DECALOGOS LITERARIOS: El capítulo de los decálogos tomó vida propia y dada la avalancha de visitas, consideramos que se merece un blog aparte, para degustarlos y organizarlos, para darle el real valor a cada uno de sus autores y sus ideas. Esta página pretende hacer una recopilación de muchos de ellos. Bienvenidos los aportes.
ANTOLOGIA DE DECALOGOS LITERARIOS
"Los Diez Mandamientos, considerados útiles reglas morales para vivir en sociedad, tienen un excelente uso literario. El escritor, al contar sus historias, debería hacer que sus personajes violen constantemente estos mandamientos, en conjunto o por partes. Mientras alguien robe, mate, mienta, fornique, blasfeme o desee a la mujer del prójimo tendremos un conflicto y en consecuencia una historia que contar. Por el contrario, si sus personajes se portan bien, no sucederá nada: todo será aburridísimo."
Fernando Ampuero
Uno de los más interesantes y que recoge más sabiduría, tiene un solo postulado. Se lo leí a Alejandro Quintana y dice:
"Porque en realidad ya se ha contado todo; lo novedoso es contarlo de forma interesante".
Es muy común que los escritores, cuando gozan de cierto reconocimiento, decidan organizar sus ideas en forma de recomendaciones que suelen enumerar en listas, generalmente en forma de decálogos, muy a manera de configurar una suerte de "Tablas de la Ley"o de "Diez Mandamientos" , en los que pontifican,-con razón o sin ella, en concordancia con su prestigio y sabiduría o apenas haciendo gala de una vana pretensión un tanto ególatra- sobre sus verdades decantadas acerca del oficio de escribir.
Unos condensan verdaderas sentencias, otras son apenas esbozos que naufragan en su propia babosería; unos son un compendio de ingenio, otros verdaderos destellos de humor, mientras algunos apenas sí resbalan como peligroso chascarrillo en el reino del lugar común.
De todas maneras, en esta página recopilamos algunos de ellos, como elemento para el análisis y estudio de los interesados en el ejercicio de escribir. Muy recomendado para aprendices y aficionados, para lectores desprevenidos, para alumnos de talleres literarios y para todos los que se deleitan del bello arte de la Literatura.
Al final citamos los más ingeniosos, clásicos, reconocidos o polémicos.
Lo que comenzó como un divertimento, pasó a ser una disciplina que permite enriquecer la teoría de la creación literaria, en la voz de los maestros. La idea original parte de la página www.emiliorestrepo.blogspot.com
Comentarios y aportes, favor remitirlos a emiliorestrepo@gmail.com
Decálogo de Mario Escobar Velásquez. (Desde el recuerdo) El fallecido escritor colombiano no solo fue un depurado escritor y pionero del asunto de los Talleres Literarios en Medellín. Durante mucho tiempo se dedicó a pensar la literatura. Presentamos una cosecha de sus pensamientos sobre el arte de escribir, acopiadas por algunos de sus alumnos que recopilaron su legado.
Este es un aporte de uno de sus alumnos, Juan Fernando Uribe Arcila, tomados de sus apuntes Copiado en clase... Con cariño. 1- No se pegue de 'chorros chiquitos'.(Hay que tener un deseo razonable de escribir cosas que valgan la pena, con ideas y motivaciones que tengan valor. Lo irrelevante es desechable y prescindible). 2- Todas las líneas son importantes. Hay que saber adonde va, no "a ver que sale". 3- Use adjetivos de una sola interpretación. No les tenga miedo gratuito. Se pueden usar, si valen la pena, si son un hallazgo, una propuesta, no un lugar común. Como Borges: "laboriosamente trivial", "con escandaloso decoro", "la unánime noche" 4- No amontonar palabras. Use las palabras precisas, prefiera la "economía de las palabras". 5- Los personajes deben ser ellos, no tu. 6- La idea se tiene que parir. Llega un momento en que nace, siempre le ha de llegar su hora. 7- Todas las historias han sido contadas, todos los personajes ensayados. Lo único que nos queda es el estilo. 8- No diga que es avaro, póngalo a ser avariento. Que se vea, que se sienta, que duela, que repudie. 9- No le haga concesiones al lector. Las conclusiones las debe sacar el lector. 10- Use una agenda de escritor y llévela a todas partes. Y no pierda detalle, anote todo y más... Su nieta, la escritora Julia Escobar, también nos presenta una recopilación de sus "mandamientos":
MANDAMIENTOS DE UN ESCRITOR SEGÚN
MARIO ESCOBAR VELÁSQUEZ
1-No se escribe para darse el
tono de ser escritor. Se escribe porque, o lo hace uno o se revienta: escribir
es una compulsión.
2-Se escribe porque se tiene que
contar: sólo por eso. Antoine de Saint-Exúpery pensaba lo mismo cuando escribió
que “Escribir es una consecuencia”.
3-No por agradar a nadie: sólo
por el propio agrado.
4-Se escribe únicamente de lo
que se conoce bien. De lo que es o fue carne de uno, piel de uno, dolores o
alegrías de uno.
5-Hay que buscar hasta hallarlo
por completo, el estilo propio. Se encuentra cuando se ha descifrado el estilo
de los demás. No hay estructuras de cuento ni de novela, ahora, que sean
originales: pero el estilo sí puede serlo.
6-Se debe ser claro: no hay que
poner al lector a armar rompecabezas.
7-Pero no se debe ser tan claro
como el agua: el buen escritor no dice de uno de sus personajes que es avaro,
sino que lo pone a nadar en la avaricia.
8-Se debe escribir para ser el
mejor: no hay otra meta. Esto supone una disciplina de legionario, una
planeación de astronauta. Ser mediocre es fácil, pero destacarse es producto de
una labor.
9-No se improvisa: detrás de
cada página bien escrita hubo horas y horas, y más horas, - y aún más – de
análisis y meditaciones. Y todas esas horas, y más, de perfeccionamiento del
texto.
10-La literatura no es la
gramática. Pero castizo o no castizo, al lector tiene que “amarrarlo” el hilo
de la narración. El arte del escritor es arte de amarrar lectores, si es que se
escribe para que a uno lo lean.
Además: la fama no existe: es un
imponderable, y sobre todo una molestia. Y el ejercicio literario, cuando es
sincero y se practica con honradez, se paga a sí mismo. No hay mejor
satisfacción que la producida por un trabajo que uno mismo aprueba. ******
Frases sueltas tomadas de los apuntes de clase. ( La mayoría
recopiladas por Orlando Ramírez-Casas –ORCASAS, y tomada de una conferencia suya sobre Escobar )
- “Las palabras tienen un significado preciso que está en el diccionario
y ustedes deben aprender a escribir con precisión. Para escribir hay que pulir y repulir y luego
volver a pulir hasta encontrar las palabras precisas que expresen lo que uno
quiere decir. Hay que tener siempre a la
mano el diccionario académico. No
significan lo que uno cree o se imagina. Significan lo que es y para que nos
pongamos de acuerdo, vamos a creer en nuestra santidad el DRAE; de pronto, pero
sin sostenerlo a viva voz, el
Pequeño Larousse o el María Moliner, y paremos ahí…”
- “un semillero de escritores no es como uno de futbolistas. Pateadores de balón se consiguen en las
esquinas, pero los escritores deben buscarse con lupa. Crean y defiendan los talleres literarios. No
le nieguen la posibilidad, por prejuicio o por recursos, a los que están interesados, a estos dos, o a
uno, si no quedara sino ése. Uno podría
aprender a escribir por sí solo, como aprendieron los escritores desde Homero
hasta nuestros días, los talleres lo único que hacen es acortar el camino y evitar
que se cometan errores que otros cometieron, evitar los extravíos que dan al
traste con una vocación o un talento inseguro”
- “El lenguaje tiene que tener un marco de referencia para evitar la
anarquía. Ese marco, para que lo
definamos y no tengamos equívocos, es la Real Academia de la Lengua.”
- “…en literatura no se dicen de alguien sus cualidades o defectos, sino
que se los pinta con hechos. No sé por qué eso tan simple se le hace tan difícil
a los principiantes. Adjetivos, muchas veces gratuitos e innecesarios. Debe ser
una secuela del mal periodismo que tanto daño nos ha hecho”
- “…las palabras no se ponen porque suenen bonitas sino porque desempeñan
un oficio que en esa frase ya está desempeñando la palabra que se quiere
encontrar. Cuando los adjetivos son
innecesarios, se convierten en estorbo.”
- “Ahora, si en realidad quiere ser escritor, debe seguir trabajando solo
y con dureza todos los días del resto de su vida. Debe aprender a corregirse a sí mismo, porque
nadie lo hará con la misma propiedad y el mismo conocimiento que usted
tiene. A partir de ahora lo que yo como
profesor sería para usted es un simple corrector de textos, y no tengo tiempo
para eso. Hay otros, pero no les delegue
la tarea, hágala usted.”
- “Me estoy llenando de chécheres. Son libros leídos. No me gusta tener libros por tener. Los libros del otro cuarto están esperando su
oportunidad de ser trasladados. Los
tengo allá para que estorben y algún día tome la decisión de leerlos o de
regalarlos. No tienen otra opción.”
- “Nada más equivocado que el gusto popular. El pueblo tiene mal gusto. Escuche esa canción, mire las colas para ver esa película,
cómo me dice usted que ese futbolista es el ídolo de moda. No me vaya a decir,
con esos ejemplos, que lo masivo o lo popular es equivalente a lo que es bueno
o que tiene valor artístico o cultural, mejor entonces, empaquemos y volvamos a
las cavernas. Las cosas buenas son para escogidos. Muy rara vez lo popular
tiene valor estético; en algunas ocasiones la música popular nos da gratas
sorpresas, pero la mayoría es basura desechable, o de consumo rápido y
empalagoso o utiliza el atajo del cerebro para hacerle el quite al buen gusto y
garantizar una rápida digestión…”
Coda: En el artículo “Revelación de una poética de autor a
partir de Itinerario de Afinidades: Perfiles”
de María Alejandra Arcila Yepes, en el cual hace un análisis del libro de Escobar Velásquez publicado en 2015, la autora propone a manera de conclusión, la configuración
de una suerte de decálogo a manera de consejos literarios. Dice textualmente:
Conclusiones
Si bien la
compilación de perfiles en
Itinerario de afinidades se
presenta sin la
intención de proponer una
poética de autor,
el texto termina
por enunciar y
exponer lecciones sobre la
creación del discurso narrativo. A partir del texto se puede sugerir una lista
de prioridades en el proceso de escritura, un decálogo o unos consejos para los
autores. Partiendo de lo destacado en este
artículo podría incluso
plantearse así:
Decálogo del escritor
literario:
1. Revela la
forma física y psicológica
de tu personaje,
si el lector
no visualiza al
sujeto pierde el interés en
él.
2. Utiliza los adjetivos precisos para valorar a los
personajes, cosas o espacios. La palabra
justa es reveladora.
3. Recuerda
que estás narrando, no
informando.
4. Más allá
de lo dicho,
importa el cómo de
lo dicho, recurre
a las posibilidades
del lenguaje literario.
Las metáforas y las ironías nos ayudan a afirmar con belleza y
con humor.
5. Observa el mundo con cuidado, en la realidad encontramos
material para la ficción. Se habla mejor de aquello que se conoce.
6. La belleza está en
todo, en lo
horrible, en lo
patético, en lo
sucio.
7. Para el
escritor no hay
temas censurables, puede hablar
de lo que desee.
8. Define tus profesores de letras, lee y estudia la
estructura de sus textos.
9. Aprende de los buenos, pero no los copies, intenta un
estilo propio.
10. No te preocupes por la capacidad intelectual de tus
lectores, que eso no te limite. No hay dos lectores iguales.
Los tutores responden
a la necesidad de los alumnos, de crear personajes inolvidables:
Chris J PeakeChris, tutor de ►
Novela Fantástica:
1) Conoce a tu personaje: debes saberlo todo a cerca de tus
personajes, y especialmente sobre tus protagonistas (y antagonistas): su
pasado, sus motivaciones, sus miedos, sus traumas, sus gustos, su familia,
amigos y enemigos… en definitiva, su personalidad y todos aquellos rasgos que
te indiquen cómo se comportaría en una situación concreta. Respeta su propia
voluntad.
Para ayudarte en esta labor, puedes crear “fichas de
personaje”, donde incluyas toda la información que creas necesaria, información
que no tienes por qué dar después al lector, se trata simplemente de una guía
para conocer a tu personaje.
Jaume Vicent, tutor de ►
Novela negra y de misterio y de Introducción
al terror
2) Los personajes deben ser fácilmente reconocibles por el
lector. Cada uno de tus personajes debe tener su propia personalidad, tiene que
hablar de forma que se le distinga del resto. Todos los personajes deben ser
únicos (aquí entra también el nombre, no hagas como en Cien años de soledad, tú
no eres Márquez) y reconocible. Haz que tenga una voz única, una apariencia
única. Tus lectores, además, querrán sentirse identificados con uno de ellos no
importa si son buenos o malos, dale a cada uno algo diferente, algo a lo que tu
lector pueda agarrarse.
Isabel Martínez Barquero, tutora de ► Iniciación en el
relato
3) Que el personaje resulte inolvidable para el lector va a
depender del grado de humanidad con que lo dotemos. Ha de ser contradictorio,
como lo somos los humanos, pero sin que esa característica anule una forma de
ser que el lector identifique enseguida o, dicho de otro modo, ha de tener
coherencia, incluso dentro de las incoherencias que su carácter le imprima. Ha
de mostrarse abiertamente en sus sentimientos y pensamientos.
Si el autor se enamora del personaje, se nota y adquiere una
gran fuerza. También si el autor detesta a un personaje, se nota.
Yolanda González Mesa, tutora de los talleres de ► Productividad para escritores
y Scrivener
4) Hay tres estereotipos femeninos que se repiten hasta la náusea
en miles de novelas y películas. Repasa tu historia y comprueba si tus
personajes femeninos corresponden a estos clichés. Si es así, cámbialos,
aléjalos del tópico, y lograrás hacerlos únicos:
– La madre/reposo del guerrero: da igual que espere al héroe
con su postre favorito o medio en pelotas en una cama, su función es la misma:
dar un respiro al protagonista y de paso recordarles a él y al lector que es el
más dulce hijo o el mejor de los amantes, y en general un tipo sensible, aunque
lo esconda.
– Detonante/víctima: el malo ataca a “la chica” de algún
modo y el héroe la rescata, la venga, o ambas cosas. En tu historia y en otras
cinco millones que han contado antes.
– Loca/mala: es mala, el origen de su maldad es que está
loca y además histérica, y el origen de su locura no es necesario explicarlo,
porque total, está loca. Y es mala.
José Juan Picos, tutor de ►
Novela Histórica
5) Un personaje literario inolvidable es un crash test dummie, un muñeco de prueba
que impide que nos mate la frustración y la rutina. Sufre lo indecible, ama con
pasión y miedo, aspira, ambiciona, teme, es derrotado, cae malherido, se
levanta y, a veces, vence.
Como los muñecos de prueba automovilísticos, un personaje se
pone al volante, se lanza a toda velocidad, se estrella y no muere (o sí).
Combina el anhelo de vivir intensamente y el terror a la muerte, extremos
esenciales del ser humano. Lo mejor es que, al cerrar el libro, dejamos reposar
la cabeza en la almohada y vivimos otro sueño. Cuanto más cerca del muro de
impacto nos lleve, más inolvidable.
Rebeca Rus, tutora de ►
Novela Romántica
6) Lo más importante para que tu personaje funcione es que
tenga un motivo interior, algo que le inspire y que le haga evolucionar,
moverse, ir más allá a lo largo de la historia que estás escribiendo. Ese
motivo no tiene por qué estar exteriorizado de cara al público (puede ser su
secreto, como dicen los guionistas), pero tú sí tienes que ser consciente de
ello mientras escribes, no olvidarlo nunca y que se destile con cada acción o
palabra de tu personaje. Lo convertirá en un ser de carne y hueso.
Ana Bolox, tutora del taller de ► Novela Policíaca
7) Los personajes más convincentes y persuasivos para el
lector son aquellos que presentan una consistencia interna, capaz de asombrar o
sorprender. Y, para ello, es necesario dotarles con cuatro particularidades:
1. Un deseo, necesidad o ambición.
2. Un secreto.
3. Una contradicción.
4. Una debilidad.
Víctor J Sanz, tutor de varios talleres de ► Narrativa:
8) Para conseguir personajes increíbles debes proyectar
personajes creíbles. Los lectores se cansan de los personajes que pueden con
todo, pero también de los que no pueden con nada.
9) Encuentra la manera de conectar a tu personaje con el
lector mediante los sentimientos. Los personajes más interesantes son aquellos
que tienen defectos o limitaciones conocidas por el lector y ante los que se
abre el abismo de enfrentarse a ellas. Esas limitaciones pueden suscitar en el
lector la incertidumbre sobre el resultado de ese enfrentamiento, así como la
necesidad de vivir esa misma experiencia de primera mano, pero sin correr
ningún riesgo
10) Todo personaje principal debe experimentar un proceso
transformador durante el relato. La profundidad de esa transformación puede
determinar el grado de aceptación por parte del lector.
Señales particulares de un
gacetillero feliz-Alberto Salcedo Ramos
* La crónica
es un género que se inventó para poner al periodismo a salvo del
envejecimiento.
* Crónica:
la oportunidad del periodismo y la belleza de la literatura.
* El yo que
corrige es el mejor amigo del yo que escribe. Asegúrate de que él también acuda
a tu estudio cada mañana, cuando te sientes frente al computador. El lector te
lo agradecerá.
* La
realidad es una dama esquiva que se resiste en los primeros encuentros. Por eso
suele esconderse de los reporteros impacientes.
* No es un
dogma sino solo una sospecha: quien no lee buena poesía jamás tendrá buena
prosa.
* Si quieres
contar historias, ten en cuenta este sabio consejo de Ryszard Kapuscinski:
“dentro de una gota hay un universo entero. Lo particular nos dice más que lo
general”.
* Piensa en
tu texto, incluso, cuando no estás escribiendo. Seguro se te ocurrirán ideas
que mejorarán tu enfoque y frases que serán de gran utilidad. Recuerda el sabio
consejo de Mailer: una parte muy importante del trabajo de escribir se hace
lejos del computador.
* Intenta
llegar a ese punto en que el personaje te habla con tal grado de confianza que
es como si simplemente estuviera a solas reflexionando en voz alta.
* Siempre
habrá alguien que hablará horrores de ti a tus espaldas. Quizá hasta tenga
razón, pero lo tuyo es la escritura: concéntrate en eso.
* La tía que
lo ama a uno demora para leer lo que uno escribe. El envidioso madruga a leerlo
a uno. El amor aplaza, la envidia es puntual.
* Un
escritor borracho me dijo en un bar: “tú me caes muy mal y por eso no te leo.
¿Qué tal que te lea y resultes gustándome?”.
* Sembrar un
árbol, tener un hijo, escribir un libro. El árbol es para ahorcar al hijo
cuando se ría del libro de uno.
* Echarle a
la televisión la culpa de que muchos no lean es como culpar de la infidelidad a
los moteles.
* Como has
leído tanto y eres tan curioso, ya sabes cómo se hace. Pero recuerda: saber
cómo se hace no es lo mismo que saber hacerlo.
* A un primo
vago en el colegio le decíamos Atila: era el rey de los “unos”. Y además sin
hache porque tenía mala ortografía.
* Si al
escribir el texto te fluye sin tropiezos, lo más seguro es que estés haciendo
algo mal.
* Tengo una
novela lista: nada más me falta escribirla.
* Me encanta
ese momento en que termino un texto y empiezo a buscarle defectos como si lo
hubiera escrito un enemigo. Me encanta encontrar problemas donde parecía que
todo estaba bien. Me encanta el mapa de tachaduras que entonces va apareciendo
ante mis ojos. Me encanta desbaratar, rehacer. Escribir es, sobre todo,
reescribir.
* En los
libros oigo voces que me ayudan a oír mejor mi propia voz.
* El
universo de la literatura nos ayuda a soportar el universo que cada mañana nos
muestra el periodismo.
* Cuento
historias porque quiero seguir vivo cuando ya esté muerto.
El escritor y periodista Alberto Salcedo Ramos visitó Manizales durante el encuentro de la novena edición de Red de Bibliotecas. LA PATRIA conversó con el autor de La eterna parranda sobre la importancia de la lectura.
- ¿Por qué es importante leer?
Al leer encontramos la vacuna contra el fanatismo, es una manera de civilizar la discusión pública. Los libros son una forma de aceptar que hay personas que piensandistinto. Thomas Eliot, novelista y poeta británico-estadounidense, decía que los libros son una posibilidad de convertir la sangre en tinta. Eso me parece bellísimo, porque quiere decir que cuando se lee aparecen otras posibilidades de resolver los conflictos sin recurrir a la violencia. Una sociedad que no lee suele ser fanática e intransigente, porque los libros enseñan a preguntar en lugar de afirmar.
- ¿Cree que hay diferencias entre las personas que leen y las que no?
Los libros son una maravilla, pero me parece terrible que a veces se usen como un símbolo de superioridad moral. Lo mejor que se puede hacer es sacarlos de los estantes y llevárselos a la gente para que lean y no estigmatizar a nadie porque no lee. Yo no entraría en ese maniqueísmo de dividir. Me parece bonito ver el libro como una maravillosa herramienta de superación del hombre, pero sin mesianismos.
- ¿Qué lee y qué tipo de lecturas recomienda?
Leo de todo, con la condición de que me guste. No me gusta leer por obligación. Creo que se debe leer de todo, ficción, ensayos, poesía, periodismo narrativo bien escrito, entre otros. No promuevo la idea de satanizar un tipo determinado de lectura, cada quien se las arregla con lo que va encontrando.
- ¿Qué piensa de los nuevos mecanismos para leer?
Todo lo que sea a favor de la promoción de la lectura es bienvenido. El hombre ha escrito sobre el hierro, la piedra, la arena, incluso en el viento - recordemos a los rapsodas (recitador de poemas)-. Así que, si uno leyó con el oído algo que estaba escrito en el viento, cómo no va a leer algo que está escrito en una tablet. Cada quien se acerca al libro como mejor le parece.
- ¿Algunos consejos para comprender lo que se lee?
Hay un problema grave de comprensión de lectura. Constantemente recibo insultos y reclamos del algunas personas que leen mis columnas y que no entendieron nada de lo que quise decir. Por eso, me parece importante que las personas se acerquen al libro como puedan: desde la ama de casa, que puede leer una página y quedarse dormida, hasta el intelectual. La lectura se debe fomentar en la escuela con lecturas adecuadas, porque si ponen a un niño de nueve años a leer La metamorfosis de Franz Kafka, lo más seguro es que salga corriendo y no quiera volver a leer más en su vida.
1) Las ganas de escribir vienen escribiendo. Es inútil
esperar el instante perfecto en que todos
los problemas han desaparecido y solo existe el deseo compulsivo de
escribir: ese instante no existe. En general, uno se sienta a escribir
venciendo cierta resistencia —salir del estado de ocio no es natural—, uno
oficia ciertos ritos dilatorios, uno por fin, con cierta cautela, escribe. Y en
algún momento uno tal vez descubre que está sumergido hasta los pelos, que
todos los problemas han desaparecido, y
que no existe otra cosa que el deseo compulsivo de escribir.
2) La primera versión de un texto es sólo un mal necesario.
Suele estar bien lejos de aquello completo e intenso que uno difusamente ha
concebido. Corregir no es otra cosa que ir encontrando a Moisés dentro del
bloque de mármol.
3) En literatura no existen sinónimos ni equivalencias: no es
lo mismo un rostro, que una cara, que una jeta, “Dijo que estaba harto” no
equivale a “—Estoy harto — dijo”. Aferrarse a una frase o una palabra
simplemente porque ha salido así del alma, es por lo menos un riesgo: el alma,
a veces, dicta obviedades. En Filosofía de la composición, Poe cuenta que,
durante la escritura de su poema El cuervo, decidió que necesitaba un animal
parlante para que repitiera un leit motiv al final de cada estrofa. Y
naturalmente el primer animal que se le cruzó fue el loro. A veces conviene
sacrificar al loro.
4) Ni la espontaneidad ni la velocidad son valores en
literatura. Tantear, tachar, descubrir nuevas posibilidades, equivocarse tantas
veces como haga falta, ir acercándose paso a paso al texto buscado: ese es el
verdadero acto creador. Lo otro es como estornudar.
5) Cuando se escribe, no hay que tenerles miedo a los
sentimientos, pero tampoco hay que tenerle miedo a la lucidez. Uno tiene tan
pocas cualidades que no veo razón para que se despoje de alguna de ellas para
hacer literatura.
6) La realidad proporciona buenas situaciones pero no
construye obras artísticas. Tajear un hecho, distorsionarlo, cambiarle o
anularle alguna pieza, son atribuciones que un autor de ficciones puede tomarse
sin ninguna culpa. No es al acontecimiento real al que debe serle fiel sino a
la luz secreta que él descubrió en ese acontecimiento y lo tentó a escribir.
7) No hay que empezar un cuento si no se sabe cómo va a
terminar. Se corre el riesgo de ir de acá para allá, sin ton ni son, esperando
que el final caiga del cielo. Los buenos finales no suelen tener origen
celestial: aunque no se lo note, vienen mandados desde la primera frase.
8) Una novela requiere una escritura y una estructura
rigurosas como las de un cuento. Si tiene páginas grises, esos grises deben
estar tan cargados de tensión como lo están en el Guernica, de Picasso. Si no,
son meramente un plomo.
9) La inspiración no existe; en eso se parece a las brujas.
Entonces, cuando las palabras parecen cantarle a uno en la oreja, y siente que todo lo que está
escribiendo tiene la música justa, el ritmo exacto, la tensión precisa que debe
tener, uno puede llamar a ese estado de privilegio como más le guste, pero lo
mejor es que suelte el freno y deje rodar la locura. Es hermoso, solo que no
hay que creer que es el único estado en que se hace literatura. Porque se corre
el riesgo de no escribir más que una página en toda la vida.
10) Hay que nutrirse de los credos y hay que aprender a
dudar de ellos. No existen reglas universales para el oficio de escribir. Es
uno mismo que a la larga, con verdades y mentiras propias y ajenas, va estableciendo sus propios ritos, va
permitiéndose sus propias manías, va construyendo su propio credo.
Patricia Highsmith y sus consejos para escribir historias de misterio
Nacida como Mary Patricia Plangman en Texas, Estados Unidos, en 1921, Patricia Highsmith fallecería al otro lado del océano, en Suiza, 74 años después. Sus padres estuvieron casados durante dos años y su mamá decidió divorciarse cinco meses antes de su nacimiento: durante su infancia se mudaron una y otra vez en Nueva York, y Higsmith conoció a su padre recién a los 12. La escritora tomó el apellido del segundo marido de su mamá.
"Supongo que fue a los 21", respondió cuando le preguntaron cuándo comenzó a escribir seriamente: redactaba guiones y con eso pagaba, apenas, las cuentas. En cuanto a su primera novela, quedó inconclusa a los 22. "Nunca la terminé. Llegué a tipear unas 300 páginas. Me había ido a México para escribir pero me quedé sin dinero y tuve que volver. Era más bien gótica, sobre un chico pobre adoptado en una casa de ricos, una casa en la que vivía mucha gente y había una joya escondida, algo así; era una historia mala, por eso nunca la terminé", contó a la BBC. En efecto, en diciembre de 1943 Highsmith hizo su primer intento por cruzar a México por el puente de Laredo, pero tuvo que volver porque tenía demasiados libros en sus valijas. Mandó algunos de vuelta a Nueva York, aunque su máquina de escribir fue retenida en la frontera.
Extraños en un tren, su opera prima, aparecería recién en 1950. Alfred Hitchcock la llevó al cine con guion de Raymond Chandler: nada mal para empezar.
Esta
es una lista arbitraria de mandamientos de Highsmith. A diferencia
de los del Reino de Dios, cada lector podrá hacer la suya. Y no es
literal.
1. Un
secreto para el éxito. No
hay fórmulas mágicas ni secretos, salvo la individualidad y la
personalidad. Solo al individuo le corresponde expresar lo que le
diferencia de los demás. Es “la apertura de espíritu”, pero no
es nada místico. Es una especie de libertad, de libertad
organizada.
2. Objetivo:
la diversión.La
primera persona a la que deberías complacer es a ti mismo. Si eres
capaz de divertirte escribiéndolo, divertirás a los editores y a
los lectores.
3. Planificación,
la justa.Un
argumento nunca debe ser rígido ni estar terminado. Tengo que
pensar en mi propio entretenimiento y a mí me gustan las sorpresas.
Si sé todo lo que va a pasar, escribirlo no será tan divertido. Es
más importante que los personajes se muevan y tomen decisiones como
personas de carne y hueso, que se les dé la oportunidad de
deliberar, de elegir, de volverse atrás, de tomar otras decisiones,
como en la vida real. Los argumentos rígidos, aunque perfectos,
pueden hacer que los personajes parezcan autómatas.
4. Así
empieza todo. Los
gérmenes de una idea pueden ser pequeños o grandes, sencillos o
complejos, fragmentarios o completos, quietos o móviles. Yo los
reconozco gracias a cierta excitación que siento enseguida, la
misma que produce una sola línea de un poema. El mundo está lleno
de ideas germinales y si no las tienes es por fatiga física o
mental. Entonces hay que viajar, pasear, el cerebro exige
vacaciones. A veces nos rodean personas que no nos convienen.
5. Claves
para una buena atmósfera. Se
consigue poniendo en marcha los cinco sentidos.
6. El
diálogo, con moderación.
Tres líneas de prosa son suficientes para transmitir lo esencial de
una conversación. El diálogo es dramático y debe usarse con
moderación.
7. Sin
trucos.Los
trucos proporcionan un entretenimiento endeble y no divertirán al
lector inteligente. Son ideas ingeniosas que no tienen nada que ver
con la literatura.
8. No
hablar con escritores. No
se me ocurre nada peor o más peligroso que comentar mi trabajo con
otro escritor. Los escritores nadan unos junto a otros en la misma
profundidad, dispuestos a hincar los dientes en el mismo plancton
que flota a la deriva. Me llevo mucho mejor con los pintores.
9. Cuidado
con el amor. Las
personas que nos atraen o de las que estamos enamorados son como una
especie de caucho que nos aísla de la chispa de la inspiración.
10. El
lugar de las dificultades. Están
en la mente del escritor, no en el papel.
11. El
dinero.El
escritor hará bien en tener otro trabajo.
12. Sin
juicios morales. Las
personas creativas no hacen juicios morales. Hay tiempo para ello
después, en lo que crearán, pero el arte no tiene nada que ver con
la moral, los convencionalismos ni los sermones.
13. El
arte de escribir.Lo
que hace difícil escribir sobre el arte de escribir es la
imposibilidad de establecer reglas.
Es
decir, y después de todo esto: que nadie se haga ilusiones.
MÁS DE SU COSECHA
“Las
buenas narraciones se hacen solo con las emociones del escritor”
“Aunque
un libro de suspense esté totalmente calculado, habrá escenas,
descripciones —un perro atropellado, la sensación de que alguien
te sigue por una calle oscura— que probablemente el escritor habrá
experimentado en persona. El libro es siempre mejor si contiene
experiencias como estas, de primera mano, realmente sentidas”.
"Todos
construimos un caparazón para protegernos de los golpes emocionales
y lo vestimos de decoro, corrección, juicio moral, ceguera o
indiferencia adquirida, nos cuenta. ¿Cómo si no ser un granjero
entero si coges cariño al animal que debes sacrificar? ¿Cómo ser
psicólogo si te pueden contagiar la depresión? ¿O un geriatra
efectivo entre ancianos que avanzan hacia la muerte? Para ser
escritor se necesita, sin embargo, un grosor bastante más ligero en
el caparazón: fino como para captar, sentir, comprender y trasladar
las emociones, y sin morir en el intento. “Los escritores tienen un
caparazón protector muy pequeño y durante toda la vida tratan de
desprenderse de él, ya que los diversos golpes e impresiones que
recibirán son el material que necesitan para crear. Esta
receptividad es el ideal del artista”. Se llama empatía.
“Muchos
escritores principiantes creen que sus colegas ya consagrados deben
tener alguna fórmula mágica para alcanzar el éxito. El presente
libro conseguirá, sobre todo, que se desvanezca esta idea. No hay
ningún secreto para alcanzar el éxito escribiendo, salvo la
individualidad o, si se prefiere, la personalidad”.
“Me
gusta que la primera frase contenga algo que se mueva y dé la
impresión de acción,
en vez de ser una frase como, por ejemplo, ‘La luz de la luna yacía
quieta y líquida sobre la pálida playa’”.
“Un
argumento nunca ha de ser una cosa rígida que se encuentra en la
mente del escritor cuando este empieza a trabajar. Yo llevo esta idea
un poco más lejos y creo
que un argumento ni siquiera debe estar terminado. Tengo que pensar
en mi propio entretenimiento y
la verdad es que a mí me gustan las sorpresas”.
“Los
trucos pueden inventarlos muchas personas que ni escriben ni desean
escribir.
Son sencillamente ideas ingeniosas que por sí mismas no tienen nada
que ver con la literatura, ni siquiera con la buena prosa narrativa”.
“Si
el escritor de suspense va a escribir sobre asesinos y víctimas,
sobre gente que se encuentra en el vórtice de este terrible
torbellino de acontecimientos, debe hacer algo más que describir la
brutalidad y la sangre. Procurará iluminar
un poco la mente de los personajes.
En otras palabras, sus personajes inventados tienen que parecer
reales”.
"Un
verdadero escritor se distingue del falso porque seguiría
escribiendo en una isla desierta aunque no hubiera lectores."
“Escribir
es una forma de organizar la vida. Y la necesidad de hacerlo sigue
presente aunque no se tenga público”.
"Si estoy trabajando en una novela, trato de escribir ocho páginas por día. Algo parecido con los cuentos, a veces con los cuentos se pueden hacer diez. Intento atender los asuntos aburridos durante la mañana -trámites, compras, cosas así-, y trabajar entre cuatro y cinco horas por día. Siempre escribo en la máquina de escribir. Comienzo por alguna acción, no por el principio, y me muevo hacia delante y hacia atrás en mi propio pensamiento. Los personajes vienen después. Tengo un cuaderno siempre conmigo y ahí tomo notas mientras estoy escribiendo".
Sobre la crítica
"Prefiero las críticas que son más bien malas. Por ejemplo, en una dijeron que yo era algo despreocupada con respecto a mis personajes menores. Bueno, al menos es más interesante que ser alabada. Y me pongo a pensar en cómo hacerlo mejor la próxima vez".
"Por una razón y otra he tenido que cambiar de editoriales. Me han rechazado libros y no están todos en el mismo sello, es un poco difícil encontrarlos. No es fácil encontrar editores... Da la impresión de que he estado exigiendo grandes adelantos, pero la verdad es que nunca hice eso en mi vida. Y no es bueno tener varios editores, se pierde cierta lealtad de parte de ellos".
"Puedo pensar sólo en una ligera cercanía entre el criminal y el artista, desde que un escritor imaginativo es muy libre; tiene que olvidar su propia moral, su sentido moral personal, especialmente si escribe sobre criminales. Debe sentir que todo es posible. (...) El asesinato para mí es algo misterioso. Creo que no lo comprendo del todo. (...) Y ese es el motivo por el cual escribo tanto al respecto: estoy interesada en la culpa".
"Nunca lamenté no tener hermanos ni hermanas. Incluso ahora, y aunque me gusten mucho las personas, estoy feliz de vivir sola. El asunto principal es que no puedo trabajar si hay alguien más en la casa, así que si viviese con alguien tendría que resignar mi trabajo, o si no de alguna manera levantar una pequeña habitación en el patio y trabajar ahí".
Sobre el vínculo con escritoras y escritores
"No me inclino por hablar de mi trabajo antes de que esté terminado –pienso que es algo muy peligroso de hacer– y después, cuando el libro ya está terminado, ¿para qué hablar de él? Para mí, otra persona que escribe no representa un desafío intelectual. Prefiero mucho más hablar con pintores o escultores, fotógrafos; ellos tienen un modo distinto de ver la vida".
Los consejos que más me han llamado la atención son bien pocos. Uno de ellos es la primera línea o párrafo a la hora de comenzar la narración. Si metes la pata, si en esa primera impresión en la frase o en el párrafo no cuentas algo muy pero que muy interesante, es posible que el lector cierre el libro. No hay que limitarse a describir cómo el sol se inclinaba tras la montaña, o cómo la lluvia empapaba los cristales. Nada más cutre que eso. Y aún hoy en día se sigue haciendo.
Recuerdo hace unos años que, acudiendo a un evento literario, se celebró durante su programa de actividades un taller de escritura donde se mencionaba este consejo. Me hubiera gustado saber que estos consejos ya corrían por el mundo antes de que las personas que impartían el taller casi no habían nacido (literalmente); y que hubieran mencionado las fuentes de estas pautas. Aunque no lo hubieran extraído de Patricia Highsmith. En aquel momento creí que eran unos sabios, pero ahora sé que toda aquella información es más antigua que la polka. No es por desmerecerlos, pero daba la sensación de que todo era trabajo suyo.
Consejo seleccionado 2
Otro de los consejos es que los personajes malvados sean simpáticos. Creo que en esto Patricia es una figura. Además, lo ejemplifica con los personajes de Extraños en un tren6, concretamente con Bruno, el instigador de los crímenes. Resulta tan excéntrico, maniático y problemático, pero al tiempo encantador y culto, que es imposible no sentir algo benigno hacia él. Creo que esto nos ha pasado multitud de veces, y es un secreto a voces que los malos también pueden ser queridos por el público, aunque sepamos que no lo merecen. Ya lo afirma Patricia en el libro: “Lo único que puedo sugerir es que al héroe-asesino se le den tantas cualidades agradables como sea posible (…), puede que estas cualidades sean divertidas en contraste con sus rasgos criminales u homicidas.”
Todo está dicho
A lo largo del texto de Suspense podemos comprobar la gran cultura que tenía Patricia Highsmith respecto a literatura. Lectora empedernida de Grahamm Greene y Henry James, se mantenía al día respecto a las novelas de su tiempo (al parecer no leía a sus colegas, sin embargo), y raro es el capítulo en que no mencione algunas máximas de otros autores. Me ha llamado especial atención la de Anthony Boucher7, después de afirmar que “En la ficción, no siempre es necesario responder a preguntas lógicas”:
Aquí la autora nombra a Boucher refiriéndose a que no siempre es necesario explicar todo en un suceso ficticio, ni siquiera darle una explicación que lo justifique. Con todo esto, tanto Highsmith como Boucher quieren dar a entender que ya todo está escrito y dicho, y que a menudo vienen muchos adanistas a intentar decirnos que han descubierto el fuego. Sí, el infierno mundo está lleno de bienintencionados literarios, pero lo que no saben es que el mundo es más antiguo que ellos. Ella misma cayó en este error cuando cuenta que “Este fue mi ¡Eureka! a los 17 años: que todas las artes eran una sola. Me di cuenta de ello y llegué a pensar que había descubierto algo nuevo, pero pronto averigüé que ya lo habían dicho miles de años antes.”
Criminales en potencia
Si os soy sincero, este libro ha resultado muy esclarecedor en muchos aspectos. Como escritor doy fe de lo útil que es leer estas palabras y testimonios de una autora que ha llevado al límite la psicología de personajes realmente especiales, que ha entrado en la mente del criminal que, posiblemente, todos llevamos dentro. Porque para Patricia Highsmith todos somos criminales si la situación lo requiere. Pero la riqueza en la personalidad de sus personajes es lo que ha llevado a la cima a su autora.
Yaddo
Dentro de mi ilimitada ignorancia, he descubierto algo más en este libro: Yaddo8, la comunidad de artistas para trabajar en un entorno saludable, libre de interrupciones. Allí permaneció un tiempo Patricia, en 1948, donde pudo codearse con muchos otros artistas. Interesante además este artículo donde habla de aquella estancia.
Ripley
No quiero terminar este bloque sin mencionar a Mister Ripley, el personaje highsmithiano tantas veces llevado al cine9 y que le costó cinco novelas en dos décadas. El rey del engaño y el crimen, posiblemente, un joven con un talento inaudito para meterse en líos y salir de ellos. De él también da cuenta en Suspense. Y finalizo este repaso avisando de que el capítulo 10 es un resumen a modo de ejemplo general de su novela La celda de cristal. Lo destaco porque desvela toda la novela. Si no la habéis leído, podéis saltar este capítulo hasta que lo hagáis.
Homenaje
Ahora sí. Este es un listado de frases que me han llamado la atención y considero que pueden servir para muchas cosas: entender a la autora y aprender un poco de ella. Reflexionar nunca está de más. Vuelvo a insistir: este libro es una pequeña joya, otro legado más de una mujer fascinante que sufrió un rechazo mediático, por decirlo así, a causa de sus ideas y su forma de vida. En sus palabras, traducidas por Jordi Beltrán para esta edición, vais a encontrar una sinceridad cordial, lejos de esa imagen deformada que tanto daño le hizo. 2021 es el año de Patricia Highsmith, cuando se cumple el siglo de su nacimiento. ¡Qué mejor homenaje que recordarla de una forma tan amena y profunda!
Máximas de Patricia Highsmith
❖Pero esto es lo que hace que la profesión de escritor sea animada y apasionante: la constante posibilidad de fracasar.
Tal vez, para un escritor, la suerte consista en que se le haga una buena publicidad en el momento más indicado.
❖ Nuestro arte consiste en captar la atención del lector contándole algo divertido o que merezca la pena que se le dediquen unos cuantos minutos o unas cuantas horas.
Son los acontecimientos inesperados y a menudo sin importancia los que pueden inspirar al escritor.
❖ No hay ningún secreto para alcanzar el éxito escribiendo, salvo la individualidad o, si se prefiere, la personalidad.
Al escribir un libro, a la primera persona a la que deberías complacer es a ti mismo.
❖ Recomiendo a los escritores que lleven una libreta para tomar apuntes. Durante los periodos estériles conviene que el escritor hojee estas libretas. (…) Quizás dos ideas se combinarán la una con la otra (…).
El arte en esencia no tiene nada que ver con la moral, los convencionalismos y los sermones.
❖ Es sorprendente ver cuán a menudo una frase anotada en una libreta conduce inmediatamente a otra frase.
Los escritores que deseen escribir libros parecidos a los míos se encuentran con un problema extra: cómo hacer que el héroe sea simpático o, al menos, que sea razonablemente simpático.
❖ La pasión del público por la justicia me resulta aburrida y artificial, porque ni a la vida ni a la naturaleza les importa que se haga o no justicia.
Sentir orgullo por el propio trabajo es esencial, y si uno permite interrupciones y acepta invitaciones, su orgullo se va empañando poco a poco.
❖ El escritor debe sentirse integrado en el libro mientras lo esté escribiendo.
Escribir es una forma de organizar la experiencia y la vida misma, y la necesidad de hacerlo sigue estando presente aunque no se tenga público.
❖ Hay principiantes capaces de llenar 200 páginas en un abrir y cerrar de ojos, pero muchas veces el editor hace el trabajo que ellos deberían haber hecho, señalando incongruencias y actos que no se ajustan al carácter de quien los realiza. Escribir así refleja tanto pereza como falta de sensibilidad.
Los escritores deberían aprovechar todas las oportunidades de aprender cosas sobre las profesiones de otras personas.
❖ La propia prosa no debe considerarse sagrada. [Respecto a cambiar o eliminar párrafos]
Los escritores jóvenes deberían hacer algo nuevo, no por la novedad en sí, sino porque su imaginación es fresca y libre.
❖ La intuición no es algo que se encuentra en los libros de psicología; la tienen todas las personas creativas.
La moral y el comportamiento social cambian con el paso de los decenios, pero los guionistas de cine y televisión siguen aprovechando las obras de Henry James porque James siempre contaba una buena historia.
“No soy una escritora de crimen y misterio porque ni el suspense ni el misterio me interesan. Pero me fascina el desarrollo de un criminal accidental, algo que todos somos potencialmente. Sus motivaciones y reacciones me subyugan. De hecho, una persona normal me empieza a interesar cuando adquiere conciencia de sus instintos. Ése es el motor de todas mis novelas.”
Patricia Highsmith (contraportada de Suspense).
MAS SOBRE "SUSPENSE"
Sus… pense. Cómo se escribe una novela de misterio, escrito en 1983 y publicado por Círculo de Tiza, ha pasado a ser en la actualidad el decálogo perfecto para escritores principiantes (o no tanto) que quieran entrar de lleno en el género negro. "Nuestro arte consiste en captar la atención del lector contándole algo divertido o que merezca la pena que se le dediquen unos cuantos minutos o unas cuantas horas", avanza la autora, que saltó a la fama en 1950 con la mítica novela Extraños en un tren.
1. El germen de una idea
Para la autora de Pequeños cuentos misóginos, La celda de cristal, El cuchillo o Mar de fondo, el origen de una novela de intriga puede estar en cualquier hecho cotidiano del que podemos ser testigos. Por ejemplo, ver cómo un señor de aspecto respetable entra en una verdulería y se apropia indebidamente de una pera. O puede estar en una secuencia de acción pensada inesperadamente, como la de esos dos desconocidos que se encuentran en un tren y planean el crimen perfecto para deshacerse de sus respectivos enemigos. Highsmith pertenece evidentemente a este segundo grupo.
2. El comienzo de la narración
El ambiente externo que rodea físicamente al escritor es fundamental para el buen desarrollo de la novela y para alcanzar un pulso narrativo adecuado. Por eso, Highsmith, que odiaba el ruido porque le daba miedo, comenzó a escribir una de sus más inquietantes historias, Mar de fondo, cuando unos chiquillos se colaron por la escalera de incendios de su modesto primer piso en Manhattan y husmearon en sus cajas de libros aún sin desembalar. Los quinceañeros se enzarzaron después en una batalla campal allí al lado. La maestra del suspense, airada y con el corazón que se le salía por la boca, esperó a que los críos se marcharan porque no era capaz de llamarles la atención. Poco tiempo después, este suceso le sirvió de inspiración para su relato Los bárbaros, la historia de un arquitecto agobiado por el ruido que forman todos los fines de semanas grupos de jóvenes bajo su ventana mientras juegan al fútbol.
3. El encanto del relato breve de suspense
A diferencia de las posibilidades de la novela de intriga, Highsmith ensalza el poder del relato porque el más tenue de los hechos cotidianos puede conformar la historia perfecta. Tanto es así que puede tener una sola escena y transcurrir en unos cinco minutos. Qué pasa, por ejemplo, cuando la lluvia borra unas importantes huellas dactilares de una copa de cóctel dejada abandonada en la terraza. Pongan la imaginación a funcionar.
4. La maduración de una historia
A Highsmith las historias largas le tardaban en madurar de seis semanas a tres años entre el germen de la narración y la preparación detallada del argumento. Para ello, "la idea tiene que ampliarse con personajes, con un marco, con un ambiente", cuenta en su libro de consejos impagables. Y añade que es fundamental “vivir” con los personajes antes de comenzar a escribir una sola línea, para que la historia no parezca impostada, para que todo huela a verdadero. Para “espesar” el argumento, como lo denomina la reina incuestionable del suspense, es imprescindible "crearle complicaciones al héroe o quizás a sus enemigos". En este momento concreto, los acontecimientos inesperados surten un efecto ideal en la trama.
5. ¿Dónde colocar el clímax?
Ese momento determinante de cualquier historia de suspense (o momentos) que determina el desarrollo final de una trama es fundamental, aunque Highsmith no está segura de que todas las novelas deban contar con él de manera obligatoria. La creadora de El talento de Mr. Ripley aconseja al escritor principiante que trace un bosquejo del libro capítulo por capítulo para evitar divagaciones indeseadas y del mismo modo le ayude a ver cómo avanza la narración por los derroteros adecuados.
Highsmith, en un viaje en tren a Zurich en 1987.
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6. El ritmo adecuado
Ello dependerá mucho del carácter del autor y lo mejor, según Highsmith, es no pensar demasiado en él. Lo que también puede llamarse “estilo” debe ser algo “natural y espontáneo”. Aconseja que el escritor distribuya los acontecimientos del relato de la forma más entretenida posible y el ritmo adecuado de la prosa surgirá por sí solo, ya sea “lento, rápido o mitad y mitad”.
7. La sorpresa como arpón de enganche, pero sin excederse
Highsmith vislumbraba hasta tres cuartas partes de lo que iba a ser su futura novela, incluso veía el final de la historia, pero no la que se ubica en la tercera cuarta parte, que dejaba al albur de acontecimientos diversos porque lo veía “borroso”. Sabe que su forma de escribir volvería loco a un lector “lógico”, pero cree que es ahí cuando surge la actuación “ilógica” de un personaje que quiebra el ritmo "lógico" de la trama. Pero advierte a los aventajados alumnos: “Limitarse a sorprender y conmocionar al lector, sobre todo a expensas de la lógica, es un truco barato”. Y aconseja que se estire al máximo la credulidad del lector, su sentido de la lógica, pero sin romperla. He aquí el misterio para escribir algo “nuevo, sorprendente y entretenido”.
8. La trascendencia de la primera página
Highsmith alerta de la importancia de que estas primeras 30 líneas puedan servir al lector para entrar de lleno en la novela completa o, por el contrario abandonarla sin compasión. A ella le gustan personalmente que las primeras frases de sus novelas contengan algo de acción, que lleven la esencia concentrada de lo que puede ser el resto del libro.
La gran reina de la literatura de suspense.
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9. Sortear las dificultades
Cualquier escritor puede encontrarse con ellas. “Uno se siente atrapado, con las manos atadas, el cerebro amordazado, los personajes paralizados, la historia moribunda antes de quedar terminada”, describe Highsmith. La reina del suspense cree que se resuelve con una simple pregunta: “¿Qué quiero que suceda?”. Basta a continuación con disponerlo todo para que lo deseado por el escritor pueda ocurrir finalmente.
10. La sensación de gozo
Highsmith no quería dejar pasar por alto algo que ella considera fundamental tanto para el escritor como para la historia que cuenta: gozar. La individualidad que reina en el placer de la escritura no puede describirse con palabras y se hace muy difícil transmitirlo a otra persona. Por tanto, experimenten en primera persona este placer… si se atreven.