DECÁLOGO DEL NEGRO
LITERARIO (O CASI DIEZ TRUCOS)
Enrique Rubio
1. A veces me pongo un
billete de 20 euros pegado a la pantalla del portátil con cinta
adhesiva para seguir escribiendo mi encargo, como el burro que
persigue la zanahoria. Con algunos encargos lo hago más que con
otros; en casos extremos tengo que poner billetes de 50 o de 100
porque si no me entra una pereza soporífera.
2. El pensamiento 'si no
lo hiciera yo, lo haría otra persona', es siempre un buen consuelo a
falta de algo mejor. Al igual que el enterrador, el verdugo o el que
hace rastas.
3. Guardarte las mejores
frases por si encajaran en algún libro propio próximamente. Si el
cliente pillara el autoplagio, siempre te queda el chantaje de
amenazarlo con desvelar su identidad y su encargo si se le ocurre
denunciarte. Este truco amortigua el amargo sentimiento de entregarle
al cliente lo mejor de ti mismo, por mucho dinero que te pague.
4. Un tópico siempre es
mejor que algo original o provocador. La masa quiere reconocer, no
conocer, y mucho menos cuestionar alguna de sus creencias tatuadas a
fuego. Normalmente los encargos son de gente que quiere vender su
libro y le importa poco cómo sea de estúpido el contenido.
5. Si el cliente te
'aconseja' u ordena un cambio y tú estás convencido de que no es
necesario porque el contenido actual está bien, cámbialo una vez,
entrégaselo y en la versión final vuelve a dejarlo como estaba. En
nueve de cada diez casos no se da cuenta. Es un efecto psicológico
parecido a cuando le entregas un trabajo a un profesor, te dice que
tienes que mejorar esto o aquello, cambiar un capítulo, recortar
otro...etc... y te deja todo el verano para realizar las
modificaciones. Le entregas el trabajo exactamente igual, sin cambiar
ni una coma, y en septiembre te dice: "Ahora está bien".
Todo esto es por el bien del cliente, que a menudo se cree más listo
o experto que tú. Debes hacerle sentir importante, decir sí a sus
sugerencias, manías...etc... pero luego debes obviarlas y entregarle
el mejor libro posible sin que se dé cuenta. No me digan ustedes que
no soy buena persona y buen profesional. Me desvivo por mis clientes,
les dirijo por el buen camino esquivando su ego y su ignorancia para
que su bazofia brille en el vertedero y sea ingerida por el zombi de
turno sin problemas, como una papilla sin grumos que no hay que
masticar sino solo deglutir mecánicamente a intervalos regulares.
6. Otro truco relacionado
con éste: Justo cuando vayas a mandarle la última versión del
encargo, dile que necesitas un par de días más para darle una
última vuelta. Eso siempre queda bien aunque no hagas nada.
7. Si el cliente te ha
pasado un borrador sobre el que tienes que trabajar y te encuentras
con una frase que esté bien y no haya que rehacerla desde cero,
mastúrbate para celebrarlo.
8. Recordad: en los libros
para la gran masa, siempre son las mismas ideas de fondo y las mismas
historias. Hazte un buen esquema que tengas siempre a la vista porque
lo vas a necesitar un día sí y otro también. Podría ponerlo aquí,
pero no quiero quitarle a nadie el placer de confeccionarlo tras la
lectura de numerosos bestsellers para idiotas.
9. En los círculos
literarios de la gran Mafia suena mucho mi nombre como uno de los
negros mayor dotados: seriedad, profesionalidad, eficacia, solvencia,
flexibilidad camaleónica ante las exigencias del cliente y autor en
la sombra de un bestseller y un par de novelas para autores
consagrados. Todo ello es rigurosamente cierto. "¿Y lo del
blog?" preguntan algunos asustadizos. "Nada, eso son
coñas", responden aquellos que creen conocerme bien. No digo
que todo sea real, aunque tampoco todo es falso (muy pocas cosas, de
hecho). Cuando algún escritor importante se pone en contacto
conmigo, le digo, por si acaso, que todo lo que sale en el blog son
bromas y exageraciones, para que confíe en mí y no se enfade en el
futuro por lo que pueda escribir.
10. Una vez alguien me
preguntó por qué no hacía de negro de mí mismo y escribía un
libro comercial que tuviera grandes posibilidades de convertirse en
un bestseller. Cierto es que algunos de mis encargos se han vendido
muy bien y uno en concreto ha vendido varias decenas de miles de
ejemplares, pero siempre he pensado que si tengo que escribir basura,
mejor poner el nombre de otro. Creedme cuando digo que hay libros en
donde es mucho mejor que no aparezca tu nombre por ningún lado.
Prefiero dar de comer
mierda que tragármela yo.
Nota: Los trucos 9 y 10
son más anécdotas o reflexiones que trucos, pero me faltaban tres
pedazos para completar el decálogo y no tenía ganas de esforzarme
por la mierda del blog.
A tomar por culo.
Tomado de:
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