12 errores
imperdonables en una novela negra
YOLANDA
GONZÁLEZ MESA · 8 SEPTIEMBRE 2014
Recientemente
he leído una novela de detectives que no voy a reseñar. Ya os he dicho otras
veces que yo no hago críticas negativas, sólo recomendaciones de los libros que
me han gustado, así que no voy a decir ni el título ni el nombre del autor.
Únicamente os diré que la idea del crimen no era mala, el estilo de escritura
era correcto, pero cometía una serie de errores que arruinaban por completo la
experiencia del lector.
No toda la
culpa es del autor, porque son unos errores bastante evidentes que un buen
editor debería haber localizado al momento, ayudando al autor a subsanarlos.
A pesar de
todo, no ha sido una pérdida total de tiempo, porque he decidido tomar nota de
esos errores y tenerlos presentes para evitarlos en mis textos. La novela que
estoy escribiendo ahora mismo es de ciencia ficción, pero soy una lectora
empedernida de novela negra y la siguiente novela, que lleva tentándome desde
hace tiempo, pertenecerá a este género.
Y, por si os
resulta útil a vosotros también,
comparto aquí los 12 consejos para evitar errores imperdonables en una novela
negra:
1. Sólo puede haber un detective.
Una de las
primeras decisiones que tiene que tomar un autor es el tipo de detective que
llevará a cabo la investigación. Si es un policía tendrá restricciones legales,
que un detective privado se podrá saltar alegremente, aunque, por contra, no
tendrá fácil acceso a informaciones oficiales como datos de vehículos y
teléfonos móviles, o antecedentes delictivos. Si eliges un detective
aficionado, tendrá otras limitaciones.
Para que
puedan colaborar dos tipos de investigadores, siempre uno tendrá más peso a
otro en la narración.
Utilizar
indistintamente uno u otro investigador a tu conveniencia para evitar ese
problema es hacerle trampa al lector, en especial si el único criterio para
ello es que te ahorras justificar cómo obtiene las distintas pistas.
Y si vas a
ser así de perezoso, al menos no des a entender en el título que el protagonista
es uno, cuando es el otro el que tiene más páginas en la novela.
2. El único interlocutor de tus
personajes es el lector, así que cuéntale las cosas una sola vez.
Aunque la
lógica diga que el policía tiene que informar a sus compañeros, después a su
jefe, al testigo y más tarde desahogar su frustración con su barman, su mujer,
su perro o su psiquiatra, no repitas de nuevo todos los datos una y otra vez.
Un simple
“Informó a su jefe de lo que había averiguado hasta ahora” es más que
suficiente, sigue avanzando en la historia.
3. Cuidado con el exceso de diálogos,
detienen la acción.
Los policías
de las novelas, incluso los que el autor define como tipos callados y
solitarios, hablan mucho: en los interrogatorios, en las reuniones con el resto
del equipo, en sus conversaciones con testigos. A eso hay que añadir el
monólogo interior en el que da vueltas una y otra vez a los datos para encajar
las piezas.
Por eso hay
que recortar esos diálogos y monólogos lo más posible, y nunca repetir
información que ya conoce el lector.
4. El culpable no debe ser el único
sin motivos para cometer el crimen.
En las cinco
primeras páginas de cualquier novela de Agatha Christie puedes deducir quién es
el asesino, porque siempre es el único que no tiene motivos.
En mucho
capítulos de series procedimentales, sabes enseguida que el culpable es el
único secundario sin motivos, pero interpretado por un actor conocido.
Tus lectores
han leído tanto o más que tú, y la mayoría son más listos, así que tienes que
ser muy ingenioso y no dejar ningún cabo suelto por el que os puedan descubrir
a tu criminal y a ti antes de tiempo.
Da a todos
tus personajes un motivo para ser sospechosos y, si esto no se justifica por la
historia, al menos haz que el culpable no sea el único que no tiene motivos.
5. Si tu detective vive un romance,
que sirva para hacer avanzar la acción.
Si vas a
caer en el tópico de que tu detective se líe con la desconsolada hija, hermana,
esposa o madre de la víctima, que sea por una razón que haga avanzar la
historia, y no sólo para demostrar que tu protagonista tiene “su corazoncito”,
y menos aún para “disimular” que la chica es culpable. Eso no sorprende a nadie
desde 1947.
6. No utilices palabras como puzzle o
rompecabezas.
Tópico de
tópicos. Como mucho úsalas una vez en toda la novela. Y ya me parecen
demasiadas.
7. No compares a tu personaje con un
detective clásico.
Antes de
afirmar que tu detective es un nuevo Philip Marlowe, Miss Marple o Sherlock
Holmes asegúrate de crear un personaje a su altura. Como las posibilidades de
que seas capaz de hacer algo así son escasas, póntelo fácil y evita
comparaciones.
En las
novelas de Marlowe no le definen como la versión masculina de Miss Marple, ni a
Wallander como el Sherlock que vino del frío.
Si tu detective
es un investigador excepcional, tendrás que demostrarlo a lo largo de la
historia, no vale con que tú lo digas cada cincuenta páginas. El único tópico
que deberías tener presente en tus novelas es que las comparaciones son
odiosas.
8. Como dijo Chejov: Si dijiste en el
primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o tercero
este debe ser descolgado inevitablemente.
En la novela
negra, todos los detalles que incluyas tienen que estar ahí por alguna buena
razón, y no sólo para despistar al lector. Así que, aunque los uses para que
confundirlos a él y a tu detective, justifica su presencia.
9. Una buena novela negra se puede
releer.
Si una
novela negra está bien escrita, podrás disfrutar releyéndola con otros ojos
cuando sepas la solución del misterio, descubriendo las claves que en su
momento te pasaron desapercibidas o que tienen un nuevo significado cuando
sabes la verdad. Mistery man
Un ejemplo
brillante y muy claro de esto lo encontramos en la serie Sherlock, aunque no
sea una novela: cuando ves el primer capítulo la escena del misterioso hombre
que sabe todo sobre Watson más que él mismo, y le pide que vigile a Holmes, ves
a un tipo sin escrúpulos de alguna obscura y poderosa organización que busca
espiar a Sherlock. Cuando más adelante descubres quién es, la misma escena
tiene unas connotaciones distintas, incluso humorísticas, que la primera vez no
puedes apreciar.
A esto debes
aspirar como autor, no te conformes con menos, aunque sea casi imposible de
conseguir.
10. Deja pistas a lo largo de la
historia, pero escóndelas bien.
Es tentador
guardarte la información hasta el último momento, para asegurarte de que el
lector no os descubra a ti y a tu criminal, pero nada decepciona más a un
lector que un as en la manga en el último minuto.
Por eso
tendrás que sembrar de información tu novela, pero lo suficientemente oculta.
Eres compañero del detective, pero también cómplice del criminal, que es,
además, el coprotagonista de la historia, así que cuídalo como se merece.
11. Distingue muy bien las claves del
género de los tópicos.
Las claves
del género son el marco que rodea tu historia, los tópicos, en cambio, son
elementos que se repiten hasta la saciedad en todas las malas novelas.
¿Sabes
cuántas novelas negras hay protagonizadas por detectives masculinos,
cuarentones, que beben demasiado, y cargan con una barriga (o calva, o ambas)
incipientes, al menos una ex esposa y un hijo que le odian porque siempre puso
el trabajo por delante de ellos? Yo te lo diré: demasiadas.
12. No hagas a tus personajes decir
“Esto no es una novela, es la vida real”.
No es
gracioso, ni siquiera fue gracioso las primeras 500 veces que se utilizó. Es una
novela. El lector lo sabe, la ha comprado él. Sólo consigues hacer parecer
idiotas a tus personajes.
Y vosotros,
¿qué errores no soportáis en la novela negra?
Tomado de:
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