ANTOLOGIA DE DECALOGOS LITERARIOS

"Los Diez Mandamientos, considerados útiles reglas morales para vivir en sociedad, tienen un excelente uso literario. El escritor, al contar sus historias, debería hacer que sus personajes violen constantemente estos mandamientos, en conjunto o por partes. Mientras alguien robe, mate, mienta, fornique, blasfeme o desee a la mujer del prójimo tendremos un conflicto y en consecuencia una historia que contar. Por el contrario, si sus personajes se portan bien, no sucederá nada: todo será aburridísimo."
Fernando Ampuero


Uno de los más interesantes y que recoge más sabiduría, tiene un solo postulado. Se lo leí a Alejandro Quintana y dice:

"Porque en realidad ya se ha contado todo; lo novedoso es contarlo de forma interesante".

Es muy común que los escritores, cuando gozan de cierto reconocimiento, decidan organizar sus ideas en forma de recomendaciones que suelen enumerar en listas, generalmente en forma de decálogos, muy a manera de configurar una suerte de "Tablas de la Ley"o de "Diez Mandamientos" , en los que pontifican,-con razón o sin ella, en concordancia con su prestigio y sabiduría o apenas haciendo gala de una vana pretensión un tanto ególatra- sobre sus verdades decantadas acerca del oficio de escribir.

Unos condensan verdaderas sentencias, otras son apenas esbozos que naufragan en su propia babosería; unos son un compendio de ingenio, otros verdaderos destellos de humor, mientras algunos apenas sí resbalan como peligroso chascarrillo en el reino del lugar común.

De todas maneras, en esta página recopilamos algunos de ellos, como elemento para el análisis y estudio de los interesados en el ejercicio de escribir. Muy recomendado para aprendices y aficionados, para lectores desprevenidos, para alumnos de talleres literarios y para todos los que se deleitan del bello arte de la Literatura.

Al final citamos los más ingeniosos, clásicos, reconocidos o polémicos.

Lo que comenzó como un divertimento, pasó a ser una disciplina que permite enriquecer la teoría de la creación literaria, en la voz de los maestros. La idea original parte de la página www.emiliorestrepo.blogspot.com
Comentarios y aportes, favor remitirlos a emiliorestrepo@gmail.com

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miércoles, 26 de febrero de 2020

TIPS PARA REVISAR UN LIBRO ANTES DE ENVIARLO A UNA EDITORIAL


TIPS PARA REVISAR UN LIBRO ANTES DE ENVIARLO A UNA EDITORIAL
Autora: Amalia Sánchez de Hera Ediciones, de España

https://www.heraediciones.es/publicar-gratis-una-novela-en-espana/

¿Por dónde puedes comenzar?

No pierdas de vista que, si bien en este momento tienes a tu disposición diferentes sistemas de edición que hace 20 años apenas se atisbaban, si tu deseo es apostar por una editorial de las de toda la vida, una editorial tradicional, vas a tener que trabajar muchísimo tu libro.
¿Por qué?
Los editores cada vez miden más sus apuestas a la hora de publicar, ya que sacar al mercado un libro conlleva un riesgo no solo económico (editar un libro en papel es caro) sino que también se exponen el prestigio y la imagen de marca del editor.
Por otra parte, en España cada vez se edita más, pero los índices de lectura no son los mejores.
Según la Federación de Gremios de Editores de España, el 49,3% de la población son lectores frecuentes y un 12,5% son ocasionales, y destacan las mujeres (67,2%) frente a los hombres (56,2%).
Por eso, y ante cifras como estas, los editores cada vez sopesan más qué lanzar a las librerías y de qué modo hacerlo.
¿Cuál es la consecuencia de estos datos si lo que quieres es publicar gratis un libro en España?
El incremento de los rechazos de un libro frente a un «sí a la edición».
Y, por ende, aumenta también tu competencia, ya que son menos los libros por los que un editor querrá apostar, pero el mismo número de escritores que querrán encontrar su hueco.


¿Qué errores debes evitar siempre si quieres publicar gratis una novela en España?

¿Qué debes comenzar a limar en tu libro si de verdad quieres ver tu novela en librerías y diferenciarte de tu competencia?

#1. Si el inicio del libro no hay por dónde cogerlo, revísalo con calma.

Es decir, es aburrido, cansado, no aporta nada, es demasiado descriptivo o simplemente es predecible.
Lo habitual es que el editor lea la primera página, el comienzo, porque suele ser una de las partes más importantes, junto con algunas páginas sueltas.
Por tanto, si vas a mandar el comienzo de tu texto, procura que sea bueno, buenísimo, que anime al editor a seguir adelante.
Un truco es ponerte en la piel del lector y pensar en qué te gustaría encontrarte en esas primeras líneas.

#2. Los personajes no tienen vida, no enganchan, no atrapan.

No están perfectamente descritos y no se diferencian de los de tu competencia.
Son planos, no dicen nada, no tienen “alma”, que es lo que se espera de un buen personaje.
Si son así en tu libro, seguramente el editor ni le prestará atención.
Así que, ya sabes, piensa en cómo actuaría cada uno de tus personajes, cómo pensaría, y plásmalo.

Cuidado con la trama


#3. La trama es mala, no está bien entretejida, tiene errores e inconsistencias a la hora de narrarla.

Entre los obstáculos más comunes para publicar está el mal manejo de la trama.
No controlas los elementos que la componen, como los hilos argumentales, los personajes, la acción, etc.
Y esto no se aplica solo a la novela, sino a cualquier otro género.
Lo que el editor busca es un libro para poder editártelo gratis que no solo le guste a él, sino a miles de lectores.
Por tanto, la historia que cuentes debe ser genial, ha de ser sencilla de entender, fácil de seguir.
Pero, al mismo tiempo, tiene que mantener el misterio, la tensión, los giros argumentales… que dejen “pegado” al lector durante todo el manuscrito.
Si la trama cuenta con altibajos, tienes muchísimas posibilidades de que el editor meta tu texto en el cajón oscuro de los libros olvidados.

#4. Puede que estés escribiendo sobre algo que no conoces y no controlas bien.

Eso el editor lo notará en los primeros compases de la obra. No eres experto y tu novela tiene errores a la hora de narrar.
Esto sucede a menudo, por ejemplo, en la novela negra o en la novela histórica.
Cuando te pones a escribir, tienes que sentirte cómodo, motivado, y eso solo lo conseguirás si dominas a la perfección el tema que abordas en el libro.
Por ejemplo, y centrándonos en otro género, imagina que quieres escribir un texto sobre las recetas que tu abuela cocinaba, pero tú nunca has frito ni un huevo.
¿Crees que eso no quedará patente a la hora de escribir?
Pues claro que sí, y el editor lo acabará notando. Y pensará que no sabes de lo que hablas y te dirá que no.
Así que no lo dudes.
Destierra esos temas de los que te encantaría escribir pero que no conoces, y céntrate en aquellos que manejas con facilidad.

#5. La autoexigencia a la hora de contar y crear tu novela porque te comparas con los demás.

Este término se puede entender de dos formas.
Tal vez eres demasiado exigente contigo mismo y crees que todo lo que escribes es malo.
O, por el contrario, tu nivel de exigencia es ínfimo porque crees que mejor que tú no hay nadie escribiendo.
Si crees que escribes fatal, nunca te animarás a enviar tu libro a editoriales.
Y si te consideras un genio de la escritura, jamás encontrarás una editorial que «esté a tu altura». Por tanto, ni en una ni otra ocasión publicarás.
Como para todo en la vida, en el medio está la virtud.
Lo que has de hacer es mirar tu libro con una visión lo suficientemente crítica para encontrar sus potencialidades y debilidades.
Pero sin pensar que eres, o un nefasto escritor, o que eres la misma reencarnación de “Gabo”. Porque quizá no seas ni una cosa ni la otra.
Y si no te fías de tu propio criterio, deja la obra en manos de profesionales que te den una visión objetiva y experta.

El papel de las opiniones de tus lectores

#6. Tienes pánico a la crítica, así que nunca enviarías tu libro a una editorial.

Te da pavor las editoriales que te rechacen o que ni siquiera te contesten porque eso te creará inseguridad (otra vez) y mucha frustración.
Y pensarás que escribes fatal y que lo mejor es abandonar la escritura de una vez por todas. Para. Eso no es así.
Al escribir, tienes que tener la absoluta seguridad de que vas a recibir críticas. Unas veces serán positivas y otras no lo serán tanto, pero tienes que hacerle frente.
Si jamás te animas a probar y enviar tu libro, nunca publicarás. Sal de tu zona de confort y prueba.
Y si después las editoriales te dicen que el libro es malo o que no se pueden encargar de publicarlo, mira esta situación como una oportunidad para seguir trabajando tu manuscrito.

