Decálogo
del perfecto lector
Fernando Galicia
1.-
Cuidarás del libro como de ti mismo. Lo dijo Borges: “el libro es
una extensión de la memoria y de la imaginación”. De tu
imaginación. Por lo mismo es importantísimo cuidar de esos
delicados objetos como si se tratara de tus mismas neuronas. Piensa
que sólo eres uno de los temporales poseedores de ese ejemplar, la
mayor parte de tu biblioteca te sobrevivirá. Se generoso con las
futuras generaciones lectoras, conserva tus libros en buen estado: no
los manches de comida o café, cuida sus pastas, no dobles sus
páginas. Ten en mente que ese ejemplar relativamente nuevo algún
día podrá convertirse en uno de esos viejos libros de dulce aroma.
1a.-
Destruirás cualquier libro de Paulo Coelho que encuentres a tu paso.
2.-
Nunca tomarás un libro de la mesa de novedades de las librerías.
Además de ser ediciones carísimas, por lo general dichos espacios
se llenan basándose en políticas editoriales, no por alguna
selección de calidad o estilo. Ningún lector que se respete quiere
privarse del placer de recorrer los pasillos de la librería,
descubrir un título olvidado en la repisa más alta del librero de
poesía o dejarse guiar por su brújula interna hacia el polo
magnético de la sección de ensayo literario. Pasa de las grandes
cadenas y busca tus libros en alguna pequeña librería o puesto
callejero, donde el librero llegue a conocer tus gustos personales.
3.-
Dominarás el milenario arte de la lectura en transporte público. Si
eres uno de los millones que diariamente cruzan la ciudad para llegar
a la escuela o el trabajo, tienes a tu disposición valiosos minutos
que bien pueden ser usados en la lectura del libro en turno.
Desprecia la facilidad de los audífonos y los mp3’s o la triste
mediocridad de mirar películas en el celular. Ejercita tu equilibro
practicando la lectura a una mano en el metro. O si te consideras
experto puedes intentar la peligrosa lectura estilo libre (sin
apoyarte en el tubo) en los RTP del periférico.
4.-
Abandonarás cualquier libro que no te haya atrapado al llegar a la
mitad de sus páginas. La disciplina es una cualidad valiosa pero la
lectura debe ser primordialmente una actividad placentera. No importa
que se trate de un clásico, de uno de esos
librosquetodosdebemosleer. Si no te atrapó simplemente no se trata
de un libro para ti. No te angusties, te apuesto la Poesía completa
de Pessoa (en edición bilingüe) a que en tu lista deClásicos que
aún no he leído tienes otros quinientos títulos y alguno de ahí
te conquistará desde la primera página.
5.-
No serás condescendiente con tus autores favoritos. La URSS ya nos
mostró los peligros de la adoración de la imagen y el culto a la
personalidad. Por más cariño y admiración que se le pueda tener a
un escritor, recuerda que son humanos y también se equivocan. No
cometas el error de adorar cualquier oración que vaya firmada
por Fulanito Pérez. Además libros como La memoria de Shakespeare o
La otra orilla te permiten apreciar que la escritura es un don que se
tarda en conquistar y que no se posee por siempre.
6.-
Compartirás los libros. Por ahí dicen que tonto es el que presta un
libro y más tonto es quien lo devuelve. No hagas caso. Quien crea en
esa frase seguro también cree que quien no tranza no avanza. Se
generoso y compartido. Si crees que un libro puede brindarte un
momento de felicidad pura o dejarte una idea interesante, comparte la
dicha. Pero una aclaración: las buenas lecturas, como los buenos
actos, no se presumen. Aléjate de aquellos que, queriendo resarcir
algún trauma personal, buscan la atención citando las obras de un
genial autor esloveno que sólo ellos han leído. En cambio mantén
entre tus amigos a quienes sin ninguna pretensión te hace partícipes
de su descubrimiento de un deslumbrante novel autor.
7.-
Se promiscuo. Es normal preferir cierto género o tema. Pero no
puebles tu biblioteca sólo con cuentos polacos del siglo XIX. Prueba
la poesía, la novela histórica, el ensayo, la divulgación
científica, los tratados filosóficos. Si bien te puedes llevar
alguna decepción (y seguirás el punto 4 ) lo más probable es que
entre los miles de libros de cada género, encuentres alguno que te
sea afín.
8.-
Usarás las bibliotecas públicas. La de tu escuela o la de tu
colonia. O las lejanas pero que merecen visitarse: La Nacional (en el
Centro Cultural Universitario), la Central de CU, la Vasconcelos, la
de la Ciudadela, la Palafoxiana. Es cierto, no hay nada como poseer
un libro, sentirte total dueño de sus páginas. Pero siempre
faltarán monedas para comprar todos los ejemplares deseados. A la
mayoría de iletrados gobernantes les gusta simular interés por la
cultura derrochando millones de pesos en gigantescas bibliotecas que
al paso de los años son exiliadas del presupuesto federal. Sin
embargo, ahí quedan esos elefantes blancos con sus colinas de libros
que bien pueden ser amaestrados por un pequeño grupo de fieles
lectores. Además, visitar una biblioteca hace de la lectura,
actividad solitaria por excelencia, algo un poco más comunitario.
Ahí encontrarás todo lo necesario para un buen momento de lectura:
silencio, asientos cómodos y algunas veces hasta audífonos con un
gran catálogo de música clásica. Y aunque no lo creas, las
bibliotecas también pueden ser buenos lugares para conocer gente
interesante, al final los otros visitantes también están ahí en
busca de alguien (libro o persona) que les cuenta una buena historia.
Como punto extra: las bibliotecas son de los pocos lugares del D.F.
donde uno no tiene que hacer filas o pelearse por un asiento libre.
9.-
No harás del libro un fetiche. Recuerda que leer no te hace mejor o
peor persona. Ni siquiera te vuelve más inteligente o culto. Leer es
una actividad ociosa y placentera que tiene como fin la lectura
misma. Aspira a ser como el animal que actúa por placer e instinto.
No leas para demostrar nada. Intenta mantener tu ritual de lectura lo
más sencillo posible. El mundo editorial también es un negocio pero
tú evita convertirte en un consumidor de libros. No sigas modas ni
posturas falsas. Aborrece cualquier texto que quiera aleccionarte
sobre como ser un buen lector.
10.-
No escribirás. Por sobre todas las cosas no caigas en la tentación
de tomar la pluma y empezar a crear tus propios libros. La línea que
separa el mundo de los lectores y del escritor es delgadísima: evita
cruzarla. Lee por placer y con agrado, no como actividad profesional
y con envidia. No busques ver los invisibles hilos que sostienen la
estructura de esa genial novela. Conserva la magia detrás de ese
gran cuento. En el mundo ya existe suficiente material para dotarnos
de infinitas horas de lectura, no hagas crecer las bodegas de
ejemplares no vendidos. No cambies la caricia que proporciona el
libro ya escrito por el látigo que surge de la terrible página en
blanco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario