de la semejanza: Historia de CF que adapta superficialmente la parafernalia de una locación de aventura "pulp" ordinaria. La nave espacial "es como" un crucero transatlántico, incluyendo al ingeniero escocés en la bodega. Un planeta colonia "es como" Arizona, excepto por las dos lunas en el cielo. Los Westerns espaciales y las historias de detectives duros futuristas han constituido en especial versiones comunes de esta falacia.
Reinventando la rueda: Un autor novicio pasa las de Caín creando una situación de CF que ya aburre como demonios a los lectores experimentados. Esto era típico de los escritores de mainstream que se aventuraban en la CF. Ahora se ve mucho en los escritores que carecen de experiencia en la historia del género, ya que han sido atraídos hacia la CF por medio de películas, series de televisión, juegos de rol, comics o juegos de computadora.
La Catástrofe cómoda y calentita: Historia en la que horribles sucesos atormentan a toda la raza humana, pero la acción se concentra en un grupo de protagonistas anglosajones blancos de clase media, pulcros y metódicos. La esencia de la catástrofe acogedora es que el héroe debe pasarla bien (una chica, suites gratis en el Hotel Savoy, todos los autos que le de la gana) mientras todos los demás se están muriendo. (atr. Brian Aldiss)
La Declaración de Maternidad: Historia de CF que plantea una amenaza muy incómoda para la condición humana, explora brevemente las implicaciones, y luego se echa para atrás de prisa y corriendo para afirmar las devociones humanísticas y sociales convencionales, como por ejemplo el pastel de manzana y la maternidad. Greg Evan dijo una vez que el secreto de la CF verdaderamente efectiva era "quemar deliberadamente la declaración de maternidad". (Atr. Greg Evan)
La historia del vertedero de cocina: Una historia repleta por la inclusión de todas y cada una de las ideas que se le ocurrieron al autor durante el proceso de escribirla. (Atr. Damon Knight)
El perro silbador: Una historia narrada de forma tan elaborada, arcana o complicada, que impresiona por su puro ingenio narrativo, pero que, como historia, no vale ni un ochavo. Como el perro silbador, es asombroso que pueda silbar -pero de hecho no lo hace muy bien (Atr. Harlan Ellison)
El Comic Book a lo Rembrandt: Una historia en la que se ha obsequiado derroches de destreza a un tema o idea que es básicamente trivial o subliteraria, y que sencillamente no puede soportar el peso de semejante portento artístico y realmente en serio.
Historia en la turbulencia: Historia que no es de CF, la cual es tan ontológicamente distorsionada o narrada de modo tan extrañamente no realista que no halla cobijo entre la ficción del mainstream comercial y por ello busca refugio en el género de CF o Fantasía. Tanto la crítica como la técnica postmoderna son fructíferas a la hora de crear este tipo de historias.
La fábrica de arandelas al vapor: Historia de CF didáctica que consiste enteramente de una guía turística por una farsa enorme y elaborada. Técnica común de las utopías y las distopías de CF. (Atr. Gardner Dozois)
PARTE 4: ARGUMENTOS
Argumento idiota: Un argumento que funciona sólo gracias a que todos los personajes son idiotas. Se comportan del modo que conviene al autor, en vez de tener motivaciones racionales propias. (Atr. James Blish)
Argumento idiota de segundo grado: Un argumento hecho a partir de toda una sociedad de CF inventada que funciona sólo gracias a que todos y cada uno de sus ciudadanos son necesariamente idiotas. (Atr. Damon Knight)
Argumento y...: Argumento picaresco en lo que esto ocurre, y después pasa lo otro, y entonces sucede algo más, y todo se suma para terminar en nada.
Argumento Kudzu: Argumento que crece y se desarrolla y se complica y se enreda en profusión vegetal, sofocándolo todo a su paso.
Trucos de barajas en la oscuridad: Argumento primorosamente afectado o artificioso que llega a (1) al remate de un chiste privado que ningún lector va a entender, o (2) a la exhibición de algunas banalidades eruditas sólo importantes para el autor. Semejante proeza puede ser muy ingeniosa, y muy gratificante para el autor, pero no tiene objetivo visible en lo que a narrar se refiere. (Atr. Tim Powers)
Cupones de argumento: Son los ladrillos básicos de construcción del argumento típico de fantasía tipo gesta. El héroe recolecta suficientes cupones argumentales (espada mágica, anillo mágico, gato mágico) para que el autor le permita llegar al final. El autor decreta que el héroe continuará su gesta hasta que se llenen las suficientes páginas para completar una trilogía. (Atr. Dave Langford)
Alternativas falsas: Una lista de alternativas argumentales que un personaje pudo haber tomado, pero que no tomó. En este manierismo nervioso, el autor detiene por completo la acción para elaborar problemas complejos de argumento a expensas del pobre lector. "Si me hubiera ido con los policías, hubieran encontrado la pistola en mi bolso. Y de todos modos, no quería pasar la noche en la cárcel. Creo que pude haber sencillamente huido en vez de robarles el auto de patrulla, pero entonces..." Es mejor olvidar todo eso.
PARTE 5: CONTEXTO Y ANTECEDENTES
Vertedero de información: Enorme fragmento de materia explicativa indigerible, cuyo propósito es el de explicar la situación de contexto. Los infovertederos pueden ser encubiertos, como en artículos falsos de periódico o "Enciclopedia Galáctica", o manifiestos, donde toda la acción se detiene, y el autor asume el podio y da su conferencia.
También se conocen como "bultos explicativos". El uso de infovertederos breves, diestros e inofensivos se conoce como "kuttnering", por Herny Kuttner. Cuando la información está incluida sin ofrecer obstáculos a la lectura a lo largo de la estructura básica de la historia, esto se conoce como "heinleining".
Stapledon: Nombre asignado a la voz del autor que toma el podio para descargar un infovertedero masivo y magistral. De hecho es un sustantivo común, como en; "Me gusta el modo en que tu stapledon describe el proceso de descargar contenidos cerebrales en la memoria de una computadora, pero cuando más tarde tratas de heinleinzarlo, no entiendo ni cojones de lo que pasa."
Lavadora de carga frontal: Apilar muchas explicaciones al inicio de la historia, hasta que se hace tan densa y seca que es casi imposible de leer. (Atr. Connie Willis)
Historia de ninguna parte y no se sabe cuándo: Poner demasiado pocas explicaciones al inicio de la historia, de modo que ésta, aunque perfectamente legible, parece ocurrir en un espacio vacío, y carece de interés. (Atr. L. Sprage de Camp)
"Como sabes, Bob": Una forma perniciosa de infovertedero mediante el diálogo, en el que los personajes se dicen unos a otros cosas que ya saben, con el fin de actualizar al lector. Esta técnica tan común también se conoce como el "diálogo de Rod y Don". (Atr. Damon Knight), o el "diálogo de la doncella y el mayordomo" (Art. Algis Budrys)
He sufrido por mi Arte (y ahora les toca a ustedes): Una variante de infovertedero en la que el autor descarga sobre el lector montones de datos, duramente adquiridos, en verdad, mientras investigaba para hacer su historia, pero de hecho irrelevantes. Algis Budrys una vez dijo que la tarea existe para que lo difícil parezca fácil.
