Consejos a un joven novelista
Mario
Vargas Llosa
1-
Sólo quien entra en literatura como se entra en religión, dispuesto
a dedicar a esa vocación su tiempo, su energía, su esfuerzo, está
en condiciones de llegar a ser verdaderamente un escritor y escribir
una obra que lo trascienda.
2-
No hay novelistas precoces. Todos los grandes, los admirables
novelistas, fueron, al principio, escribidores aprendices cuyo
talento se fue gestando a base de constancia y convicción.
3-
La literatura es lo mejor que se ha inventado para defenderse contra
el infortunio.
4-
En toda ficción, aun en la de la imaginación más libérrima, es
posible rastrear un punto de partida, una semilla íntima,
visceralmente ligado a una suma de vivencias de quien la fraguó. Me
atrevo a sostener que no hay excepciones a esta regla y que, por lo
tanto, la invención químicamente pura no existe en el dominio
literario.
5-
La ficción es, por definición, una impostura -una realidad que no
es y sin embargo finge serlo- y toda novela es una mentira que se
hace pasar por verdad, una creación cuyo poder de persuasión
depende exclusivamente del empleo eficaz de unas técnicas de
ilusionismo y prestidigitación semejantes a las de los magos de los
circos o teatros.
6-
En esto consiste la autenticidad o sinceridad del novelista: en
aceptar sus propios demonios y en servirlos a la medida de sus
fuerzas.
7-
El novelista que no escribe sobre aquello que en su fuero recóndito
lo estimula y exige, y fríamente escoge asuntos o temas de una
manera racional, porque piensa que de este modo alcanzará mejor el
éxito, es inauténtico y lo más probable es que, por ello, sea
también un mal novelista (aunque alcance el éxito: las listas de
bestsellers están llenas de muy malos novelistas).
8-
La mala novela que carece de poder de persuasión, o lo tiene muy
débil, no nos convence de la verdad de la mentira que nos cuenta.
9-
La historia que cuenta una novela puede ser incoherente, pero el
lenguaje que la plasma debe ser coherente para que aquella
incoherencia finja exitosamente ser genuina y vivir.
10-
La sinceridad o insinceridad no es, en literatura, un asunto ético
sino estético.
11-
La literatura es puro artificio, pero la gran literatura consigue
disimularlo y la mediocre lo delata.
12-
Para contar por escrito una historia, todo novelista inventa a un
narrador, su representante o plenipotenciario en la ficción, él
mismo una ficción, pues, como los otros personajes a los que va a
contar, está hecho de palabras y sólo vive por y para esa novela.
13-
El de las novelas es un tiempo construido a partir del tiempo
psicológico, no del cronológico, un tiempo subjetivo al que la
artesanía del novelista da apariencia de objetividad, consiguiendo
de este modo que su novela tome distancia y diferencie del mundo
real.
14-
Lo importante es saber que en toda novela hay un punto de vista
espacial, otro temporal y otro de nivel de realidad, y que, aunque
muchas veces no sea muy notorio, los tres son esencialmente
autónomos, diferentes uno de otro, y que de la manera como ellos se
armonizan y combinan resulta aquella coherencia interna que es el
poder de persuasión de una novela.
15-
Si un novelista, a la hora de contar una historia, no se impone
ciertos límites (es decir, si no se resigna a esconder ciertos
datos), la historia que cuenta no tendría principio ni fin
Otras:
Otras:
"El periodismo me ha dado la obligación de
confirmar, de verificar, me ha enseñado lo importante que es la perseverancia.
Si no hubiera tenido esa disciplina no hubiera sido un escritor; sigo
verificando, sigo corrigiendo, obsesivamente. Es un gozo para mí escribir, sin
duda, pero si detrás no hubiera este esfuerzo no hubiera escrito las historias
que ahora forman parte de mi vida. Es una servidumbre y un gozo, un gran
gozo".
"Mi escritura es mi vida, es lo que soy. Soy la
literatura que he hecho".
"Yo creo que la memoria es la fuente principal
de la invención. Lo que invento, la mayor parte de las veces tiene siempre una
semilla en imágenes de la memoria".
"Creo que hay algo esencial en el progreso
humano, que deriva de esa necesidad que hemos tenido desde los tiempos de las
cavernas de inventar historias, de crear una realidad paralela a la que estamos
inmersos. Sin historias, sin literatura, tal vez no hubiésemos salido nunca de
las cavernas".
"Siempre me ha angustiado mucho la idea de esos
escritores que pierden el fuego, se callan".
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