Decálogo del escritor súbito: Mónica Lavín
Decálogo del escritor súbito (De utilidad para el escritor de minificciones)
1. Atiende al rayo, la chispa de donde sale la minificción. Ese será tu momento de iluminación.
2. Comprende que, como en los destilados de agave, haya que tirar las colas y que la doble destilación ayuda a la pureza del producto final.
3. Solázate en la ambigüedad de las palabras y las expresiones.
4. Olvida la desmesura (sólo en el aliento de la narración).
5. Sé el fiel de la balanza: que no sobre nada, que no falte nada. En caso de imprecisión: es preferible que falte algo.
6. Nunca aclares: tu arma es la sugerencia.
7. Una minificción es como un Alka Seltzer. Comprimida y blanca se expande y burbujea en el ánimo del lector. En su punto, alivia; a destiempo, asfixia.
8. Para escribir una minificción hay que tragarse un tazón de palabras y regurgitar las necias y poderosas. De ellas es el imperio del cuento corto. Hacerlo en ayunas da mejores resultados.
9. La mitad de la minificción es el título. Sin él la ficción está a medias; si lo encuentras antes llevas la mitad del camino andado.
10. El knock out de la minificción es mortal. Aunque el lector sea el último en enterarse.
Tomado de: Javier Perucho, El cuento jíbaro. Antología del microrrelato mexicano, Ficticia Editorial, 2006.
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