Muebles usados: El empleo de un contexto de género gastado. Podemos, por ejemplo, usar el Universo Star Trek, si le quitamos los números de serie, y lo llamamos Imperium en vez de Federación.
Patadas al ojo: Detalles reveladores y vívidos que crean un efecto caleidoscópico de apiñada imaginería visual sobre un fondo de CF barrocamente elaborado. Un ideal de la CF ciberpunk era crear una "prosa embutida" llena de "patadas al ojo". (Atr. Rudy Rucker)
Riff ontológico: Pasaje en una historia de CF que sugiere que nuestras más básicas y profundas convicciones sobre la naturaleza de la realidad, el espacio-tiempo, o la conciencia han sido violadas, transformadas tecnológicamente, o al menos demostradas como completamente dudosas. Las obras de H. P. Lovecraft, Barrington Bayley, y Philip K. Dick están llenas de "riffs ontologicos".
PARTE 6: PERSONAJE Y PUNTO DE VISTA
Problema técnico de punto de vista: El autor pierde la pista del punto de vista, cambia de punto de vista al antojo, o cuenta algo que el personaje no puede saber según su punto de vista.
Submito: Tipos de personajes clásicos en la CF que aspiran a la condición de arquetipo pero ni por asomo lo logran, como el científico loco, la supercomputadora neurótica, el alien super-racional y sin emociones, el niño mutante vengativo, etc. (Atr. Ursula K. Le Guin)
Caracterización del sombrero gracioso: Un personaje distinguido por un solo elemento de identidad, tal como extraños aditamentos craneales, una cojera, un ceceo, una cotorra en el hombro, etc.
Mrs. Brown: La personita cotidiana, oprimida, eminentemente común que de algún modo alberga algo vital e importante sobre la condición humana. "Mrs. Brown" es un personaje raro dentro de la CF, siendo por lo general eclipsada por tipos arrogantes de submito hechos del más fino y ori-plateado cartón. En un famoso ensayo, "La Ciencia Ficción y Mrs. Brown", Ursula K. Le Guin condenó la ausencia de Mrs. Brown en el campo de la CF. (Atr. Virginia Woolf)
Tomado de: https://www.taringa.net/+arte/consejos-pa-escribir-buena-literatura_146lgk
https://www.forodeliteratura.com/f/discussion/221/consejos-bruce-sterling
DECALOGOS LITERARIOS: El capítulo de los decálogos tomó vida propia y dada la avalancha de visitas, consideramos que se merece un blog aparte, para degustarlos y organizarlos, para darle el real valor a cada uno de sus autores y sus ideas. Esta página pretende hacer una recopilación de muchos de ellos. Bienvenidos los aportes.
ANTOLOGIA DE DECALOGOS LITERARIOS
"Los Diez Mandamientos, considerados útiles reglas morales para vivir en sociedad, tienen un excelente uso literario. El escritor, al contar sus historias, debería hacer que sus personajes violen constantemente estos mandamientos, en conjunto o por partes. Mientras alguien robe, mate, mienta, fornique, blasfeme o desee a la mujer del prójimo tendremos un conflicto y en consecuencia una historia que contar. Por el contrario, si sus personajes se portan bien, no sucederá nada: todo será aburridísimo."
Uno de los más interesantes y que recoge más sabiduría, tiene un solo postulado. Se lo leí a Alejandro Quintana y dice:
"Porque en realidad ya se ha contado todo; lo novedoso es contarlo de forma interesante".
Fernando Ampuero
Uno de los más interesantes y que recoge más sabiduría, tiene un solo postulado. Se lo leí a Alejandro Quintana y dice:
"Porque en realidad ya se ha contado todo; lo novedoso es contarlo de forma interesante".
Es muy común que los escritores, cuando gozan de cierto reconocimiento, decidan organizar sus ideas en forma de recomendaciones que suelen enumerar en listas, generalmente en forma de decálogos, muy a manera de configurar una suerte de "Tablas de la Ley"o de "Diez Mandamientos" , en los que pontifican,-con razón o sin ella, en concordancia con su prestigio y sabiduría o apenas haciendo gala de una vana pretensión un tanto ególatra- sobre sus verdades decantadas acerca del oficio de escribir.
Unos condensan verdaderas sentencias, otras son apenas esbozos que naufragan en su propia babosería; unos son un compendio de ingenio, otros verdaderos destellos de humor, mientras algunos apenas sí resbalan como peligroso chascarrillo en el reino del lugar común.
De todas maneras, en esta página recopilamos algunos de ellos, como elemento para el análisis y estudio de los interesados en el ejercicio de escribir. Muy recomendado para aprendices y aficionados, para lectores desprevenidos, para alumnos de talleres literarios y para todos los que se deleitan del bello arte de la Literatura.
Al final citamos los más ingeniosos, clásicos, reconocidos o polémicos.
Lo que comenzó como un divertimento, pasó a ser una disciplina que permite enriquecer la teoría de la creación literaria, en la voz de los maestros. La idea original parte de la página www.emiliorestrepo.blogspot.com
Comentarios y aportes, favor remitirlos a emiliorestrepo@gmail.com
martes, 24 de diciembre de 2019
martes, 28 de mayo de 2019
Trece sugerencias de Alonso Cueto para escritores
Trece sugerencias de Alonso Cueto para escritores
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Las convicciones son fruto de la experiencia y por ello Alonso Cueto ha hecho bien en resumirlas en un libro del cual extraemos y compartimos el siguiente colofón. Estas son recomendaciones para escritores que empiezan su recorrido por el incierto y apasionante oficio de la escritura.
Del libro La piel de un escritor. Contar, leer y escribir historias (Fondo de Cultura Económica, 2014) extraemos estos consejos del escritor Alonso Cueto dirigidos a escritores, aunque si partimos de la premisa de que todo escritor es ante todo un lector, bien podríamos decir que esta también es una guía para lectores.
1. La literatura es una cuestión de oído. Lee lo que has escrito en voz alta. Repítelo y corrige los tropiezos del ritmo hasta que “suene bien”. Por “sonar bien” se entiende una relación fluida entre el sonido y el sentido. La literatura, como la música, ocurre en el tiempo. No hay mejor prueba que la voz.
2. La literatura también es una cuestión de mirada. Un escritor debe poder “ver” a sus personajes, gracias a una descripción viva de un detalle físico. Puede cambiar el lente de sus frases para descubrir una luz oculta en sus ojos así como para poder describir el panorama de una plaza o una calle. El lenguaje es un sistema de observación que va graduándose a lo largo de una narración.
3. Parafraseando una frase de Strunk and White, narrar tiene que ver con lo específico, lo particular y lo singular, no con lo abstracto, lo vago y lo general. Estas últimas categorías son de pensadores y científicos, no de escritores. La frase “acaban de matar a Pedro” es más fuerte que “La muerte de un hombre es una tragedia”. Hay que tratar de ser lo más concreto posible. Si escribes que Lucía se subió a su vehículo, dices muy poco. Si escribes que se subió a su automóvil, dices un poco más. Pero si escribes que se subió a su Peugeot azul, estás definiendo una parte de su vida. En ese sentido, los detalles son el dios de la historia. Cuando Anna Karenina ve llegar a su marido a la estación después de haber caído fulminada de amor por Vronski, Tolstoi nos dice que sus orejas le parecieron demasiado grandes. Solo así sabemos que ha dejado de amarlo.
4. Todos los hechos de una narración tienen que ser inesperados pero lógicos. Cada nuevo incidente tiene que partir del anterior pero pasar a un estado nuevo. El incidente es una herramienta al servicio de la construcción de un personaje, un objetivo supremo.
5. Decidir cuánto tiempo se le dedica a cada episodio es un asunto de intuición, de acuerdo a su grado de importancia y su posición en el relato. La cantidad de información que se procesa a lo largo de una historia debe merecer mayor o menor tiempo, de acuerdo a la relevancia que se le quiera dar. En El agente secreto, Joseph Conrad narra en una página el asesinato de Verloc, que ocurre en el instante en el que su esposa le asesta una cuchillada. Por otro lado, un tiempo real largo puede merecer solo una frase: “Pasaron algunos años”. Una novela o un relato es un vehículo temporal que cambia de velocidad constantemente, creando sus propios tiempos.
6. Nunca pienses que escribes para nadie, ni siquiera para un lector imaginario. Escribes para ti mismo. Lo demás son consignas.
7. Es importantísimo conocer a tus personajes como si estuvieran dentro de ti. Debes saber a qué hora les gusta levantarse, qué han soñado, qué toman de desayuno, qué música los hace bailar, cuáles son sus pensamientos ocultos. Sus manías en el vestido, en la forma de comer, sus terrones ocultos, sus frustraciones y anhelos de los cuales ellos mismos pueden no ser conscientes también son parte de la materia prima de un personaje. Esto no significa que necesariamente vas a incluir todos esos detalles en la narración. Pero debes saberlos para conocer bien a los personajes. Toma tiempo conocerlos. Mientras escribes, son más importantes que los amigos y familiares, aunque alguno de estos pueda haberte inspirado. El personaje termina reflejando un aspecto de la intimidad de un escritor, que lo asume como propio. Lo más importante es entenderlos desde dentro.
8. Busca las historias que más te obsesionen. Escucha con atención las historias que te cuentan. Recuerda las historias de la Biblia o de los cuentos infantiles y trata de adaptarlas a tu vida para contarlas otra vez. Recuerda tus propias historias. Tu infancia es una caverna llena de memorias íntimas, entrañables, desgarradas en las que tienes que internarte. Estamos rodeados de historias. Pero solo son un punto de partida. Lo importante es lo que hagas con ellas.
9. Mira a la gente a tu alrededor. Los relatos de cada persona están escritos en su ropa, en sus gestos, en sus palabras. Los paraderos, los restaurantes, las colas de los bancos son buenos lugares de observación. No puedes dejar de observar.
10. Lee a los grandes autores pero también a los malos que te gusten y que tengan algo que enseñarte. Una vez que te enseñen algo, trata de olvidarlos. Nunca leas por obligación, siempre por placer. A veces se puede aprender más de un autor que cuenta una historia sin pretensiones artísticas que de un “artista consumado”. Si descubres algunos errores en sus frases o en su historia, imagina lo que habrías hecho en su lugar.
11. Piensa siempre que el crítico literario, salvo casos excepcionales, es solo un lector más. Solo hay un puñado de ellos que valen la pena, y lo puedes saber si en sus textos te han dicho algo interesante que no tiene que ver directamente con los libros que te comentan.
12. Escribir es urgente. Una señal de ello es que nadie te pide que escribas. Nunca dejes de escribir. Nunca dejes de pensar en historias. Nunca fantasees con lo que vas a ganar o a perder escribiendo. Ese no es el problema. No hay problema. Escribe todo el tiempo, aun cuando no estés frente a un papel o a una pantalla. Si ya has vivido lo suficiente, busca la soledad y el silencio. No importa lo que digan. Casi todos los otros seres humanos son potenciales enemigos del trabajo de un escritor. Los aliados escasean. Asegúrate de que tu cónyuge sea uno. De lo contrario, sepárate cuanto antes.
13. Nunca olvides que escribir es romper todos los diques: abandonarse, perderse, olvidarse.
martes, 14 de mayo de 2019
Consejos para escritores de Antón Chéjov
Consejos
para escritores de Antón Chéjov
Hace mucho tiempo que publico, he dado ya a la imprenta un quintal de cuentos y aún no sé dónde está mi punto fuerte y dónde mi punto débil.
Antón Chéjov
Chéjov nunca escribió ensayos sobre teoría literaria.
Los siguientes son párrafos extractados de la abundante correspondencia que
Chéjov mantuvo con su hermano y con otros escritores a lo largo de su vida y
que fueron compilados en un libro llamado «Sin
trama y sin final. 99 consejos para escritores»:
No
escribir para uno mismo sino para el lector
Basta con ser más honrado: quitarse de en medio
siempre y en cualquier parte, no estorbar a los protagonistas de la propia
novela, renegar de uno mismo, aunque sea por media hora. Hay un relato tuyo en
el que, durante toda la comida, dos cónyuges no hacen más que besuquearse,
lamentarse, verter un mar de lágrimas. No hay una sola palabra sensata, todo es
sentimentalismo. Ahora bien, tú no has escrito para el lector… has escrito
porque a ti te gustan esas charlas. Si en lugar de eso hubieses descrito la comida,
cómo comían, qué comían, cómo era la cocinera, qué vulgar era tu protagonista,
satisfecho de su mezquina felicidad; qué vulgar era tu heroína, qué ridículo
era su amor por ese zopenco saciado y ahíto, con una servilleta anudada al
cuello… Cierto que a todo el mundo le gusta ver gente bien alimentada y
satisfecha, pero para describirla no basta con referirse a lo que dicen y a las
veces que se besan… Se requiere algo más: renunciar a la impresión personal que
una felicidad almibarada produce en cualquier hombre no amargado… El
subjetivismo es una cosa tremenda. Es un mal por el solo hecho de que ata de
pies y manos al pobre autor.
(A Aleksandr Chéjov, Moscú, 20 de febrero de 1883).
Leer,
mirar alrededor y escuchar
En cuanto a Sajalín […] sólo quiero escribir cien o
doscientas páginas y saldar de ese modo la deuda que he contraído con la
medicina a la que, como sabe, he tratado como un cerdo. Es posible que no
consiga escribir nada, pero ni siquiera en ese caso el viaje pierde su
fascinación: leyendo, mirando y escuchando, descubriré y aprenderé muchas
cosas. Aún no he partido, pero gracias a los libros que he tenido que leer en
estos últimos tiempos, he aprendido muchas cosas que todo el mundo debería
conocer bajo pena de cuarenta azotes, y que yo desconocía por completo.
(A Alekséi Suvorin, Moscú, 9 de marzo de 1890)
Tachar
sin piedad
Mi alma está llena de pereza y de un sentimiento de
libertad. Es la sangre que bulle al acercarse la primavera. Y sin embargo,
estoy trabajando. Preparo el material para mi tercer libro y tacho sin piedad.
Es extraño: ahora tengo la manía de la brevedad; nada de lo que leo, mío o
ajeno, me parece lo bastante breve.
(A Alekséi Suvorin, 6 de febrero de 1889)
Testigo,
no juez
Me parece que no corresponde a los literatos resolver
problemas como el de Dios, el pesimismo, etc. La tarea del narrador consiste
únicamente en retratar a quienes han hablado o meditado sobre Dios o sobre el
pesimismo, así como el modo y las circunstancias en que lo han hecho. El
artista no debe convertirse en juez de sus personajes ni de sus palabras, sino
en un testigo desapasionado. Si escucho un discurso incoherente y deslavazado
de dos rusos sobre el pesimismo, debo referirlo en la misma forma en que lo he
oído; emitir un juicio es cosa del jurado, es decir, de los lectores. Lo único
que necesito es tener el talento necesario para distinguir las opiniones
importantes de las que no lo son, saber presentar a los personajes y hablar con
sus propias palabras. Scheglov-Leóntev se queja de que haya terminado el relato
con la frase: «¡No hay manera de entender nada en este mundo!». Según él, el
artista psicólogo debe comprender, por el hecho mismo de ser psicólogo. Pero yo
no estoy de acuerdo con él. Las personas que escriben, y los artistas en
particular, deben reconocer que en este mundo no hay modo de entender nada,
como en su momento lo reconocieron Sócrates y Voltaire. La gente cree saberlo y
comprenderlo todo; y cuanto más tonta es, más vasto parece su horizonte. Pero
si el artista, al que la gente cree, tuviese el valor de afirmar que no
comprende nada de lo que ve, demostraría un gran conocimiento y daría un gran
paso en el campo del pensamiento.
(A Alekséi Suvorin, Sumi, 30 de mayo de 1888)
Del
sueño al relato
He escrito El monje negro sin ninguna idea
melancólica, sino con fría meditación. Simplemente me entraron ganas de
representar la megalomanía. En cuanto al monje que vuela a través de los
campos, lo he soñado; por la mañana, nada más despertar, le he hablado de él a
Misha. Dígale a Anna Ivánovna que, gracias a Dios, el pobre Antón Pávlovich aún
no se ha vuelto loco; lo que pasa es que cena demasiado y en consecuencia ve
monjes en sueños.
(A Alekséi Suvorin, Mélijovo, 25 de enero de 1894)
Cinco
o seis días
Para escribir un relato se requieren cinco o seis
días, durante los cuales uno no debe pensar en otra cosa; en caso contrario,
las frases no adquirirán nunca la forma adecuada.
Antes de ponerla en papel, cada frase debe permanecer
en la cabeza un par de días, para adquirir cuerpo. En realidad, yo mismo soy
demasiado perezoso para atenerme a esa regla, pero como usted es joven se la
recomiendo fervientemente, pues he experimentado muchas veces sus efectos
beneficiosos, y sé que los manuscritos de todos los auténticos maestros han
sido emborronados de arriba abajo, desgastados y cubiertos de añadidos que a su
vez están llenos de tachaduras y correcciones.
(A Aleksandr Lázarev-Gruzinski, Moscú, 13 de marzo de
1890).
Un
año y medio
Escriba una novela. Escríbala durante un año entero,
luego acórtela durante medio año y después publíquela. Usted lima poco, y un
escritor, más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el trabajo sea
minucioso, elaborado.
(A Lidia Avílova, San Petersburgo, 15 de febrero de
1895)
Seis
condiciones
«La ciudad del futuro» es un tema excelente, novedoso
e interesante. Si no trabajas con desgana, creo que te saldrá bien, pero si
eres un holgazán, que el diablo te lleve. «La ciudad del futuro» sólo se convertirá
en una obra de arte si sigues las siguientes condiciones: 1) ninguna monserga
de carácter político, social, económico; 2) objetividad absoluta; 3) veracidad
en la pintura de los personajes y de los objetos; 4) máxima concisión; 5)
audacia y originalidad; rechaza todo lo convencional; 6) espontaneidad.
(A Aleksandr Chéjov, Moscú, 10 de mayo de 1886).
Nada
sucede por casualidad
Le devuelvo su poema. Personalmente me parece que su
forma es excelente, pero, sabe, no soy muy ducho en versos; entiendo poco. En
cuanto al contenido, no es persuasivo. Por ejemplo, su leproso dice: «Llevo
prendas rebuscadas / y no me atrevo a mirar por la ventana». No se entiende por
qué un leproso necesita prendas rebuscadas. Y ¿por qué no se atreve a mirar? En
general, el comportamiento de su héroe a menudo carece de lógica, mientras que
en el arte, como en la vida, nada sucede por casualidad.
(A Borís Sadovski, Moscú, 28 de mayo de 1904)
En
el arte no se puede mentir
Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza
particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política,
en la medicina; se puede engañar a la gente, incluso a Dios; pero en el arte no
se puede mentir.
(Carta sin fecha [¿1900?])
Una
tanda de consejos
Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al
contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar
al que ir.
Cuando escribo no tengo la impresión de que mis
historias sean tristes. En cualquier caso, cuando trabajo estoy siempre de buen
humor. Cuanto más alegre es mi vida, más sombríos son los relatos que escribo.
Dios mío, no permitas que juzgue o hable de lo que no
conozco y no comprendo.
No pulir, no limar demasiado. Hay que ser desmañado y
audaz. La brevedad es hermana del talento.
Lo he visto todo. No obstante, ahora no se trata de lo
que he visto sino de cómo lo he visto.
Es extraño: ahora tengo la manía de la brevedad: nada
de lo que leo, mío o ajeno, me parece lo bastante breve.
Cuando escribo, confío plenamente en que el lector
añadirá por su cuenta los elementos subjetivos que faltan al cuento.
Es más fácil escribir de Sócrates que de una señorita
o de una cocinera.
Guarde el relato en un baúl un año entero y, después
de ese tiempo, vuelva a leerlo.
Entonces lo verá todo más claro. Escriba una
novela. Escríbala durante un año entero. Después acórtela medio año y después
publíquela. Un escritor, más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el
trabajo sea minucioso, elaborado.
Te aconsejo: 1) ninguna monserga de carácter político,
social, económico; 2) objetividad absoluta; 3) veracidad en la pintura de los
personajes y de las cosas; 4) máxima concisión; 5) audacia y originalidad:
rechaza todo lo convencional; 6) espontaneidad.
Es difícil unir las ganas de vivir con las de escribir.
No dejes correr tu pluma cuando tu cabeza está cansada.
Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza
particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política,
en la medicina, se puede engañar a la gente e incluso a Dios, pero en el arte
no se puede mentir.
Nada es más fácil que describir autoridades
antipáticas. Al lector le gusta, pero sólo al más insoportable, al más mediocre
de los lectores.
Dios te guarde de los lugares comunes. Lo mejor de todo es no
describir el estado de ánimo de los personajes. Hay que tratar de que se
desprenda de sus propias acciones. No publiques hasta estar seguro de que tus
personajes están vivos y de que no pecas contra la realidad.
Escribir para los críticos tiene tanto sentido como
darle a oler flores a una persona resfriada.
No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en
este mundo no se entiende nada. Sólo los charlatanes y los imbéciles creen
comprenderlo todo.
No es la escritura en sí misma lo que me da náusea,
sino el entorno literario, del que no es posible escapar y que te acompaña a
todas partes, como a la tierra su atmósfera. No creo en nuestra intelligentsia,
que es hipócrita, falsa, histérica, maleducada, ociosa; no le creo ni siquiera
cuando sufre y se lamenta, ya que sus perseguidores proceden de sus propias
entrañas. Creo en los individuos, en unas pocas personas esparcidas por todos
los rincones -sean intelectuales o campesinos-; en ellos está la fuerza, aunque
sean pocos.
Escribir sin prejuicios
La escritura de ficción no es un editorial. El
prejuicio y la altivez moral de quien escribe únicamente empañan la fluidez de
la historia. Los escritores son testigos y deben admitir con humildad que no
entienden nada de este mundo. “El artista no debe convertirse en juez de sus
personajes ni de sus palabras, sino en un testigo desapasionado (…) Lo único
que necesito es tener el talento necesario para distinguir las opiniones
importantes de las que no lo son, saber presentar a los personajes y hablar con
sus propias palabras”.
La
belleza de la brevedad
El lenguaje sin adornos, la eliminación de adjetivos y
adverbios, el uso moderado de datos. En definitiva, la belleza de lo breve. Sin
artificios. “Acortar tú mismo hasta el nec plus ultra y reelaborar. Cuanto más
breves sean tus relatos, más a menudo los publicarán. Pero lo esencial es esto:
ten los ojos bien abiertos, vigila y suda, reescribe cinco veces el mismo
relato, acórtalo, etc”.
La
importancia de la edición
Escribir-borrar-tachar-rescribir-desechar son parte
del proceso. Alejarse del texto, reposarlo como los vinos y volver a éste
cuando ya la intoxicación haya pasado. Chéjov aconsejaba guardar un relato en
un baúl un año entero y al cabo de ese tiempo volver a leerlo. “Un escritor,
más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el trabajo sea minucioso,
elaborado”.
Rumiar
la idea, obsesionarse
Si vas caminando y escuchas una frase que te engancha,
una frase que te hace desarrollar un relato entero en tu cabeza: no la tragues,
rúmiala hasta que tenga el cuerpo y el color preciso. Hasta que se
materialicen, sientas el olor, te obsesiones. “Antes de ponerla en papel, cada
frase debe permanecer en la cabeza un par de días para adquirir cuerpo”. Más
breves que Chéjov, no te apresures.
Dios
te guarde de los lugares comunes, hay que mostrar no afirmar
Si uno de tus personajes es malo. No lo digas.
Muéstralo. Describe la maldad, pero… “Dios te guarde de los lugares comunes. Lo
mejor de todo es no describir el estado de ánimo de los personajes; hay que
tratar de que se desprenda de sus propias acciones…”.
No
tener miedo de parecer tonto
Escribir sin miedo, con atrevimiento y originalidad.
Llevar la imaginación al límite, permitirse un poco de libertad. “No tengas
miedo de escribir tonterías”.
Leer
y viajar
Quien lee y viaja tiene ventaja al momento de
escribir, pues es la forma en la que se llenará de experiencias y de nuevas
historias para contar. “Es posible que no consiga escribir, pero ni siquiera en
ese caso el viaje pierde su fascinación: leyendo, mirando y escuchando,
descubrirá y aprenderá muchas cosas”.
Otras Misivas
Otras Misivas
A Alexéi M. Peshkov (Máximo Gorki). Yalta, 3 de diciembre de 1898
Me pregunta cuál es mi opinión sobre sus cuentos. ¿Qué opinión tengo? Un talento indudable, y además un verdadero y gran talento. Por ejemplo, en el cuento “En la estepa crece” con una fuerza inhabitual, e incluso me invade la envidia de no haberlo escrito yo. Usted es un artista, una persona sabia. Siente a la perfección. Es plástico, es decir, cuando representa algo, lo observa y lo palpa con las manos. Eso es arte auténtico. Esa es mi opinión y estoy muy contento de poder expresársela. Yo, repito, estoy muy contento, y si nos hubiésemos conocido y hablado en otro momento, se hubiese convencido del alto aprecio que le tengo y de qué esperanzas albergo en su talento.
¿Hablar ahora de los defectos? No es tan fácil. Hablar sobre los defectos del talento es como hablar sobre los defectos de un gran árbol que crece en un jardín. El caso es que la imagen esencial no se obtiene del árbol en sí, sino del gusto de quien lo mira. ¿No es así?
