EL DECÁLOGO DE LOS TALLERES LITERARIOS "KATTIGARA"
tomado
de: http://javiertazonruescas.blogspot.com/2014/06/el-decalogo-de-los-talleres-literarios.html
Una
vez finalizados los cursos de los Talleres Kattigara: «Técnica
literaria para escritores» y «Taller de literatura moderna»,
resumimos a continuación nuestro concepto de la enseñanza de la
técnica y la literatura en los siguientes principios.
1. La
lectura es la base de la escritura creativa.
No
es posible aprender a escribir sin haber leído mucho, sin leer
mientras se escribe, sin leer tras haber escrito. Leer y escribir es
todo uno. La literatura exige al escritor un alto nivel de
interactividad con ella porque el lenguaje es ritmo, el cual sólo es
asumido a través de la lectura.
2. La
forma prevalece siempre sobre el fondo.
Es
más importante el cómo que el qué. Las ideas argumentales
brillantes de poco sirven si no se acierta con el trazo con el que se
van a plasmar.
3. Es
diferente contar a mostrar.
El
escritor, como el narrador natural, ha de ser capaz de disponer de
instrumentos de filmación capaces de hacer ver al lector lo que
quiere transmitirle, como si de una película en color se tratase.
4. Hay
gran diferencia entre la literatura-arte y la literatura-quiosco.
(Dicho sea sin ánimo de ofender a los grandes como Estefanía y
Tellado)
Denunciamos
las malas artes de la industria novelera, que lleva a la sociedad: a
la unificación por abajo, a la pérdida de de fondos bibliográficos
y a la aculturación generalizada.
5. Concebimos
la imaginación como la cualidad de buscar lo posible.
Es
decir, que el alumno aprenda a imaginar en el sentido de “ver que
se puede”, “que es posible”. Esta incursión en “cómo lo
hago”, “cómo lo haría para…”, es a lo que llamamos
imaginación creativa. No es imaginación creativa la mera habilidad
para forjar peripecias con los personajes, que está al alcance de
cualquier chico de ocho años que juegue con muñecos de pleymobil.
6. Para
sacarle gusto a la literatura es preciso disfrutar de los clásicos.
No
ya los Clásicos con mayúscula, que también, sino los autores más
cercanos a nosotros, que han formado escuela, que tienen algo que
aportar al mundo de la cultura. El escritor, en este sentido, ha de
estar dispuesto a soportar la sombra de la influencia de los grandes,
e incluso a sumergirse en esa sombra. Por desgracia, a los grandes
hay que buscarlos en librerías de viejo y nunca son los que
promociona como estrellas vacías la industria cultural.
7. Escribir
es borrar.
Todo
escritor ha de saber, al enristrar la pluma, que ha de borrar una
gran parte de su trabajo. Debe contar con sus críticos, pero sobre
todo con el más duro de ellos: él mismo.
8. Al
día de hoy, la literatura está, inevitablemente, unida al cine.
No
se puede prescindir de “la mirada de la cámara”, omnipresente en
las conciencias desde la infancia. Pero en la literatura se manejan
palabras, unidades mucho más complejas que los fotogramas
cinematográficos. Ellos, los cineastas, cuentan con la imagen,
nosotros nos vemos obligados a generar imágenes con palabras, lo que
es mucho más difícil.
9. Aprender
es imitar.
Por
eso es preciso buscar los maestros, los autores que a cada uno nos
satisfagan e imitarlos sin complejos. Para eso hay que vincularse a
una escuela, a una tendencia, a determinada gama de escritores,
estudiarlos y copiar cuanto se pueda de ellos. Luego vendrá la
perfección del propio estilo.
10. No
todo el que quiere escribir sirve para el oficio.
No
es frecuente escuchar esto en los talleres literarios, en los que
parece que se vende la obra terminada: “ven a mi taller y
escribirás una novela”. Para escribir se precisan ciertas
cualidades básicas. Sin ellas se podrá aprender mucho y ser un gran
crítico o profesor universitario de renombre o ensayista de
prestigio, pero no escritor. Son, a saber: 1.- Imaginación creativa.
2.- Capacidad de observación. 3.- Una cierta catarata discursiva,
una cierta locuacidad narrativa.
11. Estos
diez mandamientos se encierran en una técnica de trabajo: para
profundizar en el estudio de estos principios, en los Talleres
Literarios “Kattigara” no perdemos el tiempo en subrayados y
comentarios interminables sobre si el realismo es mágico o la magia
es realista. Vamos al grano. Damos contenido.
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