#7. Piensas que un libro como el tuyo jamás se ha escrito. Esto te limita a la hora de publicar una novela gratis en España.

Y me explico. Quizá nunca has publicado y quieres hacerlo, o tal vez ya has editado en diversas ocasiones y quieres hacerlo de nuevo. Sea como sea, sé humilde.
Los grandes escritores lo son precisamente porque nunca dejaron de aprender, de formarse, de seguir mejorando.
Si lo que quieres es unirte a ese “selecto club” de autores reconocidos, no pares tu formación por haber escrito un libro o varios.
Trata de ir mejorando día a día. No creas que lo sabes todo porque no es así.
Y si al editor le cuentas en tu mail que tu libro es casi casi una nueva versión de El Quijote, tendrás muy pocas posibilidades de que te digan que sí.
Cuidado, no se trata tampoco de que te pases de humilde, sino que le des pequeñas pildoritas de cómo escribes, pero dosificadas y con humildad.
Recuerda>>
Publicar gratis una novela en España no es sencillo, es verdad, pero ¿por qué hacerlo aún más complicado repitiendo errores que puedes subsanar desde hoy mismo?
Recuerda que (casi siempre) cuando una editorial dice “no” es porque el libro es de mala calidad, así que ponte a ello.
1# Cuidado con tu autoexigencia, no la apliques de forma negativa.
2# Trata de ver tu libro de la forma más objetiva posible; si no lo consigues, consulta con expertos.
3# Sal de tu zona de confort y pierde el miedo a contactar con editoriales y agencias.
4# Y, por encima de todo, asegúrate de tener un buen libro, con personajes que atrapen, con un inicio que deje al editor con ganas de seguir leyendo, con una trama bien trabajada, o que aborde un tema que anime a leer la obra hasta el final (recuerda, esto es aplicable para todos los géneros).

Plan de acción

Coge lapiz y papel y anota en tu libreta de escritor cuántas de estas condiciones cumple tu novela.
Así sabrás si estaría lista en este momento para que la envíes a editoriales que te permitan publicar gratis.
¿Comenzamos?
1- Revisa el inicio de tu libro. ¿Cumple las dos condiciones esenciales que debe tener todo libro de éxito? ¿El lector sabe cuál es el protagonista de la novela y muestras la acción principal?
2- ¿Cuál dirías que es la carácterística esencial de los personajes de tu novela? ¿Los describes a través de los diálogos? ¿Están bien desarrollados porque ahondas en su psique?
3- Examina el esquema de la trama que has preparado para tu novela, especialmente el nudo y el desenlace.
¿Has incluido diferentes hilos argumentales que completen la trama principal? ¿Juegas con la tensión narrativa antes del final del libro y por eso consigues un final que deje al lector con ganas de más?
4- Haz un listado con aquellos temas que controlas con detalle y que por eso has incluido en tu novela. ¿Consideras que todos ellos encajan en la trama y que están ampliamente desarrollados? ¿Este manejo de las temáticas podría diferenciar tu libro de la competencia?
5- ¿Qué es lo que diferencia a tu novela de otras del mismo género que ya se han escrito y publicado con éxito?
¿Qué tienes que ofrecer a las editoriales que sea nuevo? ¿Por qué el editor tendrá que apostar por ti frente a otros libros semejantes a tu novela?


domingo, 31 de enero de 2016

Los 10 Mandamientos del Editor. ERIC FRATTINI

Los 10 Mandamientos del Editor ( …o diez consejos del editor al escritor y que debes cumplir si quieres ser escritor)
Por ERIC FRATTINI

Creo recordar que estas ‘Tablas de la Ley’ fueron reveladas por el gran profeta del libro llamado Mario Muchnik, uno de los grandes entre los grandes en el mundo de la edición en España. Dejo esto claro para que los puristas y que en este país hay muchos, no me acusen de plagiar a Muchnik. La cuestión es que estaba pensando qué escribir para el Blog Capítulo aparte del Diario ABC. Rebuscando en el armario olvidado de mi disco duro, me encontré con un documento de Word sin clasificar que se titulaba ‘10 Consejos del editor al escritor‘. Lo abrí y descubrí el magnífico texto de Muchnik. Lo leí atentamente y con un lápiz rojo virtual pretendía marcar todos aquellos Mandamientos que violaba. La verdad es que mi puntuación ha sido muy alta. Si fuera Moisés, en lugar de Muchnik entraría en el Reino de los Cielos de los escritores y no es por echarme flores. Llevo publicando la friolera de dieciocho años, desde 1994. He escrito en total veinte ensayos, tres novelas y la cuarta en camino y en estos dieciocho años cumplo a rajatabla los diez mandamientos del Profeta Muchnik y si no que se lo digan a mis queridas editoras de Espasa Calpe, Miryam Galaz, Belén Bermejo, Pilar Cortés, Olga Adeva y Virginia Galán, que me sufren en silencio como las hemorroides desde hace una década.

Siempre defiendo ante mis amigos, totalmente ajenos a este mundo, el que sólo podemos catalogarnos como ¿intelectuales? cuando estamos a solas en nuestros estudios en la dura tarea de crear una historia si es ficción u ordenar una buena documentación, si es ensayo. Cuando entregamos el manuscrito al editor, en ese mismo momento nos convertimos en ‘vendedores’. Yo incluso lo retrato de forma divertida como aquellos hombres que recorrían con la escalera, la cabra y el acordeón pueblos y aldeas de la España rural. Hoy los escritores recorremos kilómetros y kilómetros armados de enaras (esos grandes carteles de publicidad con la imagen de nuestra portada) a la espalda y que montamos y desmontamos en cuestión de minutos con tal de vender nuestro título del momento tal y como hacían esos vendedores de alfombras a pie de camión en los años 50. Pero bueno, no me enrollo más… sólo pido a los escritores y a los que quieren serlo que lean atentamente el texto que sigue a continuación. Este es mi personal homenaje a los editores con los que me he encontrado y si selecciono-corto-pego este texto es por la sencilla razón de que debe ser una buena lección para todos aquellos que quieran sumergirse en el maravilloso mundo de contar una historia real o de ficción.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE MARIO MUCHNIK

Para un editor no hay nada como ver un libro recién salido de la imprenta y comprobar que todo ha salido como esperaba, pero… ¿os habéis preguntado alguna vez el complejo trabajo que se esconde hasta llegar hasta este punto? Es cierto que en muchas ocasiones no se valora realmente la labor del editor; sin embargo, el formato del libro, la cubierta, la tipografía o el precio, entre muchas otras cosas, depende de nosotros… y todo ello sin contar con los “extraños” comportamientos de algunos escritores durante el proceso de edición… Por ello, damos unos consejos a los escritores que de ahora en adelante se pongan en contacto con nosotros para evitar este tipo de situaciones y que ¡por fin, realmente alguien nos escuche!…

1. Si tu manuscrito no se entiende, por favor, permítenos que cambiemos al menos una coma.

2. No mandes el texto sin corregir para que seamos nosotros quienes lo hagamos… No queda demasiado profesional por tu parte.

3. Contamos con unos grandes diseñadores (si no, los mejores…), así que si podemos ofrecerte una gran portada, intenta no cerrarte únicamente a tu idea, eso sí, no dejes de decirnos lo que piensas.

4. Si no entiendes nuestro idioma, ¡por favor, no te entrometas en la traducción!

5. No nos envíes el manuscrito y te desentiendas, pueden surgir dudas en su lectura…

6. ¡Pero tampoco te obsesiones y nos llames varias veces al día para ver cómo lo llevamos! Si surge cualquier problema o te necesitamos, no tardaremos en ponernos en contacto contigo.

7. No mandes la última versión una y otra vez al agregar nuevos cambios. Asegúrate de que está todo correcto y envíanosla.

8. Si escribes varios libros al año, no nos los envíes todos juntos para publicarlos cuanto antes. Intentamos poder con todo el trabajo, pero ya sabes, mejor publicar uno bien que cinco mal.

9. Si tienes amigos que han escrito algo, estaremos encantados de recibir sus manuscritos, ¡pero no abuses y decide bien a quién eliges! (aunque ello te cueste la amistad de algunos de ellos).

10. ¡No somos ricos! Aunque estés convencido de que nos haremos millonarios con tu best seller, recuerda que con el porcentaje del dinero obtenido de las ventas que nos pertenece, tenemos que soportar los costes de impresión, gastos generales, impuestos y el margen con el que poder vivir, por supuesto (que ya sabemos lo cara que está la vida actualmente…).

Y AHORA LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE ERIC FRATTINI

1. Amarás a tu editor sobre todas las cosas.

2. No pronunciarás el nombre de tu editorial en vano.

3. Santificarás los descansos de tu editor.

4. Honrarás a tu editor y a tu editorial.

5. No matarás jamás a tu editor, ni se te pasará por la cabeza ni siquiera una vez.

6. No permitirás que tu editor cometa actos impuros con tu manuscrito.

7. No robarás la obra de otro autor. (ni siquiera citando, ni sobredocumentando)

8. No escribirás falsos textos, a no ser que sea ficción.

9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros del editor hacia tu manuscrito.

10. No codiciarás los éxitos ajenos (de forma malsana y menos cuando son tus amigos).

Tomado de:

viernes, 30 de enero de 2015

CÓMO SE EDITA UN TEXTO: LAS CINCO REGLAS DE GARDNER BOTSFORD


CÓMO SE EDITA UN TEXTO: LAS CINCO REGLAS DE GARDNER BOTSFORD

Traducidas por Daniel Gascón, tomado de:
https://gascondaniel.wordpress.com/2015/01/28/como-se-edita-un-texto-las-cinco-reglas-de-botsford/
[Gardner Botsford fue editor de The New Yorker. En este extracto de Life of Privilege, Mostly, expone unas reglas para editar un texto.]

Regla general n.º 1: Para ser bueno, un texto requiere la inversión de una cantidad determinada de tiempo, por parte del escritor o del editor. Wechsberg era rápido; por eso, sus editores tenían que estar despiertos toda la noche. A Joseph Mitchell le costaba muchísimo tiempo escribir un texto, pero, cuando entregaba, se podía editar en el tiempo que cuesta tomar un café.

Regla general n.º 2: Cuanto menos competente sea el escritor, mayores serán sus protestas por la edición. La mejor edición, le parece, es la falta de edición. No se detiene a pensar que ese programa también le gustaría al editor, ya que le permitiría tener una vida más rica y plena y ver más a sus hijos. Pero no duraría mucho tiempo en nómina, y tampoco el escritor. Los buenos escritores se apoyan en los editores; no se les ocurriría publicar algo que nadie ha leído. Los malos escritores hablan del inviolable ritmo de su prosa.

Regla general n.º 3: Puedes identificar a un mal escritor antes de haber visto una palabra que haya escrito si utiliza la expresión «nosotros, los escritores».      

Regla general n.º 4: Al editar, la primera lectura de un manuscrito es la más importante. En la segunda lectura, los pasajes pantanosos que viste en la primera parecerán más firmes y menos tediosos, y en la cuarta o quinta lectura te parecerán perfectos. Eso es porque ahora estás en armonía con el escritor, no con el lector. Pero el lector, que solo leerá el texto una vez, lo juzgará tan pantanoso y aburrido como tú en la primera lectura. En resumen, si te parece que algo está mal en la primera lectura, está mal, y lo que se necesita es un cambio, no una segunda lectura.


Regla general n.º 5: Uno nunca debe olvidar que editar y escribir son artes, o artesanías, totalmente diferentes. La buena edición ha salvado la mala escritura con más frecuencia de lo que la mala edición ha dañado la buena escritura. Eso se debe a que un mal editor no conservará su trabajo mucho tiempo, mientras que un mal escritor puede continuar para siempre, y lo hará. La buena escritura existe al margen de la ayuda de cualquier editor. Por eso un buen editor es un mecánico, o un artesano, mientras que un buen escritor es un artista.

viernes, 24 de octubre de 2014

14 pasos básicos para corregir tu propio libro - Gabriella Campbell

14 pasos básicos para corregir tu propio libro

 Gabriella Campbell
En un mundo ideal, todos los libros publicados contarían con un buen corrector. Y con un excelente portadista, maquetador y editor, pero no vivimos en un mundo ideal, como demuestran las portadas de muchas obras autoeditadas de novela romántica. Hay cientos de ejemplos.
"Corregir bien es esencial para editar bien"
Los buenos correctores, sobre todo los de estilo, son caros. Bueno, dejad que cambie esa frase. Una corrección cuesta una suma importante de dinero, más importante todavía para una empresa o emprendedor en un negocio tan competitivo como el editorial. Las buenas correcciones no son caras: si te pones a calcular cuánto se está sacando el corrector por hora (hora de mirar una pantalla llena de texto con concentración absoluta, de darle cien vueltas a la cabeza con cada frase) te sorprenderías de lo mal pagado que está. Pero a ti, editor o escritor, te sigue suponiendo una cantidad importante en total.
Y el escritor medio se pregunta: ¿por qué no puedo corregir yo mismo mi libro? ¡Qué va a saber un corrector de mi estilo? ¡Y si me cambia algo porque es demasiado atrevido, diferente, genial! (Con lo que tiende a demostrar que no entiende muy bien cómo funciona una corrección de estilo, o que está todavía en esa fase inicial en la que cree que todo lo que escribe es perfecto).
Obviamente el trabajo de un buen corrector, que tiene muchos años de estudio y experiencia en corrección, no puede ser sustituido. Pero sí podéis tener en cuenta algunos consejillos de lo más útiles. Son catorce consejos básicos, así que a muchos de los que me leéis, escritores avezados y experimentados, os parecerán fáciles y simplones, pero os aseguro que un porcentaje muy alto de los textos que pasan por mis manos como correctora (¡o como lectora editorial!) desconocen estos principios. Y sí, claro que yo también me los cargo de vez en cuando:
1. Pon en el buscador de tu procesador de texto “mente”, a ver qué sale. Los adverbios terminados en –mente pueden usarse, no están prohibidos, pero su abuso es síntoma de escritura abigarrada, confusa y atropellada. Con demasiados adverbios, tu prosa será indecentemente obtusa. Jodidamente mareada. Estúpidamente barroca. Etc.
2. El orden lógico de una oración siempre es la mejor elección (¿veis que rima y todo?). Si tienes dudas acerca de una frase, cámbiala para que siga su orden “natural” (sujeto+verbo+predicado). Si lo que es un sujeto o predicado no sabes, YA vas a tener que empezar a estudiar gramática y sintaxis.
(Lo bueno de esto, además, es que de vez en cuando puedes colar una frase desordenada y el efecto será de lo más interesante, porque destacará sobre las demás).
3. Esto también puede aplicarse a los adjetivos. Antes de utilizar un adjetivo y hacerlo antepuesto (ponerlo delante del sustantivo), piensa si realmente queda mejor. Prueba a ponerlo detrás, en su sitio de siempre. ¿Te queda la frase menos prepotente, más bonica y clara? De nada. Para mí es un delicioso placer ayudarte.
4. La mitad de tus palabras sobran. Oh, sí. Como decía Stephen King, kill your darlings. No solo los adverbios, también esos gerundios tan feos y excesivos, ese siendo que, de todas formas, estás utilizando mal. Esos adjetivos redundantes, toda esa pirotecnia florida, fastuosa, flamígera y flamboyante (y sí, también es importante no usar palabras cuyo significado desconozcas o que directamente no existan en español, como bizarro (y con esa hemos picado todos, me incluyo) o flamboyante.
5. Que tus metáforas tengan un sentido claro y profundo, que no sean simples uniones de palabras que suenan bien juntas (cosas como «mi piel lloraba», ¿eso es que estás sudando?). Y que estén vivas, como decía Ricoeur. Las metáforas vivas son aquellas que no son típicas, aquellas que, que tú sepas, no se han utilizado todavía. Así, evitaríamos expresiones como «las perlas de su boca» y podríamos decir «las pastillas blancas de chicle de su boca», si no quedara tan horroroso decir eso.
6. Menos subordinadas. Sobre todo adjetivas de relativo, o cualquier cosa con que. Ese que, esa manía de alargar las frases, de hacerlas recursivas ad infinitum, es lo que nos distingue de los animales. Y de los buenos escritores, también. El hecho de que yo te diga que debes eliminar todas esas subordinadas que te sobran implica que conseguirás frases mucho más sencillas y fáciles de entender que gustarán más a tus lectores y no te harán quedar como un incompetente que no sabe que las frases demasiado largas casi sin comas y con tanta subordinada y coordinada junta, que realmente no sirven para nada, no hacen más que confundirlos y hacer que se pregunten de qué iba esta frase al principio, porque ahora no lo recuerdan (¿ves?). Y, al igual que en el punto 4, si utilizas frases sencillas, oraciones simples, las que metas complicadas destacarán y quedarán tope guay.
7. Precisamente por esto, evita el abuso de conectores. Por esto, a pesar de, aunque, es decir (en serio, si tienes que explicar algo una segunda vez, es que la primera no lo has hecho bien), sin embargo, no obstante, por consiguiente (¿qué eres, abogado?)… puedes usarlos, pero con mesura.
8. ¡Cuidado con los verbos! Usa bien los tiempos. Recuerda la diferencia entre perfectivos (aquellos que expresan acciones ya terminadas) e imperfectivos (aquellos que expresan acciones que no han terminado o no tienen por qué haber terminado). Mezclarlos sin razón clara es peligroso.  Si estás hablando de cosas ya terminadas que hiciste la semana pasada, no suele encajar un presente o un pretérito imperfecto metido con calzador.
9. No te repitas. No te repitas. No te repitas. De entrada es difícil reconocer nuestras muletillas; aquí el buscador es tu amigo. Aunque hay repeticiones comunes a muchos autores (el temido sin embargo, por ejemplo), cada personas tiene, sin saberlo, palabras y expresiones favoritas que usa una y otra vez. Encuentra las tuyas y elimínalas sin pena. Porque de poco sirve esa pena. Esa pena no sirve de nada.
(Aquí no cuentan, como es evidente, repeticiones creadas con intención estética. Pero con esas también hay que tener cuidado; no siempre quedan tan bien como creemos).
10. Dentro de las repeticiones, miremos también la rima (haz lo que yo digo, no lo que he hecho en el punto 2). Esto suele sorprender a muchos escritores, y algunos se resisten a modificarlo, lo cual es muy comprensible, ya que les gusta. Por desgracia, a los lectores no suele gustarles mucho, a no ser que sea consciente y utilizada, como las demás repeticiones deliberadas, con un propósito estético muy consciente. Lo mismo pasa con las aliteraciones en general (repeticiones de un sonido): fornicarás fallando forzado con profiláctico tu fantástico final. Cuidado con consonantes repetidas y, por supuesto, con sílabas repetidas. No digamos ya con palabras que riman en una misma frase. Las rimas internas crean una sensación de texto facilón que desconcierta al lector.
11. Lee tu texto en voz alta. Esto se recomienda siempre para diálogos, pero es muy útil en general. Al leer en alto reconocemos qué partes del texto suenan extraños, artificiosos, mal construidos. Y nos damos cuenta de que utilizar palabras poco comunes o complicadas, como hallar en vez de encontrarvisionar en vez de ver o contender en vez de luchar, crean una sensación de texto forzado que no funciona en absoluto. Lo cual nos lleva al siguiente consejo.
12. Mi reino por la palabra precisa. Con cuidado de no caer en la pedantería que acabamos de mencionar, vamos a intentar usar la palabra que corresponde en cada sitio. En vez de «fue más deprisa» diremos «aceleró». En vez de «el barco salió del puerto» podemos decir «el barco zarpó»; en vez de «colocó todas las piezas para formar la estantería» diremos «montó la estantería». Parece fácil, pero de fácil no tiene nada. Es una forma de simplificar el texto, hacerlo más elegante, sin perder significado.
13. Cuidado con la puntuación. El punto y coma existe, eso para empezar. Los dos puntos, también. Y las comas, oh, las comas. No funcionan como crees que funcionan. Y nunca, nunca, nunca, debes ponerlas detrás de sujeto (a no ser que, como en la frase que he puesto antes, «los dos puntos, también», estén marcando una elipsis verbal). Otro consejo fundamental: aprende a usar las rayas de diálogo.
14. Y el último consejo, al que nadie hace caso nunca, es el siguiente: aprende las reglas antes de romperlas. Y claro que no hacemos caso, yo tampoco. Todos queremos ser McCarthy, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Joyce o Foster Wallace, sin darnos cuenta de que las formas revolucionarias de estos escritores parten de un conocimiento maestro de cómo funciona la lengua. Todos lo hemos intentado, nos hemos creído «revolucionarios» (sí, yo siempre, mucho, también, y me llevo las manos a la cabeza cuando leo textos de tiempos pasados). Para revolucionar hay que entender muy bien contra qué te estás rebelando. El texto aparentemente absurdo de Lorca en su poesía más vanguardista se basa en una deconstrucción minuciosa de estructuras y de imágenes. Las oraciones copulativas y eternas de McCarthy se basan en una comprensión profunda del ritmo musical de la frase. Esos conocimientos no salen de la nada. Son fruto de años y años de lectura y estudio.
Aprende a escribir sencillito para poder escribir complicado. Es mucho más difícil que empezar con lo barroco y enrevesado. Los fuegos artificiales destacan sobre el negro de una noche sobria. Si el cielo está iluminado por completo, se crea una sobrecarga de estímulos visuales que hacen que el espectador pierda interés. Con la escritura pasa lo mismo. Si le das a un comensal dieciocho platos de comida grasienta y empalagosa, enseguida perderá el aprecio por esta. Lo mismo.

Estos son solo algunos aspectos formales del texto. Faltan muchos más; solo he querido señalar los más comunes, los que más llaman la atención cuando lees, los que personalmente encuentro con más frecuencia. En otro artículo me preocuparé de ofreceros los errores más frecuentes de contenido, aquellos que cometemos los que escribimos sin apenas darnos cuenta.

Tomado de :
http://www.gabriellaliteraria.com/?p=1505

jueves, 23 de octubre de 2014

Decálogo puñetero para la revisión de una novela - Isabel Cañelles

Decálogo puñetero para la revisión de una novela
por Isabel Cañelles
Tomado del  libro: La construcción del personaje literario.

1. ¿Siguen los personajes principales sus propios impulsos, o da la impresión de que alguien los mueve desde el exterior como si fueran marionetas? ¿Se los describe por medio de sus actos concretos, o es el narrador el que emite juicios abstractos sobre ellos?

2. ¿Se puede seguir sin problemas una historia superficial, concreta, y otra profunda? ¿Marchan las dos al mismo ritmo? ¿No se pierde nunca el hilo de la acción ni el de la trama?

3. ¿Están colocados los hechos de la mejor forma posible? ¿Y graduada su importancia? ¿Hay tensión narrativa? ¿Apetece seguir leyendo la novela en cada momento?

4. ¿Aparece el personaje en los primeros párrafos? ¿Entran ganas de saber más cosas de él desde un primer momento? ¿Invita al lector a que se implique en la historia? ¿Nos guían los personajes principales a lo largo de toda la novela? ¿No huyen en ningún momento, dejando desamparado al lector?

5. ¿Acabamos empatizando con el protagonista, con todos sus defectos y debilidades? ¿Hay una aproximación afectiva del lector hacia la historia?

6. ¿Se exponen otras visiones del mundo que la del autor? ¿Se han explorado a fondo?

7. ¿Se juega limpio con los personajes principales, o se les fuerza a hacer trampas? ¿Está bien complementado el carácter de los personajes secundarios con sus respectivas funciones? ¿Hablan los personajes? ¿Se utiliza lo bastante el diálogo, o se elude en algún momento?

8. ¿Cómo está modulada la voz del narrador? ¿No se señala a sí misma? ¿Se ha elegido el mejor punto de vista posible para que los hechos resulten verosímiles?

9. ¿Están todos los elementos de la obra conectados? ¿Da ésta la impresión de totalidad? ¿Hay un avance continuo en la configuración de los personajes a la vez que permanece en ellos una esencia inalterable en cada momento?


10. Tras cerrar el libro, ¿guardamos la sensación de haber convivido junto a unos personajes coherentes, humanos, imprevisibles, tan mortales como nosotros, y de los que se puede sacar lección universal?

Tomado de:

Monólogo del editor - Manuel Borrás

Monólogo del editor
Manuel Borrás

Uno. Nada verdaderamente importante en la vida requiere urgencia.
Dos. El azar es la conciencia de la necesidad.
Tres. Escapar del dictado de las modas: siempre pasan con rapidez sin apenas dejar rastro.
Cuatro. Evitar por todos los medios la soberbia, acampanar la voz cuando uno trata de ser vocero de algo o alguien.
Cinco. Sentir un respeto casi religioso por la cultura escrita.
Seis. Este mandamiento proviene del anterior: respetar escrupulosamente a autores y lectores
Siete. Si hay algo que ennoblece nuestra profesión es precisamente poder ser mediadores, servir de puente entre personas que no se conocían y que van a estar abocadas a la amistad.
Ocho. Otro mandamiento que se deriva del anterior: establecer una relación de amistad con la literatura. O lo que es lo mismo, tratar, aun a riesgo de equivocarnos, de aplicar un criterio de excelencia, más allá del amiguismo, fundamentado exclusivamente en un pacto de amistad con aquello que amamos: la cultura escrita.
Nueve. Dar lo mejor de nosotros mismos, tanto profesional como humanamente.

Y diez. No olvidar que nuestra lengua es tan rica o más, con sus variantes regionales, que la que hablamos apenas cuarenta millones de peninsulares.

Aparte tomado de: