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martes, 24 de febrero de 2015

MAS DE 100 CONSEJOS LITERARIOS Gabriella Campbell

MAS DE 100 CONSEJOS LITERARIOS Gabriella Campbell

Tomados de:

CONSEJOS DE FORMA):

1. Elimina palabras innecesarias, las palabras “ligeras” que no te llevan a ninguna parte. Como dijo Mark Twain: “Escribe maldito cada vez que estés dispuesto a escribir muy; el editor lo eliminará y la escritura será como debe ser”. Además,

2. Evita la repetición de conectores: sin embargo, es decir, en cuanto que, esto es…

3. La puntuación es fundamental, marca el ritmo del texto. Asegúrate de usarla bien. El punto y coma existe. Y los dos puntos. Y las comas a veces no se utilizan como crees que deben utilizarse.

4. Ojo con la concordancia. De número y género. Para dudas, Fundéu y la RAE son tus amigos. Y Wordreference es como ese colega de trabajo que está en las mismas que tú, pero que a veces te resuelve las dudas.

5. En general, debes estudiar y conocer tu herramienta principal de trabajo, que es el lenguaje. Aprende ortografía, aprende gramática, aprende sintaxis, aprende retórica. Toda la que puedas.

6. No te pases con los gerundios; no te pases con los adverbios terminados en –mente. Enlentecen y abigarran el texto. Del mismo modo,

7. No te pases con las subordinadas. Y no las hagas demasiado largas, ni metas que a tutiplén. Y por favor,

8. No te pases con los adjetivos. Si analizas tus textos, te darás cuenta de la gran cantidad de adjetivos que has usado que en realidad no aportan gran cosa.

9. En los diálogos, no te limites a identificar al hablante mediante el verbo de habla. Puedes meter incisos con lo que están haciendo, pequeñas descripciones sobre su indumentaria, etc. No tengas miedo de experimentar. Solo tienes que leer los diálogos luego en voz alta para ver si suenan bien.

10. Y evita los verbos de habla que no sean básicos (decir, preguntar). Que en cada intervención haya verbos como barbotar, especificar, inquirir, acusar… desconcentra al lector y le resta naturalidad a la comunicación entre tus personajes.

11. No utilices palabras rimbombantes. Como dijo Franzen: “los verbos interesantes rara vez son interesantes”. En resumen,

12. Haz que suene natural. Como dijo Elmore Leonard: “Si al leerlo suena a algo escrito, reescríbelo”.

13. Como ya hemos dicho con los diálogos, lee en voz alta tu texto. Así comprobarás si suena natural, entenderás mejor el ritmo de lo escrito. Y evitarás las rimas internas, para que tu escritura fluya de manera creíble y no se te cuelen pareados terribles (y otras cosas que riman con creíble).

14. Recorta sin piedad. En tu texto y en tu vida, para hacerle sitio a la buena escritura. Ya lo decía Susan Sontag: “Hay mucho que hay que entregar o que te quitarán si quieres escribir una obra”.

15. Evita la decoración innecesaria. Lo dijo Hemingway: “La prosa es arquitectura, no decoración de interiores”. Una buena forma de conseguirlo es la siguiente:

16.Relee tu frase y elimina todas las palabras que no aporten nada. Las que no sean necesarias. Como decía Vonnegut, todos los párrafos deben decirnos algo sobre el personaje o sobre lo que está ocurriendo. Lo demás acaba siendo accesorio.

17. No cuentes, muestra. Chéjov dijo: “No me digas que brilla la luna; muéstrame un destello de luz sobre cristales rotos”.

18. Como decía Orwell, “nunca uses una metáfora o expresión que estés acostumbrado a ver impreso”. En definitiva, no uses expresiones socorridas y habituales. También dice:

19. Nunca uses la voz pasiva si puedes usar la activa. Esto le proporciona mayor fluidez y sencillez al texto.

20. En caso de duda, el orden lógico de la oración suele ser el más eficiente (sujeto+verbo+predicado). Y para los adjetivos también (¡no los pongas siempre delante del sustantivo!).

21. En general, utiliza palabras cortas, frases cortas y párrafos cortos. Así, cuando metas una palabra larga, una frase larga o un párrafo largo, será extraordinario y recibirá la atención que merece. Intenta utilizar tiempos verbales simples. Un “ella llegó” suele quedar mejor que un “ella había llegado”.

22. Utiliza la palabra precisa. ¿Por qué decir “atravesó el umbral de la puerta para entrar en la habitación” (sic) cuando puedes decir “cruzó la puerta” o incluso “entró”? Si hay una sola palabra que puede sustituir a tres palabras, suele ser la palabra adecuada. Para esto es útil…

23. Aprender palabras nuevas. Visita el diccionario de vez en cuando. A mí me gusta utilizar generadores aleatorios de palabras, aunque todavía no he encontrado uno en español que me convenza del todo.

24. Elimina unos cuantos signos de exclamación. Decía Scott Fitzgerald que los signos de exclamación eran como reírte de tus propios chistes. Y queda mucho mejor en un diálogo que nos demos cuenta de la desazón de un personaje por su lenguaje corporal que por esos ocho signos de exclamación que toman al lector por tonto.

25. Aprende a utilizar los puntos suspensivos. No, no sirven para todo.

26. No abuses de la metáfora. Ni de los símiles. Que destaquen porque son escasos en un texto sencillo. Que destaquen porque tienen sentido (¡coherencia!), no solo porque suenen bien, y porque nadie los ha usado antes.

27. No solo percibimos con la vista. También con el oído, el tacto, el olfato… Usa estos sentidos en tu escritura, pero por favor no los uses siempre, ni todos a la vez.

28. Utiliza el lenguaje adecuado para tu público. Los tecnicismos, por ejemplo, no son ideales si no estás escribiendo para un público especializado.

29. Piensa en cómo sobrevivirá tu lenguaje al paso del tiempo. Utilizar palabras coloquiales actuales puede ayudarte a darle realismo a un diálogo, pero también puede hacer que tu texto se quede obsoleto en muy poco tiempo. Del mismo modo, no siempre es conveniente referirse a temas exclusivos de la actualidad o a memes efímeros.

30. Un conejo de corrección: ten cuidado con ciertas palabras que el procesador de textos no te va a identificar como errores.

CONSEJOS DE CONTENIDO

31. No te repitas. Ya sea en forma o contenido, no aburras a tus lectores. Si puedes decir algo una sola vez, hazlo.

32. Cuenta aquello que solo tú puedes contar. Neil Gaiman dice: “(…) siempre habrá mejores escritores que tú y siempre habrá escritores más listos que tú. Siempre habrá personas a las que se les dé mejor esto o lo otro, pero solo tú eres tú”.

33. Dale al lector por lo menos un personaje por el que apostar. Esto lo decía Kurt Vonnegut. Haz que tu lector empatice por lo menos con un personaje, que se involucre con este, que le importe lo que le pase. Y Vonnegut también dijo que:

34. Todos los personajes deben querer algo, aunque solo sea un vaso de agua. El deseo, en todas sus formas, es un motor poderoso.

35. Sé un sádico. Haz que a tus personajes les pasen cosas terribles. Es en su lucha donde el lector encontrará su entretenimiento.

36. No te guardes las mejores ideas. No reserves tu inspiración para más adelante. Como dijo Annie Dillard: “Gástalo todo, dispáralo, juégatelo, piérdelo todo, ahora, siempre. No te guardes lo que parece bueno para más adelante. Ya vendrán más cosas para más adelante, cosas mejores”.

37. Una vez terminado el primer borrador, elimina un 10%. Esto lo dice Stephen King, pero hay escritores que hablan incluso de eliminar un 30%.

38. No escribas las partes que la gente tiende a saltarse. Recuerdo que en el colegio me decían que Pío Baroja describía en pinceladas porque decía que las descripciones lo aburrían. Esto no quiere decir que solo tienes que escribir acción y diálogos, pero sí que te plantees si ese párrafo descriptivo de ochocientas palabras es realmente necesario.

39. Si escribes ficción, la verosimilitud es imprescindible. Tom Wolfe decía que el problema que tenía la ficción era que tenía que ser plausible, algo que no ocurre con la no ficción.

40. Y por esto, la coherencia es fundamental. Hasta en los detalles más pequeños. Si un niño lleva una gorra roja, no puede ser azul en el capítulo siguiente, por lo menos no sin una explicación satisfactoria.

41. Cuidado con las escenas o personajes a los que les coges especial cariño. Puede que te estén engañando, que no veas sus defectos por ese amor de padre. Como dice King, mata a tus queridos.

42. Dice Joyce Carol Oates que la técnica es importante, pero es el contenido el que permanece en la mente del lector. Obsesiónate con la forma, pero no demasiado. Crea una historia digna de recordarse.

43. Para Oscar Wilde, el arte está por encima de la moralidad: “No existen los libros morales o inmorales. Los libros están bien escritos o mal escritos. Eso es todo”.

44. Haz llorar. Haz reír. No tienes que hacer las dos cosas, pero eso también es posible.

45. Evita los tópicos, los clichés, aquello que has visto ya mil veces en todas partes.

46. Entrégalo todo en la primera línea. Sangra en esa primera línea. Esa es la que va a obligar al lector a seguir leyendo.

48. Frank Herbert decía que en realidad el final no existe. La historia termina donde tú decides parar. O, como dicen algunos escritores, un libro no está terminado hasta que se publica.

