Claves para escribir un buen cuento
No existen
fórmulas mágicas para escribir un buen texto. Los talleres y los maestros dan
pautas, pero en definitiva, no pasa de ser un asunto individual que tiene que
ver con el talento, la dedicación,el equipaje y la consagración (y algún
toquecillo secreto que nadie sabe explicar, esa música, ese feeling). En este
artículo recopilan una buena tanda de recomendaciones sobre el arte de escribir
un buen cuento.
Fuente: (Consejos
para escritores, El oficio de escribir, General, Taller literario) por Manu de
Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz. Tomado de: http://serescritor.com/claves-para-escribir-un-buen-cuento/?utm_campaign=articulo-315&utm_medium=email&utm_source=acumbamail
Escribir un
cuento no es difícil siempre que se tenga una historia que contar y cierto
conocimiento de los recursos narrativos. Pero si se trata de escribir un “buen”
cuento…, eso ya es harina de otro costal. Qué mejor que ir pasito a pasito,
dando pautas.
El cuento como tal
tiene vida propia; los personajes en
él inmersos deben, al
menos, dar la ilusión de tener
una voluntad ajena de
la del autor o del mismo lector.
Ese es el signo de un
gran cuento, un microcosmos
encerrado en las hojas de papel (J. Cortázar).
1.- Selección. En primer lugar hay que
tener una noción del tema, de lo que queremos contar. En este punto destacamos
como primer requisito esencial: la selección. La regla de oro del arte
literario es omitir, decía Stevenson. Es primordial elegir aquellos datos que
son relevantes para la historia. En nuestra cabeza bullen muchas ideas, grandes
temas, pero no vale todo; sólo aquello que llegue, incluso, a obsesionar. El
conjunto de elementos que el autor tendrá que volcar sobre el papel (los
personajes, los eventos y la atmósfera…) puede provocar molestia y angustia.
Por eso afirma Cortázar que escribir es de alguna manera exorcizar.
2.- Unidad. Una vez que tenemos claro este
punto, hay que centrarse en contar una única historia, un único tema, y hacerlo
de manera concentrada ―ya que disponemos de muy poco espacio― para conseguir
que cada descripción, cada escena aporte un nuevo dato que, a su vez, genere la
intensidad narrativa que necesitamos.
3.- Tensión interna. Esa intensidad crea
una cierta atmósfera y la tensión interna hace que el lector se pregunte qué
sucederá a continuación. Hay que evitar la mala intriga, esa que proviene de la
sucesión absurda y accidental de acontecimientos. Cada línea tendrá que añadir
información, será necesario seleccionar los acontecimientos, disponerlos en el
sentido que más convenga a la trama para acceder al resultado final; ese del
que, en palabras de J. Cortázar, se sale como de un acto de amor, agotado y
fuera del mundo circundante, al que se vuelve poco a poco.
Pero antes
hay que escoger el punto de vista narrativo adecuado al desarrollo de la
historia, analizar cómo se puede contarla, las distintas posibilidades
disponibles, fijar dónde se coloca el narrador y qué puede expresar desde esa
posición. Pensar en el tiempo, cuándo se van a desarrollar los hechos: en
presente o tal vez convenga que el narrador lo cuente desde el pasado, conozca
toda la historia y haya sido testigo de los acontecimientos. Y también tener en
cuenta el espacio narrativo en el que se mueven los personajes y que aparecerá
más o menos descrito en función de la importancia de la vida que practican.
Recordé que siempre me
han irritado los relatos donde
los personajes tienen
que quedarse como al margen
mientras el narrador
explica por su cuenta (J. Cortázar).
4.- Prefiguración. La prefiguración nos
prepara, sin saberlo, para el final, nos insinúa lo que va a suceder, pero
escatimándonos el desenlace. Son pequeños hilos que el escritor va tirando.
Aquí entra en juego la importancia de las repeticiones que dan continuidad a la
trama. Para conseguir que la historia se proyecte en la mente del lector de un
modo ligado y continuo, las repeticiones harán que la atención del lector se
deslice de una frase a otra y de una acción a otra, sin un especial esfuerzo
por su parte.
5.- Verosimilitud. Es necesario detallar
con precisión cada escena para crear dentro del cuento un marco
espacio-temporal reconocible o al menos muy bien definido, con el fin de
persuadir al lector de que la historia es posible y, por lo tanto, de que el
conjunto de la trama adquiere verosimilitud.
6.- Mostrar en lugar de decir. Los buenos
escritores pueden decir casi todo lo que tiene lugar en la ficción que
escriben, salvo los sentimientos de los personajes. Esta cita de Gardner
expresa muy bien la idea de que los sentimientos no hay que explicarlos, sino
que deben ser sugeridos mediante acciones de los personajes para que el lector
los perciba sin filtros.
En resumen,
un buen cuento debe ser breve, de intensidad creciente, debe producir en el
lector una gran impresión y todo, en él, ha de ser significativo y verosímil.
Esas son las cualidades que califican a un buen relato para que resulte
inolvidable, para que el lector se adentre en él y le deje huella.
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