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lunes, 27 de abril de 2015

ANTIDECÁLOGO DE LA LITERATURA INFANTIL - NATALIA MÉNDEZ

ANTIDECÁLOGO DE LA LITERATURA INFANTIL -

NATALIA MÉNDEZ 

Tomado de:

RECOMENDACIONES en los  libros para chicos. Va una lista de trucos sin gracia que no ayudan a construir lectores.
Uno
Basta de tortugos Hugos y tortugas Letejitas
No es necesaria la obviedad en los nombres de los personajes. Por supuesto que un nombre divertido o con onda puede ser más y mejor recordado que uno que no, pero hay diferencia entre un nombre con gracia y uno tontón, entre Casiperro del Hambre (de Graciela Montes) y el perrito Rabito.
Dos
Es mejor pensar en tramas que en temas
“Vicenta ordena su cuarto” y “Javier presta los juguetes” pueden ser títulos de libros de autoayuda para niños, incluso buenos libros de autoayuda, útiles, pero no literatura. Si la finalidad de la obra es un mensaje moral o de buenas costumbres, como bien decía Roberto, el hermano de la protagonista de Dailan Kifki: “estamos fritos”. De todas formas, los asuntos y ambientes cotidianos pueden servir para una buena historia, aunque no es condición indispensable. A veces parece haber un pensamiento mágico acerca de los libros y su capacidad de influir en el comportamiento del lector. Si los textos funcionaran de esa forma, ya le voy a vender al gobierno mi próxima novela “El hombre que sacaba la basura entre las diecinueve y las veinte y era feliz”.
Tres
Cuidado con los diminutivos
“El pececito y la sillita de oro” no son necesarios (además de que los peces no se sientan). Si bien los niños son pequeños y en general se sienten fascinados por los objetos en miniatura (como muchos adultos), eso no quiere decir que la única forma de comunicarse con ellos sea achicando todo a su tamaño. Quizás se lo podemos perdonar a una tía abuela que hay que visitar una vez por año, pero no a un libro. Y, entre nosotros, dudo que los chicos se lo perdonen a la tía abuela. Algunos buenos adjetivos bien usados pueden aportar mucho más que los diminutivos.
Cuatro
No abusar de los adjetivos
El “pícaro y sonriente conejito que saltaba por la verde pradera en busca de una zanahoria jugosa” me da ganas de meter al conejito en un estofado. El problema no es que nadie habla así —la literatura no necesariamente tiene que parecerse al habla— sino que ninguno de estos adjetivos aporta demasiado. ¿El conejito es pícaro y está contento?, mejor contar su travesura directamente. ¿Verde pradera?, es lo habitual, más bien sería necesario adjetivar si por algún motivo los pastos son de otro color, o si está llena de flores. ¿Zanahoria jugosa?, solo en los avisos de multijugueras. Ya lo dijo Mark Twain: “Con los adjetivos, en caso de duda, tacha”.
Cinco
Cuidado con los finales mágicos y traídos de los pelos
Que los cuentos maravillosos tengan finales en donde por arte de magia toda la situación se acomoda y los buenos terminan felices y contentos y los malos castigados o convertidos en buenos no es una regla para todos los demás cuentos. De todas formas, es muy común leer cosas como “entonces Juan se dio cuenta de que si no prestaba sus juguetes se quedaba solo y sin amiguitos, y desde ese día se convirtió en un nene muy generoso”. La intención de un texto que termina así es la de resaltar un valor, como está de moda ahora, pero no la de contar una historia. La generosidad puede ser algo deseable, por supuesto, pero me remito al punto 2 y a una cita de Alfred Hitchcock: “Los mensajes los dejo para el correo”. Si, en cambio, la intención fuera narrativa, alcanzaba con que Juan prestara sus juguetes esa vez, o que Juan negociara algo, o sí, quizá es verdad que Juan comprendió una verdad profunda para el resto de su vida, pero hay muchas otras formas de decir eso sin sonar a moraleja.
Seis
No hay porqué usar frases remanidas, estereotipos o clisés
La amistad es un divino tesoro, pero no hace falta expresarlo literalmente. Los estereotipos y clisés muchas veces vienen bien para empezar por una base conocida, pero quedarnos ahí es un riesgo. La estadística puede señalar que la mayoría de las madres son amas de casa o que las familias se conforman con papá, mamá y dos hijos, pero a la hora de contar una historia, mejor elegir casos particulares: mamá puede ser ama de casa, pero también puede encantarle arreglar el motor del auto, por ejemplo. O los vecinos de la otra cuadra, que viven con un tío que no habla y todos pero todos los domingos va al zoológico.
Siete
El edulcorante no conmueve
Al parecer, los chicos son gente sensible también. Si uno intenta apelar a sus emociones, más vale tratarlos con respeto. Es posible que para un niño sea un drama haber perdido su muñeco preferido y nosotros como adultos ya hayamos superado esa pérdida, pero si no nos lo vamos a tomar en serio, mejor hablemos de otra cosa. Es más bien una cuestión de escalas.
Ocho
Las imágenes también se leen
Si tenemos en cuenta que gran parte de la narrativa para chicos también se hace y/o con imágenes, es necesario tocar un par de cuestiones, aunque sea apenas señalar la punta del iceberg en este tema. En primer lugar, como con las palabras, se aprende a leer imágenes, y no todos leemos lo mismo.
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Y ahora, para compensar, las recomendaciones positivas:

Después de tantos remilgos, es hora de pasar a lo bueno. Vamos a ver a los magos de verdad. Esos que deslumbran, que hacen magia casi como quien no quiere la cosa, magos sutiles. Las cartas, las monedas y las palomas están siempre de su lado y les obedecen. Y las palabras también. Al estilo de David Lodge en El arte de la ficción, seleccioné una serie de fragmentos para resaltar algunos recursos, algunos usos particulares del lenguaje y de la construcción de la ficción, solo que mi selección está hecha dentro del terreno salvaje y poco explorado de la literatura infantil y juvenil. Los ítems y las citas son arbitrarios, no está de más aclararlo. Podría seguir construyendo esta lista con muchas otras lecturas y muchos otros autores. Tomémoslo apenas como un precalentamiento para la exploración de la biblioteca, de la librería, para cuando haya que contratar a un mago.
Comienzos
En los cuentos de hadas, las brujas llevan siempre unos sombreros negros ridículos y capas negras y van montadas en el palo de una escoba. Pero este no es un cuento de hadas. Este trata de brujas de verdad. Lo más importante que debes saber sobre las brujas de verdad es lo siguiente. Escucha con mucho cuidado. No olvides nunca lo que viene a continuación. Las brujas de verdad visten ropa normal y tienen un aspecto muy parecido al de las mujeres normales. Viven en casas normales y hacen trabajos normales. Por eso son tan difíciles de atrapar. Una bruja de verdad odia a los niños con un odio candente e hirviente, más hirviente y candente que ningún odio que te puedas imaginar.
(Roald Dahl, Las brujas.)
El comienzo es la puerta de entrada a un mundo nuevo. En este ejemplo, Dahl da vuelta el “Había una vez” y con ese guiño, su ficción se construye sobre la realidad, en lugar de en el conocido mundo de los cuentos maravillosos. Si a las brujas de los cuentos ya no les tenemos miedo, ajá, veamos a éstas...
Personajes
La idea de ponerme el apodo de Bonsai se les ocurrió a un par de chistosos de mi curso, porque soy pequeño. Muy muy pequeño. Más pequeño que la niña más bajita de mi clase, Anneliese. Se supone que voy a crecer, diagnosticaron tres respetables doctores en medicina a cambio de un buen honorario. “Eso se advierte en los huesos metacarpianos”, dijeron. Por esa razón no quisieron darme las hormonas que hubieran podido hacerme crecer un par de centímetros.
Y que en la clase no me hayan bautizado sencillamente “Enanito” se debe a que en realidad soy muy bello. En los enanos por lo general fallan las proporciones: tienen las piernitas muy cortas, la cabeza demasiado grande o los bracitos muy largos. Pero en mí todo concuerda como en un arbolito bonsai.
(Christine Nöstlinger, Bonsai.)
Y, luego, ocurrió algo del todo inesperado: sobre sus labios se dibujó una ligerísima sonrisa... ¡Bueno, prácticamente invisible; una sombra de sonrisa...! Pero era la primera vez que asistíamos a semejante fenómeno... Era tan alucinante... ¡Una sonrisa minúscula estallando en ese rostro como si le transmitiera toda la alegría del mundo!
(Daniel Pennac, Kamo y yo.)
La mejor manera de conocer a los personajes, de quedarnos con ellos a lo largo de la trama, es cuando sus señas son únicas, cuando el personaje no es un chico bajito más o cualquier matón de cualquier curso. Eso puede lograrse con una acción, con un gesto, con una frase. No importa quién cuente la historia. Es ese, y no otro, y al final nos parece un viejo conocido de esos que podemos encontrarnos en cualquier esquina y al que siempre vamos a saludar con un abrazo.
Descripciones
Y el alma se me cayó a los pies, estableciendo así un nuevo récord personal (y posiblemente mundial): menos de cinco minutos para odiar un colegio. Me he mudado más veces de las que hayáis visto Barrio Sésamo. He sobrevivido en colegios llenos de empellones, en colegios donde todos son aficionados a los deportes y en colegios en los que los profesores se agachan para ponerse a tu nivel, mirarte fijamente a los ojos y preguntarte cómo te sientes realmente. Incluso sobreviví durante cuatro meses en un colegio en el que nadie hablaba mi idioma. Pero nunca me había caído tan mal un sitio así de pronto como La Mansión Araiz (Escuela Mixta).

¡Y vaya mansión! Creo que el edificio lo diseñó alguien que estaba acostumbrado a hacer depósitos de cadáveres y mataderos. Las paredes eran de color marrón y verde brillante (y gracias a ese brillo resultaban aún peores). No habían limpiado las ventanas desde 1643. Y los dibujos que adornaban el aula parecían babas de cerdo.
(Anne Fine, Cómo escribir realmente mal.)
A pesar de tantas variaciones, el tema era siempre el mismo, y nuestros días no cambiaban. El trabajo y los juegos se repetían iguales, o casi iguales. A cada agujero que saltábamos, Guem anotaba la posición en la computadora, y esa noche había una nueva línea de puntos en la pantalla. La computadora conservaba el orden en que hacíamos los pozos, para que pudiéramos encontrar el camino de regreso. Adelantábamos o atrasábamos los relojes, y procurábamos adaptarnos a la duración cambiante de los días. Nos poníamos más ropa o nos la quitábamos según las variaciones de la temperatura. Hablábamos cuando era necesario, o cuando teníamos ganas. Íbamos a saltos sobre un mundo que se negaba a parecerse a los otros.
(Eduardo Abel Gimenez, Un paseo por Camarjali.)
Lo mismo que con los personajes, es fundamental que sepamos en dónde transcurre la acción. Y no me refiero al nombre de la escuela o del planeta, si no a conocer qué tiene ese lugar para que la historia suceda ahí y no en otro lado. Las señas particulares del ambiente no están de adorno, para completar el cuadro, están para provocar cosas en los personajes (o decirnos algo sobre ellos), en la trama y en los lectores.
La voz narrativa
Pero yo dije al principio que este era el cuento de un pueblo, de un ogronte y de una nena. Ahí está la nena —¿la ven?—; es esa de rulitos en la cabeza: Irulana. Es la única que no corre. A mí no me pregunten por qué no corrió Irulana. Vaya uno a saber por qué no salen corriendo las Irulanas cuando vienen los ogrontes. Los que contamos los cuentos no tenemos por qué saberlo todo.
(Graciela Montes, Irulana y el ogronte.)
A la hora de elegir quién y cómo se va a contar una historia, desde dónde se habla, pueden ponerse de relieve elementos metaficcionales, que hablen de la construcción misma, de la forma de contar. Suena muy complejo de describir así, pero vemos en el fragmento de Montes que se puede hacer con soltura. Es un voto de confianza en la inteligencia del lector, un voto que se cultiva desde que al leerle a un nene pequeño sus papás, o sus primeros maestros, hacen voz de lobo (si los lobos hablaran) cuando cuentan Caperucita y ningún nene entiende que su papá se volvió lobo y que, de paso, ya que Caperucita no está por ahí, se lo va a comer a él.
El lenguaje
La oscuridad es emocionante, y más si huele a naftalina y zapato. La oscuridad es oscura y si está callada, pues bueno, se aguanta, pero si aletea, o respira, si respira y aletea lo mejor es irse a la cocina. Puede que lo que oigas sea un ratoncito comiéndose el vivo de tu abrigo de lana, o la carcoma que lleva años empeñada en comerse el armario, o un bicho enorme, verde y viscoso, que no mueve el rabo.
(Juan Farias, Los caminos de la luna.)
Por fin Dailan Kifki aterrizó suavemente, dulcemente, mermeladamente, como una plumita, como una pelusa, como una flor de panadero abandonada por la brisa sobre la arena de una playa...
(María Elena Walsh, Dailan Kifki.)
Jugar con las palabras también es algo que viene desde la cuna, con las nanas, con las primeras canciones. Si nos quedamos en la literalidad, si nos quedamos solo con las palabras que ganaron su derecho al diccionario, el patio de juegos es más chico y más torpe y se vuelve más difícil hacer aparecer una moneda en el aire. Los magos de verdad les hacen decir cosas inesperadas a las palabras que ya conocemos y también saben hacer aparecer palabras nuevas.
Los adultos
Cuando Ceci volvió, volvió para irse otra vez. Así que para Esper, su madre, que era una ausencia lejana con la que no tenía mayores conflictos, se convirtió en una ausencia cercana. Ahora su ausencia se notaba más. Se notaba en los actos de la escuela, en los cumpleaños. La notaban sus compañeros. Sabían, porque la habían visto, que Esper tenía una madre que siempre estaba ausente.
(Sandra Siemens, El hombre de los pies-murciélago.)
Todo empezó con un olor a puré de papa. Mi madre hacía puré cuando tenía algo de qué quejarse o estaba de mal humor. Trituraba las papas con más esfuerzo del necesario, con verdadera furia. Eso la ayudaba a relajarse. A mí siempre me ha gustado el puré de papa, aunque en mi casa tuviera sabor a problemas.
Aquella tarde, en cuanto olí el vapor que salía de la cocina, fui a ver cómo estaban las cosas. Mi madre no advirtió mi presencia. Lloraba en silencio. Yo hubiera hecho cualquier cosa porque volviera a ser la mujer sonriente que adoraba, pero no sabía qué podía darle alegría.
(Juan Villoro, El libro salvaje.)
Es bueno olvidar que se trata de autores adultos escribiendo para chicos. Hay que recuperar para el espacio de la narración la mirada curiosa y menos domesticada de los chicos, y todo eso sin caer en la demagogia ni en la banalidad.
El amor
Cuando llegué a la esquina de la disquería, ella todavía no había llegado. ¿Y si se había olvidado? ¿Y si se burló de mí y nunca había pensado en venir? ¿Cuánto tiempo iba a esperarla? Me prometí que si tardaba más de dos horas me iba.
(Sergio Olguín, El equipo de los sueños.)
—¿Qué te parece? —me preguntó.
—¿Qué cosa?
—¡Mi amiga! ¿Me estabas escuchando o no?
—Claro, por supuesto —le respondí—. Ah... yo también tengo un amigo medio loco. Pesa como cien kilos y es bailarín. El padre trabaja en una ciudad submarina cerca de Buenos Aires y a veces nos lleva con él en un submarinito familiar hasta el fondo del mar. Una vez casi chocamos con una ballena. Me gustás —dije.
—¿Qué? ¿Qué dijiste? —me preguntó, dejando de caminar.
Tardé unos segundos en darme cuenta de lo que había dicho. Cuando conseguí repetirme mentalmente las dos últimas palabras pronunciadas, me puse colorado y me empezaron a temblar las piernas. Quedé mudo.
(Ricardo Mariño, En el último planeta.)
Con respecto a los sentimientos como el amor, en este caso, o el miedo o la furia, por ejemplo, también entran en juego el respeto y la valoración de la mirada. El autor tiene que dejarse llevar por el personaje que está construyendo, como un puente entre sus años y los de sus lectores.
La simplicidad
Un día a Camila se le cumplió un deseo. Su mamá se convirtió en un globo y no gritaba más.
(Isol, El globo.)
Por fin comienzan a llegar ideas. Las desparramamos en la tierra y vemos cuáles nos sirven.
(Verónica Sukaczer, El inventor de puertas.)
El puente hacia los lectores a veces puede darse por lo simple de una idea, de una frase. Es lo bueno de aceptar y participar en ese mundo de juegos y magia donde las cosas son como el mago quiere que sean.
El final
—¡Uy, mirá qué hora es! Comamos algo así tu madre no nos dice después que somos incapaces de hacernos algo más que pan con queso.
Fuimos a la cocina y nos pusimos a preparar unos fideos con manteca. Mientras se cocinaban, salimos al patio y cortamos dos mandarinas para comerlas de postre. Los fideos se pasaron y salieron horribles, y nos dio tanta risa que lloramos de nuevo. Al día siguiente, mamá comentó que ni a propósito pueden salir tan mal unos sencillos fideos con manteca, y también se rió con nosotros. Pero esa noche no nos importó y nos comimos todo.
Era raro estar solos. Extrañamos a las mujeres, pero también estuvo bueno hablar y quedarnos callados, comer, lavar los platos, pelar las mandarinas y escupir las semillas.
Qué sé yo, estuvo bueno.
(Lydia Carreras de Sosa, Las cosas perdidas.)
Sucede que los Mocos tienen una sola nariz y la comparten. Uno u otro la usan, a veces solo por un rato, a veces por varios días. También puede ocurrir que durante un tiempo ninguno de ellos la necesite, entonces la ponen en cualquier lado, se olvidan de la nariz y después tienen que dar vuelta la casa para encontrarla. Compartir la nariz es una ventaja. O no, depende según y cómo. Nada es completamente simple, todo es un poco y un poco, siempre. A veces los Mocos se pelean por la nariz y otras veces se la prestan sin ningún problema.
Una sola cosa es segura: cuando la llevan puesta no pueden dejar de meterla donde nadie los llama.
(Ema Wolf, La casa bajo el teclado.)
Cerrar un libro es un poco despedirse de un amigo. Si seguimos la comparación con los trucos de René Lavand, es ese momento en el que tenemos que aplaudir pero todavía el asombro no nos deja pensar con claridad, nos detiene entre un mundo y otro, el de las cartas que lo obedecen y nuestros básicos conocimientos de la realidad.
Sabemos que hay un truco ahí, pero no podemos conocerlo por más que lo haga más despacio, por más que volvamos a leer. Elijamos libros para los chicos que nos dejan así, con la boca abierta, con ganas de aplaudir, suspendidos entre un mundo y otro, con ganas de descubrir el truco y con asombro, sobre todo con asombro.




DECÁLOGO DEL NEGRO LITERARIO (O CASI DIEZ TRUCOS) Enrique Rubio

DECÁLOGO DEL NEGRO LITERARIO (O CASI DIEZ TRUCOS)
Enrique Rubio

1. A veces me pongo un billete de 20 euros pegado a la pantalla del portátil con cinta adhesiva para seguir escribiendo mi encargo, como el burro que persigue la zanahoria. Con algunos encargos lo hago más que con otros; en casos extremos tengo que poner billetes de 50 o de 100 porque si no me entra una pereza soporífera.

2. El pensamiento 'si no lo hiciera yo, lo haría otra persona', es siempre un buen consuelo a falta de algo mejor. Al igual que el enterrador, el verdugo o el que hace rastas.

3. Guardarte las mejores frases por si encajaran en algún libro propio próximamente. Si el cliente pillara el autoplagio, siempre te queda el chantaje de amenazarlo con desvelar su identidad y su encargo si se le ocurre denunciarte. Este truco amortigua el amargo sentimiento de entregarle al cliente lo mejor de ti mismo, por mucho dinero que te pague.

4. Un tópico siempre es mejor que algo original o provocador. La masa quiere reconocer, no conocer, y mucho menos cuestionar alguna de sus creencias tatuadas a fuego. Normalmente los encargos son de gente que quiere vender su libro y le importa poco cómo sea de estúpido el contenido.

5. Si el cliente te 'aconseja' u ordena un cambio y tú estás convencido de que no es necesario porque el contenido actual está bien, cámbialo una vez, entrégaselo y en la versión final vuelve a dejarlo como estaba. En nueve de cada diez casos no se da cuenta. Es un efecto psicológico parecido a cuando le entregas un trabajo a un profesor, te dice que tienes que mejorar esto o aquello, cambiar un capítulo, recortar otro...etc... y te deja todo el verano para realizar las modificaciones. Le entregas el trabajo exactamente igual, sin cambiar ni una coma, y en septiembre te dice: "Ahora está bien". Todo esto es por el bien del cliente, que a menudo se cree más listo o experto que tú. Debes hacerle sentir importante, decir sí a sus sugerencias, manías...etc... pero luego debes obviarlas y entregarle el mejor libro posible sin que se dé cuenta. No me digan ustedes que no soy buena persona y buen profesional. Me desvivo por mis clientes, les dirijo por el buen camino esquivando su ego y su ignorancia para que su bazofia brille en el vertedero y sea ingerida por el zombi de turno sin problemas, como una papilla sin grumos que no hay que masticar sino solo deglutir mecánicamente a intervalos regulares.

6. Otro truco relacionado con éste: Justo cuando vayas a mandarle la última versión del encargo, dile que necesitas un par de días más para darle una última vuelta. Eso siempre queda bien aunque no hagas nada.

7. Si el cliente te ha pasado un borrador sobre el que tienes que trabajar y te encuentras con una frase que esté bien y no haya que rehacerla desde cero, mastúrbate para celebrarlo.

8. Recordad: en los libros para la gran masa, siempre son las mismas ideas de fondo y las mismas historias. Hazte un buen esquema que tengas siempre a la vista porque lo vas a necesitar un día sí y otro también. Podría ponerlo aquí, pero no quiero quitarle a nadie el placer de confeccionarlo tras la lectura de numerosos bestsellers para idiotas.

9. En los círculos literarios de la gran Mafia suena mucho mi nombre como uno de los negros mayor dotados: seriedad, profesionalidad, eficacia, solvencia, flexibilidad camaleónica ante las exigencias del cliente y autor en la sombra de un bestseller y un par de novelas para autores consagrados. Todo ello es rigurosamente cierto. "¿Y lo del blog?" preguntan algunos asustadizos. "Nada, eso son coñas", responden aquellos que creen conocerme bien. No digo que todo sea real, aunque tampoco todo es falso (muy pocas cosas, de hecho). Cuando algún escritor importante se pone en contacto conmigo, le digo, por si acaso, que todo lo que sale en el blog son bromas y exageraciones, para que confíe en mí y no se enfade en el futuro por lo que pueda escribir.

10. Una vez alguien me preguntó por qué no hacía de negro de mí mismo y escribía un libro comercial que tuviera grandes posibilidades de convertirse en un bestseller. Cierto es que algunos de mis encargos se han vendido muy bien y uno en concreto ha vendido varias decenas de miles de ejemplares, pero siempre he pensado que si tengo que escribir basura, mejor poner el nombre de otro. Creedme cuando digo que hay libros en donde es mucho mejor que no aparezca tu nombre por ningún lado.

Prefiero dar de comer mierda que tragármela yo.
Nota: Los trucos 9 y 10 son más anécdotas o reflexiones que trucos, pero me faltaban tres pedazos para completar el decálogo y no tenía ganas de esforzarme por la mierda del blog.
A tomar por culo.
Tomado de:



Escribir una novela: Mitos y Secretos RAFAEL AVENDAÑO

Escribir una novela: Mitos y Secretos
RAFAEL AVENDAÑO
Tomado de:


Muchas personas sueñan con escribir una novela, pero la mayoría no llega más lejos del simple deseo. El mero hecho de que usted esté leyendo este artículo muestra que está dispuesto a hacer su sueño realidad.
Pero, ¿tiene usted lo que se necesita para tener éxito en la escritura de una novela?
Es decir, los sueños están bien y es bueno tenerlos, pero en algún momento uno debe afrontar la realidad.
Yo solía soñar con ser el cantante de una banda. El problema es que no puedo cantar y no tengo oído para la música. Es por ello que no he perdido mi tiempo y mi esfuerzo intentándolo.
¿Va a perder su tiempo y esfuerzo tratando de convertirse en escritor? Es importante conocer la respuesta aquí y ahora.
La buena noticia es que escribir una novela y conseguir publicarla es un logro mucho más asequible de lo que pueda creer.
En realidad, si no quiere leer lo que sigue porque teme lo que pueda descubrir, sea valiente y sigua leyendo de todos modos. Lo más probable es que usted no hubiese llegado hasta aquí si no tuviese las credenciales correctas para escribir y publicar con éxito.
Un poco más adelante compartiré los dos secretos para escribir una novela. Después, hablaré de unas cuantas claves más del éxito de la escritura. Lo primero que quiero hacer, sin embargo, es reventar algunos mitos sobre lo que se necesita para convertirse en un escritor de novelas exitosas…

Mito 1: Escribir una novela requiere altas dosis de talento
No, en realidad no. En serio.
La mayoría de escritores publicados han llegado al éxito a través de un poco de talento bruto y un montón de trabajo duro y determinación, no porque sean unos genios que viven la vida en un nivel diferente al resto de nosotros.
Escribir una novela no es una especie de arte culto reservado para una élite intelectual, sino algo en lo que puede tener éxito cualquier persona razonablemente inteligente y creativa.
¿No me creen? Esto es lo que dice el novelista Stephen King sobre el asunto:
El talento es más barato que la sal de mesa. Lo que separa a las personas con talento individual de las personas con éxito es un montón de trabajo duro”.
Y esta es la opinión del escritor John Irving:
Yo no diría que tenga ningún talento especial. Me parece que tengo un inusual tipo de resistencia”.
Trabajo duro y resistencia, esas cualidades son cruciales.
Por supuesto, algo de talento bruto es esencial. Pero estoy convencido de que cualquiera que esté leyendo este artículo tiene lo necesario… ¿por qué?
Porque usted está interesado en la escritura. En otras palabras, nunca se le hubiese ocurrido la idea de escribir una novela si, en primer lugar, no tuviese amor por el lenguaje y los libros, una vívida imaginación, una curiosidad natural acerca del mundo, y un deseo de expresarse de un modo creativo. De otro modo, usted se hubiese interesado por la cocina o la medicina o cualquier otra cosa para lo que hubiese tenido una aptitud natural.
Usted tiene mucho que decir. Como nadie nunca ha visto el mundo a través de los ojos de otra persona, todo el mundo tiene algo único e interesante que vale la pena decir. Y eso le incluye a usted.
Si sueña con convertirse en un músico profesional o en un jugador de golf de élite, probablemente sea necesario un talento excepcional. Pero a diferencia de tocar el violín o a golpear pequeñas bolas blancas con gran precisión, usar el lenguaje y contar historias es algo que todo el mundo hace desde una edad muy temprana.
Llevar esa habilidad natural un paso adelante escribiendo una novela es simplemente una extensión natural de algo que hacemos en el día a día, sin ni siquiera pensar en ello.
Y es por eso por lo que todavía no me he tropezado con un escritor principiante que no tenga el talento suficiente necesario, y ya he conocido unos cuantos escritores principantes.

Mito 2: Publicar es cuestión de suerte
No, no lo es. Para publicar una novela usted solo tiene que escribir una novela con una calidad que cumpla los estándares de publicación.
Si trabaja lo suficientemente duro durante el tiempo suficiente, no hay nada que le impida tener éxito.

Si no le publican, la mala suerte solo es algo a lo que echarle la culpa.
Claro, tiene que ser persistente. El primer agente literario que lea su manuscrito tal vez no reconozca la gran pieza de escritura que hay en él, así que tendrá que estar preparado para abordar a un buen número de agentes literarios.
También puede que tenga que estar dispuesto a deshechar su primera novela y escribir una segunda, una mejor.

Sin embargo, al final la crema siempre sube a la superficie.
Nunca lo olvide. Y deje los lamentos sobre la mala suerte para aquellos escritores que no están dispuestos a trabajar lo suficientemente duro o el tiempo suficiente para tener éxito.

# 1 Primer secreto para escribir una novela: Escribir ficción lleva tiempo y esfuerzo
Tienes que trabajar en ello, no solo durante unas cuantas semanas o meses, sino durante todo el tiempo que sea necesario (durante años si así fuera necesario).
Escribir una novela que cumpla los estándar de calidad de pubicación lleva tiempo (mucho tiempo) y voluntad de trabajo duro.
Esta es una de esas verdades incómodas que muchos recién llegados a la escritura deciden pasar por alto, el motivo por el que en realidad nunca terminan nada. Pero de lo que estos recién llegados a la escritura de novelas no se dan cuenta es de lo siguiente:
Escribir una novela puede ser un reto, pero en realidad no es tan difícil como todo el mundo piensa, no una vez que ha aprendido las ‘reglas’ de cómo escribir una novela.
El trabajo que representa un reto también es muy gratificante, a diferencia del trabajo fácil que, si lo piensa, no resulta gratificante en lo más mínimo.

El trabajo duro también puede ser divertido, especialmente si se las arregla para centrarse en el trabajo de hoy y no se estresa acerca de cuánto tiempo le llevará hasta alcanzar el destino final.
Comenzar un libro es muy duro. Estoy tratando de comenzar una ahora y sigo dándole vueltas al material y preguntándome a mí misma “¿Puedo hacer esto? No creo que sea lo suficientemente inteligente.” Pero tiene que ser difícil. Tienes que tener una verdadera adoración por la empresa que vas a acometer. ” – Barbara Kingsolver

# 2 Segundo secreto para escribir una novela: necesita dominar su arte
No estoy seguro de si el segundo de mis secretos para escribir una novela es tan importante como el primero o no. Tal vez no lo sea. Pero sin duda es importante, y es una gran manera de elevarse por encima de la competencia.
El punto clave es: el aprendizaje de las reglas de la escritura no es suficiente, usted tiene que convertirse en un maestro de su arte, al igual que cualquier novelista de éxito lo es.
En el difícil mundo de hoy, tener un vago conocimiento de la teoría de cómo contar una historia no es suficiente, sobre todo porque no va a estar en condiciones de romper las reglas de escritura (y lograr un conocimiento profundo de las reglas que le permita romperlas es la clave para dominar verdaderamente su oficio).


10 CLAVES FUNDAMENTALES PARA ESCRIBIR UN LIBRO

10 CLAVES FUNDAMENTALES PARA ESCRIBIR UN LIBRO
Tomado de:

Sabido es que tanto en la escritura como en el arte en general, no hay recetas que aseguren el éxito. No hay ofertas engañosas que te digan: "aplíquese esta crema dos veces al día y rebaje 15 kilos en dos semanas" o, más adaptado al tema:" use estos tips y automáticamente publicará todos sus libros y será uno de los escritores más famosos". Sin embargo, hay algunos fundamentos que son merecedores de ubicarlos en un decálogo de claves esenciales a la hora de iniciar un proyecto literario que, si bien no garantizan el éxito, al menos te ayudarán a organizarte mejor y tener mas opciones de culminar tu proyecto.

1.-Lee: La lectura es la verdadera escuela de un escritor. No son los talleres literarios, de narrativa o cursos (sin restarle méritos) sino la lectura, mientras más temprano empieces a leer, mejor. Ocurre que, si lees desde muy joven, podrás contrastar la manera en que entiendes de distinto modo las historias mientras vas madurando y eso también te ayuda a escribir. Las historias quedan plasmadas, pero no son estáticas, quienes las leen cambian de opinión y tienen otra visión de las cosas con el paso del tiempo. La lectura es la primera escuela de la técnica, te brinda no solo recursos, sino la manera de usarlos, de donde debe salir luego tu estilo propio. No se trata de copiar al calco, pero como en todo arte, hay ciertos fundamentos necesarios de la técnica que deben dominarse o como mínimo entenderse para alcanzar cierto nivel en tus obras.

2.-Usa un Diccionario: Un diccionario común te servirá para asegurarte de usar las palabras correctas, evitando errores que luego cuestan mucho al quedar el libro con palabras cuyo encuadre en la frase o párrafo es algo confusa. Un diccionario de sinónimos - antónimos te ayudará a buscar términos varios para no repetirte demasiado.


3.- Planificación previa: Para comenzar un proyecto primero debemos planificar los pasos a dar, saber bien sobre que vamos a escribir, hacer una guía, especie de mapa de toda la historia, que puede variar por alguna idea surgida en medio del proceso de creación, pero que a rasgos generales debe tener una dirección definida.

4.-Horario de escritura: Es importante tener disciplina en esto. No importa si solo dispones de los domingos en la mañana y los miércoles en la noche, pero si decides que tu horario de escritura serán esos dos turnos, debes respetarlos y no alterarlos por ninguna diversión ocasional. La constancia y la planificación son elementos fundamentales, difícilmente uno da resultados sin el otro.

5.-El Síndrome de la hoja en blanco: Quien me diga que no le ha pasado es un personaje de novela, uno bastante extraño, por cierto. Lo mas importante es entender que después de iniciar el asunto radica en terminar, lo escrito puede ser corregido (de hecho lo más común es que lo sea). es la presión propia la que fortalece este síntoma de la hoja en blanco. Fuerza, escribe sobre lo que quieras, si te trancas en un cuento puedes iniciar otro y quizás esto ayude a que nazcan nuevas ideas. Lo mismo si sales a dar un paseo, contemplas la naturaleza, a veces la cosa más sencilla nos ayuda a despertar ideas en nuestro interior.

6.-Documéntate: Esto, mas que necesario, se puede considerar un asunto de ética. Es muy desagradable que escribas una historia que se desarrolla en Italia y siquiera te tomes la molestia de investigar el nombre de algunos lugares reales de dicho país. si quieres hablar de religión no tienes que leerte los libros sagrados que existan, pero al menos leer al respecto, es desagradable conseguir disparates sobre ciertos temas, mas aún si al lector le interesa o se dedica a dicho tema.

7.-Desarrolla tu estilo: Sí, es obvio que esto cada vez es más difícil si tomamos en cuenta de que siempre tendremos presente lo que hemos leído, aunque pretendamos no hacerlo. Los nuevos estilos son compilados de viejos estilos con alguno que otro toque personal pero es ese toque el que le da relevancia a tu "estilo". ¿A qué se refiere en concreto? Eso no puede decírtelo ni enseñártelo nadie. Algo fundamental es no copiar íntegramente el estilo de otro escritor, por mucho que te guste, una cosa es la técnica y otra es que empieces una historia con:" 200 años después, frente al pelotón de fusileros con cañones laser, nuestro héroe recordó cuando su maestro lo llevó a conocer la nueva fuente de energia espacial". Todos somos seres únicos, seguro tenemos no solo algo que contar, sino alguna manera de hacerlo que en algo se diferencie de los demás.

8.- Esto no es un oficio artesanal, pero acá también se aprende "dañando": Mas allá de los gustos, es posible que tus primeras historias tengan muchas fallas, algunos incluso de técnica, no pasa nada, solo aprende de tus errores, reconociendo que siempre se ha de aprender en el arte. Es duro que dentro de 15 años te des cuenta de que arruinaste una idea genial por falta de técnica, quizás para ese tiempo podrías hacer maravillas con esa misma idea pero ya la usaste. Así es esto, debes elegir alguna idea para trabajar, a riesgo de que en el proceso de aprendizaje no le saques la cuarta parte del provecho que podrías.

9.- Pon a prueba tu libro ante algunos amigos, familares... Tres amigos en quienes reconozcas cierta experiencia como lectores deben bastarte. Eso si, busca sinceridad, no tiene sentido si se lo das a tu hermano y esposa, a menos que de manera excepcional, ellos puedan romper el lazo familiar para serte sinceros, pero no es lo más común. No luches para convencer a todos de que eres una maravilla de escritor, acepta las críticas con humildad y trabaja luego sobre lo que consideres debes mejorar.

10.- Revisa tu trabajo cada cierto tiempo: Hay quienes recomiendan dejar reposar una novela unas semanas, otros, al menos seis meses, otros años. Lo importante es que la dejas después de terminada a un lado mientras inicias nuevos proyectos. Desde luego, mientras más tiempo pase, mas habrás vivido, leído, conocido... y tu opinión sobre ciertas cosas variará más, pero no sería inteligente revisar una sola novela cada 5 años y nunca publicarla esperando para revisarla al volver de la tumba como zombi o resucitado. Lo que te recomiendo es revisarla al menos dos veces. Dejarla unas semanas, meses, año(s) y revisarla, para luego repetir la operación. Eso te ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva.


DECALOGO DEL ESCRITOR DESENCANTADO -Varios

DECALOGO DEL ESCRITOR DESENCANTADO -Varios

1. "Termine lo que está escribiendo. Lo que usted tenga que hacer para terminar, hágalo, pero llegue al final. "(Neil Gaiman)

2. Planear la escritura no es lo mismo que escribir. Trazar el diseño de un libro no es escribirlo. Buscar no es escribir. Hablar con la gente acerca de lo que está haciendo, nada de esto es escribir. La escritura es la escritura ". (E. L. Doctorow)

3. "La escritura es tratar de saber lo que escribiría si escribimos." (Marguerite Duras)

4. "Un escritor nunca se va de vacaciones. Para él, la vida es a veces estar escribiendo, a veces a pensar en lo que va a escribir". (Eugene Ionesco)

5. "El mejor momento para planificar un libro es mientras lavas los platos." (Agatha Christie)

6. "Evite camarillas, grupos, pandillas. La presencia de esta clase de distractores luminosos no hará que su texto sea mejor de lo que es por él mismo ". (Zadie Smith)

7. No idealice su vocación. No hay nada que sea como una "vida de escritor”. Lo único importante es lo que se sale de la página ". (Zadie Smith)

8. "Si usted conoce siquiera lo mínimo para escribir, no hay necesidad de usar ropa divertida o posar de estrella." (James Dickey)

9. "Sea y manténgase humano: Vea la gente, vaya a lugares, beba, sienta deseo. "(Henry Miller)

10. "La literatura está llena de escombros de personas que pudieron ser y no fueron, porque se preocuparon más allá de lo razonable con las opiniones de los demás." (Virginia Woolf)
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LAS DIEZ REGLAS DE ORO DEL ESCRITOR MICHAEL MOORCOCK

LAS DIEZ REGLAS DE ORO DEL ESCRITOR MICHAEL MOORCOCK


1. Mi primera regla fue dada por TH White, autor de The Sword in the Stone and other Arthurian fantasies y fue: lee. Lee todo lo que caiga en tus manos. A las personas que quieren escribir fantasía, ciencia ficción o romance siempre les aconsejo dejar de leer todo en esos géneros y empezar a leer cualquier otra cosa.

2. Encuentra a un autor que admires (el mío fue Conrad) y copia sus argumentos y personajes para contar tu propia historia, de la misma manera que los pintores aprenden a pintar copiando a los grandes maestros.

3. Presenta a tus personajes y temas principales en el primer tercio de tu novela.

4. Si estás escribiendo una novela argumental asegúrate de que todos tus grandes temas y elementos argumentales sean presentados en el primer tercio, al cual puedes llamar la introducción.

5. Desarrolla tus temas y personajes en el segundo tercio, el desarrollo.

6. Resuelve las temáticas de tu novela, los misterios y todo lo demás en el último tercio, la resolución.

7. Para lograr un buen manejo del melodrama estudia Lester Dent master of plot formula, la puedes encontrar en la web. La obra fue escrita para mostrar cómo escribir relatos cortos para las revistas populares de ciencia ficción y fantasía, pero pueden adaptarse con éxito a historias de cualquier extensión o género.

8. Si es posible, haz que suceda algo mientras que tus personajes exponen una idea o filosofan. La acción ayuda a retener la tensión dramática.

9. Castigo y recompensa – haz que los protagonistas sean perseguidos (por una obsesión o un villano) y que persigan (una idea, objeto, persona o misterio) .

10. Ignora todas las reglas aprendidas y crea unas reglas propias, apropiadas para lo que tú quieres decir.
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CINCO TÉCNICAS LITERARIAS - SEYMOUR MENTON

CINCO TÉCNICAS LITERARIAS - SEYMOUR MENTON

En noviembre de 2005 Seymour Menton comentó, durante una entrevista que le hiciera José Carvajal (Librusa.com) con motivo de su nuevo libro Un tercer gringo viejo: Relatos y confesiones, lo siguiente: "Claro que me he servido de algunas técnicas o trucos literarios, aprendidos a través de las décadas, para despertar y mantener el interés de los lectores".

  1. La primera oración tiene que captar la atención del lector con su concisión, su originalidad y algo inesperado.

  1. Aunque la obra puede incluir varios elementos dispersos, hay que mantener la unidad de la obra intercalando unos motivos recurrentes.

  1. Hay que establecer el tono predominante de la obra desde el principio y luego mantenerlo. Por ejemplo, en Un tercer gringo viejo hay bastante humor basado en la ironía.

  1. Conviene escoger vocablos precisos y únicos más que generales; tratar de evitar palabras como "decir", "ir".

  1. Se debe cerrar la obra, cerrando el marco, a veces rematando el tema, el conflicto o los motivos recurrentes.
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martes, 21 de abril de 2015

Scott Fitzgerald, consejos para escribir ficción

Scott Fitzgerald, consejos para escribir ficción

F. Scott Fitzgerald es conocido como uno de los mejores exponentes de la literatura norteamericana por sus aclamadas obras: El Gran Gatsby y El curioso caso de Benjamin Button, situadas en las décadas de 1920 y 1930, consideradas auténticas obras maestras.

Miembro de la llamada Generación Perdida Americana, Fitzgerald fue un obsesionado con la “economía compositiva”; en su trabajo supo convertir en símbolos universales cada uno de los objetos, imágenes y personajes que poblaban sus obras. Fue un escritor dotado de gran capacidad para transformar en material poético la triste degeneración del ideal romántico del sueño americano, reflejado con una riqueza de matices, propia tan sólo de quien había sido, durante algunos años, víctima ilusoria de esa falsa grandeza. Quizás el caso más notable sea Gatsby, el contrabandista capaz de mantener una ilusión contra cualquier esperanza, el romántico quien intenta escalar posiciones sociales fuera de su alcance.

Al igual que en sus novelas, la vida de Fitzgerald tuvo un ascenso y una caída. Cuando Scott Fitzgerald sucumbió ante su constante y estrecha amistad con el alcohol, y su relación se tornaba indudablemente peligrosa, su esposa Zelda también luchaba con sus propios demonios encerrada en un psiquiátrico ubicado en Ashville, Estados Unidos. Ante la imposibilidad de estar con su mujer, Fitzgerald optó por recluirse en un hotel en la misma localidad y continuar con sus prácticas autodestructivas.

El autor de Suave es la noche murió en Hollywood, California, el 21 de diciembre de 1940; así como dejó una lista de 22 libros que, consideraba, eran esenciales, también legó algunos consejos para aquellos que desean volverse escritores de ficción.

Publicado en 1985 por Larry W. Phillips, F. Scott Fitzgerald on Writing es una recopilación de material sobre cómo el escritor de El gran Gatsby creaba sus novelas, qué estrategias seguía, qué hábitos criticaba y, en general, cómo era para él el proceso de escritura adecuado.

Openculture.com recopiló siete consejos básicos para escribir, según Fitzgerald:

1. Empieza por tomar notas

“Tienes que empezar por tomar notas. Quizá tengas que tomar notas durante años… Cada vez que se te ocurra algo, cada vez que recuerdes algo, anótalo y ponlo donde corresponda. Anótalo mientras lo estás pensando. Es posible que no puedas capturarlo igual de vívido una segunda vez”.

2. Haz un completo esquema de la historia

“Inventa un sistema… pero necesitas un archivador. En la primera página escribe un bosquejo de tu novela a una escala enorme (no te preocupes, se contraerá con el tiempo) y trabaja detallando el plan durante dos meses. En el punto central del archivador describe el gran clímax, y trabaja hacia delante y hacia atrás completando los detalles durante otros tres meses. A continuación, crea algo tan complicado como una continuidad con todo lo que ya tienes. Fíjate un horario”.

3. No le cuentes a nadie en qué estás trabajando

“Creo que una buena norma es no decir nada sobre lo que estás escribiendo hasta que esté acabado. Cuando se hace, siempre parece perder algo y nunca volverá a pertenecerte tanto como antes”.

4. Crea personajes, no tipos literarios

“Comienza con un personaje y antes de que te des cuenta habrás creado un tipo. Comienza con un tipo y acabarás creando nada”.

5. Usa palabras comunes

“Nunca debes usar una palabra desconocida a menos que la hayas buscado para expresar un delicado matiz y sea así como lo hayas conseguido. Creo que ésta es una muy buena regla para la prosa. Excepciones: a) necesaria para evitar repeticiones, b) necesaria por ritmo.

6. Usa verbos, y no adjetivos, para mantener las frases en movimiento

Acerca de los adjetivos: toda la buena literatura se basa en los verbos llevando las frases. Ellos son los que consiguen que las oraciones avancen. Probablemente, el mejor poema (técnicamente) en inglés sea ‘La víspera de Santa Inés’ de Keats. Un verso como “La liebre salió cojeando temblando a través de la hierba helada” está tan vivo que puedes sentirlo, apenas sin darte cuenta, pues el poema se ha coloreado con su movimiento – el cojear, temblar y helar camina delante de tus propios ojos”.

7. Se despiadado

“[Tirar lo escrito a la basura y empezar de nuevo] Esta es una de las decisiones más difíciles que un escritor tiene que hacer. Por ponerlo filosóficamente, antes de haberte agotado durante horas tratando de reanimar un cadáver o desenredando una madeja mojada, es una prueba de si eres o no eres realmente un profesional. Hay ocasiones en las que la decisión es doblemente difícil. En las últimas etapas de una novela, por ejemplo, cuando no hay algo concreto que tirar a la basura, y sólo ves a un personaje favorito, tienes que cogerlo por los talones y arrastrar media docena de buenas escenas con él”.
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