CRÓNICAS: El estilo. La voz. El
ritmo. La pasión. Cátedra desde la FNPI
Carlos Salinas
1.
Escuchar la voz de los maestros.
Ellos estuvieron antes que nosotros. Han pasado años formando su estilo,
su propia voz. Conocer sus trabajos, leerlos detenidamente, es la mejor escuela
para que uno forje su propio camino dentro del Periodismo y de la crónica. Yo
intento leer siempre algo de quienes considero mis grandes maestros: Alma
Guillermoprieto y Jon Lee Anderson. Cada vez que estoy en “blanco”, leerlos me
enseña el camino para escribir.
2.
Vale la pena tocar hasta la última
puerta.
Nadie puede
escribir una crónica sin investigar, informarse, conocer todo lo que sea
posible sobre el tema que nos interesa. El reporteo de la crónica puede durar
días, y si se tienen dudas de un dato, siempre vale la pena hacer esa última
llamada, tocar a esa última puerta, para contar con todos los detalles que
permitan construir un texto creíble.
3.
La crónica es música.
Hay que tomar de la mano al lector y llevarlo al ritmo de un verbo bien
puesto, un adjetivo colocado con elegancia, un párrafo con frases que bailan en
la cabeza de quien nos lee. Eso lo aprendí en un taller de Alma Guillermoprieto
y nunca se me ha olvidado. Lo tengo presente cada vez que escribo.
4.
Sentir lo que sienten ellos.
Si no
siento, no escribo. Colarse en la vida de otros para contar sus historias es
también sufrir lo que sufren ellos, reír con ellos e indignarse con ellos. Yo
no creo en la objetividad del periodismo. Creo en la honestidad de un reportero
y en la posibilidad de transmitir ese “sentir” a quienes leen mis trabajos.
5.
Ser como los niños, sorprenderse
siempre
Si no estoy
dispuesto a sorprenderme de lo que pasa a diario, ¿cómo puede intentar
explicárselo a otros? Sólo interesándome por los hechos cotidianos puedo
escribir sobre ellos.
6.
Equivocarse e intentarlo sin darse
por vencido
…Lucho a
diario por lograr mi estilo. Peleo con mis textos, siento vergüenza de ellos
una vez publicados, porque creo que pudieron ser mejores. Lo intento, lo
intento siempre. Quiero que el lector reconozca en mí un estilo, una forma de
escribir original. Y sé que lo conseguiré con el tiempo. Mientras tanto, leo,
escribo, me meto en la vida de los otros, escribo, pregunto, escribo, borro lo
que escribo y lo vuelvo a escribir sin darme nunca por vencido.
7.… y arriesgarse e imitar para
lograr tu propia voz
Jugar con
formas diferentes de contares una buena manera de aprender. Posiblemente no
salga bien, pero experimentar es la única forma de saber cuál es tu estilo, con
qué forma te sentís más cómodo. Yo le he dado voz a un caballo carretonero de
Managua, intentando imitar a Jack London, y fue un desastre, pero aprendí. E
intentado construir una escena como John Steinbeck en Las uvas de la ira, y fue
un desastre, pero aprendí. Arriesgarse es la fórmula.
8
¡Te tengo, personaje!
Siempre
intento comenzar mis historias con alguien haciendo algo. Ese personaje que me
permite guiar al lector por el tema central, la persona que es la excusa para
contar mi historia. Hay que estar atento a quienes están a nuestro alrededor
durante el reporteo, porque uno de ellos puede tener todos los elementos que
resumen el tema.
9 Divertirse
Yo hago mi
trabajo porque me divierte. Aunque sufra con algunas historias, siempre tiene
que haber un respiro para poder contarlas: hablar con tus amigos del tema un
jueves por la noche en una mesa de copas, te ayudará a despejar muchas dudas.
10 pasión
Hago periodismo. E intento hacerlo bien. Es
más que mi trabajo, es mi forma de vida. Es lo que me mantiene enchufado
irremediablemente al mundo. Y lo que me da de comer, lo que es decir mucho en
estos tiempos. El periodismo me lo llevo a todas partes. Está conmigo en las
mesas de tragos, en las pláticas con mis amigos, en las tardes de domingo, en
los libros que leo, en la vida familiar y hasta en las charlas de pareja. No me
aburre ni me cansa. Con él respiro. El periodismo me hace sufrir frente a una
página en blanco. Me hace enojar cuando leo un artículo mediocre, chapucero,
mentiroso. El periodismo me hace feliz cuando está bien hecho. Y me da paz
cuando lo uso para expresar aquello que me parece injusto. El periodismo es lo
que soy. Es mi voz, la posibilidad de expresarme, mi escapatoria y catarsis.
Soy periodista. No sé si podría ser algo más.
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