CONSEJOS DE PRODUCTIVIDAD Y APRENDIZAJE

49. Lee. Mucho.

50. Lee de todo. Hasta los géneros y temas más insospechados pueden ayudarte, inspirarte, enseñarte. Eso sí,

51. Lee a los grandes. Aprenderás de los maestros, de aquellos a los que quieres emular. De los malos solo se te contagiarán los errores y meteduras de pata. Y si te empeñas en leer a los malos, anota todo lo que hacen mal para evitarlo.

52. Lee a los grandes justo antes de escribir. La inspiración te acompañará, y aplicarás, sin saberlo siquiera, mucha de la habilidad de los grandes.

53. Escribe todos los días. Aunque sea solo media hora, escribe. Y es que…

54. Si tú apareces todos los días, después de un tiempo tu musa aparecerá también (Isabel Allende). La persistencia es fundamental porque, como dice Octavia Butler:

55. “No se empieza escribiendo bien. Empiezas escribiendo mierda, pensando que es bueno, y luego poco a poco vas mejorando. Por eso siempre digo que una de las virtudes más valiosas es la persistencia”. Para ello tienes que…

56. Escribir muchísimo. Cumple con tus 10000 horas bien hechas. Además, es la única forma de aprender a enfrentarse al rechazo.

57. Escribe según tu programa, no según tu estado de ánimo (Henry Miller). Del mismo modo, como decía Walter Benjamin:

58. No dejes de escribir porque te hayas quedado sin ideas. Con la disciplina, estas vendrán tarde o temprano. Pero escribe mientras.

59. Escribe una cosa a la vez, hasta que la termines. Esto también lo decía Henry Miller, y sin duda está destinado a aquellos escritores que se distraen con mil proyectos sin terminar ninguno. El enfoque es importante, aunque personalmente encuentro que llevar dos al mismo tiempo me ayuda a no odiar demasiado al primero.

60. Cuídate. Duerme suficiente. Tienes que estar en condiciones óptimas.

61. Café para disciplina, cerveza para creatividad.

62. Ten otras aficiones secundarias y creativas. Pinta, compón música, actúa. La creatividad es interdisciplinar y lo que aprendes de una disciplina acaba ayudando con tu progreso en otra.

63. Deja de escribir cuando todavía estás inspirado, cuando sabes qué va a pasar a continuación. Eso hará que comenzar de nuevo al día siguiente sea mucho más fácil (este consejo es de Hemingway).

64. Copia textos de los grandes, a mano. Aprenderás de manera indirecta las mejores formas de escribir. Y la conexión entre mano, vista y cerebro es diferente cuando escribes que cuando tecleas, así que dedica un tiempo a lo manuscrito.

65. Guarda, guarda tus textos. No solo en el ordenador, sino en un pendrive o un disco duro externo. Pocas cosas tan catastróficas hay como perder una novela por un fallo informático.

66. Exhíbete, sangra. Lo dijo Hemingway: “Escribir no es complicado. Te sientas delante de la máquina de escribir y sangras”.

67. Tiene que ser difícil, tiene que doler. Dijo Bukowski: “No escribas una novela si no duele como una caca caliente al salir”.

68. Utiliza tus propias experiencias, transforma la realidad: “Aspira experiencia, espira poesía” (Muriel Rukeyser). Para esto hay que…

69. Salir a la calle. Tendrás que vivir un poco, fijarte en cómo actúan las personas, cómo hablan, para llevarlo correctamente al papel.

70. Anota lo que te gusta de otros y úsalo. Con esto no me refiero al plagio, sino a utilizar semillas ajenas para crear lo tuyo. Como decía T. S. Eliot, “los poetas inmaduros imitan, los poetas maduros roban”.

71. Anótalo todo, en general. Las ideas se olvidan.

72. Y aprende de otros. Habla con otros escritores. Habla con tus lectores. Sobre todo habla con escritores que son mucho mejores que tú. No dejes que la envidia o la vanidad te lo impidan.

73. Cuenta historias, y escucha las historias que te cuentan (John Green).

74. Escribe como si tuvieras un plazo de entrega inmediato, como si tuvieras que convencer a alguien de algo en solo 500 palabras. Escribe esas 500 palabras.

75. Escribe el libro que te gustaría leer. Como dice Toni Morrisson, si hay un libro que quieres leer pero todavía no se ha escrito, entonces debes escribirlo tú.

76. Cuando llame la musa, aprovéchala todo lo que puedas. Dijo Saul Bellow que nunca tienes que cambiar aquello que tuviste que levantarte a escribir en mitad de la noche.

77. No pienses en el final. Como dijo Steinbeck, “abandona la idea de que terminarás algún día. Pierde la cuenta de esas 400 páginas y concéntrate solo en una página por día, eso ayuda. Así, cuando al fin se termina, te sorprenderás”.

78. Escribe para un solo lector. No pienses en el público. Escribe para una sola persona.

79. Protege el tiempo y el espacio en el que escribes. Como dice Zadie Smith: “Aleja a los demás de ese espacio, incluso a la gente que más te importa”.

80. Reescribe tus frases. Dijo Joan Didion: “Reescribo mis propias frases de forma constante. Todos los días vuelvo a la primera página y simplemente reescribo lo que ya tengo. Me marca un ritmo”. Pero recuerda que no puedes reescribir para siempre. Y es muy importante lo siguiente:

81. No edites mientras escribes. La escritura y la edición/corrección son dos procesos diferentes que utilizan zonas diferentes del cerebro. Hacer ambas cosas a la vez te paralizará y te impedirá avanzar.

82. El perfeccionismo no sirve de nada. Acabarás reescribiendo siempre, hasta el punto de que no publicarás nunca. Y para progresar hay que mostrar el trabajo realizado.

83. Al principio, trata la escritura como un hobby. Asegúrate de tener un trabajo principal. Pero tienes que escribir una página al día, dice John Grisham. Si no estás escribiendo una página al día nunca va a ocurrir nada.

84. El dinero no debe ser tu objetivo. O por lo menos eso decía Maya Angelou: “Persigue las cosas que te encanta hacer y luego hazlas tan bien que la gente no pueda quitarte los ojos de encima”. Por otro lado, también es útil lo que dice Mark Twain:

85. “Escribe gratis hasta que alguien te ofrezca dinero por ello; si nadie te ofrece nada al cabo de tres años, mejor que te dediques a cortar madera”.

86. Haz ejercicio. No solo para liberar tu mente de tal forma que se te ocurran las mejores ideas, sino para contrarrestar esas horas interminables que pasas sentado frente al ordenador. No conozco a un escritor que no tenga problemas de espalda.

87. Desconecta. G. R. R. Martin trabaja con un procesador de texto básico y usa un ordenador sin conexión a internet, y Franzen dijo que dudaba de que alguien con conexión en su lugar de trabajo estuviera escribiendo ficción de la buena.

88. No te cortes al principio. Suelta todo lo que quieras en ese primer borrador. Como dijo Hemingway, el primer borrador siempre es mierda.

89. Prepárate para la crítica. Dijo Harper Lee: “Aconsejo a cualquiera que quiera ser escritor que antes de desarrollar su talento desarrolle un pellejo duro”. Ten en cuenta también que:

90. La crítica es una herramienta, no un castigo. Este es muuuy difícil, lo sé. Pero si descontamos a los trols o a la crítica destructiva (esta se reconoce enseguida: es muy subjetiva y tiende a recurrir a los ataques ad hominem, confundiendo al autor con el texto), la lectura e interpretación de otros puede proporcionarnos información valiosísima sobre nuestro trabajo. Eso sí, personalmente aconsejo solo leer unas cuantas opiniones, o realizar esquemas con lo que se repite (bueno y malo) en todas las opiniones. Leer demasiadas opiniones es confuso, porque…

91. Puedes complacer a algunas personas parte del tiempo, pero nunca podrás complacer a todas las personas todo el tiempo. Acéptalo. Es liberador. De cualquier forma,

92. Ama a tus lectores de prueba (pero no sexualmente). Como dice Margaret Atwood, “(…) pídele a uno o dos amigos lectores que le echen una ojeada a tu libro antes de enviarlo a un editor. Este amigo no debe ser alguien con quien tengas una relación romántica, a no ser que quieras finalizarla.

93. Enseña, comparte. Y esto lo dijo la humorista Tina Fey: “Tienes que dejarle a la gente ver lo que escribiste”. Sí, a pesar de la posibilidad, muy alta, de rechazo.

94. Arriésgate. Escribe también sobre lo tabú, sobre aquello que está soterrado pero de lo que nadie habla. Que te tiemble la mano al escribir. Que te tiemble más al entregarlo a los demás.

95. Escribe de lo que sepas. Escribe sobre aquello que te apasiona, aquello que puedes compartir.

96. Escribe de lo que no sepas. Adéntrate en terrenos desconocidos, oblígate a aprender escribiendo en géneros que nunca has probado, documéntate sobre asuntos que nunca habrías considerado.

97. Si escribes novela, es muy útil tener un esquema previo, una idea de hacia dónde vas. Hay mil estrategias para planificar novelas, pero…

98. No te dejes arrastrar por un exceso de planificación. Lo importante es escribir.

99. El mejor momento para promocionar tu novela es tres años antes de que se publique. Esto lo dijo el especialista en mercadotecnia Seth Godin, que añade: “Tres años para hacerte una reputación, crear un blog, obtener seguimiento y credibilidad y hacerte con todos los contactos que necesitarás más adelante”.

100. No te asustes (don’t panic!). Me encanta lo que dice al respecto Sarah Waters: “A mitad de la escritura de una novela experimento de forma regular momentos de terror absoluto, mientras contemplo en la pantalla la porquería que he escrito; veo a través de ella, en rápida sucesión, las malas reseñas, la vergüenza de mis amigos, mi carrera fracasada, los ingresos que menguan, la casa desahuciada, el divorcio… Si sigo trabajando de forma obstinada a pesar de estas crisis, consigo llegar al final. A veces me ayuda dejar mi escritorio un rato. Si hablo de ello con otra persona a veces consigo recorder lo que estaba intentando conseguir antes de quedarme atascada. Dar un paseo largo casi siempre me hace pensar en mi manuscrito de una forma nueva. Y si todo lo demás falla, siempre está san Francisco de Sales, el patrón de los escritores, que me ha ayudado en más de una crisis. Y si quieres ampliar tus posibilidades, siempre puedes suplicarle también a Calíope, la musa de la épica”.

101. Busca y paga a un buen editor (Seth Godin). Con esto Seth no se refiere a una editorial, sino a alguien (corrector de estilo, editor a secas, etc.) que pueda ver tu texto con objetividad y transformarlo en algo legible. Lo de pagar debería ser obvio.

102. Como decía Beckett: fracasa. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor. Aprendemos de nuestros errores.

103. Ten claro por qué escribes. Italo Calvino dijo: “Lo que importa no es si lo amas u odias, solo que tengas muy claro cuál es tu posición respecto a la escritura”.

104. Haz que escribir sea siempre tu prioridad. Como decía Henry Miller: “Primero y siempre: escribe. La pintura, la música, los amigos, el cine… todo esto viene después.

Y, por último, nos quedamos con este consejo de Lev Grossman:

105. “No te tomes los consejos de la gente demasiado en serio”.

 Pero tras mucho leer e investigar al respecto, veo que hay una opinión que se repite entre expertos. El único consejo indispensable para que crezcas como escritor es el siguiente:


Empieza un proyecto. Un relato, un poema, una novela. Y termínalo. Y empieza otro.

lunes, 23 de febrero de 2015

DECÁLOGO DEL NIÑO LECTOR Manuela Zárate

DECÁLOGO DEL NIÑO LECTOR

Manuela Zárate
Tomado de:
Los siguientes pasos son una guía para ayudar a padres y maestros a transmitir el amor por la lectura. La lectura crea espacios de discusión a través de los cuales como familia o como colectivo la gente aprende a conocerse. Es clave para la formación de valores y el desarrollo del pensamiento crítico. La lectura es una herramienta para que el ser humano aprenda a pensar por sí mismo, lo que constituye la esencia de la libertad.
1. El derecho a que un adulto le lea en voz alta o lea a su lado.
Los niños preferirán el sonido de la voz de alguien que aman a cualquier otra. Lo importante es hacerlo con naturalidad, si no sale la voz de lobo feroz, no importa.
2. El derecho a enamorarse de un personaje.
Si se enamora de Olivia o de Pulgarcito no es un empeño del niño, sucede que se ha identificado. Es el momento de buscar personajes en situaciones similares. Nos dice mucho de la realidad interior y exterior del niño.
3. El derecho a tocar los libros.
Hay libros costosos que deben estar en lo alto de la biblioteca, pero si todos están donde él no los alcanza, como objetos de culto, no los verá como algo cercano o divertido.
4. El derecho a rayar los libros.
El dibujo es parte de su sistema de comunicación, para un niño, rayar un libro no es dañarlo sino apropiarse de él. Muchos lectores mientras más amamos un libro más lo rayamos. Dejarlo es enseñarle a asumir la propiedad sobre el objeto.
5. El derecho a reescribir el cuento. A inventar personajes, cambiar el rumbo de la historia, inventar todos los finales que quiera.
El lector es creador. Si el niño se sale de las páginas hay que dejarlo, incluso motivarlo. La creatividad que despliegan no solo es asombrosa, sino que es motivadora y es un gran vehículo de comunicación.
6. El derecho a cerrar el libro.
Lo más importante es leer por placer. No hace falta terminar los libros como si fuera el reto de subir el Himalaya. Si un niño no quiere leer no hay que obligarlo. Tampoco poner los libros a competir con televisión, cine o videojuegos. Siempre que la invitación sea libre y abierta será atractiva.
7. El derecho a hacer preguntas y a recibir respuestas.
No importa que nos interrumpan, en sus preguntas está la clave de la reflexión, el aprendizaje y la construcción del pensamiento. Hay que darles espacio, escuchar la pregunta y responderles.
8. El derecho a escoger lo que le leen.
El niño debe sentir respeto por sus intereses. Si desaprobamos algunas cosas que a él le gustan, la clave está en demostrarle que hay otras opciones. A veces un niño puede escoger algo para lo que sintamos que no está preparado, y padre o maestro actúa como censor. Aunque es un tema delicado en general, los intereses de un niño nos ayudan a comprenderlo.
9. El derecho a que le lean el mismo cuento una, dos, tres... todas las veces que lo pida.
Siempre se descubre algo nuevo en lo que ya hemos leído. Es hermoso ver cómo un niño no pierde la capacidad de sorprenderse y como adultos es una forma de reconectarnos con ellos.
10. El derecho a un libro que no lo subestime.
Si el lenguaje es demasiado simple o el mensaje es moralizante, si las ilustraciones no son atractivas, el libro subestima al lector. No porque las palabras sean complejas, ni la trama un tanto larga, el niño no va a comprender. Si el libro trata al lector como un tonto, el niño se sentirá insultado y se desanimará. Si lo reta se sentirá atraído a descubrir su misterio..





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lunes, 9 de febrero de 2015

Sobre el arte de un escritor. Eduardo Galeano

Sobre el arte de un escritor. Eduardo Galeano


El mío ha sido un largo camino hacia el desnudamiento de la palabra: desde las primeras tentativas de escribir, cuando era jovencito en una prosa abigarrada, llena de palabras que hoy me dan vergüenza, hasta llegar a un lenguaje que yo quisiera que fuera cada vez más claro, sencillo, y por lo tanto más complejo, porque la sencillez es la hija de una complejidad de creación que no se nota ni tiene que notarse.

Uno siente primero que el trabajo intelectual consiste en hacer complejo lo simple, y después uno descubre que el trabajo intelectual consiste en hacer simple lo complejo. Y un caso de simplificación no es una tarea de embobamiento, no se trata de simplificar para rebajar de nivel intelectual, ni para negar la complejidad de la vida y de la literatura como expresión de la vida. Por el contrario, se trata de lograr un lenguaje que sea capaz de transmitir electricidad de vida suprimiendo todo lo que no sea digno de existencia.

Para mí siempre ha sido fundamental la lección del maestro Juan Carlos Onetti, un gran escritor uruguayo muerto hace poco, que me guió los primeros pasos.
Siempre me decía: “Vos acordate aquello que decían los chinos (yo creo que los chinos no decían eso, pero el viejo se lo había inventado para darle prestigio a lo que decía); las únicas palabras que merecen existir son las palabras mejores que el silencio”. Entonces cuando escribo me voy preguntando: ¿estas palabras son mejores que el silencio?, ¿merecen existir realmente?

Hago una versión, dos o tres, quince, veinte versiones, cada vez más cortas, más apretadas: edición corregida y disminuida.

Inflación palabraria El problema de la inflación monetaria en América Latina es muy grave, pero la inflación palabraria es tan grave como la monetaria o peor; hay un exceso de circulante atroz. Algunos países han tenido éxito en la lucha contra la inflación monetaria pero la inflación palabraria sigue ahí, tan campante. Lo que me gustaría, modestamente, es ayudar un poquito a esa lucha contra la inflación palabraria. O sea, poder ir desnudando el lenguaje. Es el resultado de un gran esfuerzo, y no concluido, porque nace cada vez: a mí me cuesta escribir ahora tanto como cuando tenía 15 ó 16 años y lloraba ante la hoja de papel en blanco porque no podía.

¿Función social?
La literatura tiene siempre una función, aunque no sepa que la tiene, y aunque no quiera tenerla. A mí me hacen gracia los escritores que dicen que la literatura no tiene ninguna función social. A partir del momento que alguien escribe y publica está realizando una función social, porque se publica para otros. Si no, es bastante simple: yo escribo en un sobre y lo mando a mi propia casa, pongo “Cartas de amor a mí mismo” y me emociono al recibirlas. Pero es un círculo masturbatorio (no quiero hablar mal de la masturbación, tiene sus ventajas, pero el amor es mejor porque se conoce gente, como decía el viejo chiste).

Es imposible imaginar una literatura que no cumpla una función social. A veces la cumple, y es jodido, en un sentido adormecedor, a veces es una literatura del fatalismo, de la resignación, que te invita a aceptar la realidad en lugar de cambiarla, pero a veces es una literatura reveladora, reveladora de las mil y una caras escondidas de una realidad que es siempre más deslumbrante de lo que uno suponía. Por otro lado me parece que lo de la literatura social es una redundancia porque toda literatura es social. Muchas veces una buena novela de amor es más reveladora y ayuda más a la gente a saber quién es, de dónde viene y a dónde puede llegar, que una mala novela de huelgas. No comparto el criterio de una literatura política que además, en general, es aburridísima.


Tomado de:
http://www.cuentosymas.com.ar/blog/sobre-el-arte-de-un-escritor/


A quemarropa con Galeano:

Aquel escritor que se pasa al bando de los ángeles, ¿lo hace por comodidad o por traición?
     Allá ella, o él. Prefiero el bando de los diablos. Menos aburrido.
     ¿En el fondo de cada cosa hay una melodía que dormita? ¿Despertará si encontramos las palabras adecuadas que la describan?
     La realidad es la loca que canta. El poder nos tapa los oídos.
     ¿Definiría la literatura como una verdad sospechosa?
     En el mejor de los casos: sospechosa con toda razón.
     ¿Para que un libro sea considerado de gran belleza es preciso el adorno que proviene de la indiferencia de las ruinas?
     Un libro bello es un libro vivo.
     ¿Es cierto que en algunos momentos de desesperación nos calma el saber que aún nos queda poder hablar directamente para los pájaros, el mar y el aire? 
     A mí, no.
     Lo realmente profundo es aquello que en nuestro interior sabemos que es indecible. Nuestra lucha consiste en querer demostrar que se puede decir. Llevamos miles de años intentándolo. ¿Estaría de acuerdo en esto?
     Uno pelea contra esa distancia entre lo que quiere decir y lo que las palabras pueden: el océano o charquito que separa el deseo y el mundo.
     Cuando escribimos con la mayor precisión imaginable creemos que todo está bajo control. Sin embargo, ¿por qué olvidarnos que en ese control supremo se encuentran infinitas miríadas del azar mismo?
     Si el texto no tiembla, no sirve.
     ¿Es evidente que ningún lenguaje es capaz de convertir la estupidez en sabiduría?
     Convertirla, no; pero a veces la disfraza eficazmente.
     ¿Con el deseo por escribir un poema, empieza en ese momento el aniquilamiento de ese poema?
     Y del autor.
     ¿Qué es la suprema inteligencia de un gran artista-escritor-compositor-cineasta-etcétera, sino su grandiosa sensibilidad?
     Pregúntale a ese gran...
     ¿Odiosa victoria? ¿Amada derrota?
     No creo en la vida como un sistema de recompensas y castigos.
     ¿El escritor es invencible en la soledad, y un derrotado ante los demás?
     Tampoco creo en los invencibles.


Tomado de:
http://blogs.elpais.com/ladrones-de-fuego/2012/05/galeano.html


Galeano en frases:




 De cada día nace una historia porque estamos hechos de átomos, estamos hechos de historias


Yo les disparo a las etiquetas. Y cuándo me dicen escritor de qué. Yo digo: de todo, de cualquier cosa. O cuándo me dicen usted es poeta; respondo, no, no escribo poesía, o a lo mejor la escribo y no me doy cuenta, y eso me llena de alegría, porque la literatura que más me gusta es la que revela la poesía escondida.


Mis libros se ocupan de todo. De todos los temas imaginables. Nada de lo humano me es ajeno, pero me interesa también la vida de los bichos, los fenómenos de la naturaleza. Por lo tanto la etiqueta de escritor político es algo que rechazo, porque me limita y me amenaza con convertirme en un autor panfletario, a las órdenes de algún partido o alguna religión, y eso no tiene nada que ver conmigo. Soy un hombre muy libre y escribo muy libremente.


Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué.


Soy un escritor que quisiera contribuir al rescate de la memoria secuestrada de toda América, pero sobre todo de América Latina, tierra despreciada y entrañable.


Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.


Yo creo que fuimos nacidos hijos de los días, porque cada día tiene una historia y nosotros somos las historias que vivimos...


... mi vida está en los libros que escribí y en los que voy escribiendo. Para mí una biografía o autobiografía sería redundante. Me aburriría. Yo, como tema central, me aburriría. A mí me gusta más sentir que formo parte de algo más tentador, más confuso, más amplio, hondo y contradictorio que yo mismo.


Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué.


"Para mí, las únicas certezas dignas de fe son las que desayunan dudas cada mañana."


"Si me caí, es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas."


"Son los árboles que dan frutos los que sufren las pedradas."


"Uno sobrevive en los demás: en la memoria y en los actos de los demás."


"Si Eva hubiera escrito el Génesis, ¿cómo sería la primera noche de amor del género humano? Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominará. Que todas esas historias son puras mentiras que Adán contó a la prensa."


"Para mí, las únicas certezas dignas de fe son las que desayunan dudas cada mañana."


"La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será."


"La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo."


"Escribo para los amigos que todavía no conozco. Los que conozco ya están hartos de escucharme."


"El código moral del fin del milenio no condena la injusticia, sino el fracaso."


"Culto no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar al otro".


Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.


Arránqueme, Señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.” 

Los espejos te reflejan y reflejan la realidad aunque no nos guste.” 

Cuando escribo, pretendo recuperar algunas certezas que puedan animar a vivir y ayudar a los demás a mirar

La realidad imita la tele.
 

La cultura de consumo, cultura del desvínculo, nos adiestra para creer que las cosas ocurren porque sí


No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta


Quien no se hace el vivo va muerto. Estás obligado a ser jodedor o jodido, mentidor o mentido. Tiempo del qué me importa, el qué le vas a hacer, el no te metás, el sálvese quien pueda. Tiempo de los tramposos: la producción no rinde, la creación no sirve, el trabajo no vale. En el Río de la Plata, llamamos 'bobo' al corazón. Y no porque se enamora: lo llamamos 'bobo' por lo mucho que trabaja.


Si un libro se puede leer impunemente, no vale la pena tomarse el trabajo. Cuando los libros están de veras vivos, respiran; y uno se los pone al oído y les siente la respiración y sus palabras son contagiosas, peligrosamente, cariñosamente contagiosas…


Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen...


El catecismo me enseñó, en la infancia, a hacer el bien por conveniencia y a no hacer el mal por miedo. Dios me ofrecía castigos y recompensas, me amenazaba con el infierno y me prometía el cielo; y yo temía y creía. Han pasado los años. Yo ya no temo ni creo. Y en todo caso, pienso, si merezco ser asado en la parrilla, a eterno fuego lento, que así sea. Así me salvaré del purgatorio, que estará lleno de horribles turistas de la clase media; y al fin y al cabo, se hará justicia.


Mientras dura la mala racha, pierdo todo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras. Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco, y siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción.


Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños.
Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana.
El mundo trata a los niños ricos comos si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa.

El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura.
Y a los del medio, a los niños que no son ni ricos ni pobres, los tienen atados a las patas del televisor, para que desde temprano acepten, como destino la vida prisionera. 
Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños.


...Nosotros, los humanitos: los exterminadores de todo, los cazadores del prójimo, los creadores de la bomba atómica, la bomba de hidrógeno y la bomba de neutrones, que es la más saludable de todas porque liquida a las personas pero deja intactas las cosas, los únicos animales que inventan máquinas, los únicos que viven al servicio de las máquinas que inventan, los únicos que devoran su casa, los únicos que envenenan el agua que les da de beber y la tierra que les da de comer, los únicos capaces de alquilarse o venderse y de alquilar o vender a sus semejantes, los únicos que matan por placer, los únicos que torturan, los únicos que violan. 

Y también... los únicos que ríen, los únicos que sueñan despiertos, los que hacen seda de la baba del gusano, los que convierten la basura en hermosura, los que descubren colores que el arco iris no conoce, los que dan nuevas músicas a las voces del mundo y crean palabras, para que no sean mudas la realidad ni su memoria.


Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.


El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.


De nuestros miedos nacen nuestros corajes y en nuestras dudas viven nuestras certezas.

Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios otra razón.

En los extravíos nos esperan hallazgos, porque es preciso perderse para volver a encontrarse.

Otra tanda: 

1- El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar…
2- Si me caí, es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas.
3- RECORDAR: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón…
4- Para no ser mudos, hay que empezar por no ser sordos
5- Solo los tontos creen que el silencio es un vacío. No está vacío nunca. Y a veces la mejor manera de comunicarse es callando.
6- Ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación. Es América Latina, la región de las venas abiertas.
7- Si la naturaleza fuera banco, ya la habrían salvado.
8- Para mí, las únicas certezas dignas de fe son las que desayunan dudas cada mañana.
9- La llamada comunidad internacional ¿existe? ¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?
10- La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo.
11- El código moral del fin del milenio no condena la injusticia, sino el fracaso.
 12- La violencia engendra violencia, como se sabe; pero también engendra ganancias para la industria de la violencia, que la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo.
13- Yo creo que fuimos nacidos hijos de los días, porque cada día tiene una historia y nosotros somos las historias que vivimos…
14- El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza: Si usted ama, tendrá sida. Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación.
15- El amor se puede provocardejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, no lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.
16- Pobres contra pobres, como de costumbre: la pobreza es una manta demasiado corta, y cada cual tira para su lado.
17- Las paredes son la imprenta de los pobres.
18- El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza: Si usted ama, tendrá sida. Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación. Si bebe, tendrá accidentes. Si come, tendrá colesterol. Si habla, tendrá desempleo. Si camina, tendrá violencia. Si piensa, tendrá angustia. Si duda, tendrá locura. Si siente, tendrá soledad.
19- Los niños pobres son los que más sufren la contradicción entre una cultura que manda a consumir y una realidad que lo prohíbe.
20- La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será.

21- La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá.