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miércoles, 14 de octubre de 2015

VARGAS LLOSA Y GARCÍA MARQUEZ: SIMILITUDES LLAMATIVAS

VARGAS LLOSA Y GARCÍA MARQUEZ: SIMILITUDES LLAMATIVAS

Si bien el famoso puñetazo propinado por Vargas Llosa a García Márquez en 1976 los separó para siempre, la vida de ambos escritores tiene una serie de semejanzas y paralelismos que haría las delicias de un cabalista, un numerólogo o un especialista en bioritmos.

El Premio Nobel de Literatura entregado al primero en 2010 volvió a hacer confluir las carreras de Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, ganador del mismo en 1982, quienes se habían conocido en Venezuela, en 1967 y, (y aquí empiezan las semejanzas)fueron las dos figuras más emblemáticas del “Boom Latinoamericano”.

Para comenzar, ambos fueron ganadores del premio Rómulo Gallegos, el peruano en el año en que se conocieron y el colombiano, posteriormente, en 1972, con “Cien Años de Soledad”, que se convertiría además en núcleo de la tesis doctoral de Vargas Llosa, “Historia de un deicidio”, con la cual se graduó en la Universidad Complutense de Madrid. 

Dice Salvador García: 
Así que no parece meramente fortuito que las dos primeras entregas del Premio Rómulo Gallegos, el más prestigioso entonces de la lengua castellana, recayera en las mejores novelas de estos autores: La Casa Verde Cien años de soledad, y que los discursos y las actitudes políticas asumidos por ambos durante la entrega de aquéllos constituyeran dos de los mayores escándalos político-literarios de América Latina de los años sesenta y setenta.”

Citamos a Jacobo Dolano:

Al trazar un paralelo entre ambos autores surgen una serie de extrañas coincidencias biográficas que parecen sacadas de sus propias novelas y marcan el contenido de sus obras. Viven desde hace décadas vidas entrelazadas; contemporáneos, ambos nacidos en el mes de marzo, escritores y periodistas con una vasta creatividad y rica narrativa. Compañeros primero, amigos íntimos después y finalmente protagonistas de un enfrentamiento, que terminó con un ojo morado del colombiano y le puso punto final a una de las simpatías más fructíferas de la historia de la literatura.”

Hay que recordar que en sus inicios, ambos vivieron varios años en París y en Barcelona.

Dice  Dasso Saldívar en la obra sobre Gabo, “El viaje a la semilla” :

Esta admiración mutua tenía su origen no sólo en el hecho evidente de ser ambos dos grandes de la novela latinoamericana, sino tal vez en el hecho mágico del soterrado paralelismo de sus vidas, un paralelismo que parece sacado de las páginas del divino Plutarco.

Ambos habían sido criados por sus abuelos maternos con todas las complacencias y habían sido dos niños mimados y caprichosos que perdieron el paraíso de su infancia a los diez años;

Ambos conocieron tarde a sus padres y su relación con ellos sería una relación de desencuentro, entre otras razones, porque éstos expresaron su reserva o su oposición a la vocación de sus hijos;

Ambos estudiaron en colegios religiosos y cursaron el bachillerato como internos en centros de régimen monacal o castrense, abrazando la literatura como refugio y como afirmación de su identidad frente a un ambiente que les es hostil o repugnante;

Ambos encontraron en el teatro y la poesía los pilares iniciales de su formación literaria y escribieron versos en su adolescencia y publicaron su primer cuento casi a la misma edad;

Ambos leyeron con fervor a Alejandro Dumas y a Tolstoi, a Rubén Darío y a Faulkner, a Borges y a Neruda;

Ambos empezaron a ganarse la vida en periódicos de provincia en condiciones muy precarias y llegaron muy jóvenes a Europa atraídos por el mito literario de París, donde siguieron viviendo del periodismo, padeciendo en la Ciudad Luz los días tal vez más oscuros de sus vidas;

Ambos pudieron seguir escribiendo sus libros gracias a las buhardillas que los mismos esposos M. y Mme. Lacroix les fiaron durante meses en dos hoteles del Barrio Latino y ambos vieron rechazadas sus primeras novelas por editoriales de la misma ciudad de Buenos Aires; de orientación marxista, los dos eludieron siempre la militancia política en partidos de izquierda y eran defensores confesos de la revolución cubana;

Ambos serían amigos y delfines del gran poeta de las Américas, Pablo Neruda, y terminarían siendo los «hijos» predilectos de la misma Mamá Grande, Carmen Balcells; y, como punto de convergencia, los dos llegarían a ser las estrellas más rutilantes del firmamento de la nueva novela latinoamericana, del impropia y tópicamente llamado Boom.”

Desde el punto de vista de parentesco familiar, dadas sus excelentes relaciones de aquellos años, llegaron hasta el compadrazgo:

El padrino de bautizo del segundo hijo de Gabo, Gabriel Rodrigo, es Vargas Llosa, de hecho.” (http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/historia-puno-partio-amistad-entre-vargas-llosa-y-garcia-marquez )

García Márquez hizo de padrino en el bautizo del segundo hijo de los Vargas Llosa, a quien pusieron de nombre Gabriel Rodrigo Gonzalo.


Una de las mejores y más impresionantes anécdotas, es la que sigue.

Dice Oscar Alarcón:
Así les ha sucedido innumerables veces, infinidades, desde cuando varios años atrás ambos habrían de recordar los albergues parisinos en donde, sin saberlo, estuvieron en épocas distintas, pobres e indocumentados, esperando ellos el trabajo o la ayuda para conseguir lo que siempre deseaban lograr y lo obtuvieron: ser escritores. Esa es la increíble y triste historia de estos dos grandes novelistas latinoamericanos, llena de paradoja pero que siempre confluyen...

Cuando en los años cincuenta García Márquez viajó a París, como enviado especial de éste diario, llegó al hotel Flandre, en rue Cujas. El periódico lo cerraron y como el coronel de su novela, que entonces la escribía desde allí, y en la que reflejó su propia situación del  momento,  él no esperaba una pensión sino algo con que pagar la pensión. La dueña le permitió quedarse de gratis, hasta cuando pudiera ponerse al día, siempre que se ubicara en la guardilla y arreglara diariamente sus propias cosas. Igual le pasó a Vargas Llosa años después, entonces con su tía Julia, pero en el hotel Wetter, muy cerca del otro –ambos en el barrio latino–, en rue du Sommerard. Con el tiempo se dieron cuenta de que quien le había fiado al primero era la misma que años después  dio albergue al segundo, la señora Lacroix. Después, mucho después, cuando la “madame” vio al colombiano, lo reconoció enseguida y con admiración exclamó: “¡Claro que lo conozco! Es el señor Márquez, el periodista del último piso”.”

Y ya para terminar, la última coincidencia: Gerald Martin, el biógrafo oficial de Gabo, el que escribió la exhaustiva "UNA VIDA", está escribiendo las memorias de Vargas Llosa. Con todo lo que hemos visto, no podía ser otro.

Otra referencia:




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