Comenzaré diciéndole que, en mi opinión, usted no tiene contención. Es como un espectador en el teatro que expresa su entusiasmo de forma tan incontinente que le impide escuchar a los demás y a sí mismo. Especialmente esta incontinencia se nota en las descripciones de la naturaleza con las que mantiene un diálogo; cuando se leen, se desea que fueran compactas, en dos o tres líneas. Las frecuentes menciones del placer, los susurros, el ambiente aterciopelado y demás, añaden a estas descripciones cierta retórica y monotonía, y enfrían, casi cansan. La falta de continencia se siente en la descripción de las mujeres (“Malva”, “En las balsas”) y en las escenas de amor. Eso no es oscilación y amplitud del pincel, sino exactamente falta de continencia verbal. Después es frecuente la utilización de palabras inadecuadas en cuentos de su tipo. Acompañamiento, disco, armonía: esas palabras molestan. […] En las representaciones de gente instruida se nota cierta tensión, como si fuera precaución; y esto no porque usted haya observado poco a la gente instruida, usted la conoce, pero no sabe exactamente desde qué lado acercarse a ella. ¿Cuántos años tiene usted? No lo conozco, no sé de dónde es ni quién es, pero tengo la impresión de que aún es joven. Debería dejar Nizhni [Nizhni-Novgorod] y durante dos o tres años vivir, por así decirlo, alrededor de la literatura y los círculos literarios; esto no para que nuestra generación le enseñe algo, sino más bien para que se acostumbre, y siente definitivamente la cabeza con la literatura y se encariñe a ella. En las provincias se envejece pronto. Korolenko, Potapenko, Mamin [Mamin-Sibiriak], Ertel, son personas excelentes; en un primer momento, quizás le resulte a usted aburrido estar con ellos, pero después, tras dos años, se acostumbrará y los valorará como merecen, y su compañía le servirá para soportar la desagradable e incómoda vida de la capital.
A Mijail P. Chéjov, Taganrog, 6 y 8 de abril de 1879
Haces bien en leer libros. Acostúmbrate a leer. Con el tiempo, valorarás esa costumbre. ¿La señora Beecher Stow [novelista norteamericana, autora de La cabaña del tío Tom] te ha arrancado unas lágrimas? La leí hace tiempo y he vuelto a leerla hace unos seis meses con un fin científico, y después de la lectura sentí la sensación desagradable que sienten los mortales que comen uvas pasas en exceso… Lee los siguientes libros: Don Quijote (completo, en siete u ocho partes). Es bueno. Las obras de Cervantes se encuentran a la altura de las de Shakespeare. Aconsejo a los hermanos que lean, si aún no lo han hecho, Don Quijote y Hamlet, de Turguéniev. Tú, hermano, no lo entenderás. Si quieres leer un viaje que no sea aburrido, lee La fragata Palas, de Goncharov.
A Dmitri V. Grigoróvich, Moscú, 28 de marzo de 1886
Su carta, mi querido y buen bienhechor, me ha impactado como un rayo. Me conmovió y casi rompo a llorar. Ahora pienso que ha dejado una profunda huella en mi alma. […]
Todas las personas cercanas a mí siempre han menospreciado mi actividad de escritor y no han cesado de aconsejarme amistosamente que no cambiara mi ocupación actual por la de escritor. Tengo en Moscú cientos de conocidos, entre ellos dos decenas que escriben, y no puedo recordar ni a uno sólo que haya visto en mí a un artista. En Moscú existe el llamado “círculo literario”. Talentos y mediocridades de cualquier pelaje y edad se reúnen una vez por semana en el reservado de un restaurante y dan rienda suelta a sus lenguas. Si fuera allí y les leyera una parte de su carta, se reirían de mí. Tras cinco años de deambular por los periódicos he logrado compenetrarme con esa opinión general de mi insignificancia literaria. En seguida me acostumbré a mirar mis trabajos con indulgencia y a escribir de manera trivial. Esa es la primera razón. La segunda es que soy médico y siento una gran pasión por la medicina de modo que el proverbio sobre las dos liebres [“El que sigue dos liebres, tal vez cace una, y muchas veces, ninguna”] nunca quitó tanto el sueño a nadie como a mí. Le escribo todo esto sólo para justificar un poco ante usted mi gran pecado. Hasta ahora he mantenido, respecto a mi labor literaria, una actitud superficial, negligente y gratuita. No recuerdo ni un solo cuento mío en el que haya trabajado más de un día. “El cazador”, que a usted le gusta, lo escribí en una casa de baños. He escrito mis cuentos como los reporteros que informan de un incendio: mecánicamente, medio inconsciente, sin preocuparme para nada del lector ni de mí mismo… He escrito intentando no desperdiciar en un cuento las imágenes y los cuadros que quiero y que, sabe Dios por qué, he guardado y escondido con mucho cuidado. […]
Disculpe la comparación, pero ha actuado en mí como la orden gubernamental de “abandonar la ciudad en 24 horas”, esto es, de pronto he sentido la imperiosa necesidad de darme prisa, de salir lo antes posible del lugar donde me hallo empantanado… Estoy de acuerdo en todo con usted. El cinismo que me señala, lo sentí al ver publicado “La bruja”. Si hubiera escrito ese cuento no en un día, sino en tres o cuatro, no lo tendría… Me libraré de los trabajos urgentes, pero me llevará tiempo… No es posible abandonar el carril en el que me encuentro. No me importa pasar hambre, como ya pasé antes, pero no se trata de mí. Dedico a escribir mis horas de ocio, dos o tres por día y un poco de la noche, esto es, un tiempo apenas suficiente para pequeños trabajos. En verano, cuando tenga más tiempo libre y menos obligaciones, me ocuparé de asuntos serios.
No puedo poner mi verdadero nombre en el libro, porque ya es tarde: la viñeta ya está preparada y el libro, impreso. Mucha gente de Petersburgo me ha aconsejado, antes que usted, no echar a perder el libro con un pseudónimo, pero no les he hecho caso, probablemente por amor propio. No me gusta nada mi libro [Cuentos abigarrados se publicó bajo el pseudónimo de Antosha Chejonté]. Es una vinagreta, un batiburrillo de trabajos estudiantiles, desplumados por la censura y por los editores de las publicaciones humorísticas. Creo que, después de leerlo, muchos se sentirán decepcionados. Si hubiera sabido que usted me lee y sigue mis pasos, no lo habría publicado. La esperanza está en el futuro. Sólo tengo 26 años. Quizás me dé tiempo a hacer algo, aunque el tiempo pasa deprisa. Le pido disculpas por esta carta tan larga. […] Con profundo y sincero respeto y agradecimiento.
