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jueves, 23 de octubre de 2014

Advertencias de un escritor Gabriel García Márquez

Advertencias de un escritor

Gabriel García Márquez



1. Una cosa es una historia larga, y otra, una historia alargada.

2. El final de un reportaje hay que escribirlo cuando vas por la mitad.

3. El autor recuerda más cómo termina un artículo que cómo empieza.

4. Es más fácil atrapar un conejo que un lector.

5. Hay que empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor que se ha escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad.

6. Cuando uno se aburre escribiendo el lector se aburre leyendo.

7. No debemos obligar al lector a leer una frase de nuevo.

8. El escritor escribe su libro para explicarse a sí mismo lo que no se puede explicar.


Otras

“La práctica terminó por convencerme de que los adverbios de modo terminados en mente son un vicio empobrecedor. Así que empecé a castigarlos donde me salían al paso, y cada vez me convencía más de que aquella obsesión me obligaba a encontrar formas más ricas y expresivas.”

“No hay nada de este mundo ni del otro que no sea útil para un escritor.”

“El mundo habrá terminado de joderse el día en que el hombre viaje en primera y la literatura en el vagón de carga.”

"La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada."

"No, el éxito no se lo deseo a nadie. Le sucede a uno lo que a los alpinistas, que se matan por llegar a la cumbre y cuando llegan, ¿qué hacen? Bajar, o tratar de bajar discretamente, con la mayor dignidad posible."

"Nunca releo mis libros, porque me da miedo."

“La creación intelectual es el más misterioso y solitario de los oficios humanos.”

"El deber de los escritores no es conservar el lenguaje sino abrirle camino en la historia. Los gramáticos revientan de ira con nuestros desatinos pero los del siglo siguiente los recogen como genialidades de la lengua. De modo que tranquilos todos: no hay pleito. Nos vemos en el tercer milenio".

"Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros".

"Hay un momento en que todos los obstáculos se derrumban, todos los conflictos se apartan, y a uno se le ocurren cosas que no había soñado, y entonces no hay en la vida nada mejor que escribir".

"Las ideas no son de nadie".

"El deber revolucionario de un escritor es escribir bien".

"Escribo porque quiero que me quieran".

"Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y la jota y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde dice lágrima ni confundirá revolver con revólver".


"Hay un momento en que todos los obstáculos se derrumban, todos los conflictos  se apartan, y a uno se le ocurren cosas que no había soñado, y entonces no hay en la vida nada mejor que escribir".

"Nunca releo mis libros, porque me da miedo".

“Desde muy niño tuve que interrumpir mi educación para ir a la escuela.” 


"Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez"

"No creo en el mito romántico de que el escritor debe pasar hambre, debe estar jodido, para producir. Se escribe mejor habiendo comido bien y con una máquina eléctrica".


"Los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía, donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra." (Discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, Estocolmo, 1982).

"Yo comencé a ser escritor de la misma forma en que me subí a este estrado: a la fuerza". ("Yo no vengo a decir un discurso", 2010).

"Escribo para que quieran más. Creo que es una de las aspiraciones fundamentales del escritor" (Revista "Siesta", España, 1977).

"La música me ha gustado más que la literatura". ("Juventud rebelde", La Habana, 1988).

"Una vez que hago en mis novelas la última lectura ya no me interesan, el libro es como un león muerto". (Diario 16, Madrid, 1989).

"Si uno no crea, es cuando le llega la muerte". "Cuando no escribo, me muero; y cuando lo hago, también". (Entrevista con Efe, Sevilla, 1994).

"El gran reto de la novela es que te la creas línea por línea, pero lo que descubre uno es que ya en América Latina, la literatura, la ficción, la novela, es más fácil de hacer creer que la realidad" (La vida según...", TVE, 1995).

"La primera condición del realismo mágico, como su nombre lo indica, es que sea un hecho rigurosamente cierto que, sin embargo, parece fantástico". ("Reforma", México, 2000).

"Como escritor me interesa el poder, porque resume toda la grandeza y miseria del ser humano" (Magazine-La Vanguardia, Barcelona, 2006).

"Todos los premios son muy interesantes pero si ya tuve el premio que se considera máximo en Literatura, es mejor dejar los otros galardones para los que vienen detrás o delante". (Declaraciones realizadas en Oviedo en 1994 por la polémica generada tras decir que no quería recibir el premio Cervantes, al que fue candidato).

"Si los intelectuales no despreciaran tanto la televisión, ésta no sería tan mala". ("Juventud Rebelde", La Habana, 1988).


"Mis relaciones con el cine son las de un matrimonio mal avenido, que no pueden vivir juntos ni separados". (El País, Madrid, 1987)

"No cabe ninguna duda acerca de que ya existe un cine latinoamericano, pero nosotros mismos no le hacemos caso. Hacemos las películas, pero no tenemos ni la distribución ni la exhibición, que son los dos elementos más importantes". ("El Tiempo", Colombia, 1991)


"La fama estuvo a punto de desbaratarme la vida, porque perturba tanto el sentido de la realidad como el poder" (Magazine-La Vanguardia, Barcelona, 2006).





Sobre el periodismo:

"El periodismo es el mejor oficio del mundo".

"El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad".

"Los periodistas se han extraviado en el laberinto de una tecnología disparada sin control hacia el futuro".

"La prisa y la restricción del espacio ha minimizado el reportaje, que siempre tuvimos como el género estrella".

"Actualmente las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores".

"La grabadora es la culpable de la magnificación viciosa de la entrevista".

"La ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido al moscardón".

"Las escuelas de periodismo enseñan todo lo que tiene que ver con el periodismo, menos el oficio".

"A veces se olvida que la mejor noticia no es la que se da primero, sino la que se da mejor".

"El mayor problema de escribir es saber cuándo uno se miente a sí mismo. Porque cuando te mientes a ti mismo le mientes al lector, y la mentira es algo que el lector nunca perdona".


"La hoja en blanco es la cosa más angustiosa que conozco después de la claustrofobia".

"Un escritor puede escribir lo que le dé la gana siempre que sea capaz de hacerlo creer".


"Basta abrir los periódicos para saber que entre nosotros cosas extraordinarias ocurren todos los días".



“El periodismo es el oficio que me interesa "más en el mundo" y lo considero "como un género literario". ("El espectador", Colombia, 1991)

"La crónica es la novela de la realidad". ("El espectador", Colombia, 1991)

"La calidad de la noticia se ha perdido por culpa de la competencia, la rapidez y la magnificación de la primicia".

"En periodismo no se permiten los términos vagos o simples intentos. Hay que saber las palabras y los conceptos precisos". ("El Colombiano", Colombia, 1995)

"Durante mucho tiempo me aterró la página en blanco. La veía y vomitaba. Pero un día leí lo mejor que se escribió sobre ese síndrome. Su autor fue Hemingway. Dice que hay que empezar, y escribir, y escribir, hasta que de pronto uno siente que las cosas salen solas, como si alguien te las dictara al oído, o como si el que las escribe fuera otro. Tiene razón: es un momento sublime."

Ñapa(apuntes de técnica literaria):

La carpintería secreta de García Márquez: ¿cuál era su técnica literaria?       Carlos Salas

Tomado de:


“Se inventaba términos, escogía adjetivos raros, empleaba analogías sorprendentes.
Tenía una profunda formación poética: por eso sus textos parecen musicales.
Se sometía a una dura disciplina: a veces, no escribía sino pocas líneas al día.
 La voz, el estilo, los párrafos, los adjetivos, las oraciones… Muchos expertos han tratado de encontrar la fórmula de García Márquez, y muchos otros han tratado de imitarle.”

Habría sido más fácil comprobar cuáles eran sus anotaciones en los originales que escribió. Pero el escritor colombiano destruyó las pruebas mecanografiadas y las anotaciones de Cien Años de Soledad, su ‘carpintería secreta’, como la llamaba.

Pero, ¿podemos conocer aun así en qué se basaba su técnica? En parte sí, pues García Márquez fue dejando pistas en sus memorias y en algunas entrevistas que concedió, así como en biografías como la de Dagmar Ploetz, la traductora al alemán de sus obras (García Márquez, editorial Edaf).

La voz. García Márquez afirmó a The Paris Review que para escribir Cien años de soledad escogió la voz de su abuela. El autor afirmaba que cuando su abuela contaba cuentos, eran fábulas irreales pero ponía ‘cara de palo’ para hacerlas creíbles. De ahí nace el realismo mágico, donde lo verosímil se funde con lo mágico, lo irreal. "En vez de hablar de la realidad, debía hablar de la representación de la realidad", cuenta Gerald Martin, su biógrafo. Es una voz que no se encariña con los personajes: es distante, como la de su abuela cuentacuentos.

Las metáforas. Fue uno de los recursos mejor empleados por el autor. La metáfora sustituye una cosa por otra para acrecentar su sentido. Por ejemplo, “lloró con lágrimas de aceite ardiente que le abrasaron las entrañas”; “Tuvo que remontar los afluentes de la memoria”; "la medalla de fuego permanecía en su retina" (un eclipse).

Las analogías y símiles. Sabía retratar imágenes con comparaciones seductoras (usando el 'parece', o 'como'). “Los alcatraces inmóviles en el aire con las alas abiertas parecían muertos en pleno vuelo”. “Piedras enormes como huevos prehistóricos”.

Los adverbios. Había que rehuir de todos los adverbios terminados en ‘mente’. “Porque me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales”, dijo en una entrevista para Ciudad Seva.


Los adjetivos. Dedicaba mucho esfuerzo a sustituir los adjetivos tópicos por otros que producían un efecto inesperado en la imaginación del lector. Por ejemplo: ojos fosforescentes, respiración pedregosa, fiemo empedernido, mosquitos carniceros…

Términos inventados. En El General en su laberinto usó ‘condoliente’. Dijo más tarde: “Existen el verbo condoler y el sustantivo doliente, que es el que recibe las condolencias. Pero los que las dan no tienen nombre”. (Ciudad Seva)

Términos poco comunes. “Una hamaca colgada de dos horcones con cabrestantes de barco”.  "La laboriosa enumeración tronchó su último vahaje". Y hasta escogía las flores por sus nombres más eufónicos como “caléndulas y astromelias”.

La musicalidad. Sus cuentos y sus novelas son muy eufónicos. Se podrían leer en voz alta y reconocer su hermosa musicalidad. Se debe a la profunda formación poética del colombiano, quien aplicaba a sus oraciones una métrica calculada (pie latino o griego). “Por propia iniciativa [de adolescente] comencé entonces a leer mucho, poesía y obras literarias en general, pero sobre todo poesía. Por eso creo que mi estructura cultural es esencialmente poética...” (Entrevista para Vogue).

 Los párrafos esculpidos. Afirmaba que le encantaba trabajar mucho los párrafos y reescribirlos. Algunos, como en Cien años de soledad, contienen párrafos largos con oraciones muy largas. También usaba mucho una técnica llamada inversión por la cual se pone el final al principio, comenzando por un verbo o por los complementos, para evitar que todas las frases sonaran igual. Esa parte de la estructura era posiblemente lo más trabajado. García Márquez lo llamaba en sus memorias 'romper párrafos'. "Ahogándose en la mare magnum de fórmulas abstractas que durante dos siglos constituyeron la justificación moral del poderío de su familia, la Mamá Grande emitió un sonoro eructo, y expiró". (Funerales de Mamá Grande)

Los diálogos fantasmales. No eran el punto fuerte de García Márquez, como reconocería siempre. No se parecen mucho a los excelentes diálogos de la novela americana del siglo XX, pero por eso mismo, los diálogos de sus personajes tienen siempre un aire fantasmal, poco natural, que aumenta el efecto mágico de sus relatos.

La disciplina. Confesaba que como periodista, era muy indisciplinado y tuvo que imponérsela. ”Me vi obligado a establecer una pauta de trabajo que iba de las nueve de la mañana a las dos de la tarde, cuando mis hijos volvían de la escuela. En ese tiempo tenía cuarenta años...Después me sentí culpable de escribir sólo por la mañana, intenté continuar por la tarde, pero caí en cuenta de que en la segunda parte del día nada me resultaba bien y debía rehacer todo a la mañana siguiente”. (Vogue). “No creo que puedas escribir un libro que valga la pena sin una extraordinaria disciplina”. (The Paris Review)

Media cuartilla al día. “He tenido que someterme a una disciplina atroz para terminar media página en ocho horas; peleo a trompadas con cada palabra y casi siempre es ella quien sale ganando”. (Vogue)

Sitios de inspiración. “Logro escribir sólo en un ambiente familiar que ya esté identificado con mi trabajo. Una pieza de hotel, una habitación puesta a mi disposición por otra persona, una máquina de escribir prestada, me bloquean, y esto es una lástima porque cuando viajo no puedo trabajar...  (Vogue).

El estado de gracia. Confesaba que no podía acometer ningún escrito sin inspiración. “Debo estar también en un estado de gracia, con el tema preciso y el tono exacto para desarrollarlo”. (Vogue). “Estoy convencido de que no es un estado de ánimo especial en el que se puede escribir con gran facilidad y las cosas fluyan… Ese momento y ese estado de ánimo parecen venir cuando has encontrado el tema adecuado y la forma correcta de tratarlo. Y tiene que ser algo que realmente te gusta también, porque no hay peor trabajo que hacer algo que no te gusta”. (The Paris Review).

El primer párrafo. “Una de las primeras dificultades es la de escribir el primer párrafo. He llegado a pasar meses para 'tomar la onda': apenas superado este escollo, el resto ha salido facilísimo. Creo que con el primer párrafo logrado se supera la mayor parte de los problemas que plantea escribir un libro; allí queda definido todo: el tema, el tono, el estilo.. (Vogue).

La exageración. Aguaceros que duran años, esponjas y cangrejos que caminan por las casas, pelos de niñas muertas que sigue creciendo, hombres con alas, mujeres con cuerpos de araña… Según el autor: “Si tú escribes que has visto volar un elefante, nadie lo creerá; pero si afirmas haber visto volar cuatrocientos veinticinco, es probable que el público lo crea". (Vogue)

Técnica cinematográfica. Algunas novelas como El coronel no tiene quien le escriba las escribió García Márquez con recursos de cine. “Cuando vuelvo a leer ahora el libro, veo la cámara”, confesó. (Dagmar Ploetz, en García Márquez) Se refiere a que las escenas son muy visuales, que hay más diálogos y que parece en algunos aspectos un guion de cine.

Las pequeñas acciones. El autor emplea el recurso (tomado de Hemingway en El Viejo y el mar), de describir un personaje por sus pequeñas acciones, como lo hace en El coronel no tiene quien le escriba. Este coronel que espera que le den una pensión, vive pobre con su mujer enferma: para ella reúne restos de café en una lata, revuelve en un arcón hasta encontrar un vestido de boda que será su mortaja, y hasta alimenta con granos de café a un gallo que es lo que le ha heredado de su hijo fallecido… (Dagmar Ploetz, García Márquez).


La atmósfera. En sus narraciones suelen repetirse palabras que envuelven la acción en una agobiante atmósfera. Abuela, sol, polvo, aguacero, fritanga, pestilencia, pájaros, gallos, mastines, patio, podrido, calor sofocante, funeral, misa, viento, siglos, bananas, cataclismo, amor víboras, sudor, criatura, selva, vapores, bíblico, muerto, hamaca, arsénico…
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La poesía en 10 frases de Gabriel García Márquez
Un decálogo del escritor colombiano sobre la poesía y su influencia decisiva en su narrativa.

Era el Gabo adolescente, empapado de la poesía del Siglo de Oro y del movimiento colombiano Piedra y Cielo, liderado por los poetas Jorge Rojas y Eduardo Carranza. Años después, cuando los sonetos fueron reemplazados por la prosa del relato, la poesía siguió estando presente en toda la obra de García Márquez como una herramienta fundamental en la manufactura de la ficción. Ejemplo de ello es la novela El otoño del patriarca (1975), sobre la cual el autor afirmaba que se trataba de un poema cifrado en torno a la soledad del poder y la escritura.

Compartimos contigo diez frases con las que Gabo quiso entender la poesía en su propia obra y en los procesos creativos de la literatura en general:

1. La escritura: una invocación a la poesía

En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte.

“Brindis por la poesía”.
Discurso leído durante el banquete de celebración
del Premio Nobel, diciembre de 1982.

2. El recurso retórico del novelista

Mi interés por la literatura, mi asombro y mi fascinación por la literatura empezaron con la poesía, y soy un gran lector de poesía. Creo que el argumento de la novela es ficción, pero lo que es el recurso retórico para escribirla es un elemento puramente poético; si no, uno no se preocuparía por las palabras, por el significado de las palabras y por la belleza de las palabras.

“El barco donde estaba el paraíso”.
Revista Nexos, diciembre de 1993.

3. La prioridad de las soluciones poéticas

Tengo la tendencia a ir convirtiendo el relato y la novela en poesía. Una aspiración a mi trabajo es el de encontrar más soluciones poéticas que soluciones narrativas.

“Gabriel García Márquez entrevista a Pablo Neruda”.
Televisión Nacional de Chile y ORTF, octubre de 1971.

4. Un puente entre las artes

Lo que sucede con la poesía es que informa sobre todas las artes. Una persona que conoce la poesía, que siente la poesía, que sabe lo que es la poesía, tiene una información sobre pintura, música, literatura, en cualquiera de sus géneros.

“Nostalgias cachacas de un costeño varado”.
El Tiempo, abril de 1990.

5. La virtud de la mala poesía

Mi formación es esencialmente poética. Yo empecé a interesarme por la literatura a través de la poesía. Pero te digo más: a través de la mala poesía, porque tú no puedes llegar a la buena poesía sino por la mala poesía. No puedes llegar a Rimbaud, a Valéry sino por Núñez de Arce y por toda la poesía lacrimógena que le gusta a uno en el bachillerato cuando está enamorado. Esa es la trampa, la carnada que te agarra para siempre a la literatura. Por eso soy un gran admirador de la mala poesía. Y por eso lo que más admiro de la literatura española no es la novela sino su poesía.

“Gabriel García Márquez: diez mil años de literatura”.
Revista Bohemia, 1979.

6. El surtidor de la nostalgia

La nostalgia es la fuente de toda literatura y de toda poesía.

“Gabo para norteamericanos”.
Los Angeles Times Magazine, noviembre de 1990.

7. Poesía a la moda

Se puso de moda la novela. Ojalá se pusiera de moda la poesía, que es una expresión que todavía va más lejos.

“El periodista es hoy en Colombia un corresponsal de guerra”.
El Espectador, enero de 1991.

8. Por un pacto entre poetas y novelistas

Creo que los poetas y los novelistas podemos llegar a un acuerdo de coexistencia pacífica, en el sentido de que los poetas sean cada vez más narradores y los novelistas seamos cada vez más poetas.

“Gabriel García Márquez entrevista a Pablo Neruda”.
Televisión Nacional de Chile y ORTF, octubre de 1971.

9. Poesía revolucionaria

La poesía es revolucionaria… si es buena.

“García Márquez y la música”. Revista Opina, 1984.

10. El Siglo de Oro y Piedra y Cielo

Siento que mis trabajos de novela son trabajos esencialmente poéticos. Entonces, los grandes poetas amados son los grandes poetas del Siglo de Oro: Góngora, Quevedo, Garcilaso, Lope de Vega… Después la gente de Piedra y Cielo y ese es el sustento básico de toda mi obra.


“Nostalgias cachacas de un costeño varado”. El Tiempo, abril de 1990.



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