ANTOLOGIA DE DECALOGOS LITERARIOS

"Los Diez Mandamientos, considerados útiles reglas morales para vivir en sociedad, tienen un excelente uso literario. El escritor, al contar sus historias, debería hacer que sus personajes violen constantemente estos mandamientos, en conjunto o por partes. Mientras alguien robe, mate, mienta, fornique, blasfeme o desee a la mujer del prójimo tendremos un conflicto y en consecuencia una historia que contar. Por el contrario, si sus personajes se portan bien, no sucederá nada: todo será aburridísimo."
Fernando Ampuero


Uno de los más interesantes y que recoge más sabiduría, tiene un solo postulado. Se lo leí a Alejandro Quintana y dice:

"Porque en realidad ya se ha contado todo; lo novedoso es contarlo de forma interesante".

Es muy común que los escritores, cuando gozan de cierto reconocimiento, decidan organizar sus ideas en forma de recomendaciones que suelen enumerar en listas, generalmente en forma de decálogos, muy a manera de configurar una suerte de "Tablas de la Ley"o de "Diez Mandamientos" , en los que pontifican,-con razón o sin ella, en concordancia con su prestigio y sabiduría o apenas haciendo gala de una vana pretensión un tanto ególatra- sobre sus verdades decantadas acerca del oficio de escribir.

Unos condensan verdaderas sentencias, otras son apenas esbozos que naufragan en su propia babosería; unos son un compendio de ingenio, otros verdaderos destellos de humor, mientras algunos apenas sí resbalan como peligroso chascarrillo en el reino del lugar común.

De todas maneras, en esta página recopilamos algunos de ellos, como elemento para el análisis y estudio de los interesados en el ejercicio de escribir. Muy recomendado para aprendices y aficionados, para lectores desprevenidos, para alumnos de talleres literarios y para todos los que se deleitan del bello arte de la Literatura.

Al final citamos los más ingeniosos, clásicos, reconocidos o polémicos.

Lo que comenzó como un divertimento, pasó a ser una disciplina que permite enriquecer la teoría de la creación literaria, en la voz de los maestros. La idea original parte de la página www.emiliorestrepo.blogspot.com
Comentarios y aportes, favor remitirlos a emiliorestrepo@gmail.com

lunes, 3 de agosto de 2015

Consejos literarios de Hernán Casciari

Consejos literarios de Hernán Casciari



1

Aunque los folletos de los talleres y los programas impresos de la Facultad de Letras lo oculten, no todo el mundo aprende a escribir historias mediante el método de la enseñanza. Por ejemplo, una persona que no sabe contar una anécdota con algo de gracia en una sobremesa jamás podrá narrar decentemente. Alguien que desconoce las bases inmorales de la seducción no logrará nunca envolverte con su prosa. Ni tampoco sabrá engañarte con un buen cuento aquel que va siempre, en la vida diaria, con la verdad por delante.

2
El asunto pasa por tener algo interesante de lo que hablar, lograr seducir impunemente y ser un mentiroso cabal: éste es el trípode con el que se debería sostener, solita, cualquier historia digna de ser contada. El que no tiene nada interesante que decir no es escritor, es político; el que no sabe seducir tampoco es escritor, es mimo; y el que no sabe mentir cuando escribe es periodista y —para mal de males— de un periódico independiente.

3
Es cierto: hay trucos narrativos que te sueltan un poco la mano. Un profesor literario puede instruir al grupo de alumnos sobre las bondades de callar lo importante, de corregir exhaustivamente, de provocar suspenso, de que el principio de la historia es tan importante como el final, de la ventaja de leer a los clásicos, etcétera. 

4
Todo el asunto radica en tener, o no, un estilo propio. Y la mayoría de los talleres son nocivos a estos efectos. Si concurre al taller un narrador mediocre sin estilo literario, las más de las veces acabará imitando, y mal, el estilo del alegre profesor que imparte el curso. Y si se apunta al cursillo una persona que ya tiene un estilo definido —como es el caso del amigo con el que hablaba sobre este tema— lo más probable es que el taller intente limar esa personalidad hasta unificarla con la del grupo.

5
Una buena manera de descubrir nuestra personalidad literaria (llamada en el barrio "el estilo") es la siguiente: buscamos en nuestra memoria un escritor que hayamos leído mucho y, luego de abrir el word, escribimos una pantalla entera imitando descaradamente su prosa. Garabateamos cualquier boludez, lo que nos pasó ayer a la tarde, por ejemplo, pero con la personalidad literaria del autor elegido; luego nos reeleemos. Todas las frases que no se parezcan en nada al narrador remedado, ésas, habrán sido dictadas por nuestro estilo, el que duerme al acecho en el interior de la mano.

6
Yo creo, al igual que mi admirado Augusto Monterroso , que la amistad con otras personas del mismo palo es fundamental para mejorar la técnica. Que un puñado de buenos amigos se entristezcan por nuestros fracasos literarios es, muchas veces, más importante que un éxito humilde loado por cien mil desconocidos. Y el leerle a un grupo de amigos (no azarosos compañeros de taller, sino amigotes) las historias que uno escribe, tiene más rédito que cualquier cursito barato. Si Quiroga o Monterroso hubiesen escrito sus decálogos en esta época, habrían incluido, entre sus consejos, éste:
Escribe tus historias en un blog e intenta interpretar las sensaciones de los comentaristas; no sus aplausos o críticas, sino la temperatura que provocan tus textos. Publicar textos online, más o menos todos los días, para que los lean y comenten un grupo de desconocidos de cualquier parte del mundo. No hay nada mejor para mejorar tu prosa que alimentar un blog. Y es verdad: la pasión por escribir y la excelencia al hacerlo se alimentan únicamente escribiendo. Ésta es otra ley de la literatura por la que es aconsejable publicar un blog.

7

Yo me limito, para acabar, a incluir dos consejos más, de suma importancia a la hora de escribir: olvidarse de los talleres literarios y leer los libros de Augusto Monterroso, Roberto Bolaño y Horacio Quiroga y sus respectivos decálogos, de los cuales saqué estos consejos. Todo lo demás, es puro cuento.

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