ANTOLOGIA DE DECALOGOS LITERARIOS

"Los Diez Mandamientos, considerados útiles reglas morales para vivir en sociedad, tienen un excelente uso literario. El escritor, al contar sus historias, debería hacer que sus personajes violen constantemente estos mandamientos, en conjunto o por partes. Mientras alguien robe, mate, mienta, fornique, blasfeme o desee a la mujer del prójimo tendremos un conflicto y en consecuencia una historia que contar. Por el contrario, si sus personajes se portan bien, no sucederá nada: todo será aburridísimo."
Fernando Ampuero


Uno de los más interesantes y que recoge más sabiduría, tiene un solo postulado. Se lo leí a Alejandro Quintana y dice:

"Porque en realidad ya se ha contado todo; lo novedoso es contarlo de forma interesante".

Es muy común que los escritores, cuando gozan de cierto reconocimiento, decidan organizar sus ideas en forma de recomendaciones que suelen enumerar en listas, generalmente en forma de decálogos, muy a manera de configurar una suerte de "Tablas de la Ley"o de "Diez Mandamientos" , en los que pontifican,-con razón o sin ella, en concordancia con su prestigio y sabiduría o apenas haciendo gala de una vana pretensión un tanto ególatra- sobre sus verdades decantadas acerca del oficio de escribir.

Unos condensan verdaderas sentencias, otras son apenas esbozos que naufragan en su propia babosería; unos son un compendio de ingenio, otros verdaderos destellos de humor, mientras algunos apenas sí resbalan como peligroso chascarrillo en el reino del lugar común.

De todas maneras, en esta página recopilamos algunos de ellos, como elemento para el análisis y estudio de los interesados en el ejercicio de escribir. Muy recomendado para aprendices y aficionados, para lectores desprevenidos, para alumnos de talleres literarios y para todos los que se deleitan del bello arte de la Literatura.

Al final citamos los más ingeniosos, clásicos, reconocidos o polémicos.

Lo que comenzó como un divertimento, pasó a ser una disciplina que permite enriquecer la teoría de la creación literaria, en la voz de los maestros. La idea original parte de la página www.emiliorestrepo.blogspot.com
Comentarios y aportes, favor remitirlos a emiliorestrepo@gmail.com

miércoles, 28 de octubre de 2020

Reportería: decálogo y refutación

 

Reportería: decálogo y refutación

La sencilla tarea del reportero

El periodista debe defender el derecho de los ciudadanos a saber lo que está pasando, cómo se toman las decisiones que los afectan y cómo se gasta el dinero público.

Tomado de: https://www.semana.com/opinion/articulo/daniel-coronell-la-tarea-del-periodista-es-defender-el-derecho-a-saber/458555/

1/30/2016


Por: Daniel Coronell

1. La meta del periodismo no es tumbar funcionarios. Cuando el resultado de una investigación periodística es el retiro de alguien de un cargo público, ese hecho no debe considerarse como un éxito del reportero sino más bien como una prueba –por lo demás inusual– de cierta efectividad del control social. De la misma manera cuando el funcionario se queda en el puesto a pesar de los hechos expuestos por el periodismo –que es lo que sucede la mayoría de las veces- tampoco se puede considerar un fracaso de quien informa.

2. La labor del reportero consiste en entregar información a los ciudadanos para que sepan lo que está pasando y así puedan tomar mejores decisiones.

3. Nuestro trabajo tampoco es impartir justicia. Llevar a los culpables a la cárcel o sacar de ella a los inocentes. Esas nobles misiones están confiadas a otras instancias de la sociedad. La tarea de los periodistas es más modesta –aunque esencial para la democracia- y consiste en que la gente conozca lo que está pasando. Si de ese conocimiento se deriva una acción de la justicia está muy bien, pero esa no es la meta solamente un efecto colateral -y poco frecuente- del trabajo informativo.

4. Por la misma razón, los periodistas no tenemos como función la de denunciar irregularidades ante la justicia o los organismos de control. Si esas instituciones se interesan y toman acciones a partir de una publicación, bienvenidas. Sin embargo, si no lo hacen el trabajo periodístico no se puede frustrar.

5. El periodista debe defender el derecho de los ciudadanos a saber lo que está pasando, cómo se toman las decisiones que los afectan y cómo se gasta el dinero público. El periodismo, cuando es genuino, debe ser un contrapoder. El periodista está para averiguar lo que no le conviene al poderoso y publicarlo. Para difundir lo que le conviene están las oficinas de prensa que son centros de propaganda y no de periodismo.

6. Un jefe de prensa no es un periodista. Cuando mucho puede ser que haya sido periodista antes y ahora esté en receso. Defender la versión de un funcionario, de una entidad pública, o de una empresa privada no es hacer periodismo sino relaciones públicas. Las relaciones públicas no solamente son distintas al periodismo sino que son contrarias. No quiero decir con esto que la comunicación institucional, empresarial o las relaciones públicas sean actividades ilegítimas. Desde luego que son legítimas, pero no son periodismo. Por eso, es importante que el periodista desconfíe de las versiones oficiales y jamás las asuma como ciertas. Reproducir comunicados acríticamente acaba con el derecho de los ciudadanos a conocer lo que sucede y –de paso- con la inteligencia del periodista.

7. La relación entre el periodista y la fuente de información debe regirse por la independencia. Si existe una relación diferente a la de periodista-fuente, el reportero debe evitar cubrir eventos relacionados con esa persona y si resulta inevitable, advertirlo de manera clara a los televidentes, oyentes o lectores.

También el decoro y la independencia deben marcar el lenguaje público y privado en la relación con una fuente de información. Los reporteros no estamos para felicitar funcionarios, ni para disculparnos con ellos por lo que les pasa como consecuencia de sus acciones, ni para justificarlos, o desestimar las denuncias en su contra. Nuestra labor es preguntar lo que la gente necesita saber.

8. Es necesario agotar diligentemente la búsqueda de los puntos de vista posibles sobre un hecho. Cuando un implicado declina la posibilidad de expresar su versión se debe advertir al lector que fue buscado y no quiso hablar. Su negativa no puede impedir la publicación de los hechos, de lo contrario le bastaría al interesado con no hablar para evitar la difusión de su falta.

9. Un apunte final. El periodista no debe buscar el cariño o la aprobación de las fuentes, ni de los ciudadanos. Estamos para buscar verdades aunque a veces resulten desagradables y casi siempre inconvenientes.

10. Estamos obligados a verificar rigurosamente y a rectificar cuando nos equivocamos, sin tratar de disimular la equivocación y presentándola con tanta difusión como la publicación original. Nuestro compromiso es la responsabilidad, no la infalibilidad. Todos podemos equivocarnos. Debemos tratar de evitar los errores, pero si los cometemos debemos reconocerlos públicamente.



MIS APUNTES SOBRE LOS 10 MANDAMIENTOS DE DANIEL CORONEL

31 enero, 2016

Tomado de: https://www.reporterosasociados.com.co/2016/01/mis-apuntes-sobre-los-10-mandamientos-de-daniel-coronel/

Por: Ricardo Galán

El periodista Daniel Coronel publica en su última columna en la revista Semana toda una cátedra sobre el ser y el deber ser del periodista y el periodismo.

Daniel, que es innovador al convertir una columna de opinión en una especie de fiscalía pública, fija unas premisas sobre como, en su leal saber y entender, se debe ejercer el periodismo. Con algunas de esas premisas estoy de acuerdo. Con otras no. Estos son mis apuntes:

La meta del periodismo no es tumbar funcionarios”. De acuerdo.

La labor del reportero consiste en entregar información a los ciudadanos para que sepan lo que está pasando y así puedan tomar las mejores decisiones”. De acuerdo.

Nuestro trabajo tampoco es impartir justicia”. De acuerdo. Aunque algunos programas de radio y televisión y algunas columnas de opinión se asemejan más a un estrado o una sentencia judicial que a una sala de redacción.

El periodista debe defender el derecho de los ciudadanos a saber lo que está pasando, cómo se toman las decisiones que los afectan y cómo se gasta el dinero público. El periodismo, cuando es genuino, debe ser un contra-poder.” De acuerdo.

Un jefe de prensa no es un periodista” En desacuerdo. (MUSICA) Los jefes de prensa, si periodistas, siguen siendo periodistas. De hecho, esa es la razón por la que los contratan. La diferencia radica en que durante ese ejercicio dejan de ser medio para asumir el rol de fuentes. Y como tal deben ser vistos ellos y su gestión. Sus colegas deben confrontar su versión oficial de la noticia. La responsabilidad de contrastarla es del reportero y del medio para el que trabaja. Daniel olvida que en el mundo ultra conectado y convergente de hoy todos podemos ser fuente, medio y/o ciudadanos a la vez. La línea divisoria es muy delgada gracias al Internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías.

Las relaciones públicas (…) no son periodismo”. Parcialmente De acuerdo. (MUSICA) El error de Coronell consiste en calificar a todas las oficinas de prensa, como agencias de relaciones públicas. Es no es cierto, ni es exacto. La mayoría son oficinas de comunicaciones y quienes allí trabajan comunicadores profesionales que ejercen su oficio como debe ser.

Es necesario agotar diligentemente la búsqueda de los puntos de vista posibles sobre un hecho”. De acuerdo.

Estamos obligados a verificar rigurosamente y a rectificar cuando nos equivocamos, sin tratar de disimular la equivocación y presentándola con tanta difusión como la publicación original. Nuestro compromiso es la responsabilidad, no la infalibilidad”. De acuerdo

La relación entre el periodista y la fuente de información debe regirse por la independencia. Si existe una relación diferente a la de periodista-fuente, el reportero debe evitar cubrir eventos relacionados con esa persona y si resulta inevitable, advertirlo de manera clara a los televidentes, oyentes o lectores.” Parcialmente de acuerdo. (MUSICA) Daniel deja toda la responsabilidad en el reportero. No habla de la relación “periodista-fuente” cuando se trata de periodistas dueños de medios de comunicación, contratistas del Estado, a nombre propio y/o de sus empresas o cuyo sustento está directamente relacionado con la venta de pauta publicitaria. Siguiendo la línea ética trazada por Coronell esos “periodistas empresarios, contratistas, vendedores o comisionistas” tampoco son periodistas. Pero no sólo se presentan como tales, sino que presumen de su independencia frente al poder que les da sustento. De esa relación la gente también tiene derecho a saber.

Daniel nos invita a reflexionar sobre el ejercicio de un oficio esencial para la democracia en el justo momento cuando, gracias a la Internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías el llamado cuarto poder está cambiando de manos.

Poco a poco el público, hasta ahora el eslabón más débil de la cadena, adquiere más conciencia de su fuerza. Las grandes decisiones: sobre qué, cómo, cuando y en dónde se informa las toma hoy la gente y no un minúsculo grupo de editores.

Para bien, hoy hay mucho más equilibrio en la relación fuente-medio-audiencias. Y eso no le gusta a quienes siempre han creído ser la conciencia y la voz de la mal llamada opinión pública. Eso no va más. La gente descubrió que tiene derecho a ser escuchada sin intermediarios y la tecnología está ahí para darle los medios y las herramientas para que eso ocurra.

Basta con leer los comentarios publicados por sus lectores en la versión web de la columna de Daniel Coronell en Semana.com para darse cuenta de que la relación entre el periodismo y sus audiencias está cambiando.

Los ciudadanos, a juzgar por lo que le dicen y como se lo dicen, acogen con entusiasmo el apunte final de Coronell que viene a ser su décimo mandamiento:

  1. El periodista no debe buscar el cariño o la aprobación de las fuentes, ni de los ciudadanos. Estamos para buscar verdades aunque a veces resulten desagradables y casi siempre inconvenientes.”

Los ciudadanos tampoco buscan el cariño y aprobación de las fuentes, los medios o los columnistas. Reclaman “verdades aunque a veces resulten desagradables y casi siempre inconvenientes”

Eso está bien. Al fin y al cabo estamos en la era de la comunicación en doble vía.





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