(A Alexander Chéjov. Abril de 1883)
(…) Insistes en llenar tus relatos de tonterías insignificantes, a pesar de que no eres un escritor subjetivo por naturaleza. En ti, ése es un rasgo adquirido. Abandonar esa subjetividad es tan fácil como beber un trago. Uno sólo tiene que ser más honesto, abrirse y exponerse en cualquier parte, no invadir ni atropellar al héroe de su propio relato, renunciar a uno mismo aunque sea por media hora. Tienes un cuento donde una joven pareja de recién casados se besa durante toda la comida, sufre sin causa, llora mares de lágrimas. Ni una palabra sensata; nada más que sentimentalidad. Quiere decir que no escribiste para el lector. Escribiste porque a ti te gusta ese tipo de chismes. Pero supongamos que tuvieras que describir la cena: cómo comieron, qué comieron, cómo es la cocinera, cuán insípido es tu héroe, cuán contento con su fácil felicidad, cuán insípida es tu heroína, cuán divertido su amor por este satisfecho y sobrealimentado bebe-ganso: a todos nos gusta ver gente contenta y feliz, es verdad, pero describir todo lo que se dijeron y cuántas veces se besaron no es suficiente. Necesitas algo más: liberarte a ti mismo de la expresión personal que una plácida y melosa felicidad produce en todo el mundo (…). La subjetividad es algo terrible. Es mala por el sólo hecho de que revela la mano - y también los pies - del autor. Apuesto a que todas las hijas-de-predicador y esposas-de-empleado que leen tus obras se enamoran de ti; y si fueras alemán, te servirían cerveza gratis en todas las cervecerías atendidas por mujeres. Si no fuera por esa subjetividad, serías el mejor de los artistas. Sabes cómo reír, cómo herir y cómo ridiculizar, posees un estilo acabado y gran experiencia, porque has vivido tantas cosas, pero ¡qué lástima! Todo es material se desperdicia.
(A Alexander Chéjov. Abril de 1886)
En mi opinión, una verdadera descripción de la naturaleza debe ser breve, poseer carácter y relevancia. Hay que acabar con lugares comunes como "el sol poniente, bañado en las olas del mar oscurecido, vertió su oro carmesí", o "las golondrinas, sobrevolando la superficie del agua, gorjeaban jubilosas". Al describir la naturaleza, uno debe atrapar pequeños detalles arreglándolos de tal manera que con los ojos cerrados se obtenga en la mente una imagen clara. Por ejemplo, si quieres lograr el efecto total de una clara noche de luna, escribe que un trozo de cristal de botella rota brillaba como una pequeña estrella en el estanque del molino, mientras la sombra oscura de un perro o un lobo pasó bruscamente como una pelota, y así sucesivamente. La naturaleza cobrará así vida si no temes comparar sus fenómenos con acciones humanas ordinarias.
En la esfera de lo psicológico, los detalles son también la clave. Dios nos libre de los lugares comunes. Primero que nada, evita describir el estado interior del héroe, tienes que tratar de que se aclare a partir de sus acciones. No es necesario retratar demasiados personajes. El centro de gravedad debe estar en dos personas: él y ella (…). Te escribo esto como lector que tiene un gusto definido. También para que tú, al escribir, no te sientas sólo. Es duro estar solo en el trabajo. Es mejor recibir un comentario crítico pobre que no recibir ninguno en absoluto, ¿no es verdad?
(A I. L. Shecheglov. Enero de 1888)
(…) no debes dar al lector ninguna oportunidad de recuperarse: tienes que mantenerlo siempre en suspenso. Estos comentarios no serían aplicables si "Mignon" fuera una novela. Las obras largas y detalladas tienen sus propios fines particulares, que por supuesto requieren de la ejecución mas cuidadosa (…). Pero en los cuentos es mejor no decir suficiente que decir demasiado, porque… porque… No sé por qué.
(A V. G. Korolenko. Abril de 1888)
Le estoy enviando el cuento sobre el suicidio. Yo lo leo y no encuentro en él nada que pudiera interesarle; es una obra pobre (…). Ayer di a leer el cuento que estoy escribiendo para el Sieverny Viesnik a una muchacha. Lo leyó y me dijo: "¡Oh, qué aburrido!". Eso es: realmente aburrido. He tratado por todos los medios de darle vida; lo he acortado, lo he pulido, etc., pero sigue siendo aburrido a pesar de mis esfuerzos.
(A A. N. Pleshcheyev. Abril de 1888)
He venido trabajando por largo tiempo (…) en un cuento breve para la Sieverny Viesnik. Ha debido estar terminado hace meses, pero ¡Dios mío! Siento que no lo terminaré hasta mayo. Desafortunadamente, no estoy satisfecho con él y me he prometido a mí mismo no enviártelo hasta que no lo haya dominado. Hoy he leído todo lo escrito hasta ahora, he reescrito partes y he decidido comenzar de nuevo desde el principio. Aun si no resulta lo que yo esperaba, sabré al menos que trabajé de manera concienzuda y que me he ganado el dinero que pudiera traerme. El cuento carece de interés y de sabor. Yo lo reordeno, lo ironizo, le hago todo tipo de cambios, y aún me deja insatisfecho; así que ya lo tengo decidido: lo terminaré para mayo o lo abandonaré por completo.
(otros 25 fragmentos de cartas dirigidas a amigos,
escritores, familiares, etc.)
1/ Dios mío: no permitas que juzgue o hable de lo que
no conozco o no comprendo.
2/ Toma algo de la vida cotidiana sin preocuparte por
la trama y sin final.
3/ No se trata de lo que he visto sino de cómo lo he
visto.
4/ Escribe una crónica durante un año entero; luego
acórtala durante medio año y después publícala. Tú limas poco y un escritor,
más que escribir, debe aprender a bordar sobre el papel; el trabajo debe ser
minucioso y elaborado.
5/ No inventes sufrimientos que no has experimentado;
no describas paisajes que no has visto; la mentira, en la escritura, resulta
más molesta que en una conversación.
6/Nunca se debe mentir. El arte tiene esa grandeza
particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política,
en la medicina; se puede engañar a la gente, incluso a Dios; pero en el arte no
se puede mentir.
7/ Evitar descripciones rutinarias de los objetos:
“Los estantes de la pared estaban llenos de libros”, etc.
8/ Las descripciones de la naturaleza deben ser breves
y cumplir una función. Deben dejarse de lado lugares comunes del tipo: “El sol
poniente, sumergiéndose en las olas ya oscuras del mar, inundaba de un oro purpúreo, etc.”. O “las golondrinas,
volando sobre la superficie del agua, piaban alegremente”.
9/ Evitar el antropomorfismo: el mar respira, susurra,
está desconsolado, etc; esas asimilaciones hacen las descripciones bastante
monótonas, a veces empalagosas y otras oscuras; en las descripciones de la
naturaleza el color y la expresión se alcanzan solo con sencillez, con frases
simples del tipo “oscurece”, “llueve” y otras por el estilo.
10/Lo mejor es no describir el estado de ánimo de los
protagonistas de un relato; hay que tratar que dicho estado se desprenda de las
acciones de los protagonistas.
11/ Conviene no abundar con los detalles. Resulta más
efectivo sacrificarlos al conjunto. Los detalles, por muy interesantes que
sean, fatigan la atención del lector.
12/ La
abundancia de personajes en escena suele ser errónea. El centro de gravedad
deberían ser solo dos: él y ella…
13/ Puede llorar con un relato, puede sufrir con sus
personajes, pero debe hacerlo de tal modo que el lector no lo perciba. Cuanto
mayor sea su objetividad más fuerte será la impresión que produzca.
14/ Cuanto más sentimental sea la situación abordada,
más fría debería ser la escritura. No conviene azucarar.
15/ Nunca escribí directamente del natural. Sólo sé
escribir basándome en recuerdos. Necesito que mi memoria decante el motivo y
que en ella, como en un filtro, solo quede lo que es importante y
característico.
16/ Recuerda que las declaraciones de amor, la
infidelidad de maridos y esposas, las lágrimas de la viuda y los huérfanos,
cualquier tipo de lágrimas, vienen siendo descritas hace mucho tiempo. El
tratamiento del tema debe ser nuevo; podemos incluso prescindir de la trama.
17/ No seamos charlatanes y admitamos con franqueza
que en este mundo no se entiende nada. Sólo los imbéciles y los ignorantes
creen comprenderlo todo.
18/ Me reprocha usted mi inmoralidad, mi falta de
objetividad…Quizás querría que yo, al describir ladrones de caballos en un
cuento, dijera que “robar caballos está mal”. Pero eso ya se sabe desde hace
tiempo sin necesidad de que yo lo diga. Que se ocupen los jueces de eso. Admito
que sería agradable conciliar arte y predicación; pero en mi caso es imposible
por motivos técnicos.
19/ Es un buen hombre, no exento de ingenio, pero
literalmente inculto. Tiene una pasión por los lugares comunes, por las
palabras y descripciones altisonantes y cree que esos ornamentos son
indispensables a la hora de escribir. Se parece por momentos a esos creyentes
que no se atreven a rezar a Dios en ruso
y lo hacen en eslavo eclesiástico, aún sabiendo que el ruso está más cerca de
la verdad y el corazón.
20/ No temas escribir tonterías.
21/ No es la escritura en sí misma lo que me da náuseas
sino el entorno literario, del que no es posible escapar, y que te acompaña a
todas partes, como la atmósfera a la tierra.
22/ Se me reprocha que sólo escriba sobre
acontecimientos mediocres y que no presente héroes positivos en mis relatos.
¿De qué clase de héroes quieren que hable? Me limito a decir a los lectores:
¡miren que aburrida y tonta es la vida que llevan! Si los lectores entienden
seguramente se inventarán una vida diferente y mejor.
23/ Al corregir suprima adjetivos y adverbios que
sobren. Pone usted muchos adjetivos y eso cansa. Cuando escribo “el hombre se
sentó en la hierba” resulta comprensible: es claro y no fatiga. Por contrario
resulta pesado para la cabeza si escribo: “Un hombre alto, de pecho hundido,
estatura mediana y barba pelirroja, se sentó sobre la hierba ya pisada por los
paseantes; se sentó sin hacer ruido, tímidamente, mirando con temor a su
alrededor”. Este pasaje tarda en entrar en la cabeza y la literatura debe
entrar de golpe, en un instante”.
24/ Algunas noticias biográficas resultan inútiles. Si
escribo “en 1839” eso no le dirá nada a un francés. Tal vez quedaría mejor así:
“A la edad de veinte años Dostoievsky” tal y tal cosa. Para mí esas informaciones son más
importantes que las fechas. El público no retiene a estas últimas. Finalmente
se convierten en letra muerta.
25/ ¡Déjese de paréntesis y comillas! Las comillas las
emplean dos tipos de autores: los tímidos y los poco ingeniosos. Algunos ponen
una palabra entre comillas como diciendo: “¡Fíjate lector qué palabra tan
atrevida, original y nueva acabo de inventar!”
En otra carta a Alexánder, le anota una serie de condiciones para la escritura de un cuento (Moscú, 10 de mayo de 1886):
“1. Ausencia de palabrería prolongada de naturaleza socio-politico-económica. 2. Objetividad total. 3. Veracidad en las descripciones de los personajes y de los objetos. 4 Brevedad extrema. 5. Osadía y originalidad (huye de los lugares comunes). 6. Sinceridad. En mi opinión, las descripciones de la naturaleza deben ser muy breves y tener un carácter intencionado”.
En cuanto al teatro, en una carta a Olga Knipper, actriz y esposa de Chéjov, le comenta (Yalta, 4 de octubre de 1899):
“El arte, sobre todo, el arte escénico, es un campo por donde no se puede andar sin tropiezos. Por delante hay muchos días desgraciados y temporadas completamente fallidas; habrá grandes errores y grandes desilusiones. Hay que estar preparado para todo eso, aguardarlo y, a pesar de todo, seguir con empeño, como un fanático, tu propia línea”.
Acerca de la crítica de las obras literarias, Chéjov se expresa así en una carta dirigida a su amigo Scheglov –pseudónimo de Iván L. Leóntiev, escritor y dramaturgo- (Moscú, 2 de marzo de 1890):
“Me asusta la palabra “arte”, como a las mujeres de los comerciantes les asustan los espantajos. Cuando me hablan de lo artístico y de lo antiartístico, de lo que escénico y de lo que no lo es, de tendencias, de realismo, etc., me pierdo, titubeo y respondo con medias verdades banales, que no valen nada. Divido las obras en dos clases: las que me gustan y las que no me gustan”.
Estas
son sus frases más célebres:
“La literatura es mi esposa legítima y la medicina mi
amante. Cuando me canso de una, paso la noche con la otra”.
“Aislarse en el trabajo creativo es mejor que las
críticas negativas que no hacen nada en absoluto”.
“Cuando pienso en mi vocación no temo a la vida”.
“El amor es un escándalo de tipo personal”.
“El arte de escribir consiste en decir mucho con pocas
palabras”.
“El hombre vulgar espera lo bueno y lo malo del
exterior, el hombre que piensa lo espera de sí mismo”.
“Es fácil conquistar al que piensa que está
conquistado”.
“La felicidad no existe. Lo único que existe es el
deseo de ser feliz”.
“La brevedad es la hermana del talento”.
“Los hombres inteligentes quieren aprender; los demás,
enseñar”.
“Más vale un canario perverso que un piadoso lobo”.
“Cuando uno ama y quiere juzgar ese amor, hay que
partir de un punto más elevado o más importante que la felicidad o la
desdicha”.
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