Decálogo
de escritura de Elmore Leonard
Como
el nombre de Elmore Leonard tal vez no suene mucho a más de uno,
quiero comentar antes de empezar que es un escritor y guionista
estadounidense que empezó a publicar sus novelas allá por los años
50.
A
pesar de que esos primeros trabajos suyos trataban sobre el salvaje
oeste, pronto se especializó en novela policíaca.
Muchas
de sus novelas han sido adaptadas al cine por gente como John
Sturges, Quentin Tarantino o Steven Soderbergh, así que… ¡seguro
que conocéis alguna de sus historias!
“Estas
son las reglas que he ido recogiendo en el camino para ayudarme a
permanecer invisible cuando estoy escribiendo un libro, para ayudarme
a mostrar lo que está sucendiendo en la historia en lugar de
contarlo.”—Elmore Leonard
1.
Nunca empieces un libro con el tiempo
Si
sólo es para crear una atmósfera y no por la reacción de un
personaje ante el tiempo, no quieres que se prolongue demasiado. El
lector tiende a mirar la hoja buscando a gente. Claro que hay
excepciones. Si resulta que eres Barry López, quien posee más
formas que un esquimal de describir el hielo y la nieve en su libro
Sueños Árticos, entonces puedes hacer todos los partes
meteorológicos que quieras.
2.
Evita los prólogos
Pueden
ser muy molestos, especialmente un prólogo tras una introducción
después de un prefacio. Son bastante frecuentes en los ensayos, pero
un prólogo en una novela es historia y puedes introducirla en el
lugar que quieras. Hay un prólogo en la obra de John Steinbeck,
Dulce Jueves, pero me parece correcto porque se trata de un personaje
dejando claras las reglas del libro. Dice así: “Me gusta mucho que
se hable en los libros y no me gusta que nadie me diga cómo es el
tipo que está hablando. Quiero imaginármelo a partir de la forma en
la que habla.”
3.
Nunca uses un verbo distinto a “dijo” para introducir un diálogo
La
línea del diálogo pertenece al personaje; el verbo es el escritor
metiendo sus narices. Pero “dijo” es mucho menos intrusivo que
“se quejó”, “susurró”, “advirtió”, “mintió”…
Una vez me encontré en un libro de Mary McCarthy una línea de
diálogo que terminaba con un “ella aseveró” y tuve que dejar de
leer para coger el diccionario.
4.
Nunca uses un adverbio para modificar el verbo “dijo”
Le
amonestó seriamente. Usar un adverbio de esta forma (o casi de
cualquier forma) es un pecado mortal. El escritor está exponiéndose
a sí mismo usando una palabra que distrae e interrumpe el ritmo de
la conversación. Hay un personaje en uno de mis libros que cuenta
cómo él mismo solía escribir romances históricos “llenos de
violaciones y adverbios”.
5.
Mantén tus signos de exclamación controlados
Tienes
permiso para no más de dos o tres por cada 100.000 palabras escritas
en prosa. Claro que si tienes la habilidad para jugar con las
exclamaciones como lo de Tom Wolfe, te dejo manga ancha en esto.
6.
Nunca uses expresiones como “de repente”
Esta
regla no requiere explicación. He notado que los escritores que usan
“de repente” tienden a ejercer menos control en sus signos de
exclamación.
7.
Usa los dialectos con moderación
Una
vez que empieces a escribir mal las palabras del diálogo y llenes
una página de apóstrofes, no podrás parar.
8.
Evita las descripciones detalladas de los personajes
Steinbeck
lo hizo. En “Colinas como elefantes blancos” de Hemingway, ¿qué
apariencia tienen el americano y la chica que le acompaña?. “Ella
se había quitado el sombrero y lo había puesto sobre la mesa”.
Esa es toda la referencia a una descripción física en la historia.
9.
No entres en detalles al describir lugares y objetos
A
menos que seas Margaret Atwood y puedas pintar escenas con el
lenguaje, no quieres descripciones que lleven la acción, el fluir de
la historia, a un punto muerto.
10.
Intenta quitar la parte que los lectores tienden a saltarse
Piensa
en esas cosas que tú te saltas cuando lees una novela: esos gruesos
párrafos de prosa llenos de palabras. Evítalos.
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