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domingo, 26 de octubre de 2014

Decálogo del concursante consuetudinario (y probablemente ultramarino) Fernando Iwasaki

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Decálogo del concursante consuetudinario (y probablemente ultramarino)
Fernando Iwasaki
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I
Los cuentos que envíes a los concursos nunca serán importantes para la historia de la literatura. En realidad, ni siquiera para la literatura.

II
Firma siempre con seudónimos femeninos, pero que sean sugerentes. Jamás explícitos. El recato atrae más.

III
Escribe un cuento que sea como una «célula madre» literaria que puedas clonar para cada concurso. No te preocupes. Los clones siempre salen mejores que el original.

IV
Describe escenas pastoriles cuando el premio lo convoque una gran ciudad (cabras triscando aspidistras por Barcelona, amapolas en la Castellana madrileña o lecherías en el centro de Valencia), pero crea una atmósfera cosmopolita cuando el concurso sea de pueblo (el Down Town de Higuera de la Sierra, los vernisages de Manzaneda de Omaña o el delicioso Dry Martini de los pubs de Guarromán).

V
Los templarios no funciona en los cuentos. Solamente en las novelas. No te confundas de premio.

VI
Si tus personajes van a estar divorciados, procura que el divorcio se haya producido antes de que comience el cuento. La gente ya lo está pasando muy mal para que encima tú sólo escribas sobre problemas. Además, cuatro de cada cinco miembros de jurados literarios están divorciados o les falta poco.

VII
La identidad nacional es muy importante. Pero no la tuya, sino la del municipio, el ateneo o la caja de ahorros que convoca el premio. En caso de duda, escribe sobre Nueva York. Nunca falla.

VIII
No trates de impresionar a nadie, pues todos los jurados han leído a Joyce, Mann, Faulkner, Proust y Nabokov. Últimamente están leyendo también a Paul Auster. No obstante, si quieres parecerles un marciano, cita a Jardiel, Conqueiro, Camba y Wenceslao. En una de esas, cuela.

IX
Aunque es cierto que la finalidad de la literatura no es decir la verdad sino narrar algo verosímil, la vida cotidiana está colmada de numerosos sucesos inverosímiles sobre los que nadie quiere escribir para no parecer oligofrénico. No permitas que la coherencia de la ficción te impida narrar la esperpéntica realidad.

X
A la hora de concursar recuerda siempre las palabras del viejo Groucho: «Los grandes éxitos los obtienen los libros de cocina, los volúmenes de teología, los manuales de “cómo hacer…” y los refritos de la Guerra Civil».

Tomado de: http://www.biblioteca.org.ar/libros/154582.pdf

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