Inspiración
exprés para escritores
Autor: Camilo
Jiménez
mayo 29, 2017
1. ATAJOS. Si usted sueña con ser
escritor y está buscando inspiración rápida, trucos para escribir mejor o
fórmulas para llegar pronto al éxito, cambie de sueño. En la escritura no hay
atajos. O sí, pero si los toma el resultado se nota. Por ejemplo, en la prosa
tibia de esas novelitas famélicas que publican las personas que reemplazaron el
esfuerzo de leer mucho, bien y durante mucho tiempo por un curso de “escritura
creativa”. No estoy diciendo que estos cursos no sirvan: digo que no ahorran
ningún trabajo. Digo que una maestría en Escritura Creativa no lo va a
convertir en escritor aunque la haga en Columbia, o en Colombia a diez millones
de pesos el semestre. Digo que un taller o curso de escritura creativa no lo va
a convertir en escritor aunque el maestro sea un premio Nobel. El trabajo tiene
que hacerlo usted y nadie más que usted. Solo. Despacio. Palabra a palabra,
frase a frase, párrafo a párrafo.
2. EL OFICIO. El problema de pronto está
en la palabra exprés. Repito, en la escritura no hay atajos. Hay que leer mucho
y muy bien, a fondo. Hay que levantar de tanto en tanto la cabeza del libro y
hacer preguntas, comentarios, en fin: construir la literatura a medida que se
lee. Hay que estar solo. Hay que quedarse en casa. Quizá haya que soñar no con
ser escritor, sino con escribir. Porque el trabajo no es tan agradable y
glamoroso como muchas personas piensan que es. El trabajo de un escritor no es
dar charlas ni firmar libros: es estar en su casa escribiendo y leyendo. Antes
de firmar ejemplares de su libro en una feria del libro, tiene que escribir el
libro. Y que se lo publiquen. Y que lo lea alguien diferente a su novia y a sus
tres compadres de la universidad. Y que lo inviten a la feria. Etcétera.
3. CONSTANCIA. Con poquísimas
excepciones que confirman la regla, nunca termina valiendo la pena nada de lo
que publican los escritores de café o los que van de feria en feria repitiendo
como loros lo mucho que les cuesta escribir. No es casualidad que los mejores
escritores vivos de Colombia —Tomás González, Darío Jaramillo Agudelo, Juan
Gabriel Vásquez— sean escasos, esquivos. Mientras los demás están en un
conversatorio en Cúcuta o dictando un taller de escritura creativa en
Chapinero, ellos están en su casa escribiendo y leyendo.
4. INSPIRACIÓN VS TRANSPIRACIÓN. Ahora
concentrémonos en la palabra inspiración. ¿Dónde encuentran inspiración los
escritores? En la vida. Un escritor, un verdadero escritor, siempre está
escribiendo aunque no escriba. Si no le obsesiona, déjelo, porque nunca va a
ser lo suficientemente bueno. Así de simple. Funciona con la escritura y en general
con todo. Si no está obsesionado con lo que hace nunca le va a invertir el
tiempo suficiente para que su trabajo destaque sobre el de los demás. Porque
cualquier cosa que valga la pena requiere de tiempo, y en la escritura esto sí
que es cierto. Si quiere escribir, prepárese para estar sentado todos los días
de su vida durante horas en su mesa de trabajo. Prepárese para escribir y
reescribir y volver a escribir y volver a reescribir. Para leer despacio y con
mucho cuidado, con cuaderno y lápiz al lado, descifrando lo que los libros
quieren decir, desbaratando lo que los buenos escritores hicieron en sus
historias para saber cómo lo hicieron.
5. LOS CLÁSICOS. Unos pocos libros se
siguen leyendo décadas después de haberse publicado. Son los que algunas
personas llaman clásicos. Si usted aspira a que su libro se lea dentro de unos
años, convendría que leyera algunos de estos libros e intentara identificar por
qué se siguen leyendo, qué tienen esos libros para que treinta, cincuenta o
cien años después de haberse publicado sigan diciéndoles cosas a algunas
personas, aunque el mundo haya cambiado tanto.
6. INFLUENCIAS. Lea con atención estos
libros. Le regalo aquí una lista rápida, una lista exprés de libros que debería
leer con juicio cualquier persona que quiera escribir cosas de algún valor: El
conde de Montecristo, de Alexandre Dumas; Rojo y negro, de Stendhal; Moby Dick,
de Herman Melville; David Copperfield, de Charles Dickens; Las aventuras de
Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe; La Isla del Tesoro, de Robert Louis
Stevenson; Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski; Ana Karenina, de León
Tolstoi; Cumbres borrascosas, de Emily Bronte; Orgullo y prejuicio, de Jane
Austen; Madame Bovary, de Gustave Flaubert; Los miserables, de Victor Hugo; La
feria de las vanidades, de William Makepeace Thackeray. Eso para no salirme del
siglo XIX y de las principales lenguas en que se publicó literatura durante ese
siglo. Si quiere hacer la tarea bien hecha tendría que mirar también a Europa
Oriental y el Lejano Oriente, América Latina, el siglo XX… Conocer la tradición
literaria es la mínima cortesía que usted debe mostrar si quiere participar en
la conversación.
7. RECURSOS Y CONSEJOS. Algunos
escritores han compartido sus experiencias en el oficio a través de
entrevistas, memorias y artículos varios. Leer algunas de estas experiencias
también puede ser inspirador. La serie de entrevistas titulada “Art of Fiction”
que publica The Paris Review desde hace más de cincuenta años es una mina casi
inagotable de ideas y técnicas de trabajo de grandes escritores. Hay también
miles de páginas dedicadas a publicar recursos para escritores: puede que esto
no sea inspiración propiamente dicha, pero puede servirle para saber qué hacer
en determinados puntos del proceso.
8. LA INCERTIDUMBRE CON EL PRODUCTO. Porque
se trata de un proceso. Un proceso largo, tortuoso, difícil, solitario. Y ni
aún así, ni incluso invirtiendo horas y horas todos los días y estudiando las
obras de los grandes escritores y viviendo y respirando su obsesión por
escribir tiene garantía de éxito. Cuesta el mismo esfuerzo, el mismo tiempo,
escribir una novela que tenga éxito y una que no lo tenga. Usted se puede pasar
seis años escribiendo una novela, y puede que cuando salga publicada nadie la
comente ni la recomiende ni la rechace, puede que no venda más que un par de
decenas de ejemplares. Así de espeluznante es la profesión que escogió.
9. LA CONCLUSIÓN. Lo que quisiera dejar
claro, en últimas, es que no hay algo así como “inspiración exprés para
escritores”. Si quiere escribir algo que valga la pena, que se lea más allá de
su círculo de amigos y al menos un par de años después de que salga publicado,
tiene que trabajar mucho y solo, y estar bien preparado para los desengaños. No
hay nada más que pueda hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario