10 COSAS QUE NUNCA DEBEMOS HACER LOS
ESCRITORES
Gabriella Campbell
Ah, la dura vida del artista. La dura vida del escritor. Nos
gusta lamentarnos, es cierto. Pero puede ser divertido.
Hace poco encontré, a través del tumblr de Austin Kleon, un
texto de la artista Keri Smith llamado How to Feel Miserable as an Artist.
Aunque la traducción sería algo así como Cómo deprimirse si eres artista, la
propia Keri explica que más bien es lo que no deberíamos hacer bajo ningún
concepto. Aunque ella habla de los artistas en general, yo creo que se aplica
muy bien a la escritura en particular. Le pedí permiso para traducirlo y me lo
concedió. Así que si os veis reflejados en alguno de estos puntos, ya sabéis:
subrayadlos con tinta roja (no en la pantalla, claro, a ver si luego no lo vais
a poder limpiar) y dejad de hacerlo, ya, de inmediato.
Ahí van las diez maneras de sentirse fatal como escritor, o
las diez cosas que nunca deberíamos hacer (los mandamientos son de Keri, todos
los comentarios son míos):
LAS 10 COSAS QUE NO DEBES HACER SI QUIERES SER UN ESCRITOR
FELIZ:
(o por lo menos no demasiado triste)
1. COMPARARTE
CONSTANTEMENTE CON OTROS
Aunque compararse es bueno, hasta cierto punto (¿si no nos
comparamos con los grandes, cómo aprenderemos?), comparar nuestro éxito o
fracaso con el éxito o fracaso de otros no solo es injusto, sino que no tiene
sentido. No estamos todos en la misma regla de medidas, ni tenemos las mismas
características. Y, como bien sabemos, los éxitos o fracasos rara vez son como
se cuentan en Facebook o en Instagram (ese pastel no está tan rico como parece
en la foto; ese perro con pinta adorable realmente es un desastre que no hace
más que comerse el sofá; esas vacaciones de aspecto idílico en Hawai fueron el
detonante del posterior divorcio).
Recordemos también que esos supuestos éxitos “de la noche a
la mañana” rara vez lo son. Los que escriben libros buenos que parecen salir de
la nada, sin aparente esfuerzo, tienen horas y días y semanas y años de trabajo
y frustración detrás.
2. HABLAR CON TU
FAMILIA SOBRE AQUELLO A LO QUE TE DEDICAS Y ESPERAR QUE TE ANIMEN
Hay excepciones, pero en la mayoría de los casos simplemente
no va a ocurrir, no. Nuestras familias (en teoría) quieren lo mejor para
nosotros. Y lo mejor para nosotros, por lo menos a sus ojos, no es morirnos de
hambre mientras los miramos suplicantes y pobres con la forma de las teclas
marcada en la frente de tanto pegarnos cabezazos contra el teclado.
Además, los escritores podemos ser muy pesados y aburridos
con tanta obsesión y tanta inseguridad. Comprendedlos. Es normal que se aburran
y nos manden a paseo.
El camino del escritor es solitario. Asúmelo. Solo te
comprenderán otros escritores, pero no te estarán escuchando mientras hablas de
tu obra, porque estarán pensando en la suya propia.
3. BASAR EL ÉXITO DE
TU CARRERA EN UN SOLO PROYECTO
Esto podría ser también “basar el fracaso de tu carrera en
un solo proyecto”. Si algo sale mal, horriblemente mal, y la gente te tira
fruta podrida apenas te asomas a la ventana, qué le vamos a hacer. No eres un
fracaso. Tal vez ese libro sí lo sea (o, tiempo al tiempo, ¡reconocerán lo
bueno que era cuando hayas muerto!), pero tú no. Ponte ya a escribir otro libro
mejor. De la misma manera, porque tengas un libro/relato/poema/ensayo que goce
de una gran aceptación, no significa que puedas retirarte a vivir de las regalías,
satisfecho de haber alcanzado los laureles del autor vitoreado. Sigue
trabajando. Puedes hacerlo mejor.
4. CONFORMARTE CON LO
QUE YA SABES
Esto es: no salgas de tu zona de confort, no pruebes nada
nuevo, no te esfuerces. ¡Mal! La única forma de progresar es atreviéndote con
aquello que desconoces. Muchos profesores de talleres literarios te dirán:
“Habla de lo que sabes”. Y no es mal consejo, para empezar. Pero llegará el
momento en que, para avanzar, necesitarás salir de tu agujerito y explorar mundo.
Yo lo hago constantemente. Escribo cosas raras, cosas que no
me salen, que tengo que forzar. Por poneros un ejemplo: ¡el otro día conseguí
escribir una escena de sexo heterosexual!
Bueno, bah. Lo confieso, es mentira. Pero algún día lo
conseguiré, os lo prometo.
5. QUITARLE
IMPORTANCIA A TU EXPERIENCIA
Si llevas ocho años escribiendo y currándotelo, tío, ¡que
llevas ocho años escribiendo y currándotelo! ¡Qué has publicado cuatro libros!
No te comportes como si solo hubieras publicado un poema en la revista del
colegio.
Creo que esto es más fácil de decir que hacer, lo sé. Por un
lado, muchos tenemos el síndrome del impostor. Y no están las cosas como para
ponerse a exigir lo que realmente merecemos, tal y como está el mercado. Pero
creo que este es un consejo que puede aplicarse a muchos ámbitos, no solo al de
negociar contratos con editoriales. Dale valor a tu trabajo. Si llevas diez
años trabajando, si has progresado, si has avanzado, deja de hacer las cosas
gratis, para empezar. Y si las haces gratis, que sea por algo que realmente te
ayude a avanzar, o que te produzca felicidad.
Y sí, esto también va por determinados grandes medios con
ánimo de lucro (mucho lucro) que utilizan a escritores experimentados y
blogueros profesionales para crear sus contenidos sin que estos vean un duro,
por aquello de darles una “plataforma” y “exposición”. Exposición es lo que
tienes cuando te da el sol durante el día, no cuando consigues un seguidor en
Twitter cada tres meses.
A ver si entre todos podemos conseguir que el oficio de
escribir (sea en el género y formato que sea) valore un poco más la
experiencia, especialización y profesionalización. No digo que cualquiera pueda
escribir dos palabras escritas y sentarse a esperar que le paguen, pero sí que
se empiece a valorar el trabajo de aquellos que lo merecen. Por lo menos,
pidamos. Que nos lo den o no es otra cosa, pero vamos a pedir. A veces te
llevas sorpresas agradables.
6. DEJAR QUE EL
DINERO DICTE LO QUE HACES
Pues claro que necesitamos dinero para vivir: para comer,
pagar un alquiler o una hipoteca, sobrevivir a las ofertas de Steam… todas esas
cosas fundamentales para la supervivencia del humano medio. Pero siempre está
el peligro de que nuestras ganas de conseguir dinero nos hagan olvidarnos de lo
que realmente nos gusta. Sí que es cierto que cierto tipo de novelas de
romántica venden mucho mejor que la fantasía oscura, por ejemplo, pero el día
en que yo escriba “cada vez que veo su tableta de chocolate me estremezco por
dentro”, por favor, venid personalmente a mi casa y dadme una bofetada tan
fuerte que se me reordenen las neuronas y se me quite la tontería de golpe.
Y no me entendáis mal: no hay absolutamente NADA de malo en
escribir tres páginas hablando de los abdominales de un tipo sudoroso. Es solo
que a mí no me dibujaron así. Yo soy más de orgías desenfrenadas entre
androides y magos de fuego. Orgías en las que muere gente y su sangre crea un
portal mágico a otro mundo, por el que se cuelan monstruos primigenios.
¿Qué?
7. SOMETERTE A LA
PRESIÓN SOCIAL
Lo mismo. ¿Creéis que a la gente le parece bien lo de los
androides y los magos de fuego? Pues habrá a quien no le guste, del mismo modo
que a mí no me interesa lo de la tableta de chocolate ni las novelas donde se
usan tres capítulos para describir con pelos y señales una batalla naval en el
siglo XVII. Si intentas complacer a todo el mundo, no conseguirás nada. Peor:
conseguirás un texto blandurrio completamente igual que todos los textos
blandurrios. Por lo menos Crepúsculo innovó en el terreno de la comedia.
(Creo que con ese último comentario tampoco he complacido a
todo el mundo. ¡Eh, solo estoy intentando seguir los consejos de Keri!).
8. TRABAJAR SOLO EN
AQUELLO QUE LE ENCANTARÁ A TU FAMILIA
El otro día le pedí a mi padre, que es informático, si podía
echarle un ojo a mi nueva novela corta, un texto con aires ciberpunk, para
asegurarme de que no había ninguna metedura de pata técnica de las gordas.
Luego me acordé de que el protagonista es un programador de
videojuegos pansexual que se pasa media novela fantaseando con las tetas de una
chica que ha conocido en un programa virtual.
Igual ya no se lo dejo.
La cosa es que si te limitas a escribir aquello que crees
que será aceptable para tus seres queridos, estás dejándote fuera una parte muy
importante de ti mismo. Todos tenemos demonios, y la escritura es una forma
genial de exorcizarlos. Y no tiene que ser algo tan extremo como la vida sexual
de un hombre futurista, simplemente hablar de ciertos temas delicados puede
echarnos atrás en muchas instancias. Es difícil, pero a veces hay que hacerlo.
9. HACER TODO LO QUE
PIDA EL CLIENTE
El cliente podría ser aquí el editor, por ejemplo, si
escribes narrativa. Claro que hay que hacer caso de los editores, pero no hasta
el punto de que destruyan aquello que te es importante. Y si escribes por
encargo… bueno, ahí sí tienes que hacer lo que pide el cliente, pero intenta
siempre añadirle un toque personal, algo que lo identifique solo como tuyo. Eso
es lo que realmente te hará destacar por encima de los demás.
10. PONERTE METAS
INALCANZABLES/ESTRESANTES QUE TENGAS QUE ALCANZAR MAÑANA MISMO.
De esto hemos hablado ya. Las metas buenas son las que se
plantean a largo plazo, y que se van alcanzando muy poco a poco, haciendo algo
pequeño pero seguro todos los días.
Ponerse mil metas a la vez y esperar alcanzarlas ya mismo no
solo es poco realista, sino que destruye tu autoestima y la confianza en tu
habilidad para alcanzar cualquier objetivo.
Poco a poco, despacito y con buena letra.
Con muy buena letra.
¿Qué opináis vosotros? ¿Qué añadiríais a la lista de Keri?
Creo que todo lo que se me ocurre ahora mismo podría encajar dentro de alguno
de sus puntos. Tal vez habría que añadir: “rendirse”. Tal vez ese sea el peor
error que podemos cometer. Rendirse a veces es necesario, sobre todo si estás
viviendo bajo un puente y te han ofrecido un trabajo con un sueldo digno,
haciendo algo que no sea nada artístico; pero aun en esas circunstancias puede
llegar el ansia de crear, la necesidad de seguir escribiendo de madrugada,
antes de entrar a currar, o en el descanso, con el bocadillo en la mano. Pero
sigamos un poco más. Intentémoslo otra vez.
Las recompensas están ahí. Son insuficientes, y tardan más
que un autobús cuando tienes prisa, pero están ahí. Además, todos los demás se
rinden. Al final solo quedas tú.
Tomado de:
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